Aquí os dejo un segundo personaje, este ya está algo más subidito de tono, pero nada comparado con la 'bestia' que guardi para el final
-- Johann von Heydrich –
Noble de Altdorf
Tic..., tac..., tic..., tac... te quedas embelesado mirando tu reloj oscilando ante ti. Sin duda una flamante obra de ingeniería enana, artesanía de precisión, en oro y materiales preciosos, el valor de este impresionante ingenio podría dar de comer a una familia numerosa del imperio. Parece que ya se ha calmado.
Miras a tu lado y allí se encontraba tendida a tu lado sobre el lecho empapado, sin duda una mujer preciosa. Su rostro de porcelana fina, unos ojos castaños intensos, llenos de juventud, su cuerpo tan… exquisito. Suspiras… la juventud, la juventud de una chica la dota de un cuerpecito casi élfico, tan suave, seguro que habría sido una chica preciosa. ¿Qué debe haber sentido? ¿Placer? ¿Miedo? ¿Odio? Eso era algo que no podrías saber jamás, quizá algún día, cuando el Gran Maestro considerara que estabas preparado para ese honor. No pudiste evitar deslizar tu fina daga por su esbelto cuello… sí, seguro que gemía mientras gorgoteaba, eso de nuevo te volvía a excitar.
Pusiste los pies sobre el suelo de madera, y te acercaste a la cómoda. Las jarras de agua estaban listas, empezaste a verterlas en un barreño junto a unas mezclas relajantes, y con una esponja empezaste a quitarte la sangre de tu cuerpo. Esas sales estaban mezcladas con algún producto “poco recomendado” del alquimista. Te sentías bien, muy bien… relajado, te fuiste introduciendo en el baño poco a poco a medida que se te entrecerraban los ojos. Seguías acariciándote con la esponja mientras inhalabas los vapores venenosos, tu mente se separaba de tu cuerpo…
Recuerdas…, recuerdas como tu madre pasaba te pasaba la esponja por tu cuerpecito. Usaba en el baño diferentes aceites, productos traídos de Arabia y de Cathai, procuraba que su niño fuera lo más bello del Imperio. Recuerdas como acariciaba todo tu cuerpo, como te susurraba al oído y te estremecías tras una sonrisa.
Nunca te sentiste discriminado por el hecho de ser el segundo de cuatro hermanos, tu hermano mayor Dedrich, contrariamente, ostentaba ante los otros tres hermanos su posición presuntamente privilegiada. Tú siempre habías sabido a pesar de no ser el primogénito, quien era el favorito. Tus otros dos hermanos eran las dos pequeñas de la casa Bluma y Caroline unas autenticas señoritas.
Pasaban los años, rodeado de una vida de opulencia y nobleza, donde la presencia y la educación era el eje de toda relación entre personas.
Desde aquel día te encuentras siempre ante el espejo de plata quebrado, viendo en él las dos personas que se encuentran ahora en ti. Ese día tampoco lo olvidarás nunca. Recuerdas tu decimoquinto aniversario. Tú ya eras todo un hombre y un galán, pero la estrechez de miras de tu padre no te había permitido todavía catar la carne, un activo servidor del Imperio con tan destacada reputación no podía permitírselo. Pero tus amigos, deliciosos amigos tenían algo muy especial para ti.
Habíais salido a beber y como muchas otras veces si se daba la ocasión patear algún que otro mendigo, siempre era divertido y si la cosa se ponía interesante e intentaba plantaros cara, siempre ibas acompañado de tu estimado florete, ¿Para algo tenían que servir las clases de Esgrima, no?
Te encontrabas ahí, divirtiéndote con tus amigos, esa noche habías bebido mucho, no recordaba ni el número de copas que te habías tomado, tendrías que pasar la noche fuera si no querías que tu padre te pillara, la reprimenda por volver tan bebido a casa podía ser desproporcionada. Con la mirada ya entelada y riéndote con algunos de tus amigos, alguien te picó en el hombro. Giraste sobre ti y de repente tu vista se aclaró, ni siquiera viste a tus amigos que la acompañaban, solo la viste a ella y una voz que decía: “Este es tu regalo de cumpleaños”.
Tu oro se escapaba como el agua entre las manos, pero cada día te sentías mas ligado a ella, tu corazón solo latía por ella. No importaba el dinero, no importaba nada, solo complacerla, hasta que un día esa idea cambió.
