Reinhard Russ III: Verenna nos dará la Claridad

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Weiss
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Heinrich Messner

No hicieron falta palabras para que Russ entendiese el plan. Al igual que Messner, el valiente minero adoptó una apariencia sucia y asquerosa hasta límites apenas imaginables por el hombre. Eran la inmundicia personificada. Ropas sucias, piel roñosa, pelo mugriento... Las posibilidades de que alguien se dignase a reparar en ellos hasta que llegasen a su destino eran prácticamente inexistentes. Messner llenó su saco con todo lo que consideró necesario. Unas cuantas prendas más, por si tenían que disfrazar a Saford para sacarlo de allí, y saco bien grande que había cogido el los establos, en el caso de que tuvieran que meterle en él. En el fondo, entre todos los trastos que pudo encontrar, Messner metió su malla, su espada,envuelta en trapos, y su daga. Cuando finalmente cerró el saco, éste era bastante voluminoso y pesado.

Mejor... Si piensan que está bien lleno de porquería tendrán aún menos razones para curiosear...

Al terminar de prepararlo todo, Lieb no estaba a la vista. Casi mejor, pensó el fiscal. De momento, Lieb parecía una persona fiable, pero no lo conocía lo bastante como para involucrarle en una tarea de tal calado. Más había confiado en Migolver, y el resultado fue el que fue... Fiscal y minero salieron de la finca, y se encaminaron a su destino. Encorvado bajo el peso del saco, Messner intentó parecerse lo más posible a uno de los tristes personajes a los que estaba imitando. Andar arrastrando los pies, la mirada baja... Con semejante aspecto, nadie se fijaba en ellos, si no era para mirarlos con cara de asco. Caminaron tranquilamente hasta la Plenzerplatz, donde un magnífico contingente de alabarderos se había reunido. La guardia de honor de Jobb, sin duda. En pocas horas, el Alptraum se convertiría en el legítimo gobernante de toda Averland. Con todo su corazón, Messner esperaba que le saliese bien, y que bajo su reinado la provincia pudiese alcanzar la tan ansiada paz.

Tras un ratomás, la singular pareja llegó a Jorkstown. Lo que Messner allí presenció le intranquilizó bastante. Un mercenario y un caballero charlando con un obrero. El caballero era a todas luces u Oso Negro, una orden de caballería asentada en la ciudad. Es necesario decir que su concepto de "caballerosidad" difería sensiblemente del de las demás órdenes... En cuanto al mercenario, Messner no era capaz de adivinar a qué compañía pertenecía, pero teniendo en cuenta que los Arcas Rojas poseían un cuartel en la ciudad las posibilidades de que sirviese a De la Soura eran elevadas. Que los revolucionarios contasen con tan poderosos aliados era un problema importante... Dejando el tema de lado, ya habría un momento para ocuparse de él, Messner continuó caminando. El único incidente destacable del camino fue el ataque con piedras por parte de unos niños, cuando estaban a punto de entrar en las cloacas.

¿Pero qué les he hecho yo?. Además, dudo que ellos huelan mucho mejor...

Era triste, pero Messner reparaba una vez más en que vivían en un mundo en el que la máxima aspiración de la gente era pisar a los que tenían menos suerte. Ya fuesen los nobles con sus vasallos, los capataces con sus obreros o aquellos sucios y desnutridos chavales con los que tenían aún menos suerte que ellos, lo cual era bastante dificil. Una vez dentro de las alcantarillas los dos hombres abrieron los sacos y cogieron su equipo. Messner se puso la malla por encima, y se guardó la espada y la daga en el cinto. Russ hizo lo propio mientras comentaba que tendrían que tener cuidado pues el subsuelo albergaba innumerables peligros. El fiscal no pudo evitar recordar el llanto de hacía dos noches.

Sin embargo, y afortunadamente, lo más asqueroso que Messner tuvo que ver ahí abajo fue el perro de Russ cazando y comiendo una asquerosa rata. Sintiendo el estómago revuelto, Messner ansiaba llegar a un momento de todo aquel embrollo en el que no tuviera que recorrer pasillos infestados de aguas fecales. Messner pudo deshacer sus pasos fácilmente, y no tardaron demasiado en llegar a la trampilla. Lo que allí pasó ya era harina de otro costal. La condenada trampilla estaba cerrada. Mientras el fiscal buscaba nervioso alguna forma, por absurda que fuese, de abrirla, una voz sonó, Era Saford, y no parecía contento. Peor aún, estaba acompañado y tenía pensado partir. Había que hacer algo pronto. Al igual que él, Russ también era consciente de la gravedad de la situación.

-No, no lo tenía previsto. Aún así, teníamos que haber imaginado que ésto podría pasar. Vos sois much omás fuerte que yo, Herr Russ, seguro que podréis abrirla de alguna forma. Y si no queda otro remedio, sí, podéis recurrir a la pistola. Esperad un poco antes de abrir, hasta que Saford se quede solo. Si no... Que Sigmar nos guarde.

Messner rezaba para que Saford estuviese solo cuando entrasen, pues por la forma en la que se dirigía a ellos, los interlocutores del hereje tenían bastantes posibilidades de ser los brutales soldados de Middenland...


FDI: Bien, al final pude postear hoy... Sin embargo, no sé si podré volver a hacerlo hasta el lunes. Puede que pueda escribir algo algún día, pero no aseguro nada. Saratai, si ves necesario hacer avanzar la trama, tómate la libertad de llevar a Messner unos días. Tras tanto tiempo de partida ya sabrás bastante bien cuál es su forma de pensar y actuar. Suerte a Eldril (y a los demás también), y hasta otra.
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Reinhard Russ

Los dos secuestradores escucharon atentamente la charla que Saford estaba dando unos metros más arriba. Reinhard estaba algo ansioso por la situación, pues en breve entablarían combate, un combate decisivo que permitiría desmembrar uno a uno todos los culpables de la corrupción en Averheim.

Escucharon largo y tendido hasta que los dos creyeron que en ese preciso momento Saford se quedaba solo, y entonces Reinhard trató de abrir la trampilla, inicialmente con la fuerza de sus brazos, y si al cabo de un rato no lo lograba, utilizando el disparo de su pistola.

Los dos estaban mentalizados de la importancia de la misión, y sabían que no podían vacilar, así que con decisión, irrumpieron en el despacho del corrupto.

FDI: espero a que según oiga, Saford se queda solo. Si no es así, y según lo que oímos, creemos que se va de la casa de la Rosa, también intentaré forzar la trampilla. Inicialmente con la fuerza, y si no puedo, apuntare y dispararé con la pistola con una inscirpción en Khazalid.
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21 de Destilario (Brauzeit) de 2527. Averheim.

Las apestosas cloacas habian dado al fiscal, al ingeniero y al perro una buena oportunidad de atrapar a Saford, dejandoles llegar hasta una trampilla que daba acceso a su casa de negocios. Habian sido realmente afortunados, pues el objetivo de secuestro estaba alli, según lo previsto, y ahora tenian una oportunidad perfecta para atraparle.

Reinhard comenzó a empujar la trampilla, para comprobar si con su fuerza seria capaz de reventar la débil cerradura, abrir la trampilla y subir a la casa a terminar aquel trabajo de una vez. Dentro de la casa se oian las voces del que fuera Consejero jefe del gobierno provincial, por lo que habia que actuar rápido. Otra voz se oyó al tiempo, esta vez una voz seca y distante.

