Heinrich Messner II: En busca de la Verdad

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Weiss
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Heinrich Messner

Messner rezó para que Pieter se comportase. Aunque más bien, lo que no quería es que el Administrador hiciese alguna pregunta que pudiese revelar lo poco que sabía sobre caballos... Pero pareció creérselo y no hizo preguntas, lo que provocó que Messner sintiese un enorme alivio. Aún así, dirigió una mirada a Pieter, como advirtiéndole. El Administrador les informó de que Frau Alptraum se encontraba reunida, por lo que tendrían que esperar.

Llevó a Messner y a Pieter a una enorme sala con una chimenea, y les dijo que esperasen allí a ser llamados. El letrado y el vigilante tomaron asiento en dos cómodos sillones. Al principio, ninguno de los dos dijo nada, pero cuando el silencio se hizo insoportable, Messner decidió preguntar. Necesitaba estar seguro de que podía confiar en Pieter. El miliciano dio la misma respuesta. Había ido a ver a un amigo, él no era ningún topo y su único objetivo era encontrar a los niños. Sus palabras parecían sinceras, pero Messner todavía albergaba la duda. Siguieron hablando de temas triviales para pasar el rato, como dónde vivía Pieter en Altdorf, o sobre los caballos de la familia Messner.

Sobre media hora después, fueron llamados. Tras recorrer la enorme mansión, que dejó aún más perplejo de lo que ya estaba a Azhelhof, llegaron al corazón de aquella casa, de donde realmente emanaba el practicamente ilimitado poder de los Altraum. El despacho de Anna Alptraum. Tras ser presentandos por el sirviente que les guió, los dos hombres quedaron en la habitación con la que probablemente era la mujer más poderosa de Averland. Se encontraba sentada en su escritorio cuando llegaron, revisando unos papeles, pero se levantó cuando vio a Messner, dándole un efusivo abrazo, que Messner le devolvió, y pidéndoles que se sentasen.

¡Heinrich, hacia mucho tiempo que no te veía! ¿Cómo estas en la fiscalía? Espero que Treitt sea un buen jefe. Bueno, tomad asiento, según me han comentado venis para tratar temas económicos. ¿Podrías presentarme a tu compañero, Heinrich?

Era hora de ser sinceros, porque si había alguien capaz de ayudar a Messner, aquella era Anna Alptraum.

Verá, Frau Alptraum... Anna. He dicho eso para no levantar ninguna sospecha a sus sirvientes, pero si realmente estoy aquí es porque necesito su ayuda. Le pido ayuda en nombre de la provincia, de la Ley a la que represento, pero también le pido ayuda como amigo, como un Messner que soy. Anna, todos sabemos los terroríficos hechos que sacuden tanto a nuestra provincia como a nuestra ciudad en los últimos tiempos, y le aseguro que hombres como yo o como mi compañero hacemos todo lo que podemos. Pero aún así nuestros recursos son limitados, y es por eso por lo que me veo obligado a pedirle ayuda. Tengo un asunto entre manos, un intercambio de rehenes, pero desgraciadamente no tengo medios para llevarlo a cabo. Necesitaría hombres, y tampoco poseo lo que lo que los secuestradores me piden, algo que ellos llaman piedra verde. Si alguien puede proveerme de todo eso, es usted... Le aseguro que recibiría a cambio varias compensaciones, como por descontado, el agradecimiento infinito de mi Familia, que por otro lado ya posee, el favor de la Ley de la Provincia, y por último... si todo saliese bien los Fahen le deberían mucho, se lo aseguro...

Todo esto es estrictamente confidencial Frau Alptraum, y se lo digo a usted porque es una persona en la que confío plenamente. Estamos hablando de vidas de niños, Anna, de la seguridad de los caminos y, muy posiblemente, del futuro de nuestra provincia. Por eso apelo a su generosidad, como Ayudante del Fiscal, pero sobretodo como Heinrich Messner, leal servidor de la casa Alptraum. Volvamos una vez más a manifestar la amistad entre nuestras Familias.


Messner miró a los ojos a Anna, unos ojos verdes impasivos, que no transmitían sensación ninguna. Allí, de pie y con Pieter detrás aguardando la respiración, esperaba el veredicto de Anna Alptraum...
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Anna Alptraum

-Entiendo. Lo que intentas decirme es que hay alguien que tiene secuestrado a unos niños ¿no? No he entendido bien lo que quieres decir, pero si no me equivoco, si dices que los Fahen me estarian agradecidos, ¿es posible que una de entre los secuestrados sea su hija Eva?

Anna paseo pensativa por el estudio. -Puedo financiar soldados para que te ayuden en el intercambio, pero acerca de esa piedra verde, creo que no puedo ayudarte. ¿Son esmeraldas tal vez?

-Sea como sea, si te ayudo no quiero que mi prestación caiga en saco roto. Sabes que te aprecio mucho, tanto a ti como a tu madre, que es para mi una gran amiga. Pero mantener esta mansión, este estatus... Eres consciente de que eso lleva gastos, inversiones. Y cada dinero usado debe medirse al milimetro, para que todo funcione. Te ayudaré, pero a cambio de que te asegures de que la gente sepa que los Alptraum sirven a su ciudad.

-Por supuesto, serás consciente de que Rudiger Bacher promete mucho dinero para la guardia y las administraciones públicas, y que está convenciendo a la gente, pero aun no ha dado ni un penique. No quiero un Marius Leitdorf II en el Gobierno Condal, no se si me entiendes, Heinrich. Tendrás mi ayuda, pero te agradeceria que retrasaras el referéndum, por cuestiones... comerciales. Es el tercer dia de la semana que viene, y si gana será nombrado gobernador. Prefiriria que fuera más tarde. Pero no es una exigencia, solo un interés. Tendrás tus soldados, Heinrich, y mi ayuda en salvar a esos niños de los que hablas.



FDI: Anna te va a ayudar de todas maneras, pero agradeceria notablemente que corrieras la voz de que los Alptraum están ayudando al pueblo, asi como que retrasaras el referéndum de Bacher.
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Heinrich Messner

No había palabras en el mundo que pudiesen expresar el agradecimiento que sentía Messner por aquella mujer.