Habías consumido ese día mucha raíz de bruja, tu corazón latía con fuerza y muy rápidamente, necesitabas poder estar con ella cuanto antes. Llegaste a su casa, una casa bastante lujosa, no había duda que se costeaba sus lujos acostándose con gente adinerada como tú, pero eso era algo que tampoco te importaba demasiado, ahora tú eras para ella. Picaste a su puerta nerviosamente, tardó unos instantes en abrirte la puerta. Allí estaba ella, prácticamente desnuda ante las calles de Altdorf, podías oler su perfume almizcleño que tanto te excitaba.
- ¿Puedo pasar? - le dijiste con una dulce sonrisa.
- No. - Y tras esa palabra carente de cualquier emotividad cerro la puerta.
¿Qué estaba pasando? Volviste a picar algo más nerviosamente. No constaba, picaste con más fuerza la puerta. Se entre abrió la puerta de nuevo:
- He dicho que te largues, mocoso. - volvió a cerrar la puerta, pero antes de que se cerrara - completamente pusiste la mano en la puerta.
- ¡¿Qué quieres decir que no puedo pasar?!
- Que te largues, mocoso.
¡¿Mocoso?! Esa palabra te comenzó a sulfurar de verdad.
- ¡¿Qué?! Abre esta puerta ahora.
- No me obligues… - y te entredejó ver una daga por el perfil de la puerta.
- ¡Puta!
Golpeaste la puerta con todas tus fuerzas cosa que la hizo tambalearse hacia atrás, entraste con pasos pesados y le golpeaste violentamente en la cara haciéndola caer al suelo. La daga rebotó sobre la alfombra. Cerraste la puerta y pasaste el cerrojo. Al darte la vuelta ella se estaba empezando a incorporar pero le pegaste una patada en la cara, sin ningún miramiento, estabas completamente bajo el control de la raíz de bruja, tuvo la suerte de no desprenderse de ninguno de sus dientes.
- Yo te he pagado toda esta mierda, maldita zorra.
Tenía las manos en la cara y lloriqueaba.
- ¡¡Tú me perteneces!!
La pusiste de cara al suelo y le arrancaste la poca ropa que llevaba. Te aflojaste los pantalones y empezaste a sodomizarla con mucha violencia, solo parando para golpearla en alguno de sus costados mientras la sujetabas por la cabeza,. Ella lloraba e intentaba escapar, pero tú pesabas más que ella y la sujetabas con mucha fuerza. Cuando acabaste, te desplomaste sobre ella, estabas agotado del forcejeo, sabias que por esto te ibas a ganar posiblemente algún tiempo en el calabozo, si ella te denunciaba, podrías tener algún problema, ella era una cortesana de gran reputación en su ámbito, eran muchos los nobles que habían solicitado sus servicios, debías acabar con ella.
Sin apenas darte cuenta ella había logrado darse la vuelta y ponerse cara a ti. Sus brazos te rodearon y sus ojos se clavaron en los tuyos.
- Me ha encantado, cielo. No esperaba menos de ti.
Y empezó a besarte apasionadamente. Te quedaste conmocionado, un escalofrío recorría todo tu cuerpo. No…, no entendías que estaba pasando. ¿Qué le pasaba a esa chica? Sin darte a penas cuenta, te introdujo algo en la boca y a los pocos instantes se encontraba ella serpenteando sobre de ti. No pudiste evitar el incorporarte y morderla con fuerza, ella gimió y te clavó las uñas en la espalda abriéndotela de lado a lado. Tú gritaste y te desplomaste sobre el suelo, no sabias si era un sueño o la peor de tus pesadillas, pero fue lo que marco un cambió en ti.
Tu depravación desde ese día fue creciendo en tu interior, más drogas, más sangre, más dolor. Cadenas, agujas, e incluso mutilaciones. Pero mientras que a ti te quedaban marcas y señales tu fiel amante se recuperaba con insólita rapidez y descubriste su secreto de la eterna juventud, había sido acariciada por el príncipe oscuro y tú también habías sido elegido por él. Al principio te entró el pánico, pero poco a poco empezaste a entender, que el culpable de todo ello había sido tu padre, intentándote inculcar valores absurdos y haciéndote creer, ¿qué te daba él a ti, que te aportaba? ¡¡Nada!! Sin embargo… había tanto que el Maestro te podía ofrecer, tanto camino por recorrer y solo tú eras su beneficiario, no tenías la menor duda. Ese era tu camino.