Soldado Carroburgués Tommen

-Señor, debemos darnos prisa e ir por los tuneles hasta donde el amo aguarda. Las calles están alborotadas, y el ejército de Averland ya no nos ofrece cobertura. En las calles ya no estamos seguros, debemos movernos por los subterraneos, a pesar de los vendedores de piedra.

Ya estaba Russ empujando con todas sus fuerzas la trampilla, cuando ésta se abrió de golpe, y apareció al otro lado un hombre de mediana edad, con uniforme negro y rojo y pelo canoso y descuidado, quien debia ser el último en hablar. A su lado, el regordete Oliver Saford, a quien Reinhard veia por primera vez, se encontraba confuso ante aquella aparición.

Oliver Saford

-¿Revolucionarios hasta en los túnles? Acabad rápido con ell...-
De pronto, quien fuera el bajito señor de Averland quedó mirando boquiabierto al fiscal Messner, sin palabras que decir.

-Le creia más inteligente, Herr Messner. Mis hombres acabarán lo que Migolver no pudo siquiera empezar, a no ser que querais escuchar la oferta que tengo para vosotros.


Detrás suya aparecieron dos soldados carroburgueses más, uno con largo bigote castaño y un tercero al que le faltaba una oreja y belleza para portar la otra. El tipo de pelo canoso desenvainó una espada, mientras que el segundo ya portaba una lanza y un escudo, y el tercero una extraña espada curva. Todos portaban intrincados medallones, y simbologia desconocida para fiscal e ingeniero. Reinhard sintió una punzada de terror, al darse cuenta de que el fiscal no era ni de lejos un hábil guerrero, y que si habiendo estado en superioridad númerica contra soldados como aquellos habian el y los suyos sufrido tanto en los subsuelos de Monheim, alli no habia escapatoria posible.

Rufus ladró con furia, mientras Reinhard y Heinrich tenian que pensar rápido como actuar. Podian volver a atrás, pues aquellos soldados perdierian tiempo bajando por la trampilla. Tambien podian atacarlos cuando estos estuvieran indefensos mientras bajaban, pero aquello suponia que si no conseguian acabar con ellos en ese instante, los soldados darian buena cuenta de sus cabezas después. Por otra parte, también podian dialogar, pues Saford estaba dispuesto a pactar con ellos. Fuera como fuera, los soldados irian a por ellos, ya fuera para que no hicieran nada raro en caso de dialogar, o para matarlos si se negaban. El plan, definitivamente, no habia salido como se esperaba.
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Weiss
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Heinrich Messner

A los pies de la escalera, Heinrich Messner se revolvía inquieto. Mientras, Russ analizaba la trampilla que les separaba de Saford, como evaluando si sería capaz de abrirla con su considerable fuerza. Messner pensaba. Se imagina a Treitt pasando por semejante situación. No, definitivamente recorrer alcantarillas no era una de las obligaciones del fiscal jefe. Aún así, Messner creía que lo que estaban haciendo, por muy asqueroso que fuese, compensaba. A apenas unos metros de ellos estaba el causante de los males de Averland. Si el fiscal y el minero tenían éxito, sería el principio del fin de la Serpiente Púrpura. Unas voces le sacaron de sus pensamientos.

-Señor, debemos darnos prisa e ir por los tuneles hasta donde el amo aguarda. Las calles están alborotadas, y el ejército de Averland ya no nos ofrece cobertura. En las calles ya no estamos seguros, debemos movernos por los subterraneos, a pesar de los vendedores de piedra.

Un escalofrío recorrió toda la anatomía de Messner. Recordó las enigmáticas palabras de sus sueños, las profecías de Muerte en los Caminos. Se estaban cumpliendo. Todo estaba volviendo a donde había empezado. Negocios con piedra bruja, el líder de la secta...

Russ seguía intentando abrir la trampilla, dispuestos los dos a asaltar la estancia, a cogerls de improviso antes de que bajasen y a terminar con todo aquello. Pero, en un instante, todo se desmoronó. La trampilla se abrió, y por ella asomaron un carroburgués y Oliver Saford. Messner estaba al borde del colapso nervioso. Nada le salía bien. Intentaba hacer lo justo, hacer el bien, y sólo obtenía promesas de muerte segura. Y, en aquellos momentos, era más segura que nunca. Más que contra los mutantes, más que contra Migolver. Ahora Messner estaba en las entrañas de la tierra, superado en número. No era justo.

Saford tardó sólo unos instantes en darse cuenta de que delante de él tenía al mismísimo fiscal. De repente, propuso un trato. Aquello desconcertó a Messner. ¿Lo tenía ya pensado, sabieno que iba a encontrarlos, o lo había improvisado al verlos?. Ninguna respuesta era del agrado de Messner, pues las dos ponían de manifiesto la endiablada inteligencia de Saford.

Messner sólo tardó unos segundos en tomar una decisión.

-Sé que vuestras palabras pueden hacer más daño que los aceros de vuestros perros, Saford, pero aún así aceptaré. Dejad id a este hombre, pues no tiene nada que ver. Ésto es cosa nuestra.

Messner miró a Russ, implorándole con la mirada que aceptase. Si Saford lo permitía, él debía huir, debía salvarse. El fiscal ya había asumido que su destino era quedarse allí.
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Reinhard Russ

Les habían descubierto. Tal vez, los cazadores les habían cazado. Pero solo tal vez, pues Reinhard no daría su brazo a torcer tan fácilmente.
La punzada de terror que invadió a Reinhard, rápidamente se convirtió en odio por las muertes de sus dos compañeros, y con los ojos inyectados en sangre y dispuesto a dar venganza a los mercenarios que le habían arrebatado la vida de sus dos camaradas durante esos cinco últimos años, preparó raudo la pistola con la que daría caza al primer mercenario.

Malditos bastardos hijos de puta… vais a pagar por la muerte de Durak y de Karl. Se lo juré en la muerte y lo juro ahora en vida!


Reinhard estaba completamente preparado para entablar combate y cazar al maldito sectario que tanto dolor había originado a todos los inocentes de la provincia, cuando unas palabras le hirieron más que cualquier espadazo, más que cualquier bala disparada a bocajarro contra su pech… le hirieron el valor, la confianza y la voluntad… lograron desmoronar una montaña que había sobrevivido a tantas atrocidades… esas, esas duras palabras, eran palabras de traición…

Reinhard empezó escuchando a su compañero de cazeria: -Sé que vuestras palabras pueden hacer más daño que los aceros de vuestros perros, Saford...- Heinrich no se dejaria enganyar, él lucharia hasta el fin por el bien de la provincia- pero aún así aceptaré. Dejad id a este hombre, pues no tiene nada que ver. Ésto es cosa nuestra.- concluyó el fiscal. Y en el interior de Reinhard, algo, algo que se encontraba frágil se rompió en mil pedazos.

Reinhard se quedo helado… se quedo helado apuntando el cuerpo de un maldito mercenario que un dia antes tal vez le hubiera matado en el interior de las minas. Se quedó abrumado mientras gotas de sudor frio brotaban de su frente y se confundían con lágrimas de desesperación.

El minero, que tanto había soportado, estaba temblando. Temblaba de ira, de incredulidad de odio… y en su mente brotaron odiosos recuerdos en forma de imágenes, que juró vengar.