Muchas gracias, Anna. No sabe cuánto se lo agradezco. Ya que está dipuesta a colaborar, le confiaré algún detalle más del plan, pero por favor, prométame que nada de lo que le cuente saldrá de estos cuatro muros. Sólo usted y algunos miembros de la Guardia están al tanto de ello. El plan es algo más complicado, Frau Alptraum. A quien voy a liberar no es sólo a una niña, Anna, sino también a los secuestradores. Desgraciadamente, la hija de los Fahen no es la joven retenida, pero recuperando a los Quober dar con ella será cuestión de tiempo.

Le explicaré la historia, Frau Alptraum. Por diversas circunstancias, llegué a una casa en los caminos que llevan de Monheim a la ciudad. Allí, encontré a uno de los secuestradores de niños, intentando forzar a una joven. Me las arreglé para reducirle y detenerle, pero cuando me disponía a traerlos a la ciudad, me fueron arrebatados. Por unos mutantes, Frau Alptraum. Me quitaron a la niña y al secuestrador capturado. Sin embargo, usando ciertas artimañas conseguí acordar un trato con ellos: cambiar lo que ellos llaman "piedra verde" por mis prisioneros, además de por otro de los Quober, que ellos ya tenían en su poder. Mi plan es, disfrazado, realizar el intercambio, y una vez tanto los secuestradores como la víctima estén en mi poder, acabar con esa escoria mutante, ya que además su líder es el causante de los asesinatos de Patrulleros. Le aseguro que son fuertes, Anna, y necesitaré hombres competentes y experimentados, y si además me pudiese proveer de una, yo necesitaría una armadura, ya que no cuento con protección adecuada para una situación así...

Acabaré con esos mutantes, Frau Alptraum. Acabaré con ellos, devolveré la seguridad a los caminos, detendremos a los secuestradores de niños y daremos con los secuestrados. Los Fahen estarán en deuda con vos, y toda la provincia conocerá la majestad y la generosidad de los Alptraum. En cuanto a la piedra verde, dudo que se trate de esmeraldas, no es el tipo de moneda que esperaría de unos mutantes. Por eso le ruego que movilice a todos sus contactos, pues conseguir esa sustancia es vital...

Y en cuanto al asunto Bacher... No me ha quedado una cosa clara, Anna. ¿No quiere que Bacher llegue a Gobernador o no quiere que llegue precisamente ahora?. Conseguir demorar la fecha del Referéndum podría no ser excesivamente difícil, pero lograr que pierda la consulta... eso ya son palabras mayores, Señora. Tiene aliados poderosos ahora mismo, empezando por el mismo Treitt, pero haré lo que pueda. No me queda sino darle las gracias otra vez, Frau Alptraum.


Sin duda, había sido con Anna Alptraum con la persona con la que más se había sincerado Messner. Pero todo era necesario para lograr sus objetivos. Mientras exponía el caso a Frau Alptraum, Messner fue recapitulando, y dándose cuenta de la enorme magnitud del caso que tenía entre manos. Muchas cosas dependerían de su éxito o su fracaso. Y Heinrich Messner imploraba a Sigmar que todo saliese bien.

Sigmar, sabes que mis intenciones son honestas. Intercede por mí.
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Mensaje por Saratai »

Anna Alptraum

-Eres un cielo, Heinrich. Siempre tan motivado en lo que haces. Lo que me cuentas es grave, parece que no te enfrentarás a simple chusma callejera. Si, tres de mis mejores hombres te ayudarán, y tanto tú como tu compañero tendreis algo de protección, por lo que pudiera pasar. Eso si no te importa llevar armaduras con el blasón de mi familia. Espero que no te moleste, pero no dispongo de otra cosa.


Tras esto, Anna hizo llamar a uno de los hombres que guardaban el pasillo al que daba la habitación. Tras hablar con él unos minutos y explicarle detalladamente unas ordenes, el soldado salió corriendo en dirección a los jardines.

-Os traeran las armaduras en unos momentos, podreis escoger las que mejor se ajusten a vuestra talla. Los tres hombres que os acompañarán tardarán algo más que las armaduras, pero es que ellos no son parte de mi servicio de seguridad. Dado que tu has sido tan sincero conmigo, también te confesaré yo el hecho de que mantenemos a ciertos ''hombres de riesgo'' para situaciones que requieren algo mas que unos hombres de vigilancia.

Al poco tiempo, el soldado que habia sido mandado por Frau Alptraum regresó con su cometido cumplido: Cinco paquetes, en cuyo interior se encontraban las armaduras. Cada paquete contenia un par de guantes de cuero, un par de botas tachonadas, un justillo de cuero cosido y reforzado sobre el cual se habian colocado unas láminas de hierro, simulando escamas. Todas las armaduras, desde los guantes a las botas, estaban pintadas con los colores azul y gris claro, emblema de la familia. Además, en la parte que protegia el tórax se encontraba perfectamente plasmado un yelmo finamente dibujado, engarzado con plumas granates, rojas y moradas. El diseño debia haberles costado más que las propias armaduras. Ante el asombro de Pieter por la belleza de los blasones, Anna añadió -Las cosas, para hacerlas mal, mejor no hacerlas. Anna era educada, pero tenia las cosas claras y una personalidad fuerte.

-Os podreis cambiar más adelante, hay habitaciones habilitadas para ello. Pero antes de eso, en lo referente a Bacher me gustaria aclarar mi posición. Se podria decir que no me interesa especialmente que gane alguien a quien no conozco lo suficiente, una persona con la que ni siquiera he podido compartir un banquete, pero he de reconocer que tiene dotes para mandar. Tarde o temprano acabará ganando, de tal hecho estoy segura, pero cuanto más tarde ocurra su victoria mejor nos podremos adaptar nosotros a ella. No tengo nada personal en contra suya, y aunque es bien cierto que sus politicas me recuerden a las de viejos aspirantes que no eran de mi total agrado, no me opondré personalmente contra él. Solo te pido que retrasen el referéndum un tiempo. Yo ya se qué los Messner saben hacer favores, y tú ya has comprobado que los Alptraum conocemos como devolverlos.