Paso el tiempo y tú persona maduró y se fortaleció con cada día que pasaba. Habías conseguido destacar en el culto rápidamente, no saben los Clérigos y Cazadores de Brujas realmente como es el corazón de su estimado imperio… eso te divertía. Eras capaz de engatusar con prácticamente un gesto a cualquiera de tus objetivos, tanto mujeres como hombres, todos son una panda de cerdos reprimidos en su estúpida fachada, y más de una habría tenido problemas a causa de las cicatrices que les dejabas.
Caroline, la pequeña de la familia, cumplió años. Ja, ja, ja, ja, ja, siempre recordarás ese día, fue el día de tu emancipación. Ya hacia un tiempo que habías depositado tus ojos en Caroline, ya estaba desarrollándose como mujer y vaya mujer… decidiste, que ese día, iba a ser inolvidable para ella, como lo fue para ti hace ya tiempo. Sabias que ella no accedería fácilmente, tu repugnante padre había ensuciado su mente con diferentes repugnancias religiosas, cuando ella, interiormente sabias que era una autentica puta, igual que su hermana. Decidiste… especiar ligeramente su vino y ya puestos, porqué no el de Bluma, no te importaría disfrutar de sus opulentos senos. Realmente estabas muy excitado durante la cena, no podías dejar de mirarlas durante la cena, ellas te miraban de reojo y más de una vez Carolina se mordió el labio inferior, sus manos jugueteaban por debajo de la mesa entre ellas. Todo iba muy bien.
Lo sabias, Slaanesh te había dotado de ese don. Caroline estaba bien cogida a tu pene chupando como una perra. Mientras, Bluma, no dejaba de comerte la boca. Estaban muy excitadas, la pequeña droga que les mezclaste con el vino hacia bien su efecto. Realmente no estaban haciendo nada que en el fondo no quisieran, puesto que el único efecto de la droga es desinhibición y quizá un poco de sentimiento lujurioso, ellas simplemente a pesar de aparentar ser unas señoritas, eran unas autenticas putas. Bluma, apartó a Caroline y se colocó ella dentro de si tu miembro desgarrando la pequeña barrera que la separaba de la decencia a la perversa lujuria, la muy perra ni se enteró, solo empezó a arquearse sobre ti, mientras Caroline le apagaba sus gemidos besándole toda su boca.
Te parecía muy cómico todo esto, Caroline, sangrando de la boca, y Bluma llorando en un rincón con seguramente alguna costilla rota después de la patada que le había propinado tu padre, tu te encontrabas de pie ante él con una sonrisa en la cara y el estoque en la mano y eso si, completamente desnudo ante él, manchado con la sangre de sus hijas, era una escena digna de retratar, que patético te resultaba tu padre en ese momento.
- ¡¿Quién eres?! ¡¡Tú no eres mi hijo!!
- Soy sangre de tu sangre…
- ¡¡Cierra la boca impertinente!!
- ¿No te da vergüenza entrar justo en el momento que tu hija me la chupaba?
Rápidamente tu padre se llevó la mano al cinto para desenvainar su espada, pero tu más rápido le perforaste el hombro clavándolo contra la pared.
- No te atrevas a amenazarme y menos cuando estas en clara desventaja, viejo - tu madre chillaba atemorizada.
- ¿Quieres acabar en la hoguera?
- Yo de ti… no arriesgaría el honor de nuestra familia por este pequeño incidente, además quien va a casarse con estas dos furcias ahora que han sido tan… ¿Ensuciadas? ¿deshonradas? Elige el adjetivo que prefieras…
- Vete, sal de mi casa ahora mismo…
- ¡Ja! Eres un viejo terco, me gusta tu obstinación, te encuentras en clara desventaja y aun crees que puedes amenazarme. – te acercas a su oreja – La próxima vez, atácame por la espalda y no a tus hijas, cobarde.
Desclavaste la espada de su hombro y pared, recogiste tu ropa y te dirigiste a abandonar la casa. No crees que tu padre siquiera tuviera las agallas de denunciarte a la justicia.