Wolfrin fue el primero en traicionarlos… luego Revkha, y esa traición fue el principio de todo mi dolor.

Y ahora en el momento final, el justo momento donde podría hacer justicia por todo lo que había sufrido, su único compañero, alguien en quien debido las circunstancias se había visto obligado a confiarle la vida, le había abandonado a manos de quien más odiaba, la escoria sectaria que había envenenado toda la provincia.
Reinhard casi no podía mantener la pistola en alto, los músculos le tiritaban, el sudor y las lágrimas se confundían en la pura expresión de la locura.

Giró su mirada atónita lentamente hacia a Heinrich. No podía creer lo que ese hombre le pedia… no entendía como podía pretender dialogar con tan inmunda rata.

Nadie nos dio oportunidad de dialogo en las minas… nadie les perdono la vida a Durak y a Karl…
- pensó Reinhard mientras su entrañas le ardían de traición y miraba con la mirada perdida al causante de ese torrente de sensaciones.

Poco a poco, titubeando trato de pronunciar palabras que le rebosaban de la mente, pensamientos que quiso alejar de su interior por miedo al dolor que podrían causarle.
-Co-commmo… com-o pued-dess decir e-esso, Hein..Heinrich?- intento decir Reinhard en primera instancia, pero su voz estaba ahogada, casi no tenía fuerzas para pronunciar nada, así que volvió a intentarlo- com-mo te atreves a pac-pactar con la in-inmundicia de Sa-SAFORDD!?!- Reinhard estaba volviendo en si poco a poco. Esta vez, la ira y el odio vencían al miedo y el temor de una muerte segura… -Qu- que no ves lo que pre-retende? –el minero alzaba la voz a cada silaba que pronunciaba, sus recuerdos le llenaban de valor y orgullo, las muertes de sus compañeros alimentaban su odio contra aquellos seres- NO, ESTA VEZ NO… NO VOY A PERMITIR QUE TUS PALABRAS ENVENENEN MAS MENTES!

El minero había vuelto en sí de una vez por todas, y ahora sí, estaba dispuesto a todo. A punto estuvo de bajar los brazos… la pistola le pesaba mil demonios… se encontraba cansado… no, no quería luchar… bajaría los brazos y cedería su destino a esos desalmados… pero en ese momento crítico, en el mismísimo momento en el que él veía su fin, de nuevo las palabras de su padre volvieron a brotar entre las cenizas:

-Hijo, que haces fuera de la cama?- preguntó- Ya sabes, mañana empezaras a trabajar en la mina… y serás el único sustento para la casa, recuerdas?-acabo diciéndole a la vez que ponía una mano sobre su hombro.
Reinhard no quería que su padre se fuese, porque sabía que sufrirían las consecuencias de su ausencia, pero nunca supo cómo llegar a decírselo.
-Padre, porque no te quedas con nosotros, y continuas cuidado la casa y a mama? Porque te vas a morir a una guerra en nombre de ese Imperio del que sólo he conocido sus impuestos y castigos? - Le replicó Reinhard entre sollozos.
-Mira hijo mío, recuerda estas palabras que te diré: yo no lucho por el bien de un imperio, ni para erradicar el mal de la faz de la tierra… todo, absolutamente todo es mucho más simple… yo lucho para que el dia de mañana tú puedas labrar nuestro campo, puedas beber agua del rio, puedas comprarle un regalo a tu futura prometida… lucho por mi familia y mis más allegados… Nunca le hagas más caso a un edicto imperial o a una bandera , que a tu corazón, hijo mío… y por favor, cuida de mama y de Tobias, pues él aun ha de aprender mucho de ti.


El corazón de Reinhard volvía a palpitar esperanza, y esos inmundos traidores, pagarían por ello.
De nuevo, alzó la pistola de Karl hacia sus enemigos- el siguiente disparo es en tu honor- pensó para si Reinhard al recordar la procedencia de tan preciada arma.

Justo antes de amanecer, es cuando más oscuro esta el cielo.

-Heinrich, no pienso dejar que estos bastardos te involucren en sus asuntos! Recuerda, a ti aun te queda un hijo por el que luchar y sobrevivir!!- las palabras de Reinhard pretendieron llenar de valor y coraje el corazón de Heinrich- le tendré que decir a tu hijo que has vendido el corazón a los dioses oscuros?- Reinhard quería enfurismar a Messner, quería herirle el honor, quería que el verdadero hombre que se escondía tras los politiqueos de el cargo de fiscal, esa noche estuviese dispuesto a dar vida y muerte por la provincia.

Karl, Durak, Eimur, Djaertik… Papá… observadme, pues mientras me quede aliento en vida, no daré mi brazo a torcer. No mientras escoria como esa sigan en pie.

Reinhard, se centro de nuevo en su primera presa, y disparo. Disparo una bala de ira y odio, una bala sedienta de venganza.

Y acto seguido se preparo y equipo para acabar con el primero de la escoria mercenaria que se dignara a bajar.

-Rufus… muerte!! –le ordenó haciendo el gesto hacia los soldados carroburgueses.

Reinhard decidió volver a confiar completamente en Heinrich. Confió que sus palabras hubieran envalentonado su corazón. Confió… tal vez se había vuelto a equivocar.

FDI: Apunto y disparo contra el guerrero que tengo a tiro(gasto un punto de suerte si fallo). Si lo mato, o si no baja, sacaré otra pistola, apuntaré y dispararé. Si baja, sacare las armas, escudo en la mano del muñon y espada dentada en la otra y atacare en el momento en el que este indefenso, con una ataque total.
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21 de Destilario (Brauzeit) de 2527. Averheim.

Heinrich se adelantó ante las palabras de Saford, mandando a Reinhard lejos y quedandose a escuchar la proposición que tuviera el regordete demagogo que entregarle. Mientras tanto, el guardia más feo, de la oreja perdida, se puso por delante de Saford preparado para bajar por las órdenes del guardia Tommen.

Oliver Saford

-Bien Heinrich. Se que se me acusa de sectario, pero eso es en total falso. Cierto que he colaborado en el pasado con gente con la que no debia, pero en absoluto soy un hereje. Lo que quiero proponerte es que sigas trabajando para mi como hasta ahora, puesto que Jobb no tardará en caer. Bukter Alptraum seguirá al mando del gobierno constituido, y ya ha partido hacia el Fuego Negro, donde esperará a que Feuerbach, Jobb Alptraum y Markus Leitdorf se maten entre ellos, para volver y reclamar las tierras que son suyas por derecho legal, gracias al referendum del 2521.


En estas estaba Oliver cuando Reinhard comenzó a gritar, perdiendo los nervios y apuntando con la pistola al guarda torpón que con escudo de por medio se preparaba a bajar. Antes de que nadie se diera cuenta, una fugaz bala salió despedida con una sorda explosión, atravesando el antebrazo del guardia que se agarró la herida con dolor. Reinhard no estaba dispuesto a negociar con nadie. Para el ingeniero, la única salida era la victoria o la muerte. Nunca parlamentaria, nunca se rendiria, nunca se retiraria. En cierta manera, era el polo opuesto del fiscal. Uno era rico, el otro pobre. Uno era fuerte, y el otro enclenque. Uno estaba acostumbrado a triunfar, y el otro a ser derrotado.

El soldado comenzó a bajar rapidamente las escaleras, mientras los otros dos guardias desenfundaban sus armas, uno la espada y el otro la cimitarra. Oliver Safrod frunció el ceño, y se dirigió con tranquilidad al fiscal mientras Russ gritaba y sacaba su otra pistola.

