Mannricht II: Lobos entre corderos

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Jacques el arcabucero
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Mannricht

El patrullero está satisfecho de los resultados. No lo exterioriza, pero siempre es mejor conseguir las cosas por las buenas, esa siempre ha sido su política. Claro que a veces... no hay otro camino que el del plomo y el acero.
En fin...

- Muy bien, veo que sois unos tipos inteligentes. Decidnos, quien es vuestro jefe? Donde se encuentra exactamente? Donde guarda el material con el que trafíca? y de cuantos hombres cuenta a su alrededor? - ha ido enumerando estas preguntas con los dedos.

Tengo una curiosidad. Que has empleado en esta escena? Cotilleo, Intimidar u otra cosa?
Saratai
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Mongomer Kulk

¿Cómo hemos acabado asi?

El contrabandista sudaba, mientras su compañero bajaba la cabeza. Les esperaba una buena, pero era mejor enfrentarse a matones que no a la Prisión.

-Escucha patrullero, mi compañero y yo tendremos que dejar la provincia por ésto que te voy a contar. Nosotros no hemos trabajado siempre en ésto, pero con la falta de oportunidades para comerciar, tuvimos que meternos en asuntos ilegales. Perdona, pero era eso o morirnos de hambre como ese de ahi. -Dijo señalando a Malakias. Sin hacer ninguna pausa, prosiguió su historia.

-Fuimos hará un año desde Loningbruck a Heideck, por el camino de Taal, para encontrar algo de trabajo en un nuevo pueblo. Pero cuando llegamos alli, la ocupación que nos fue dada no fue nada bueno. Como los problemas con los patrulleros habian empezado, y cada vez habian menos, el negocio de pasar botellas ilegales no parecia tan arriesgado. Nos pusimos a pasarlas por las fronteras y a entregarlas en las casas que nos decian, pero era peligroso pues los vigilantes de Averheim no habian mermado su número. Por ello comenzamos a usar a los mendigos, que eran buenos y baratos intermediarios, con lo que nos limpiabamos las manos. Hasta que uno de ellos habló.

-El hombre que nos da la mercancia es un tipo muy trajeado, un tipo de dineros, quiero decir. Se llama Kilmer Vorstub, es moreno con los ojos azules y con el pelo liso y repeinado. Tiene una mancha de nacimiento en el cuello. No sé exactamente cuantos hombres tiene a su cargo, pero imagino que unos 4 o 5. Pero lo que lo hace más peligroso son la enorme cantidad de contactos que tiene. El muy liante tiene hasta grandes tratos con el famoso Herman, Herman ''el viejo'' para más detalle. Asi que no es un patán de tres al cuarto. Y lo peor es que si alguien le jode, irá a por él. Asi que, Malakias, puedes darte por muerto.

Mongomer agachó la cabeza. Sabia que su destino no pintaba bien, y que tendria que huir de alli a la minima oportunidad. Peroved se limitaba a hecharse las manos a la cara, sin comprender como habian caido en una trampa tan tonta. Todos los esfuerzos para que no les pillaran se habian ido al garete. Mientras tanto, el Sol iba cayendo en el cielo. Pronto seria de noche, y aun quedaba mucho que hacer.


FDI: Con una tirada de Sabiduria Popular sabes que Kilmer es un conocido jefe criminal, y que Herman es el contrabandista más huidizo de Averland. Ah, y la tirada de antes la hice con la media de tu Cotilleo e Intimidar XD.
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Jacques el arcabucero
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Mensaje por Jacques el arcabucero »

Mannricht

- Bien, habeis sido muy amables. pero necesito la dirección exacta donde encontrarlo, y una cosa más... supongo que solo vuestro jefe sabe los nombres de los clientes, no es así? Y vosotros...? quien está tras el pedido del granero del establo de la guardia? y de los Fahen...? - les miro fijamente, con los ojos entornados, el ceño fruncido y peinándome el flequillo hacia delatne con la palma de la mano.
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Mongomer buscó en su compañero una respuesta, pero al parecer ninguno de los dos sabia nada.

Peroved Sazer

-Kilmer es famoso en el pueblo de Heideck. Al parecer, habia una bestia que chupaba la sangre de los viajeros en las cercanias de Agbeiten, dejandolos secos. Kilmer se atribuyó su caza cuando aquel ser dejó de atacar. Algunos creemos que no fue él quien lo capturó, pero muchos pueblerinos si se lo tragaron, y lo tienen por un hombre respetable, dándole un cargo público. De hecho, Kilmer hace las funciones de alcalde, y los impuestos de Heideck es él quien los recibe. Asi pues, si quieres encontrarlo deberias ir al ayuntamiento de Heideck, él tiene su despacho alli.