Tras el pequeño incidente fuiste a ver a tu amante predilecta, tu prácticamente maestra. Fue ella la que te presentó la que ahora es vuestro magíster, es ella la que te llevó a conocer el grupo de adoradores a Slaanesh que iba a traer sus designios a este pútrido mundo de falsedad. Una vez estuviste entre ellos estudiaste a cada uno de forma muy minuciosa, te percataste de cuales tenían un poder mas evidente y cuales otros eran mas reservados pero no por ello irrelevantes. Tus ansias de poder se despuntaron entre ellos, no te gustaba la competencia y menos aquellos que no son humanos, revolcarte entre plebeyos era casi como una repugnante orgía zoofilica.
Al poco tiempo tu magíster te indicó que debías dirigirte hacia Altdorf que tenia grandes planes para ti, pero que antes debías conseguir un consejero y era en Altdorf donde uno de plena confianza para la magíster te estaría esperando.
No te costó acomodarte en tu ciudad natal, habías cambiado lo suficiente como para que nadie te reconociera y seguías teniendo suficientes posesiones como para rápidamente estar bien aposentado en la ciudad. La tarea no resultó ser tan sencilla como esperabas fuiste a la biblioteca de Altdorf en busca del estudiante de heráldica o escribano. Estabas repantigado en una de las mesas de la biblioteca de Altdorf mirando atentamente a cada una de las personas que deambulaban por la biblioteca, a cual te parecía más patética.
- Perdone… - Al mismo tiempo que te ponían la mano en el hombro.
- Lo que acabas de hacer podría costarte la vida…
- Lo se, pero también se que me necesita.
Al girarte te encontraste con el rostro de una persona afable, de ojos tranquilos y pelo algo canoso. Tú le miraste con una cierta mirada de odio y asco.
- Se quien es y se que es lo que anda buscando.
- ¿Cómo dices? - Tu primer impulso era llevarte la mano al cinto, pero te contuviste.
- No será necesario… - Al mismo tiempo que se sentaba a tu lado. - A lo largo de esta semana he estado preparándole toda la documentación que le iba a ser necesaria. – Un fuerte escalofrío te recorría todo tu cuerpo. – Ah, disculpe, mi nombre es Baldwin Fuchs, soy Escribano, experto en heráldica y demás quehaceres de las casas nobles.
- Pero como…
- Le he estado observando cada día que ha estado aquí a en la biblioteca, y he oído que necesitaba poner en orden sus papeles nobiliarios. He investigado un poco y conozco a la perfección su situación. Ha sido relativamente sencillo además Frauline Alice me ha avisado de su llegada.
No podías creer todo lo que Herr Fuchs había conseguido averiguar en tan poco tiempo. Había conseguido reconstruir toda tu heráldica y situar las piezas necesarias en el tablero con el fin de ser tú el próximo heredero de tu familia. Al parecer tu padre había enfermado hacia poco tiempo y no le quedaban algo mas que un puñado de meses de vida, una enfermedad degenerativa había corrompido su cuerpo, demasiado contacto con el pueblo llano que patético te resultaba que el fuera de tu sangre. Y al parecer el muy cerdo había mandado exiliar a tus hermanas tras el incidente y al parecer una de ellas, Caroline, se había marchado en cinta y eso, ya no te gustaba lo mas mínimo.
Conocías a tu hermano y sabias que en cuanto padre falleciera iría a por tus hermanas para o bien acabar con ellas o bien echarlas fuera del Imperio. Y como curiosamente había propuesto Herr Fuchs de algún modo tenias que apartar a tu hermano del puesto que ostentaba.
Con el tiempo fuiste apreciando las capacidades de Herr Fuchs, sin duda era el Ayudante de Cámara perfecto. Cada vez que necesitabas algo, él era capaz de conseguirlo, cada vez que algo salía mal el era capaz de reenderezarlo. Tenía una astucia y una perversión en todo lo que hacia que incluso te llegaba a estremecer, parecía que todo lo tuviera milimétricamente pensado.
Abriste los ojos. “¿Señor? ¿Herr Heydrich? Es hora de que nos vayamos…”
Objetivos.
“Recuperar a toda costa el titulo que ostenta tu familia”: Quieres reclamar lo que legítimamente es tuyo que son todas las riquezas que tu familia posee, además como miembro nobiliario tienes ciertos derechos de los cuales tu familia ha decidido negarte, cosa que es inadmisible. Tu hermano seguramente es un bastardo incapacitado que no ve mucho mas allá de la estupida fe en su dios Sigmar. El titulo de la casa von Heydrich debe ir de la mano de alguien con un digno porte y con una ambición suficiente como la que tu posees.