-Reducid a ese loco, rápido... Heinrich, acaba con tu compañero y tendrás más poder que nunca. Los Messner gobernarán sobre Grenzstad, tendrás tierras y cientos de hombres bajo su servicio. Tu hijo será el señor del Este. No volverás a tener una oportunidad como ésta en toda tu vida, y lo sabes.

Mientras, los guardias de Saford no paraban de gritarle ¡Loco! a Reinhard al tiempo que se ponian de acuerdo para bajar las escalinatas. Si el fiscal queria salvar la vida, tenia dos opciones, o correr o atacar a Russ. De otra manera, aquellos gorilas armados hasta los dientes darian buena cuenta de él, y Messner ya sabia que tenia que haber ido a más lecciones de esgrima. Tantos años trabajando sobre despachos y no sobre campos habian hecho que sus musculos no fueran precisamente sanos y potentes. Reinhard en cambio llevaba la violencia en la sangre, como único metodo de salir de los problemas. Sin embargo, combatir no es siempre la mejor solución...

Los carroburgueses no iban a perdonar aquel disparo a traición mientras no estaban preparados. El soldado canoso, que parecia llevar el mando, lanzó una mirada a Russ con desprecio.

Soldado Carroburgués Tommen

-Jajaja, pobre idiota... Solo te quedan tres pistolas cargadas, y no vas a matarnos a todos con ellas. Te vamos a sacar la piel a tiras durante horas cuando te capturemos, asi que sera mejor guardarte la ultima bala para volarte los sesos... ¡Gubler, entretenlo mientras Vahis baja la escalera! No quiero bajas contra un manco de mierda.


Rufus ladraba sin parar desde que su amo disparó la primera bala, al tiempo que el soldado sin oreja bajaba las escalerillas. Si Reinhard queria huir de alli, aquella seria su última oportunidad. Mientras tanto, el fiscal aun guardaba en su cabeza las palabras de Saford. ¿Traicionaria al encarnizado minero? ¿Cambiaria de bando para salvar a su familia y su dinero? Los acontecimientos se sucedian vertiginosos, y lo que habia parecido un trabajo simple iba a desembocar en una marea de cuestiones morales. Si tan solo hubiera más tiempo para pensar...


FDI: Reinhard, sacas un 02 y le haces 9 de daño al tipo, quitandole 4 heridas al soldado sin oreja que porta el escudo. El barbudo de la cimitarra y el del pelo canoso que parece el lider, siguen arriba, protegiendo a Saford con su cuerpo, mientras el de escudo baja a por ti.

Heinrich, toca decidir por un bando u otro. ¿Atacas a Russ, sales por piernas, o golpeas al soldado mientras está desprotegido bajando las escaleras? Cada una de las opciones puede acabar de forma muuuy diferente, asi que piensalo con detenimiento.
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Heinrich Messner

Todo sucedió muy rápido. Russ miró a Messner, incrédulo. El minero temblaba, como si en su interior se estuviese dirimiendo una épica batalla. Una cosa era clara, y es que no estaba dispuesto a huir. No estaba dispuesto a aceptar la oportunidad que Messner intentaba brindarle. El joven era la viva imagen de la ira, el odio y la venganza.

No parecía haber entendido que el fiscal sólo trataba de darle una oprtunidad de escapar. De su boca las palabras salían desordenadas, prácticamente sin sentido. El minero pensaba luchar. Una voz volvió a sonar. Era Saford, y se dirigía a Messner. Trataba de tentarle. Pretendía comprarle con promesas de poder, quería convencerle de que no era un hereje, sino parte de los maltrechos restos del aganizante gobierno legítimo de Averland.

Y una mierda.

Por muy fiscal que se fuese, o por muy Messner que se fuese, había veces en las que sólo había que ser una cosa: un hombre. Messner llevaba años luchando contra aquello, contra la corrupción, contra los sobornos, contra la herejía. Ante él tenía un final digno, y era morir como había vivido. Al otro lado, estaba la promesa de convertirse en una persona como aquellas a las que había jurado perseguir.

Antes de que el fiscal dijese nada, la pistola de Russ habló por él. Era la hora de la pólvora y el acero. Si tenía que morir, lo haría junto a un valiente, luchando mientras su cuerpo se lo permitiese. Saford volvió a hablar, llenando otra vez al aire de promesas, de poder, de tierras. De corrupción. Y para conseguirlo todo, sólo tenía que vender a Russ. Messner bajó la mirada, perdiendo el contacto visual con el hereje.

-Teníais que haber huído, Russ. Era suficiente con que uno de los dos muriese... Tenéis arrestos, minero. Será un honor luchar a vuestro lado.

Messner desenfundó espada y daga, y adoptó la posición de combate que hacía tiempo le habían enseñado. Heinrich no era ningún gran guerrero, pero vendería su vida todo lo cara que pudiese. En cuanto uno de aquellos herejes intentase bajar, Messner atacaría.

Padre de los lobos, yo te imploro en la hora de la batalla. Que mi brazo no tiemble, que mi arma no falle. Guíame hasta la victoria.

-Metéos vuestras promesas donde os quepan, Saford. No soy como vos... Yo no he vendido mi alma.



FDI: Considero que tres PD son muchos, así que voy a deshacerme de unos cuantos... Bien, ataque total mientras el enemigo no pueda alcanzarme, es decir, mientras baja la escalera. Si no acierto uso suerte, pues será la mejor oportunidad que tendré de hacer daño. Una vez que estén abajo, apunto y ataco, a menos que tuviese que levantarme o algo así, todo depende de cómo vaya el combate. Sólo recordar que puedo parar como acción libre al llevar daga. Joder, Eldril, la que nos va a caer...
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Re: Reinhard Russ III: Verenna nos dará la Claridad

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Reinhard Russ

El olor a muerte y pólvora volvían a inundar las fauces de Reinhard. El pulso se le elevaba, los ojos se le inyectaban en sangre, la respiración se empezaba a entrecortar… volvía a ser juez de su destino!

Reinhard soltó la humeante pistola, y rápidamente preparo la siguiente. Esa escoria mutante no debería tocar el suelo con vida, y ese era su mayor propósito.

Encañonó al mismo soldado que había recibido el primer balazo en el brazo, y una mueca de sonrisa se dibujo en su rostro al oír las palabras del soldado carroburgués.

-Getter dijo lo mismo cuando vio muertos a mis pies a tres de vuestros compañeros!- Reinhard apuntó al soldado, con media sonrisa dibujada en su rostro.- Y al final fue él quien acabó muerto a mis pies!

A Reinhard siempre le habían subestimado por su incapacidad, pues en un mundo cruel como ese, la falta de una mano entera y los dedos en la otra, te daba los días contados. Lo que nadie creía, era que el coraje y el valor, eran las mejores armas que un hombre podía enfundar, y Reinhard había forjado su experiencia en combate blandiendo ambas.

Los dos hombres se miraron:
-Teníais que haber huído, Russ. Era suficiente con que uno de los dos muriese... Tenéis arrestos, minero. Será un honor luchar a vuestro lado.