-En cuanto a los clientes, el jefe mantiene sus nombres en secreto. Únicamente nos dice las direcciónes dónde tenemos que dejar la mercancia.


Peroved miró seriamente a Mannricht. -No sabemos más, patrullero, en serio. Pero por el bien de todos, no indagueis demasiado en los pueblos de Bernloch y alrededores. No sacareis nada bueno, ni para vosotros, ni para los que trabajamos alli.

Los contrabandistas estaban ahora preocupados. Confiaban en que el patrullero se desentiendese del tema con un poco de dinero, como habian hecho todos en el pasado. Al parecer, la trama de corrupción politica iba más alla de lo imaginable...
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Mannricht

Un chupasangres? tiene gracia! Como los que buscaba aquel tipo al que parecían haber metido un palo por el culo, de lo tieso que iba! Ja! Como se llamaba...? ni idea. Diantre! El ayuntamiento de Heideck? Maldita sea! Esto llega mas arriba de lo que me pensaba. Esta claro que yo no puedo ecargarme de esto. Y como me decía mi sargento en Streissen... Mannricht, tu no estás aquí para pensar!, así que...

- Bien, nos vamos. Andad delante nuestro, y no intentéis nada. Por ahí - y les hago un gesto con la cabeza señalando hacia donde se encuentra el sargento.

Me dirigiré a donde se encuentra el sargento, en la puerta de tránsito.
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Los contrabandistas y el patrullero habian estado hablando y hablando, bajo la atenta mirada de Ulisses. Todas sus confidencias llevaban en dirección a Heideck, un pueblo que parecia más de lo que aparentaba.

Cuando Mannricht decidió dar por finalizada la charla, el cielo ya estaba oscureciendo. Entre pensamientos y meditaciones, el cloaquero y el guardia de caminos llevaron a sus presas donde Alan Friedsgoth les esperaba con una amplia sonrisa, junto a ''Negranoche'' y las ropas de sus dos subordinados. A lo lejos, Malakias se perdia por unas calles. Debia hacer el equipaje rápidamente...

Alan Friedsgoth

-Bien muchachos, me alegra que no hayais necesitado emplear las armas. Siempre he pensado que se consigue más hablando que disparando. Anda, coged vuestras ropas rápidamente, da lástima veros asi vestidos.


Mientras el sargento hablaba, Mongomer y Peroved se miraban nerviosos, hasta que al unisono dijeron:

-¡Hemos confesado todo lo de nuestros jefes, maldita sea!¡Dejadnos libres!

El destino que les esperaba era la cárcel, pero ellos habian confesado, y estaban dispuestos a soltar una ''multa'' especial. Bajo ningún concepto querian entrar en la prisión. Bajo estas insistencias, Alan, poco amigo de aceptar sobornos y rebajar penas de no ser por un buen motivo, le preguntó al patrullero.

-Mannricht, confirmame lo que dice esta gente. Si nos ayudan a desmantelar la red de contrabando bien se merecerian una rebaja, pero solo si sus datos son ciertos. Dime, ¿que has sacado?
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Mensaje por Jacques el arcabucero »

Mannricht

El joven patrullero miró al cielo con una leva e imperceptible sonrisa - Ahhh como le gustaba oir a esos patanes rogar.... - Pero era un tipo de palabra, siempre lo habia sido. Y la información parecía buena, así que estaba dispuesto a cumplir con lo que les había prometido. Claro que, no estaba en su mano, sino mas bien, en la del sargento.
Así que mientras se quitaba esos súcios harapos y se ponía su uniforme de patrullero, empezó a relatar lo sucedido.