Al cabo de unos minutos, tres hombres se presentaron educadamente en la habitación, llamando a la puerta con una leve reverencia. Y no todos eran desconocidos para Messner. El primero de ellos era un hombre algo mayor, con un enrevesado bigote de tupido pelo blanco. Su cabeza estaba rapada y lucia un par de gruesas patillas del mismo cano cabello. La armadura que llevaba era la misma que teniais vosotros en los paquetes. Se presentó como Helnacht Zuwastein, y Messner pudo recordar como ese hombre estuvo un dia al servicio de su padre, cuando él era un niño. Era un hombre muy recto, pero cariñoso y amable con los crios, con los que siempre hacia trucos de manos para divertirlos. Hacia años que no lo veia, pues cuando marchó a luchar en una batalla contra pieles verdes a su vuelta dejó de trabajar como escolta, alegando que ya no estaba capacitado para proteger a nadie. Al parecer, dicha batalla le afectó más de la cuenta, pues se dijo que habia perdido a casi todos los compañeros de su batallón. El segundo hombre que se presentó era bastante más grande que Helnacht. Llevaba el pelo enmarañado y una barba enorme, que recordaria ligeramente a la de un enano joven. Se presentó como Jaimil, a secas, y cada vez que hablaba el parche que llevaba en la cuenca izquierda se movia ligeramente. El tercero era un muchacho joven, de no más de veinte años. Con la misma armadura que sus otros dos compañeros, tenia los ojos azules y el pelo rubio y largo. Un ligero bigote estaba creciendo bajo su nariz, pero aun no llegaba a la categoria de mostacho. Su nombre era Maximilian Kulgortz. El armamento de estos tres veteranos era un lujo, asi como debia serlo su sueldo, tanto como para que Helnacht volviera a trabajar con las armas. El equipamiento que todos llevaban diferia del resto de guardias de la casa y estaba compuesto por un par de cuchillos, una espada ancha y escudo y dos o tres pistolas (que en el caso de Helnacht parecian ser exageradamente caras). Jaimil, en cambio, en lugar de pistolas llevaba un arco largo a la espalda, y Maximilian estaba a su vez armado con una alabarda imperial en lugar de con la espada y el escudo.

Las cosas, para hacerlas mal, mejor no hacerlas

Este parecia que era el lema de Anna en todo. Los hombres que estaban ante Pieter y Heinrich no sólo aparentaban ser grandes veteranos, es que lo eran. Los mutantes se iban a llevar una sorpresa no muy grata.

Una vez terminadas las presentaciones, las cuales concluyeron con una sonrisa complice dirigida a Heinrich por parte de Helnacht, Anna les enseño a Azhelhof y a Messner cual era la habitación idonea para cambiarse de ropa. No solo eso, si no que insistió en que se quedaran a comer junto a los tres hombres en una sala cercana a las cocinas, para que se fueran conociendo todos mejor. Nadie saldria de aquella casa con la impresión de que Anna era una mala anfitriona.
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Weiss
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Mensaje por Weiss »

Heinrich Messner

Después de una noche en la que el destino le había jugado una mala pasada tras otra, las cosas le empezaron a salir bien a Heinrich Messner. No sólo había conseguido dar aviso a las Puertas, sino que ahora contaba con armaduras y hombres. Y Anna Alptraum se había portado extremadamente bien con él. Ahora ya sabía por qué su padre insistía en tener tan buenas relaciones con los Alptraum, y por qué su madre trataba a Anna como a una hermana. Aquella mujer era alguien valía la pena tener como amiga, sin duda.

Al contrario, Señora. Será un honor lucir los colores de su Casa.

A la vez que decía esto, dirigió una mirada a Pieter, que aunque al principio pareció no darse cuenta, acabo diciendo:

Sí... Muchas gracias por su amabilidad, Frau Alptraum. No sé qué habríamos hecho sin su ayuda... Gracias.

No había sido una frase precisamente épica, pero por lo menos había sido educada. Mientras esperaban a que llegasen las armaduras, Anna le confió quiénes eran los hombres que iba a enviar a prestarles ayuda. Se trataba de hombres experimentados al parecer, mucho más que simples Guardias de Seguridad. Anna y Messner hablaron un poco sobre temas triviales, como podían ser el estado de los negocios o cómo se encontraban los miembros de cada Familia. Al rato, un Guardia llegó, con varios paquetes. Y cada uno contenía una espléndida armadura con los colores de los Alptraum. Pieter no daba crédito a lo que veía, y Messner se sintió extremadamente agradecido.

Muchas gracias, Anna. Ha sido muy generosa con nosotros. Le aseguro que le compensaré con creces.

Fue entonces cuando Anna le habló de la compensación. Ella, al igual que todo Averheim, sabía que Bacher ganaría el Referéndum. Pero quería algo más de tiempo antes de que Rudiger fuese nombrado Gobernador. Y Messner pensaba conseguirlo. Rudiger Bacher era un buen político, pero como a todos los de su clase, su ego le podía. Le diría lo que él quería oír, y conseuguiría unas semanas de plazo para darle tiempo a Anna Alptraum a realizar los cambios que considerase necesarios.

Messner empezó a explicarle que trataría con Bacher esa misma tarde, y fue entonces cuando la puerta se abrió. Los hombres de los Alptraum habían llegado.

Y Messner no puso disimular una sonrisa, a la vez que se acercaba a abrazar al hombre que entraba primero. El viejo Helnacht. Hacía años que Messner no veía a aquel hombre, pero se acordaba perfectamente de cuando había servido en la Guardia de los Messner, cuando Heinrich era todavía un niño. Aquel hombre siempre había contado historias a Messner y se había portado muy bien con él, hasta que un día todo cambió y abandonó a los Messner para no volver a saberse más de él. Al parecer se había sumido en una profunda depresión, al perder a la mayoría de sus hermanos de armas. Messner se alegró mucho de verle recuperado. Los otros dos hombres estaban también a la altura de las espectativas. Se presentaron como Jaimil y Maximilian Kulgortz. Messner les dio la mano cortésmente, al igual que Pieter, que intentaba repetir los gestos del letrado. Una vez acabadas las presentaciones, Messner volvió junto a Helnacht, para que le contase qué había sido de él tantos años, y qué le había hecho volver a las andadas. Fue entonces cuando Frau Alptraum volvió a dar muestras de su educación y cortesía, invitando a todos a comer. Messner sólo puso agradecérselo con un abrazo, que Anna le devolvió.