Dijo Heinrich con tal de asegurarle a Russ que no le abandonaría. Y uno de los últimos recuerdos que le quedó a Reinhard de Durak, lo llenó de honor por poder encontrarse de nuevo en esa situación, dispuesto a darlo todo por un bien mucho mayor que su supervivencia:

Durak rió fuerte al oír al manco minero confirmar su lealtad, y Jeffson miró preocupado la luz que cada vez se acercaba más, agachándose para que el atacante no le viera.

Durak Kurgson

-Tu eres un hombre de verdad, Reinhard. No te diré lo que tienes que hacer, ya no más. Será un placer dar muerte a esos bastardos corruptos junto a ti, jajajajaja.


Reinhard se encontraba ahora junto a Heinrich Messner, los dos eran supervivientes de la corrupción de la serpiente purpura, y los dos, estaban completamente dispuestos a darlo todo para acabar con la corrupción.
-El honor es mío! – Respondió el minero, haciendo cumplido a un pacto fiel que nadie había pronunciado: no se rendirían ante los sectarios- ESCRIBAMOS LA HISTORIA DE NUESTRO PUEBLO CON LA SANGRE DE ESTOS BASTARDOS!!- clamó Reinhard en el preciso momento en que la segunda pistola vomitaba muerte y destrucción.

En los subsuelos de una ciudad en guerra se encontraban dos valientes hombres, dos hombres que lo darían todo por un sueño, dos hombres que darían su vida por acabar con la corrupción que tanto daño había hecho a la provincia, dos hombres que en el peor de los casos, harían pagar sus vidas mucho más caras de lo que sus enemigos creían.

FDI: En el primer turno, saco la segunda pistola y apunto. Y en el siguiente media acción para disparar, y la segunda acción ya se verá. Gastaré un punto de suerte por si fallo el disparo. Y si acierto ( sin necesidad de gastar un punto de suerte), pero el resultado del dado de daño es de 4 para abajo, gasto un punto de suerte para repetir el daño.
Rufus está en reserva mientras el soldado baja, y cuando esté al alcance para atacarle, lanzara un ataque total
.
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Re: Reinhard Russ III: Verenna nos dará la Claridad

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21 de Destilario (Brauzeit) de 2527. Averheim.

Saford miró con tristeza a Messner tras su negativa, pues aquello suponia que tendria que arreglarselas sin fiscal. Por lo demás no estaba preocupado, pues sabia que sus guardias no tendrian problemas en acabar con dos hombres y un chucho mal alimentado.

Con lo que no contaba Oliver era con que Reinhard era más peligroso de lo que parecia usando las pistolas, y de que sus hombres estaban en desventaja mientras bajaban las escalinatas. El astuto mediador no estaba acostumbrado a situaciones como esa, y resultaba en ser demasiado confiado para con sus hombres.

El primero de los carroburgueses fue bajando a prisa las escaleras con una mano en los barrotes y otra en el escudo, intentando parar los ataque del fiscal, que a pesar de no ser un experto en aceros podia ser tan peligroso como el que más mientras el soldado estuviera desprotegido bajando hacia ellos.

Rufus saltó como una fiera, rápido y letal, contra el soldado. Sus afilados colmillos fueron a clavarse en el escudo del extranjero de uniforme rojinegro, que lanzó al animal a un lado. Fue en ese momento en el que Heinrich encontró un punto abierto en el brazo con el que portaba el soldado el escudo, lanzando un rápido ataque hacia este. La sangre brotó del brazo del soldado, que se lanzó aprisa hacia el suelo, con el antebrazo chorreando entre el tajo y la bala que lo habia atravesado. Sus ojos denotaron furia, y se preparó para descargar su arma con precisión sobre el fiscal. Lo que no esperó fue el disparo de Reinhard, que se apuntó directamente a su cabeza.

La bala salió despedida con extrema velocidad, pero con falta de precisión, clavandose en la pared del subterraneo. Ni todo el tiempo que Reinhard se habia tomado apuntado sirvieron para que la pistola, inexperta en sus manos, diera alcance al brutal enemigo que malherido buscaba tomar venganza por sus cortes. Pero lo que no esperó fue el ataque conjuto del perro de presa y el fiscal, que aprovechando la indecisión del soldado, asustado por el reciente disparo, tuvieron oportunidad de golpearle. La espada del fiscal surco el aire certera, pero el escudo del maldito extranjero desvió el golpe. Fue entonces cuando Rufus se avalanzó sobre el soldado, que sin poder esquivar su ataque, recibió un mordisco en el brazo herido, desgarrandose el cuero con el que se protegia. Enfadado, descargó sobre el perro un fuerte golpe, dañando sus costillas y alejandolo de él.

Mientras tanto, el soldado barbudo colocó su cimitarra en la funda y comenzó a bajar las escaleras. Si el fiscal y el ingeniero no daban buena cuenta del soldado del escudo, pronto se verian en problemas.

Saford sonreia tranquilo.


FDI: Muy mala suerte para Reinhard, que ni repitiendo la tirada acierta. La primera, con un 39, falla, y la segunda con 65 tambien. Mejor fortuna para el fiscal, que acierta el primer tajo y causa 5 heridas al soldado, pero que es parado en su segundo ataque una vez el enemigo estaba a su altura, siendo la parada de 35. Rufus no consigue traspasar la defensa del soldado mientras baja las escaleras, pero mas adelante si, clavandole los colmillos en el mismo brazo que recibió los otros dos golpes, y causandole otras 5 heridas, provocando un critico de 4 en el brazo. A cambio, el soldado le golpea con dureza, y le ocasiona la perdida de 6 heridas.

El soldado del escudo está en las últimas, pero vosotros habeis perdido un punto de suerte cada uno, y el de la cimitarra se aproxima. Pensad bien a quien atacais.
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Eldril
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Re: Reinhard Russ III: Verenna nos dará la Claridad

Mensaje por Eldril »

Reinhard Russ

El combate no sucedía tal y como Reinhard intentó prever. El primer soldado carroburgués ya tenía los pies en el suelo, y aun que muy malherido, aun continuaba en pie, dispuesto a luchar. Por otra parte, se acercaba el siguiente enemigo de los cazadores de sectarios, así que esta vez, tendrían que decidir muy detenidamente a quien atacar, pues tal vez de este turno dependía su subsistencia.

Mierda… he fallado el disparo joder!! Si tan solo le hubiese herido, seguro que sus sesos estarían esparcidos!

Reinhard se arrepintió de haber tentado tanto la suerte, pues él aun no estaba preparado para confiarle la vida a su habilidad con las pistolas.

Ese maldito desgraciado ha herido a Rufus… no puedo dejar que acabe con él!

-Heinrich, hemos de deshacernos de este soldado inmediatamente!!- intentó ordenar Reinhard ante la que podría ser una cruenta situación si el combate no seguía este camino.

Reinhard analizaba todo lo fríamente que pudo el combate. No podían permitirse el perder un fiel compañero como Rufus, pues en anteriores situaciones, de muchos líos le había salvado, y hoy no tenia porque ser menos.
Así que reservándose aun dos disparos de pistola, Reinhard se equipó con la espada dentada del guarda espaldas de Getter, y se avalanzó con tal de acabar lo antes posible con la vida del primer soldado.

