Prisión de Almas: Acto II (Nudo)

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Saratai
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Re: Acto II: Prisión de Almas

Mensaje por Saratai »

El Consejero Leitdorf se impacientó al ver la tardanza de Reiner, por lo que volvió a entrar dentro. Al verle bebiendo con Otto, decidió dejarle un mensaje a uno de los obreros, para que se lo diera cuando hubiera terminado.

Después volvió junto a Balbian y Spenholf, para relatarles los planes a tratar durante el día.

Consejero Leitdorf

-Muchachos, veo que os habeis portado bien en mi ausencia-
explicó mientras le entregaba una pequeña daga a Spenholf, en muestra de confianza -asi que os comentaré lo que debemos hacer. Debemos, antes de visitar ninguna casa neutral, hacerle una visita a los aliados del Gobierno con menor fidelidad. Tal vez podamos llegar a alguna situación interesante. Primero visitaremos la casa Von Sachs y después la Ulbritch. Descansaremos después de eso, y ya si nos da tiempo visitaremos las casas neutrales, a las que debemos visitar en último lugar.

Al consejero poco le importaba que sus hombres tuvieran hambre o sueño, el trabajo era lo primero para el fiel seguidor de Markus Leitdorf. No sin preocupación abandonó a Reiner Volk en aquella taberna, y se encaminó con sus improvisados guardaespaldas hacia el Barrio Viejo. Aquellos muchachos eran idoneos para acompañarle: Nadie les habia visto en la capital desde hacia muchos años, y no se sospecharia de quien no llevaba blasón alguno. Además, el consejero iba a visitar a las casas aliadas de los Alptraum, pero no se arriesgaria a ser capturado, pues no lo haria en persona. Para eso tenia a los muchachos Balbian y Spenholf.

Mientras tanto, Otto conversaba con Reiner acerca de los mercados, del precio de las furcias y del sabor de la carne. El experto militar intentó meter en la conversación oros ocultos en tabernas, pero solo obtenia risas de Otto a cambio. Lo que si encontró fue una buena respuesta cuando preguntó acerca de Beatrix.

Otto Betrafer

El viejo tabernero se rasco la panza, y cuidó de que nadie le oyera antes de dar su veredicto acerca de Beatrix.

-Es una zorra, erhm, con perdón, mi señor. Más peligrosa que una serpiente y más astuta que una, erhm, ardilla. Es la ''amiga'' de Baheve, y ha sabido posicionarse en un mundo de hombres por sus, erhm, dotes sociales y su, erhm, belleza.

La coletilla de Otto empezaba a ser irritante, no asi su mensaje. Mientras hacia una pausa, un obrero se acerco a Reiner para comentarle lo que el Consejero Leitdorf le habia comentado minutos antes. Le dijo que el Consejero iria a hacer su trabajo, y que ya se reunirian la noche siguiente en la taberna junto al resto.

-Es una hija de burgueses,- continuó Otto -la familia Wagner, que consiguieron que su hija estudiaria leyes. Según yo creo, erhm, nos utiliza para llegar a un cargo de, erhm, importancia cuando Bahever se haga con el gobierno... Bueno, cuando Markus Leitdorf se haga con el gobierno, erhm, quiero decir. Sea como sea, nos ayuda con sus, erhm, contactos, asi que nadie puede decir nada en contra de esa bruja. Y por si fuera poco, todos los hombres quieren, erhm, admirar su belleza, asi que no tiene enemigo alguno entre los asistentes a mi posada.

Otto y Reiner comieron hasta hincharse, para despues ir a dormir un poco. Cuando terminaron su sueño, ya era de día, y las llamas del Sol iluminaban todo el barrio. Al despertarse, Reiner encontró una cara familiar.

-Imaginaba que estarias aqui, tuerto.

La enorme masa corporal de aquel hombre pilló de sorpresa a Volk, el cual no esperaba encontrarse a tamaña bestia en la posada.

Jahel Pechocabra

Aquel obrero habia combatido contra las fuerzas Alptraum y los arcabuceros de Carroburgo en el enfrentamiento de los Campos Leitdorf. Él solo habia matado a cinco hombres de Jaran, una proeza nada desdeñable para alguien sin experiencia militar. Su fortachón fisico le habia permitido aguantar duras heridas, y no fue necesario que fuera con Reiner Volk ni con el Consejero Leitdorf hacia Averheim. Sin embargo, alli estaba.

-Mira, Markus Leitdorf me sugirió anoche que viniera a la ciudad a buscaros a ti y al consejero para poneros al dia. Me dijo que os hicierais cargo de la situación hasta su llegada, y que supierais que hemos tenido un problema, y tanto Jaran como el comandante de las fuerzas de Carroburgo y tres de sus hombres se escaparon ayer por la tarde. Nos vimos obligados a pasar a cuchillo al resto de prisioneros para que no cundiera el pánico- lo que el obrero queria decir en realidad era que los campesinos se habian enfadado por su error y habian apedreado vivos a los soldados que no consiguieron huir del cautiverio de Markus-, y seguimos manteniendo cautiva a Anna Alptraum. Los pueblerinos se han hecho con los caminos, y han quemado a algún recaudador de impuestos, asi que no te preocupes que la noticia de nuestra victoria tardará en llegar a la capital y al gobierno al menos un dia más...