Cuando salieron todos del despacho, un Guardia se acercó a Messner y a Pieter, ofreciéndose a acompañarles a algún sitio donde podrían cambiarse. Pero Messner tenía otros planes.

No hace falta, gracias. Nos pondremos luego las armaduras. Guárdenoslas, por favor, volveremos luego

Messner todavía quería reunirse con Rudiger Bacher, y no sería apropiado ir con el uniforme de los Alptraum... Los seis fueron hacia el piso de abajo, a una sala junto a las cocinas. Allí se sentaron Anna Alptraum, Messner, Pieter y los tres Guardias. La comida servida por los cocineros de los Alptraum fue suculenta. Sopa para combatir el frío, y cordero y vino caliente como plato principal. Anna se inreresó sobre todo en la madre de Heinrich, diciendo que estaba tan liada que apenas la veía, y que tenía ganas de quedar un día con ella. Pieter se esforzaba en comer todo lo que podía, ya que parecía que no había comido de forma tan lujosa en su vida. Mientras, los tres Guardias tenían su propia conversación. Helnacht seguía como Messner lo recordaba, alegre y escandaloso cuando reía, Jaimil parecía un hombre buenazo, y solía ser el blanco de las bromas de Maximilian, que aunque tenía apariencia formal, era mordaz cuando hablaba. Pero sobretodo, parecían buenos hombres. Buenos y valientes.

Una vez que acabaron de comer, Messner volvió a dirigirse a Anna Alptraum.

Voy a ocuparme del asunto de Rudiger Bacher. Además también tengo algún asunto más que tratar con él. Pasaré a buscar a sus hombres en cuanto haya acabado, y, por favor, haga lo que le dije antes, intente conseguir esa piedra verde por todos los medios posibles... Si no puede, probaremos con las esmeraldas. Gracias otra vez, Anna, ha sido extremadamente amable.

Pieter también se despidió de todos con cortesía. Salieron por la puerta principal, donde el mozo de cuadras ya les esperaba con sus monturas a punto. No había tiempo de esperar a que Rudiger Bacher decidiese recibirle. Sería él quien le buscaría.
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Mensaje por Saratai »

Tras la gustosa comida, Pieter y Heinrich salieron de nuevo al galope hacia la mansión de Bacher, despidiendose de la comitiva y prometiendo que volveria pronto. Era fácil para Messner saber dónde estaba su objetivo, pues vivian en la misma zona de casas, la Manzana de Plata. La casa de Bacher era la sexta desde el principio, adornada con un árbol bajo un cielo estrellado pero Messner nunca habia atravesado ese portón. Lo que los Messner y los Bacher sentian entre si era pura ignorancia, pues no habian tratado jamás, aunque se conocian de vista como todo buen noble que se precie de serlo.

La nieve ya se habia derretido, y las calles habian quedado relativamente limpias. El aire era seco y frio, pero ya no habian nubes en el cielo. Sin embargo, según la gente de la calle, el viento iba a soplar muy fuerte durante los próximos dias. Un viento proveniente del Norte.

El recibimiento en casa Bacher no fue, ni de lejos, tan majestuoso como en la casa Alptraum. Solo dos guardias hacian el turno, provistos únicamente de toscas y rectangulares alabardas y feos justillos tachonados. Pero lo que más extraño a Messner fue ver a dos vigilantes del cuerpo de seguridad de Averheim rondando por las inmediaciones. En la puerta, los guardias privados le pidieron a Messner su nombre y el motivo de la visita, de manera más ruda que amable.
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Mensaje por Weiss »

Heinrich Messner

Parecía que la parte buena del día se había acabado. Después de aquel agradable rato en la Casa de Anna Alptraum, Heinrich y Pieter volvieron al trabajo. Obviamente, Messner sabía dónde se encontraba la casa de Herr Bacher, y probaría a ver si se encontraba en casa. Si no estaba, se enteraría de dónde andaba, y partiría a buscarle, porque pensaba solucionar el asunto del Referéndum esa misma tarde. Durante el corto trayecto a caballo, Pieter se interesó por la relación de Messner con los Bacher.

Ya vi que te llevas bien con los Alptraum... ¿pero qué tal con los Bacher?.

La respuesta de Messner fue sencilla.

Nuestras relaciones no son buenas. Pero tampoco malas. Directamente, no tenemos relación... Los Bacher son una familia relativamente nueva en los altos niveles de Averheim, y los Messner nunca hemos tenido nada que tratar con ellos... Lo nuestro son los caballos, servimos a varias Órdenes del Imperio incluso, mientras que ellos se dedican a tiendas más generales, no a los équidos.

Al poco, llegaron a la Casa de Herr Bacher. Ni de lejos podía compararse con la magnificencia de la casa de los Alptraum. Pero es que al lado de la Mansión de los Alptraum , hasta las enormes casas de la Manzana de Plata parecían pequeñas... A Messner le soprendió una cosa, y se le hizo notar a Pieter.

Vigilantes... ¿Qué harán aquí?

Al pie de las escalinatas, ningún paje recogió sus monturas, y sólo dos malencarados Guardias se le acercaron.

¿Tú quién eres?, ¿Y qué haces aquí?.

La cara de Messner decía a gritos "¿en qué cueva habéis pasado los últimos años?". Sin embargo, decidió comportarse y ahorrarse el comentario. Miró al más grande y feo de los Guardias, y le contestó con no la más amable de sus voces.

Heinrich Messner. Vengo a ver a Herr Bacher por motivos que no son de la incumbencia de un Guardia, pero quizás ésto te convenza...

Messner desenfundó la espada a una velocidad inesperada. Los dos Guardias se sobresaltaron, y estaban ya adoptando posiciones defensivas cuando Messner alzó su espada por delante de él, mostrando el emblema de la Fiscalía.