FDI: utilizo la media acción que me queda de este turno para equiparme la espada dentada. Y invierto mi turno en un ataque total hacia el soldado Carroburgués.
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Weiss
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Re: Reinhard Russ III: Verenna nos dará la Claridad

Mensaje por Weiss »

Heinrich Messner

En el combate, el tiempo fluía de forma diferente. Lo que en cualquier otra circunstancia hubiese durado minutos, allí se resolvía en fracciones de segundo. Y viceversa. Lapsos de tiempo infinitamente cortos se prolongaban, como resistiéndose a terminar, para que uno pudiese apreciarlos en todo su macabro esplendor. Además, estaba lo que los guerreros llamaban "la furia del combate", "el frenesí de la batalla". Messner siempre había creído que eran tonterías, recursos para adornar los relatos de batallas. En aquel momento se daba cuenta de lo equivocado que estaba. Aquel sentimiento de poder, de desdén por la vida, de ansias de matar, de invencibilidad... existía. Y el fiscal lo estaba viviendo.

No era la primera vez que Messner peleaba. Había tenido sus duelos y peleas en la universidad. Había luchado contra condenados vengativos que alguna vez le habían asaltado por la calle. Había luchado en los campos de Shorgof. La noche anterior, había atacado a Migolver Bacher. Sin embargo, todo aquello había sido diferente a lo que estaba viviendo entonces.

En Sorghof había peleado a caballo, donde el combate se limitada a cabalgar contra el enemigo, extender la espada hacia él e intentar esquivar la suya. Luchar a pie era algo completamente diferente, y más con el escenario que el destino había dispuesto para él y para Reinhard. Peleaban en las alcantarillas, oscuras, resbaladizas. Luchaban en inferioridad numérica. Y por si fuese poco, luchaban por sus vidas.

En cuanto el soldado carruburgués empezó a bajar las escaleras, Messner buscó una forma de alcanzarle. El condenado hereje era hábil con el escudo, y se las arreglaba para interponerlo entre su cuerpo y el arma del fiscal. No le quedaba mucho para llegar al suelo cuando el fiscal recibió una inesperada ayuda; el perro de Russ. La bestia saltó contra el carroburgués, que aunque pudo colocar el escudo a tiempo para evitar la dentellada del perro, no pudo evitar la estocada de Messner. Aprovechando la rutura de su guardia, el fiscal clavó su acero en el brazo del hombre. Éste, no tuvo más remedio que soltarse, cayendo al suelo. Sin embargo, no estaba para nada acabado. A una velocidad inusitada se recuperó del golpe, y alzó su arma para atacar al fiscal. Sólo la bala de Russ fue capaz de distraer al soldado de su tarea. Aunque el proyectil falló, les dio el tiempo suficiente a Messner y al perro para volver a atacar. El ataque de Heinrich fue detenido con el escudo, pero no el del perro, que hundió sus caninos en el brazo del herido matarife. Furioso, descargó un golpe contra el can, arrojándolo varios metros.

El segundo guardia se preparaba para bajar cuando Russ habló. Como adelantándose a las intenciones de Messner, puso de manifiesto la necesidad de acabar con el guardia del escudo, pues si eran atacados por él y por el que estaba a punto de bajar, sus posibilidades de sobrevivir descenderían drásticamente. El fiscal volvió a adoptar la posición de combate, como le habían enseñado. Era importante no descuidar la postura, pues los golpes podían venir de cualquier ángulo, en cualquier momento. Piernas superadas, para ganar estabilidad, con la izquierda adelantada y apoyando el peso en la derecha. Brazo iquierdo a la altura del pecho, para poder parar golpes dirigidos a la cara y al torso. Brazo derecho junto al cuerpo a la altura de la cintura. Era hora de seguir peleando. Con toda la fuerza que fue capaz de reunir, trató de mandar al guardia herido a las estancias de Morr.


FDI: Hay que quitarlo de en medio, ergo ataco al guardia herido. Apunto y ataco. En el supuesto de que Eldril ganase la iniciativa y acabase con el guardia antes de que yo tenga ocasión de atacar, ataque total contra el segundo soldado mientras baja. Después, seguiría con apuntar y atacar.
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Re: Reinhard Russ III: Verenna nos dará la Claridad

Mensaje por Saratai »

21 de Destilario (Brauzeit) de 2527. Averheim.

Los pies se movian rápidos entre las oscuras y fétidas aguas, en el estrecho pasillo del alcantarillado. El grueso de la pelea habia comenzado, y ahora los enemigos de fiscal e ingeniero tenian su momento de responder a los golpes recibidos. El barbudo soldado bajó a toda prisa por la escalera, mientras que el que aguantaba herido los golpes de sus enemigos se defendia con el escudo para dar tiempo a su compañero a bajar.

Podian ser herejes, pero ante todo los de Carroburgo eran profesionales. Pronto quedó patente que su táctica era que el más grande y fuerte bajara el primero con el escudo, no para atacar, sino para dar tiempo al resto de compañeros de unirse a la refriega y lanzar los ataque únicamente cuando estuvieran todos abajo. El barbudo armado con cimitarra resultó ser más veloz de lo que Messner y Russ pudieron preveer, y bajó la escalinata a toda velocidad mientras que el soldado de pelo canoso, quien parecia el lider, se preparaba para bajar asi mismo. Saford, viendo que su posición no parecia segura, volvió al interior de la casa, perdiendose de vista. Estaba claro que no se iba a arriesgar ayudando a sus hombres, uno hombre de su ralea no se arriesgaba jamás en ninguna tarea que entronara algún riesgo.

El soldado sin oreja, ya herido y dañada su armadura en el brazo, se contentó con agacharse y esforzarse en parar todos los golpes posibles, sin atacar a nadie. Al parecer, esa seria la tarea del otro soldado, más ágil y más predispuesto a la vanguardia, sin portar yelmo o escudo siquiera. Fue Ruffus el primero en saltar de nuevo sobre el herido soldado, abriendo como siempre el camino a Russ y a Messner, pues el soldado se vió obligado a parar con el escudo las dentelladas de la bestia de no querer ser atravesado por su mandibula hasta la muerte. Russ deberia tener en cuenta que de no ser por Ruffus, su leal perro de presa, su destino habria acabado de forma bien distinta.

Reinhard se propició más rápido que el fiscal, deshechando la pistola y desenvainando la espada dentada del guardaespaldas de Getter. Aquella arma era un filo cruel y dentado, que seria de más utilidad en combate cerrado que la pistola, al no tener práctica del ingeniero para disparar con ella. Además, si sus armas se encasquillaran, la pelea terminaria tragicamente para el bando de los vereneanos, algo que Russ no podia permitir. Sin preocuparse por su propia seguridad, y confiando que su pesada armadura pararia cualquier golpe recibido, Russ se lanzó despreocupado hacia el soldado que se protegia en la esquina de la alcantarilla con su enorme escudo. A pesar de lo dificil que fue encajar un golpe contra él, gracias a la despreocupación por la propia defensa de Russ, el ingeniero encontró un punto débil en una de las piernas poco flexionadas del soldado, clavando con furia su sable en ella. El arma serró tendones, piel y cuero, comprendiendo Russ el porque de la hoja dentada. Al sacarla del cuerpo del enemigo, los afilados dientes de acero comenzaron a cercenar el propio hueso de la tibia, que se partió como una rama rota al soportar todo el peso del guardia. La espada se quedó enganchada en un cartilago de la pierna, y el ingeniero tuvo que colocar su pierna en el pecho del soldado y tirar del hierro con fuerza hacia atrás para reventar el tendón enganchado en la sierra, mientras la sangre salia esputada por la boca del soldado, cuyos ojos tornaron blancos de dolor. Russ casi sale despedido hacia atrás cuando por fin se desembarazó del musculo enganchado en su espada, y el carroburgués cayó sentado de culo al agua negra, desperdigada la pierna, rodilla y trozos de carne al partirse esta por el peso. Todo el túnel quedó enrojecido por la sangre de la femoral, que bañó a los contendientes en cálido y rojizo fluido.