- Sargento, estos son Mongomer y Peroved, no son de estas tierras, son unos buscavidas que llegaron desde Loningbruck a Heideck, para encontrar algo de trabajo, y así entraron al servicio de Kilmer Vorstub, un conocido jefe criminal. Este les encargó el contrabando de botellas aprovechando el problema de los patrulleros. Los caminos estaban casi desiertos, pero la guardia de la ciudad no ha disminuído, así que usaban de mendigos para el reparto local. Ese Kilmer es un tipo de recursos, bien posicionado y con muchos contactos. Tiene tratos hasta con Herman ''el viejo'', el contrabandista mas buscado de Averland. Al parecer, se le puede encontrar en Heideck.
Es curioso sargento... estos tipo aseguran que había una bestia que chupaba la sangre de los viajeros en las cercanias de Agbeiten, y Kilmer se atribuyó su caza cuando aquel ser dejó de atacar. Por todo ello, lo tienen como una autentica celebridad! Fíjese que lo hicieron alcalde de Heideck.
Creo que deberíamos ir allí, tirar la puerta abajo y que estos mendrugos testifiquen contra él. O si no, detenerlo, obligarle a hablar y que nos muestre su almacén, donde guarda toda la porquería con la que trafica. Del mismo modo, podrémos averiguar quienes son sus clientes... hablaron de entregar botellas en la casa de los Fahen, e incluso en la cuadra de la Guardia...


Una vez acabado de vestir, se expolsará la suciedad de los hombros y echará salivilla en la palma de su mano para peinarse el flequillo hacia delante.

- Que dice Sargento?
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Mensaje por Saratai »

El sargento se mesó el mentón mientras calculaba los tiempos, pues si algo no le sobraba a la guardia eran las horas. Y seria una irresponsabilidad por su parte dejar un problema por otro.

Alan Friedsgoth


Esto es muy interesante. Asi que Kilmer Vorstub resulta ser un criminal... Siempre me lo imaginé, pero hasta hoy no tenia pruebas. Y si ese chulo me permite llegar a Herman ''el Viejo'', una visita a Heideck seria de lo más fructifera. Pero no solo está el problema del narcotráfico y el contrabando. Los Quober están por las cercanias de Tannfeld, y esos cerdos no pueden salir vivos, además de que ellos me llevarán a encontrar a los niños. ¿Pillar a Herman, o salvar a los supervivientes del secuestro?

El sargento hablo para si mismo en voz baja:

-Maldito seas Herman, siempre que te tengo cerca me surge un asunto más importante. Pero esta vez no te volverás a escapar...

-Ulisses, llevate a este tipo - dijo señalando a Peroved. - a comisaria. Cuando lo dejes alli puedes volver con tu sargento, ya me has ayudado bastante.

Las quejas y las reclamaciones de Peroved se oyeron por doquier mientras el cloaquero se lo llevaba pero la espada del mismo le ayudó a calmarse. Al cloaquero tampoco se le pasó por alto recoger la mercancia para ''confiscarla'', pues era lo habitual en su profesión no dejar el material por hay suelto, mientras se despedia de Alan y de Mannricht. Si el material fuera legal lo devolveria a su legitimo dueño, pero al ser ilicito simplemente lo almacenarian Sigmar sabe donde.

Al final quedaron solos Mannricht, el sargento y Mongomer, el cual ofreció doce coronas de oro al sargento. Sin ningún miramiento, Alan agarró dos de las coronas y se las entregó al patrullero, para después coger el cuatro coronas más.

-Escuchame bastardo- continuó el sargento. -Si la ayuda que nos has prestado es de utilidad, te librarás de la cárcel en vez de pasar en ella el resto de tus dias. He mandado a tu compañero bien lejos de ti, asi que ahora estás sólo en ésto. Te pienso mandar a la Prisión Estatal, y hasta que no digas todo lo que sabes, y no solucionemos el problema, no saldrás de alli, ¿lo comprendes?.

Unas débiles lágrimas se deslizaron inquietas por el rostro del contrabandista, que imaginaba su triste destino al afirmar lo que el sargento le decia. Ahora, Alan hablaria a Mannricht.

-Mannricht, este asunto es bien importante, pero como ya sabes, estamos cerca de encontrar a los Quober. Pero cuando Kilmer Vorstub se dé cuenta de que sus contrabandistas están apresados y que el material no se ha entregado, se olera lo que pasa y pondrá tierra de por medio, perdiendo con él la oportunidad de atrapar a Herman. En ninguno de los dos casos podemos dejar que pase el tiempo. Pero como no podemos estar en dos sitios al mismo sitio, cada uno de los dos tendrá que ocuparse de un asunto. ¿Te acuerdas cuando te llame desde Streissen? Ese dia que llovia tanto. En aquel momento no sabia ni la mitad de cosas que ahora sé de esta ciudad, de las que me he enterado en los últimos dias. Puede que no podamos acabar con la corrupción de los cargos públicos, pero si antes de que los corruptos manden podemos mandar a chirona, o directamente al infierno, a los criminales que hacen de esta provincia un mal lugar donde vivir, yo me daré por satisfecho.