Fiscalía de Averland.
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Mensaje por Saratai »

Labrario 28 de Ulricario de 2521. Media tarde, tiempo estable y frío en Averland.

La mansión de los Bacher tornaba a un color rojizo al tiempo que el astro rey comenzaba a descender hacia su diaria tumba. Lejanas nubes indicaban que un fuerte temporal de aire chocaria pronto contra la seminevada ciudad. Bueno para el campo, malo para el ganado.

La incertidumbre era plena en las calles, los habitantes del Gran Condado estaban preocupados por su situación. En el Este se oian los rumores de una invasión de bárbaras e incivilizadas tribus de el oriental pueblo Kurgan, más bestias que humanos. En el Norte se hacian oir los ecos de un ataque Nórdico que ya habia atravesado parte de las defensas del duro pueblo de Kislev, y nadie sabria dónde podria acabar tal monstruosa invasión. Pero no todo eran malas noticias. Desde el vecino pais de Bretonia, cientos de jóvenes cabalgantes se dirigian al Imperio para socorrerlo en su guerra contra los bárbaros, y el antiguo pueblo Khazalid ayudaria a contener a los Kurgan defendendiendo las entradas de Stirland y Averlan. Era posible que la invasión no llegara al Gran Condado y muriera lejos de sus fronteras.

Pero no eran los asuntos externos los que quitaban el sueño a los averlandeses. Eran los problemas que veian dia a dia. Muertes, peleas y robos por las calles, inseguridad para los ciudadanos, y sangre para regar los campos en los que ningun patrullero aun caminaba vivo. Corrupción e indisciplina para los funcionarios y cuerpos de seguridad, precios elevados para la comida pues era costoso transportar los alimenos por los caminos si nadie los defendia, y muerte, enfermedad y pobreza proveniente de la falta del trigo que con tanta necesidad urgia en las casas pobres. Y si eso no fuera bastante, la sombra de la disformidad amenazaba la integridad fisica y mental de los habitantes, pues rumores de mutaciones y dioses oscuros habitaban cada terraza y cocina.

Sin embargo, no todo estaba perdido. Rudiger Bacher era la medicina a todos los problemas de la gente. Él pondria su dinero para contratar patrulleros y guardias, con lo que los caminos serán seguros, los precios del trigo bajarán y se reducirá la pobreza y la enfermedad. También contratará a guardias para evitar los disturbios en las calles, y se nombrará lider de la ciudad para controlar a los discolos funcionarios. Todos los problemas se irán fuera, y además, mejorará la situacion dando ayudas a los mercaderes, los cuales son sus acérrimos aliados.

Todo el mundo está contento con él, y cuando se nombra su apellido, la gente olvida por unos segundos que su hija se ha muerto de viruela, que han perdido sus hogares por falta de dinero, o que han matado a su padre en una trifulca de barrio. Todos, menos los anarquistas. Los obreros y estudiantes, animados por unos jóvenes demasiado idealistas, no creen lo que Bacher asegura, no se fian de él. Apuestan por un sistema dónde no haya clases, y se reparta la riqueza entre todos para evitar las desigualdades. Que el pueblo elija por comunas lo que quiere hacer, y no mediante representantes que solo piensan en su bolsillo, y a los que les importa un bledo la situación de los pobres.

Esta es la situación en la que Heinrich Messner habita diariamente. Ahora, frente a la casa del gran politico convencia fácilmente a los guardias de que le dejaran pasar. Puede que él no fuera un orador tan convincente como los grandes políticos, pero si podia convencer a cualquiera con unas pocas palabras. Los guardias llevaron a Pieter y a Heinrich hacia una sala de espera, dónde los recibirian pronto. Pero antes de que nadie fuera a por ellos a recibirles, se oyó la chirriante puerta de la casa una vez más.




Heinz Stolzer caminaba junto al hombre en dirección a la casa de Rudiger Bacher. Hacia sus preguntas directas y claras, lo cual, aunque denotaba su falta total de educación, agradaba a su acompañante.

Migolver Bacher

-Tranquilo, yo también me dirijo a su residencia. En pocos minutos llegaremos, no te preocupes.


Cuando ambos hombres entraron en la mansión, perfectamente decorada con bellos árboles y escudos con el mismo emblema que el que Migolver presentaba en sus atuendos, los guardias hicieron una reverencia al noble, llamándole Herr Bacher con total respeto y por que no decirlo, algo de miedo. Ahora todo cuadraba para el stirlandés, aquel señor con el que habia estado conversando desde la Zona Comercial era un miembro y familiar directo de la familia Bacher. Los dos entraron en el interior de la casa, dónde pudieron ver a un hombre de aspecto no muy limpio y al mismisimo ayudante del fiscal. Viendo toda la concurrencia que habitaba en el hall de su casa, Migolver habló una vez más.

-Sin duda, a mi hermano le llueven visitas del cielo, a no ser que alguno de vosotros venga a verme a mi, lo cual me llenaria de gozo. Últimamente, con esto del referéndum, apenas recibo visitas. Ah, por cierto, mi nombre es Migolver Bacher, hermano del señor Rudiger. Rogaria que cada uno de ustedes tres, ahora que nos encontramos todos juntitos, me dijera su nombre y el motivo de su visita, para poder atenderles lo mejor posible.

Mientras hablaba, Migolver iba fijandose en cada uno de los alli reunidos, en especial en el stirlandés, degustando la cara de sorpresa de éste (la cual no reflejaba ni ocultaba nada, pero Migolver preferia pensar que si, y que se habia comportado como esos interesantes y enigmáticos personajes de las obras del Gran Teatro).


FDI: Heinz, te toca actuar un rato en esta escena.
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Mensaje por Van Hoffman »

Heinz Stolzer / Franz Miller

Mientras acompañaba al cazador, el joven noble no dejaba de mirar a Heinz, con una mezcla de curiosidad y superioridad. Heinz rió para sus adentros, pensando que aquel hombre no había salido muchas veces de la ciudad.

Finalmente llegaron a la mansión Bacher. No era muy espectacular, pero era mucho más grande que la casucha en la que vivió cuando era un crío. Cuando se acercaron a la puerta, dos guardias saludaron al guía de Heinz.