Heinrich, horrorizado por el espectáculo pero aliviado de haber acabado con uno de los enemigos, precipitó su espada para clavarla en el barbudo soldado que bajaba. Con suma facilidad, la postura del fiscal permitió introducir el hierro en uno de los gluteos del indefenso soldado, atravesando sus ligera protección. Éste cayó al suelo apretando los dientes, pero quedó patente que la herida que el fiscal le habia producido habia sido ligera. Messner deberia atacar con más fuerza si queria matar a su rival. Sin embargo, el soldado no adoptó una postura defensiva como hizo su compañero, y desenvainando el alfanje con ambas manos, lanzó sendos tajos al fiscal que le habia producido la denigrante herida en el trasero. El acero se balanceó veloz en sus habiles manos, girando como el látigo de un domador. Gracias a los dioses, un primer tajó lanzó destellos en la piedra del túnel, y el segundo pudo ser desviado, por muy poco, por la daga del Messner. Quedó patente que aquel tipo era mucho más rápido que el anterior soldado, y que supondria un peligro mortal dejarle atacar a placer a los cráneos de los vereneanos.

Soldado Carroburgués Tommen

-Hijos de puta, lo de Gubler no va a quedar asi... Vahis, encargate del fiscal, yo voy a por el de las pistolas.


Con la agilidad de un gato montés, el soldado de pelo canoso saltó sobre la sangre de su compañero, y se encaró con Reinhard, mientras Vahis retrocedia esperando la contra del fiscal. De fondo, los chorros de sangre de Gubler daban melodia a la escena mientras seguian saliendo a presión, desangrando el cuerpo muerto del carroburgués. Ahora habian perdido la superioridad numérica, pero al menos seguian ilesos.

Solo restaba comprobar que dioses eran más poderosos, si los de los averlandeses o los de aquellos corruptos herejes. Los vencedores vivirian, los perdedores se sumirian en una condena eterna.


FDI: Este turno las cosas han ido mejor. El soldado del escudo que se ha quedado pajarico adoptó posición defensiva, y paró el ataque del perro con facilidad. En cambio Russ sacó un 21 y atravesó sus defensas con el ataque total, haciendole 12 puntos de daños, y un critico de 10 en la pierna, matandolo y llenandose de restos de piel, ropa y cartilagos, que tardaran en limpiarse de su armadura hecha de restos.

Mientras, Messner consigue impactar en el barbudo carroburgués Vahis, con un 02. Desgraciadamente para él, el daño queda en 7 y solo inflinge una herida de 1 en el soldado, que a continuación descarga rapido dos ataques sobre el fiscal, uno de 78 y otro de 94. Al tiempo, el soldado de pelo canoso Tommen bajá rápido y se encara a Russ, sin tener tiempo a atacar.

Ahora os toca lo más duro, puesto que perdeis bonos por superioridad, y solo contais con el apoyo del perro herido. Y estos tipos no son fáciles de vencer. Por fortuna, ninguno habeis fallado ni una tirada, y no ha sido necesario que gasteis suerte este turno.
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Re: Reinhard Russ III: Verenna nos dará la Claridad

Mensaje por Eldril »

Reinhard Russ

Asi no… así nuestra vida correrá un gran peligro
-pensó Reinhard cuando el soldado Tommen saltó directamente hacia Russ.

Los cazadores de sectarios ya habían causado una baja en el bando contrario, y todo gracias a la insistencia de Rufus, el perro de Russ, que logró entorpecer los suficiente al hereje como para que el minero lograse acabar con su absurda existencia.

Pero ahora las cosas no estaban nada bien. Tanto Reinhard como el fiscal, estaban emparejados con dos duros combatientes cada uno. Los enemigos más encarnizados a los que Reinhard se había enfrentado nunca. Así que ahora, que habían perdido la superioridad numérica deberían medir muy cuidadosamente sus acciones si querían sobrevivir a ese enfrentamiento que en lo más oscuro de Averheim sucedía.

Heinrich sufrirá mucho… no está acostumbrado a entablar combate, y mucho menos contra unas bestias como estas…

-Heinrich, ve con mucho cuidado!! No intentes herirle… céntrate solo en la defensa y juro que en breve llegaré a ayudarte!


Reinhard debía de acarrearse el peso del combate a su espalda. Él había luchado en situaciones peores, pero con dos compañeros bastante más preparados, así que ahora, él sería el encargado de buscar la supervivencia de los dos averlandeses.

Rufus, te debemos la vida… continua así, valiente!!

Hasta ahora, el perro de Russ había sido la clave para la muerte del soldado. Y de ahora en adelante, sería él quien decantase la balanza hacia uno u otro lado.

-Rufus ataca!


Reinhard decidió jugarse el tipo, confiaba plenamente en su armadura. Y la única solución que veía para salir lo mejor posible del combate era acabar en cuanto antes con su hombre, para así poder ayudar a Heinrich.

Sigmar… guía nuestras armas hacia el corazón de estos herejes!

FDI: Rufus realiza un ataq. Total contra Tommen, y yo también.
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Mensaje por Weiss »

Heinrich Messner

Tras los rocambolescos acontecimientos de hacía más de cinco años, Messner había conseguido un libro de anatomía. Sí, era cierto que el libro no le terminó sirviendo para nada, pero el fiscal lo había conservado aún así. De vez en cuando le echaba un vistazo, contemplando las magníficas ilustraciones. Músculos, huesos, tendones, cartílagos, vísceras, fascias, venas y arterias... Todos estos elementos aparecían pulcramente dibujados en las vetustas páginas del codex. En el combate en aquellas infernales alcantarillas Messner fue testigo de cómo la anatomía de los libros difería bastante de la real. Lo que surgió de la rodilla del desdichado carroburgués no fueron músculos perfectamente definidos, ni ligamentos claramente diferenciados; fue un amasijo de carne y sangre informe, que repartía el contenido de los vasos por todas partes. El chorro alcanzó de lleno al fiscal, que se disponía a descargar su arma contra el ahora cadáver soldado.

Primero había atacado el perro, sumamente insistente, pero había sido Russ, portando una terrorífica espada, el que había acabado con la vida del hereje, prácticamente serrándole la pierna a la altura de la rodilla. El soldado gritó y se retorció, presa de un dolor inimaginable, antes de caer al suelo y morir en pocos segundos. Sin embargo, aquel macabro espectáculo resultó para Messner más agradable que cualquier estreno de teatro. Un enemigo menos.

Al haber muerto ya el guardia, Messner cambió el objetivo de su ataque. Otro carroburgués bajaba por las escaleras en aquellos momentos. No fue muy difícil para el fiscal hundir su acero en la carne de su enemigo, herida que sin embargo no fue muy profunda, pero sí bastó para que el soldado bajase el tramo de escalera que le quedaba de un salto, aullando. Furioso por la tonta herida recibida, descargó su sable sobre el fiscal. El primer tajo terminó en la pared, al conseguir el fiscal evitarlo en el último momento. El segundo tajo fue detenido por la daga de Heinrich. No estaba tan oxidado como pensaba...