-Quedamos pocas gentes de ley en esta zona, pero sé que tu eres uno de esos pocos, veo buenas intenciones en ti. Yo no tengo jurisdicción en Heideck, pero tú tienes el sello de patrullero de Averland y podrias encargarte del caso sin problemas. Mannricht, te doy a escoger entre acompañarme a por los Quober, o ir a Heideck y averiguar todo lo que puedas de Kilmer y de Herman. Por supuesto, no irias solo a no ser que lo prefirieras. No puedo decidir por ti, pues Heideck se me escapa de mis actuales funciones.


Alan esperó la respuesta del patrullero de caminos. Él no podia abandonar a los niños secuestrados, y tenia una promesa con Ficks, pero Mannricht estaba libre y podia trabajar en el caso de los contrabandistas.

FDI: Es tarde, y dependiendo de lo que respondas Alan actuará en consecuencia. Si decides ir a Heideck tendrás que tomar las decisiones por ti mismo, sin el resguardo de ningún superior y asumiendo todas las responsabilidades de tus acciones.
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Mensaje por Jacques el arcabucero »

Mannricht

Mmmm... ir a buscar a ese tipo a su casa, y deneterlo puede ser un gran golpe. Pero esta el asunto de los Quober... esos desgraciados han traído un buen montón de problemas. Además, está el tema de los mutantes y ese tal "muerte en los caminos" o algo así. Kilmer Vorstub puede esperar.

- Sargento, dudo mucho que Kilmer Vorstub vaya a abandonar su situación de privilegio. Tiene una buena posición, una fortuna, el respeto y confianza de la gente del pueblo y un negocio de contrabando por el que tiene que pagar... Pero seguro que puede esperar. Dudo mucho que vaya a abandonar todo esto por que no aparezcan sus recaderos.
Sin embargo, los Quober tienen toda mi atención. Voy con usted sargento, seguro que me necesitará si vienen mal dadas, y de ese Kilmer Vorstub, descuide... será un placer encargarme personalmente en su debido momento. Mientras tanto, que sienta esa inquietud del que espera noticias y estas no aparecen...


Mannricht coge las riendas de "Negranoche" y le acaricia la quijada.

- Sargento, los Quober aguardan.
En cuanto a Mongomer, creo que ha sido sincero. Si quiere oir mi opinion sargento -
seguidamente, Mannricht mira a Mongomer fijamente -, será mejor que coja ese dinero y se largue Que ponga tierra de por medio. Desaparece, vete a Kislev, es una bonita ciudad según dicen. Kilmer Vorstub estará algo intrigado con vuestra desaparición, y si apareces y le dices que has cantado te rebanará la garganta. Por otra parte, si decides quedarte... quizá puedas serme util cuando vaya a por el.

Me largo con el sargento a por los Quober. Tengo algo pendiente con ellos, y estoy seguro de que Kilmer Vorstub no abandonará su atalaya de oro y poder por temor a ser descubierto. Al menos, es lo que Mannricht cree.
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Mensaje por Saratai »

El sargento escuchó las motivaciones de Mannricht. Era cierto que no iba a dejar su cargo, pero si que podia aumentar sus defensas y prepararse para recibir alguna visita inesperada. Aunque eso, solo el tiempo lo diria.

Cuando Mannricht mandó huir al contrabandista, Alan dudó, pero al final permitió su marcha, previo pago de sus seis coronas restantes como multa por el tráfico, lo que no era ninguna tonteria. Como antes, repartió dos de las seis coronas para Mannricht y el resto para él. Mongomer no dudó en salir corriendo lo más rápido que pudo, consciente de lo cerca que habia estado de chirona. Recordaria el consejo del patrullero durante un tiempo.

Alan Friedsgoth

-Bien Mannricht, vayamos a casa de Ficks antes de que se haga más tarde. Confiscaré un par de caballos para él y para mi.


Al tiempo que el sargento guardaba el oro en una bolsa, comentó:

-Según lo que me dijiste, el letrado te comentó que el padre de los Quober estaba en una casa de Tannfeld ¿no? Bien, entre los tres conseguiremos atrapar a ese viejo sin peligro alguno. Tannfeld está lejos, asi que cuando lleguemos las gentes estarán durmiendo plácidamente. Nos dividiremos e iremos casa por casa. Por lo que sé, ese condenado asesino se llama Inmaister, un pelirrojo ya canoso. En sus cuarenta y tantos años de maldades tuvo tiempo para engendrar a sus tres demonios, sus tres hijos. Los pocos testigos que lo han visto me dijeron que llevaba un parche.