"Así que Herr Bacher... eres más de lo que aparentas, amigo"

Bacher le llevó al recibidor de la mansión, donde había otras dos personas. Dos personas cuyos nombres vinieron con rapidez a la mente de Heinz.

- ¿Messner? ¿Piet...?

El stirlandés no acabó de pronunciar el nombre cuando se dio cuenta. ¡Pieter Azelhof! El topo de la guardia se hallaba delante suyo, con aquel Messner de la fiscalía. Heinz no pudo reprimirse, y saltó hacia Pieter, derribandolo en el suelo. Poniendose sobre él, lo inmovilizó, mientras Messner y Bacher miraban atónitos la escena.

- ¡Tú! ¡Maldito traidor! ¡Ya se porqué desapareciste aquella noche! ¡Eres el topo de la guardia, maldito seas! ¡No se como no me di cuenta!

Messner y Bacher miraban con perplejidad al cazador mientras mantenía su presa en el reiklandés. Heinz se volvió hacia Messner, y sacó la carta del bolsillo de su chaqueta.

- ¡Mire Messner, si no me cree! ¡Aquí están las pruebas! -Heinz volvió a mirar al reiklandés cuando el fiscal le cogió la carta- ¿¡Qué significa esa carta, Pieter!? ¿¡Qué significa!?
Última edición por Van Hoffman el 31 Ene 2009, 18:13, editado 1 vez en total.
Van Hoffman, pastor de garrapatos por gloria y gracia de Igarol

Nuevos cometidos:
Sacar a pasear al garrapato, limpiar caca de garrapato, cepillar al garrapato, limpiarle las muelas por dentro al garrapato...
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Heinrich Messner

Era impresionante ver cómo algunos símbolos convencían a mucha gente de lo que Messner quisiese. Y el emblema de la Justicia era uno de ellos... Los Guardias miraron con renovado respeto a Messner después de aquella muestra de autoridad, y uno de los dos llevó sus caballos a los establos mientras el otro los conducía al interior de la casa. Una vez más, Pieter estaba asombrado ante el poder de convicción de Messner, y lo expresó diciendo:

Sí, un cargo importante es mucho más efectivo que un mandoble... Es impresionante la cantidad de cosas que puedes conseguir con las palabras adecuadas...

Messner comprendía que Pieter se sintiese tan asombrado. Para él ya era algo normal, pero lo cierto es que en Averland decir la palabra "Messner" y "Fiscalía" en la misma frase podía hacerte conseguir casi cualquier cosa. De momento siempre le había dado resultado, y esperaba que siguiese funcionando con Rudiger Bacher.

Ahora, ahora mismo voy a avisar de su llegada Herr Messner. Perdone por nuestra osadía, pero es que no le reconocimos y... Bueno, me voy.

El Guardia les dejó en una decorada sala, como correspondía a la mansión de los Bacher, y se marchó por otra puerta, presumiblemente a informar de su presencia. Una vez setuvieron solos, Messner le dijo a Pieter.

Esperemos que ésto salga bien. Intentaré posponer el Referéndum, y si puedo conseguir cualquier ayuda, también lo intentaré. Tú sólo tienes que poner cara de convencido, asentir continuamente y darme la razón si te pregunto. Puede que...

Entonces, la conversación se cortó súbitamente.

Dos individuos entraron en aquel momento. Uno era claramente un Bacher, por los símbolos de su vestimenta, y el otro le sonaba mucho a Messner. Un hombre con no demasiados modales, armado con una ballesta y vestido con chaqueta de cuero.

¿Miller Cazavampiros?

Durante unos instantes, Messner se quedó sin palabras, al igual que Pieter que mostraba una cara de perplejidad absoluta. El recién llegado Bacher parecía divertido por la situación, y fue el primero en tomar la palabra.

Sin duda, a mi hermano le llueven visitas del cielo, a no ser que alguno de vosotros venga a verme a mi, lo cual me llenaria de gozo. Últimamente, con esto del referéndum, apenas recibo visitas. Ah, por cierto, mi nombre es Migolver Bacher, hermano del señor Rudiger. Rogaria que cada uno de ustedes tres, ahora que nos encontramos todos juntitos, me dijera su nombre y el motivo de su visita, para poder atenderles lo mejor posible.

Per muy lejos de responer el motivo de su visita, la respuesta de Miller fue otra.

¿Messner? ¿Piet...?

Para acto seguido salir corriendo contra Pieter, derribarle de un puñetazo e inmovilizarle en el suelo. Parecía furioso, fuera de sí, y gritaba y llamaba traidor a Pieter. Messner contuvo para no atizar un puntapie al hombre que había derribado a su compañero, pero entonces el repentino agresor le miró y le habló.

¡Mire Messner, si no me cree! ¡Aquí están las pruebas! ¿¡Qué significa esa carta, Pieter!? ¿¡Qué significa!?

Messner cogió la carta que le tendía, y con la otra mano buscó sus anteojos.

Veamos... pero quítese de encima, que le necesito de una pieza.

Ahora mirando a Bacher, dijo en tono amable.

Perdone un momento, mis compañeros y yo tenemos pequeños asuntos que resolver... Le haremos llamar en cuanto hayamos acabado, Herr Bacher. Nos sentimos muy honrados de estar en su casa. Ah, mi nombre es Heinrich Messner.

Messner le tendió la mano a Migolver, y después de aquella especie de excusa, procedió a leer la carta con atención. Decía cosas muy interesantes. Confirmaba la existencia de un topo, la de un carcelero traidor, la de la fuga organizada en la Prisión de Almas, la de un líder que regía el nivel inferior... Muchos datos relevantes en verdad, pero Messner por los que más impactado se sintió fue por los que hablaban de los Quober... Hablaban del niño que había visto muerto, de la joven a la que había salvado... Aquellos malditos Quober necesitaban ser juzgados. Recibirían su justo castigo.

Disimulando estos sentimientos, Messner se volvió hacia Miller otra vez.