Una voz bramó desde lo alto, proveniente del tercer soldado. De un salto, bajó las escaleras, y se encaró a Reinhard. A Messner le tocaría pelear contra el del alfanje. Russ gritó, advirtiéndole al fiscal que se centrarse en defenderse. Messner no tenía la intención de hacer lo contrario... Prefería tener como prioridad mantener todas las extremidades en su sitio, antes que acabar con su rival a toda costa. Alzó la daga, presto a parar cualquier cosa que el hereje le lanzase.

Acabemos con esto...


FDI: Apuntar y atacar.
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21 de Destilario (Brauzeit) de 2527. Averheim.

Los aceros continuaron chocando hasta la última dentellada, hasta la última chispa, hasta el último aliento. Vahis, el soldado barbudo, increpó a su enemigo mientras lanzaba su enorme acero contra él. El primer embite acabo clavandose hasta el fondo en la pared de barro y piedra que conformaba el túnel del alcantirallado mientras el segundo, tras despegar el arma de la pared, recorria un enorme círculo de muerte en dirección al cráneo del fiscal, sin llegar a golpear a éste. Las palabras de Vahis sonaron con fuerte acento norteño, ridiculamente parecido al reikspiel.

Soldado Carroburgués Vahis

-Tu tener suerrte. Tu no haber recibir ni un golpe del gran Vahis aun. Un solo golpe, y yo comiere entrañas tuyas para obtener tu suerrte.


Pronto quedó patente que aquel Vahis habia nacido entre los norses. Messner ya habia oido que entre los carroburgueses habian contratados mercenarios norses, pero era la primera vez que oia hablar a uno. Desde luego, no parecian grandes conversadores. Pero el fiscal no habia ido tan lejos para entablar conversación con una de aquellas bestias salvajes. Presto, lanzó una rápida estocada al torso del barbudo guerrero, que falló por varios centimetros, sin siquiera rozar sus ropas. Aquella pelea iba a durar más de lo que habian esperado ninguno de los dos contendientes, e ignorantes al combate que se desarrollaba justo a su lado siguieron intercambiando golpes, uno tras otro. Vahis volvió a ser más rápido, pero sus esfuerzos eran inutiles. En aquel tunel de bajo techo, su enorme hierro era completamente inútil, y su espada apenas podia describir arcos largos y potentes. Todos sus golpes acababan en una pared o en el techo del pasillo subterraneo. Tras otros dos fuertes golpes que dieron en las paredes, y desesperado el norse, Messner pudo por fin dar un golpe certero mientras Vahis intentaba sacar su filo de una hendidura. La espada del fiscal se clavó en la cintura del guerrero, y en esta ocasión el golpe fue suficientemente profundo como para despertar algo de dolor en el soldado, que escupió a Heinrich. Messner sacó su espada, de sangre cubierta la punta, y se preparó para continuar la que tal vez seria su última pelea.

Mientras tanto, Tommen comenzó una danza de rápidos movimientos de pies contra el acorazado Reinhard. Tommen vestia ligero, sin mallas ni placas, y sus golpes eran letales y veloces. Su primer golpe fue directo hacia la pierna derecha de Russ, justo a la rodilla. Al haberse lanzado sin pensarlo, el ingeniero habia descuidado su defensa y su pesado escudo no habia servido de nada. Sin embargo, la pesada armadura consiguió frenar el hierro curvo del carroburgués, sin llegar a penetrar la carne. Antes de que Russ contraatacara, Ruffus saltó como una centella, pero el ágil combatiente se apartó en el último segundo, dejando que el perro de presa cayera sobre la pared, momento que el ingeniero pudo aprovechar para golpear al soldado de Saford, sin éxito alguno. Tommen, dandose cuenta de los derroteros que le acarrearia luchar contra dos enemigos al mismo tiempo, optó por usar un truco que revolvió las tripas al minero. Con un rápido movimiento, hizo un profundo corte en su propio brazo izquierdo, llenando sus botas de sangre espesa. Del brazo del soldado, la piel se movió inquieta, hasta salir de ella cientos de pequeños insectos voladores, entre cucarachas, moscas y mosquitos. Tommen aulló de dolor, pero Russ quedó estupefacto por aquel horror de la naturaleza, al tiempo que los viles insectos que habian crecido en el sistema sanguineo del mutante carroburgués inundaron sus fosas nasales y los ojos de Ruffus. El mutante se dirigió a Russ, entre jadeos por el esfuerzo recibido.

Soldado Carroburgués Tommen

-No queria llegar a este extremo, pero no me has dejado más salida que ésta, muchacho.


Acto seguido, Tommen lanzó un rápido ataque hacia Ruffus, que aun se recomponia de la carga fallida. El afiladisimo acerco cercenó el cuello del animal con inusitada eficacia, haciendo volar el cráneo del perro varios metros más alla, llenando el yelmo de su amo con la sangre de su leal can. La cabeza del perro rebotó tres veces antes de caer definitivamente en un charco de mierda que habia quedado estancado entre las aguas negras de la alcantarilla, mientras su pesado corpachón caia entre el barro del suelo como una piedra inerte. El mutante miró a Russ, sonriendo. Tal vez se habia automutilado, pero ahora si que se encontraba en uno contra uno, y su adversario, apesar de estar mucho más acorazado que él, era más lento y tenia el rostro cubierto de malsanos insectos que le dificultaban actuar.

-Ahora si que estás perdido, chaval.


Pero Russ estaba lejos de ser derrotado. Como segundos antes, lanzó un poderoso ataque contra su enemigo, atacando con todas sus fuerzas al ya herido Tommen. Fue la suerte la que quiso que su golpe impactara de lleno en el muslo derecho del soltado mutante, que gritó de dolor cuando la afilada espada serrada rajó parte de su piel, provocandole una profunda hemorragia. Ruffus habia muerto y Russ estaba siendo estorbado por los putrefactos vastagos alados del carroburgués, pero Tommen sangraba por brazo y pierna, mientras que Russ continuaba intacto. El combate no habia terminado aun.



FDI: Una sesión interesante de golpes. Vahis y Messner fallan todos sus ataques el primer turno, con 79, 86 y 54. Messner gasta suerte y falla igualmente. En el segundo turno, más de lo mismo con 68 y 82, pero Messner acierta con un 13 y Vahis falla la esquiva, recibiendo dos puntos de daño que sumados al anterior le dejan a 12 del colapso.

Mientras, Tommen acierta su primer golpe a Russ con un 02, pero no llega a hacer daño. Russ falla, igual tras repetir la tirada, con un 59 y un 77. Ruffus hace blanco con un 20, pero Tommen esquiva. El segundo turno, Tommen de a conocer su mutación, inflingiendose el mismo 5 heridas y lanzando a un enjambre de moscas, que reducen en -10 la HA y HP de Russ. Después, con media acción, cercena la cabeza de Ruffus con un critico, tras acertar con 31 y hacer furia de ulric con 19 de daño, separando cabeza y cuerpo del animal. Russ acierta llevado por la rabia con un 03, que Tommen no consigue esquivar, y recibe 6 heridas adicionales, quedando a 4 del final.

Tanto Messner como Russ pierden otro punto de Suerte, pero aun conservan sus heridas intactas y un punto de Suerte cada uno. Momento dificil para ambos...
Cerrado

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