Capítulo 4: La Vuelta a Marienburgo
Publicado: 20 Mar 2018, 11:56
Tras el ataque de los cerdos mutantes, resulta evidente que hay que sacar al Huevo de aquí. Aunque parece que es la primera vez que atacan, para sorpresa de todos. La niña acepta a regañadientes irse con vosotros, gracias sobretodo a la ayuda de los padres, pero Werther y Eva insisten en quedarse en la cabaña aunque os agradecen la oferta de acompañarles. Este ha sido siempre su hogar y no quieren abandonarlo. Tras unos minutos empacando las cosas de la niña, el grupo está preparado para partir.
Volver a través de barrancos, ciénagas y monstruos no parece una idea muy alentadora, pero por suerte los padres del Huevo os informan de que la carretera entre Marienburgo y Gisoreux está a muy pocos días y antes deberiais pasar por Halsdorph, una pequeña aldea próspera. Una vez en la carretera regresar a Marienburgo debería ser un paseo.
Tras las despedidas, partís en la dirección indicada, dirección noroeste. El campo que atravesais, parece agradable en cuanto os alejais de la colina, y parece mas... saludable. El Huevo parece bastante asombrada con todo lo que ve, y no para de preguntaros cosas. "¿Y eso que es? ¿Qué pájaro es ese? ¿Por qué sois tan raros? Quiero comer, tengo hambre y estoy cansada..."
Tras un día de marcha por un camino claramente marcado, el terreno comienza a hundirse y a hacerse cenagoso. Una delgada bruma cubre el suelo, aunque la visibilidad no es mala. Mientras se acerca la noche, después de un día de marcha, aparece el pueblo de Halsdorph. El pueblo parece que en su día fue mucho mayor, y parece que la ciénaga se lo está tragando. Hay casas abandonadas, y las que no lo están están deterioradas. Y aunque la mayoría de pueblos están llenos de niños corriendo y ruidos, Halsdorph es silencioso. El Huevo está francamente asombrada, mirando los edificios. No ha callado en todo el viaje y sin embargo ahora está muda de asombro.
Los guardias os dejan pasar sin reparos y enseguida os da la bienvenida una posada demasiado grande para una comunidad de este tamaño. Un cartel oscilante reza "El Cuerno de la Abundancia" bajo el dibujo de una cornucopia. Karl y Konrad sin embargo, veis una figura sentada en una esquina calle abajo. Viste una capa amplia y lleva un sombrero de ala ancha que le oculta el rostro. Indudablemente os está observando.
Teneis experiencia para gastar
Volver a través de barrancos, ciénagas y monstruos no parece una idea muy alentadora, pero por suerte los padres del Huevo os informan de que la carretera entre Marienburgo y Gisoreux está a muy pocos días y antes deberiais pasar por Halsdorph, una pequeña aldea próspera. Una vez en la carretera regresar a Marienburgo debería ser un paseo.
Tras las despedidas, partís en la dirección indicada, dirección noroeste. El campo que atravesais, parece agradable en cuanto os alejais de la colina, y parece mas... saludable. El Huevo parece bastante asombrada con todo lo que ve, y no para de preguntaros cosas. "¿Y eso que es? ¿Qué pájaro es ese? ¿Por qué sois tan raros? Quiero comer, tengo hambre y estoy cansada..."
Tras un día de marcha por un camino claramente marcado, el terreno comienza a hundirse y a hacerse cenagoso. Una delgada bruma cubre el suelo, aunque la visibilidad no es mala. Mientras se acerca la noche, después de un día de marcha, aparece el pueblo de Halsdorph. El pueblo parece que en su día fue mucho mayor, y parece que la ciénaga se lo está tragando. Hay casas abandonadas, y las que no lo están están deterioradas. Y aunque la mayoría de pueblos están llenos de niños corriendo y ruidos, Halsdorph es silencioso. El Huevo está francamente asombrada, mirando los edificios. No ha callado en todo el viaje y sin embargo ahora está muda de asombro.
Los guardias os dejan pasar sin reparos y enseguida os da la bienvenida una posada demasiado grande para una comunidad de este tamaño. Un cartel oscilante reza "El Cuerno de la Abundancia" bajo el dibujo de una cornucopia. Karl y Konrad sin embargo, veis una figura sentada en una esquina calle abajo. Viste una capa amplia y lleva un sombrero de ala ancha que le oculta el rostro. Indudablemente os está observando.
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