Mientras el patrullero y el sargento se dirijian a casa de Ficks, Alan fue explicandole a Mannricht todas las maldades que aquel hombre habia cometido. Habia violado, matado, robado, mentido, estafado, secuestrado y un largo etcétera dónde se podrian enumerar todos los crimenes posibles para un ser humano. Pero si tenian suerte, sus dias de fechorias acabarian esa misma noche.

Pronto llegaron a la asquerosa zona donde vivia Ficks, a medio camino entre el Distrito Sur y La Mataperras, un lugar donde la pobreza de un barrio y la maldad de otro creaban una atmósfera sin igual, llena de rameras escotadas y violentos matones. Al llegar al piso, la suegra del veterano soldado abrió la puerta. Ella ya conocia tanto a Alan como a Mannricht, y no tardó en hacerlos pasar. Cuando Ficks y Helena vieron a los dos hombres entrar en su casa, una cara de asombro cruzo sus rostros. El curtido soldado no tardó en levantarse.

Ficks

-¿Qué has averiguado, Alan? ¿Sabes ya algo de Ariel?


Alan no tardó en explicarle cuanto sabia acerca del paradero de los Quober, y cómo ellos eran los principales sospechosos pues un ayudante del Fiscal habia conseguido ver a uno de ellos con una muchacha. Cuando le dijo que suponian que el padre de los Quober estaba en Tannfeld, y que pensaban ir esa misma noche, Ficks agarró inmediatamente el rifle que escondia detrás de la puerta, abriendo un pequeño cajón y sacando una bolsita llena de balas, para añadir.

-Está todo claro entonces. Contad conmigo para atrapar a esos sucios hijos de perra.


Ficks, muy agradecido de que se le hubiera avisado, consiguió pintar una expresión de esperanza en su cara, que contagió a su esposa. Tras besarla y prometerle que volveria sano y salvo con su pequeña, Ficks acompaño a Mannricht y a Alan afuera. El sargento confiscó los primeros caballos que vió en una taberna, entregando casi todas las monedas de oro de Mongomer en el proceso, para calmar los ánimos de los enfurecidos dueños. Juntos, los tres jinetes tomaron rumbo a Tannfeld.

FDI: Mannricht, apuntaté cuatro coronas de oro, como regalo por ''buena voluntad'' de Mongomer. Os dirigis a la Puerta Este de Jorktown, dirección Tannfeld. Tienes tiempo para comentar cualquier cosa o phacer alguna pregunta tanto a Ficks como a Alan. El viento y el frio son constantes, y la noche empieza a ser cerrada.
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Jacques el arcabucero
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Mensaje por Jacques el arcabucero »

Mannricht

El patrullero escuchaba la retaíla de delitos de ese tal Inmaister. Vaya carrerón! Sin duda, era un firme candidato a los grilletes. Por el camino, tiene algo que añadir a la conversación con el sargento.

- Ese tipo debe de ser muy bueno. Alguien capaz de vivir tantos años delito tras delito sin haber sido arrestado debe de serlo. Así que no será facil.

Después seguirá hasta la casa de Ficks, un tipo al que Mannricht le tiene confianza. No sabe porqué. pero es así. Desde que lo vió la primera vez, en aquella repentina entrada en la casa de los Fahen, pidiendo explicaciones, desesperado... quien no lo estaría? Sería todo un alivio poder devolverle a su hija.

- Señora... - le dirá a la suegra inclinando la cabeza en un breve saludo- ¿Que tal Ficks? - le estrecharé la mano - es hora de ir a recoger a tu pequeña. Y en cuanto a ese malnacido de Inmaister... llegado el momento pagará por sus delitos, con intereses!

Ya de camino, Mannricht sacará el tema de la estrategia a seguir.

- Sargento... conoce ese lugar? Tannfeld... es grande? Si hemos de entrar casa por casa será facil que en algún momento suene alguna alarma y si se entera Inmaister pueda tratar de salir corriendo. En ese caso... podríamos perderlo para siempre, y nos interesa vivo, pues tiene seguro, información importante en su poder.

Y no tengo más que añadir.
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Mensaje por Saratai »

Los tres hombres salieron por la puerta del Este, hacia las afueras de Averheim. Cuando Mannricht hizo su pregunta, los dos hombres se quedaron helados.