Muy interesante la carta, arroja luz sobre bastantes temas... Pero no veo la implicación de Pieter en todo, Herr Miller, tendrá que explicármela. Y rápido, por favor. Hoy va a ser una noche movida y tengo tareas pendientes.
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Van Hoffman
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Heinz Stolzer / Franz Miller

Heinz no aflojó la presa sobre Pieter, y tampoco lo soltó. Pero ahora estaba más calmado.

- Es muy sencillo, Messner. Esta carta la encontré en el Templo de Sigmar justo después de marcharme de la taberna donde nos conocimos. Curiosamente, la noche anterior Pieter nos había dejado a Fabian, Helien y a mi, para ir a visitar dicho lugar. Por lo que descubrí, se relacionaba con un sacerdote que la guardia de la ciudad arrestó. ¿No cree que es mucha coincidencia? -esta pregunta la hizo mirando a Pieter- ¿No es mucha coincidencia que cuando Pieter desaparece misteriosamente, nos enteremos de que hay un topo entre la guardia, y nadie de los presentes se de por aludido? No hay otra explicación, Messner -ahora volvió a mirar al ayudante del fiscal- Pieter es un agente al servició de fuerzas ajenas a la guardia de Averheim, y pienso cobrarme una recompensa por las molestias.

Heinz volvió a clavar sus ojos en los del reiklandés, y aumentando ligeramente la presión ejercida en la garganta, volvió a hablar, casi susurrando.

- Más te vale cantarlo todo, amiguito, si no quieres que te lo saque yo.



FDI: Uso mi habilidad de Intimidar con Pieter para que hable :P
Van Hoffman, pastor de garrapatos por gloria y gracia de Igarol

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Sacar a pasear al garrapato, limpiar caca de garrapato, cepillar al garrapato, limpiarle las muelas por dentro al garrapato...
Saratai
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Media tarde del 28 de Ulricario.

Los acontecimientos se precipitaron como una tormenta de granizo, de manera tosca y peligrosa, pero rápida y fugaz. Nada más entrar en la sala dónde Heinrich y Pieter se encontraban, Heinz Stolzer se lanzó como un loco hacia el miliciano. Sin embargo, su presa apenas pudo contener a Azhelhof, el cual se libro de ella con facilidad. Mientras el stirlandés le entregaba la carta a Messner, el de Reikland buscó la manera de huir de alli, pero Migolver Bacher lo detuvo.

El noble no paraba de reirse para sus adentros. Disfrutaba como un niño cuando la gente peor vestida que él se dedicaban a golpearse unos a otros. Era como si estuviera viendo una pelea de perros gratis, y no iba a dejar que uno de los chuchos se fuera del ring. Tras las explicaciones que Stolzer le dio al ayudante del Fiscal, éste se dirigió raudo hacia el miliciano, agarrándole fuertemente del cuello, obligandole a hablar. Empujones y agarrones intentaban hacer hablar al miliciano.

La manera de actuar de Messner y de Stolzer eran completamente opuestas. Mientras el primero preferia la sutileza de las palabras y la utilización de sus prominentes titulos, Stolzer era más amigo de usar los puños, las amenazas y el servicio de su ballesta para conseguir información. Generalmente el primero solia tener más éxito con sus métodos, pero en esta ocasión el logro seria del segundo.

Con su ojo morado y el cuerpo aun dolorido y destrozado por la paliza de Jaran, Stolzer agitaba con eficacia el cuerpo de Pieter. Éste, furioso y abrumado por la presión, confesó lo que todos querian oir, en dirección a Heinz.

Pieter Azhelhof

-Estúpido imbécil. Desde que te vi en el templo de Verena supe que no eras más que un patán que sólo sabia dar gritos y golpes. No se qué demonios pondrá en esa carta tuya del diablo, ni quien es el asqueroso sacerdote que te la habra dado. Tampoco imaginaba que fueras capaz de leer, cretino criador de cerdos.
Pero si, es cierto, no soy ningún miliciano. Ayudaba a mi señor ha encontrar las respuestas a las cuestiones que esta pagana ciudad no sabe responder. La influencia del Sur os ha hecho débiles, y sois incapaces de arrancar el mal que subyace en el interior de vuestros corazones.


Pieter habia dejado de comportarse como un miliciano descuidado. La ira que expresaba con sus palabras hacia que algo dentro de vuestros estómagos se removiera con furia.

-Mi señor y yo vinimos desde Altdorf para resolver un caso importante. Unos herejes se escondian en vuestra ciudad y asesinaban a patrulleros de caminos, sin que vosotros pudierais hacer nada. Vinimos a ayudar, y solo recibimos a cambio vuestro rechazo. Me infiltre por orden de mi maestro en la milicia, gracias a los contactos de un tal Ivein, amigo de mi señor, para poder conocer lo que la milicia sabia. Pero descubri que sabiais menos aun que nosotros. Se que mi señor colabora con un alto inquisidor, que se encargará de haceros pagar vuestros pecados, y que tenia a más iniciados a su cargo, infiltrados en otros lugares.

Pieter paró unos segundos, con lagrimas en los ojos.

-Pero ahora mi señor está en la prisión, y los herejes campan a sus anchas por culpa de vuestra ignorancia, estúpidos burócrtas del demonio. Si no le hubierais apresado por unas cuantas tonterias jurisdiccionales, los sectarios descansarian sobre un pasto de llamas. Queria solucionar este problema con lo poco que se, pero veo que tampoco me vais a dejar a mi acabar con el mal de esta horrible provincia alejada de la mano de Sigmar. Espero que esteis orgullosos. Ah, y no habia informado de ninguno de vuestros asuntos a mi señor, por si os interesaba saberlo.



Migolver Bacher atendia a las palabras del iniciado con los ojos abiertos como platos. De una pelea de perros se habia pasado a una obra dramática. Sin lugar a dudas, de aqui en adelante debia meter a más desconocidos en la puerta de su casa. Sin que nadie los viera, los dos guardias de fuera estaban con la oreja pegada a la puerta, para enterarse de toda la conversación plagada de golpes, gritos y demandas. Lo que acababan de oir valdria cinco rondas de cerveza, por lo menos.