“Ostentar el cargo de Conde Elector”: Uno de tus máximos, ser conde elector. ¿Es imaginable algo así? ¿A que altura quedarías alzado dentro del culto? es más, tu podrías ser el organizador de un nuevo culto
“Conseguir estar junto a la magíster del culto para mayor poder”: Hacer de la Magíster tu amante es uno de los primeros pasos a dar para tocar el poder. Además ella pertenece a una casa noble de Middenheim relativamente poderosa, solo pensar en ello te excitas.
“Construir una red de mercancías ilegales en el Imperio con el fin de alimentar el culto”: Tu padre tiene importantes contactos con algunas casas de mercaderes importantes, con lo que moviendo las piezas adecuadas y con la ayuda de Herr Wolf podríais llegar a conseguir una red suficientemente valiosa como para traficar con interesantes productos y artículos.
“Ser bendecido por Slaanesh”: Tu mayor deseo a corto plazo es ser tocado por la mano de Slaanesh, ¿Cual será la recompensa que te espera tras todas tus hazañas y tu total entrega al Príncipe Oscuro?
“Tu placer personal, hacerlo crecer, experimentar nuevos “juegos””: Tu placer personal esta por encima de todo, no hay nada más importante que tu en este mundo.
Opinión sobre el Conclave.
-- Aleena Hainsworth --
Una plebeya con la asquerosa suerte de haber nacido con unas marcas que al parecer a todos les perturba. A ti no te causa ninguna emoción especial. Lo que realmente te asquea es que sea una hechicera de Slaanesh, el hecho de que ella haya entrado en comunión a su temprana edad con Slaanesh y tú tras tanta entrega, no, es algo que te revienta. Seria un buen juguete sexual y su joven edad hará que así sea, nada más que un trozo de carne a tu servicio.
-- Alice von Wahrheit --
Tu ideal dentro del culto de Slaanesh. Tu fidelidad a ella es total, sabes que a través de ella llegaras muy lejos, ya bien sea porque ella lo ha dispuesto o bien junto a ella. Aquellos bastardos que se atrevan a acercarse demasiado o atenten contra ella, lo pagaran con la vida. Una dulce dama de la corte bendecida por la palabra de Slaanesh.
-- Baldwin Fuchss / Herr Wolf --
Sorprendentemente la persona a la que le has delegado tu vida. Sin el es probable que te sintieras perdido y tu titulo se hubiese esfumado, gracias a el conservas toda la línea nobiliaria y junto a el estas trazando los planes para llegar a lo mas alto, a Conde Elector, aunque eso es algo que solo tu y el compartís. Cuando algo va mal Wolf esta ahí, limpiando el reguero de cadáveres que dejas tras de ti o bien evitando ser descubierto por seres tan poco recomendables como los cazadores de brujas. El perro más fiel que puede tener un hombre. También conoces su ansia de poseer un titulo nobiliario y eso, es algo que por ahora tú le puedes proporcionar y el ansia tener.
-- Conrad Metzger --
No lo conoces, aunque su reputación dentro del culto es destacada, al parecer un galeno de portentoso talento. Muchos que han pasado por sus manos han deseado volver a caer en ellas solo por el placer de someterse a sus trabajos. Quizá sea un placer que aun te queda por probar.
-- Erika Hübschefrau –
Tu creadora. Una puta plebeya, tu respeto acaba ahí. Ella te inició al culto y te enseño que era realmente el “amor” una graciosa manera cínica de justificar los actos perversos sobre alguien de confianza, ¡JA! La respetas, pero no olvidas su posición, es una vulgar puta y como ello jamás deberia ser tu igual, si no estar muy por debajo de ti.
-- Varick Zutreffend --
Escribano. Tienes muy pocas referencias de él. Una rata de biblioteca, aunque quizá sea interesante indagar más en su persona, el “saber es poder” como bien demuestra Wolf. No estaría demás indagar en sus conocimientos.
Pero no encajarían mejor en otro foro? bueno a menos que sea todo a modeo relato y por eso las quieras incluir aquí, en fin, como sea, postealo