Alan Friedsgoth

-Esto... humm. La verdad, para serte sincero, he oido hablar del pueblo, pero jamás en mi vida he estado alli. Se que hay ganado equino y pastores, pero no se la cantidad exacta de casas. Tal vez no sea tan buena idea ir hogar por hogar preguntando, pero tampoco creo que nadie vaya a ocultar a Inmaister, ese animal es de todo menos sociable, por lo que me han dicho.


Mientras debatian la táctica a seguir, llegaron a la cima de un montículo. Alli, los caminos se desdoblaban, uno a la derecha y otro a la izquierda. Era en esos momentos cuando un patrullero de caminos debia poner su experiencia en juego.


FDI: ¡Has sacado unas tiradas inmejorables tanto en Sabiduria Popular (Imperio, Averland) como en Orientación! (07 en una y 05 en otra). Sabes todo lo que hay en Tannfeld (mira la descripción en Trasfondo de Averland) y además conoces el nombre de su alcalde y el tiempo que se tarda en llegar a caballo por el camino más corto, dos horas, y que coger el otro de la izquierda llevaria a una miasma que haria el camino mucho más largo. También sabes, por lo que oiste hace quince dias a tu sargento y a compañeros de profesión, que de vez en cuando, por el camino de la derecha, habian trampas que sufrian los viajeros.


En base a ésto, puedes desarrollar una buena estrategia. Conoces que rondarán las treinta casas, sin contar los puestos y las tiendas. No están muy alejadas entre si, pero si están a bastante distancia unas de otras como para que alguien de una alarma a las demás en poco tiempo.
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Mannricht

El patrullero recueda esta bifurcación.
No es que haya pasado mucho por estos caminos, demasiado septentrionales para él, pero los recuerda.

- Debemos ir por la derecha. Es el camino más corto, en dos horas llegaremos, pero... estad atentos, pues al parecer, no es un camino tranquilo. Aquí, numerosos viajeros han caído en trampas. En cuanto a Tannfeld, ahora lo recuerdo! ronda las treinta casas, sin contar los puestos y las tiendas. No están muy alejadas entre si, pero si están a bastante distancia unas de otras como para que alguien de una alarma a las demás en poco tiempo.

Inclinará las riendas en la dirección adecuada y seguirá el camino decidido. Mientras, seguirá hablando.

- No creo que la gente del lugar sienta mucha lástima por que detengamos a ese maldito tuerto. Si encontramos a alguien, puedo tratar de sonsacarle a cambio de unos chelines la dirección de ese tipo. Y si no vemos a nadie, en la primera cabaña con luz en su interior puedo picar y preguntar. Creo que será mejor esto que no dar palos de ciego puerta tras puerta.

Vaya dos tiradas!! :wink:
Saratai
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Mensaje por Saratai »

Cabalgaron durante horas los tres jinetes, soldado, sargento y patrullero. El viento helado enfriaba como un témpano las mejillas de los defensores de Averland, mientras proseguian por el camino que, acertadamente, Mannricht habia escogido.

Durante su ruta, el patrullero fue el primero en avanzar, percatándose del deplorable estado de la carretera, comprobando como el suelo estaba lleno de trampas y cepos cerrados, semi ocultos por el barro y los restos de la nieve de la mañana. Gracias a su habilidad y experiencia por rutas perdidas, Mannricht y su caballo ''Negranoche'' estaban ahora en su medio.

No tardaron en recorrer la mayor parte del camino, cuando comenzaron a ver caballos heridos y muertos, que habian sufrido los efectos de las trampas en su propia carne. Y más lejos aun, el cadaver congelado de un orondo hombre que, como sus corceles, habia muerto por la mezcla de trampas y frio. Quien quisiera que hubiera hecho aquello habia acabado, indirectamente, con la vida de numerosas personas. Y siguiendo la ruta, huellas recientes de pisadas, tanto de caballos como de personas, continuaban el camino.

FDI: Sigues pasando tiradas, ésta vez de percepción y de rastrear, aunque más justas que las anteriores. Ahora mismo eres el guia, asi que tú decides si contarle a los demás las huellas que has visto, esperar a quien quiera que esté delante vuestra en el sendero se vaya, o acelerar la marcha.
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Mannricht

Puedo tratar de calcular el número de caballos y personas que han dejado esas huellas?

No les diré nada. Ya se lo dije al principio, que los caminos eran peligrosos. De todos modos, por mi semblante preocupado a cada nueva pista, ellos sacarán sus própias conclusiones. :?

Me mantengo ojo avizor en todo momento!
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