Migolver Bacher

-Estimados amigos mios, cuando les pedi los motivos de su visita no me referia, como lugar de destino, a algo tan general como la provincia en la que nos encontramos, si no a un término mucho más concreto en el cual se podria englobar el bello hall de mi residencia. Aunque disfruto sobremanera con sus peculiares formas de expresar sus preguntas, sin duda alguna seria más seguro, aunque aburrido a la par, que recitaramos nuestras misivas de manera más cautelar.


Mientras el noble no paraba de decir cosas que no llegaban a ninguna parte, se colocó a la diestra del ayudante del Fiscal, apyando su mano en el hombro de Messner con gesto amistos con la intención de ojear por encima la carta que el cazador le habia entregado.
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Weiss
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Mensaje por Weiss »

Heinrich Messner

Messner desaprobaba totalmente los métodos de aquel Cazavampiros. Tanta violencia, intimidación, cuando respuestas mucho más precisas se podían conseguir por métodos más sutiles. Métodos que Messner conocía a la perfección, y que siempre le habían dado resultado. Hasta Pieter Azhelhof. El "miliciano" casi había conseguido convencerle de su inocencia, de que sólo era un hombre preocupado por el destino de los niños... Y habían sido los métodos de Miller los que lo habían revelado todo.

Messner asistió a su confesión impasible, aunque no podía evitar sentirse decepcionado al descubrir que aquel hombre le había estado engañando. Pero al parecer, el Pieter Azhelhof que todos habían visto hasta ese momento no existía en realidad. La verdadera cara que mostró en aquella confesión fue la de un fanático, un loco, alguien que posiblemente estuviese de acuerdo con las técnicas del Cazador de Brujas, en quemar de forma indiscriminada, buscando una supuesta "pureza".

Y aquel imbécil de Migolver con sus chorradas no ayudaba nada. Cuando se le acercó para leer que traía la carta, Messner se limitó a mirarle con sus gélidos ojos, como diciéndole que quitase aquella mano y se pudiese a una distancia prudencial...

Una vez estuvo libre de aquel zoquete, Messner se acercó con paso tranquilo a Pieter, que todavía respiraba aceleradamente. Con palabras carente de todo sentimiento, le dijo.

Pieter. ¿Por qué tanto secreto?. ¿Acaso te parecí un matón?. Intenté confiar en ti, te confié lo que sabía. Pero veo que tú no hiciste lo mismo. Dices que la Guardia te ocultaba información, que no colaboraban, que ponían trabas legales... ¿Y acaso no has hecho tú lo mismo? -ahora Messner estaba visiblemente más enfadado- Sabes que hay vidas en juego, ¿Y mantienes la farsa de que no sabes nada?. Herr Azhelhof, si usted hubiese dado alguna señal de colaboración, no habría que llegar a estos extremos. Si en verdad ni hizo nada malo, y cuenta con la aprbación de un poder superior, ¿qué tenía que ocultar?. Herr Azhelhof, ahora que ya lo sabemos todo empiece a comportarse. Si usted no fue quien se infiltró en la Prisión de Almas, ¿Quién fue?. Y si todavía quiere salvar a los niños que sea rápido, Herr Azhelhof. Tendrá la oprtunidad de matar a esa escoria mutante, y vengarse de lo que le venga en gana, de purificar todo lo que quiera. Pero ahora ilústrenos, Herr Azhelhof...

Messner mantuvo su fría mirada sobre Pieter. Ahora que ya habían empezado, pensaba descubrir todo lo que sabía quel hombre...
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Mensaje por Saratai »

Pieter Azhelhof

El iniciado contestó rápido a las preguntas de aquel letrado. Le habia mentido, si, pero era por el bien de todos.

-Si, no confie en ninguno de vosotros. Las garras de las sectas son largas, y nosotros no confiamos en guardias que pueden filtrar la información a sus enemigos. Vosotros dos pareceis de fiar ¿pero cómo puedo yo saber de que no le direis lo que os acabo de decir a alguien que colabora con algun hereje?
La información vuela, por eso mantuvimos el secretismo de lo que haciamos.

-En cuanto a quien se infiltró en una Prisión, no le conozco. Trabajamos varios para los sacerdotes que colaboran para ese inquisidor, pero hay secretismo entre nosotros. De hecho, ni siquiera se para que cazador de brujas trabaja mi señor, nunca le he visto la cara. Por eso no puedo ayudaros con el infiltrado que buscais. Me da igual si me creeis o no, mi misión de manterme oculto ya ha fracasado, al igual que la de mi señor, asi que no tengo motivos para ocultar nada más. Ahora solo queda actuar rápido, y que esos malditos no vuelvan a escapar, pero eso depende ya tanto de vosotros como de mi.

El iniciado se ajustó las ropas, esperando la respuesta de los dos hombres.
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Heinz Stolzer / Franz Miller

Heinz observó mientras agarraba a Pieter como el ayudante del Fiscal se dirigía al reiklandés. Sus métodos diferían mucho de los de Heinz, pero sin duda eran efectivas. Messner había nacido con una lengua viperina, y sus palabras envenenadas se clavaron en Pieter hasta hacerlo hablar. Durante un segundo, Heinz envidió al ayudante del Fiscal. Con esa capacidad para hablar y sus músculos, podría hacer muchísimo en la vida. Pero cuando Pieter volvió a hablar, Heinz despertó de su ensoñación. Aflojó la presa y lo soltó.

- Muy bien chaval, muy bien -dijo mientras abofeteaba suave y cariñosamente a Pieter- Te has librado de un destino tremendamente atroz y doloroso. Ahora, te quedarás con Messner, y por tu bien, más te vale no separarte de él. -ahora Heinz giró y se encaró con el ayudante del Fiscal- Messner, este hombre es ahora mío. Yo tengo asuntos que resolver con Lord Bacher, pero en cuanto los haya finalizado, volveré y reclamaré a Pieter. Pienso llevarlo ante el sargento Alan, y usted no podrá hacer nada para impedirlo, Messner.

Messner miró con incredulidad al cazador, pero éste pareció obviarlo. Heinz se acercó ahora al divertido Miglover.

- Y ahora, Herr Bacher, me gustaría reunirme con su hermano...
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