El tono de aquel obrero era muy irrespetuoso con el cargo de Reiner, le tuteaba y le miraba a los ojos sin parpadear ni quitar la mirada, y por si fuera poco se encontraba muy cerca del tuerto militar, a una distancia imprudente.

-...Aunque imagino que se oleran que les hemos partido los huevos a su gente, por eso de que no vuelven a casa y tal... Bueno, también decirte que me dijo Boris Nowak que siguiera al Consejero por si tenia problemas, pero como no le veo te sigo a ti, ¿vale?

La pregunta de Jahel era más retorica que interrogativa, pues no espero un si para situarse junto a Otto y Reiner, justo cuando Otto iba a hablar acerca del tema de buscar al Oso Negro al cuartel. Otto conocia a Jahel, y ya sabia que era buen amigo de Friedech y de los anarquistas, por lo que comenzó a encaminarse fuera de la taberna, en dirección al cuartel principal de la Orden del Oso Negro.

El Consejero Leitdorf, junto a Balbian y Spenholf, se separaba ahora de Reiner Volk y de sus acompañantes, Otto y Jahel. Aquella misma noche deberian volver a encontrarse en la Ytingä Inn, junto al resto de lideres revolucionarios (Beatrix, Bahever, Rodrik y Friedech), por lo que aun tenian un dia por delante para cumplir sus objetivos.



FDI: Spenholf, durante unos dias postearás en un nuevo hilo, ''Recadero de Cobardes''. Haz un último post aqui, y ya paso a contestar en el nuevo hilo. Reiner, tu sigues posteando como hasta ahora en este hilo. Buena suerte a todos!
kurgan
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Re: Acto II: Prisión de Almas

Mensaje por kurgan »

Reiner Volk

A las claras le quedó a Reiner que el posadero sabía sobre el oro. Y él que pensaba que era el único que sabía acerca del secreto... Había varias posibilidades. El tal Otto lo había descubierto, haciendo reformas, y se lo había guardado para él. No, se corrigió, pues los líderes de la rebelión también habían evadido el tema. Y el posadero no parecía hombre al que sólo moviese el dinero. Si lo fuera, a buen seguro no estaría prestando su negocio para reuniones secretas, y desatendiéndolo para guiar a un conspirador. Pero, al mismo tiempo, poco probable era que Reiner fuese a conseguir más información, a menos que le pusiese un puñal en la barriga. Así que desvió el tema acerca de algo más agradable incluso que el oro, y de cabellos, por cierto, muy parecidos al preciado metal.

El lansquenete escuchó atentamente las palabras acerca de Beatrix, a la que no olvidaba. Su belleza se había ganado una parte del corazón del mercenario. Bueno, o quizás el interés de una parte situada algo más abajo.

-Es una zorra, erhm, con perdón, mi señor.

Reiner sonrió. Ninguna mujer que no lo fuera había merecido su atención desde que era un joven inocente, antes de partir a Middenheim. Trazó un dibujo en la madera de la mesa, mojando el índice en cerveza derramada, e incitó a su anfitrión a continuar.

-Más peligrosa que una serpiente y más astuta que una, erhm, ardilla. Es la ''amiga'' de Baheve, y ha sabido posicionarse en un mundo de hombres por sus, erhm, dotes sociales y su, erhm, belleza.


Uno de los obreros se aproximó a la mesa, cuchicheó al oído del mercenario, y este lo apartó con un gesto de la mano, como quien espanta una mosca.

-Estoy seguro de que sabrá entenderse muy bien con quien deba, gracias.


Aún seguía molesto porque el consejero le hubiera golpeado por debajo de la mesa. Todos los reunidos habían aceptado sus palabras y estado de acuerdo con él. Para ser un soldado iletrado, Reiner no se había portado nada mal, se dijo. ¿Tendría celos aquel monigote de que él hubiera llevado la voz cantante?

-Es una hija de burgueses,- continuó Otto -la familia Wagner, que consiguieron que su hija estudiaria leyes.

Si yo hubiese tenido dinero y una hija, se dijo Reiner, nunca la gastaría el uno y estropearía la otra mandándola a aprender tonterías. Mejor que cuide su aspecto y se mantenga con el virgo intacto, a fin de poder conseguir un buen enlace y no decepcionar al novio. Y si tuviese una hija y no dinero, la pondría a trabajar. El posadero continuó.

-Según yo creo, erhm, nos utiliza para llegar a un cargo de, erhm, importancia cuando Bahever se haga con el gobierno... Bueno, cuando Markus Leitdorf se haga con el gobierno, erhm, quiero decir. Sea como sea, nos ayuda con sus, erhm, contactos, asi que nadie puede decir nada en contra de esa bruja. Y por si fuera poco, todos los hombres quieren, erhm, admirar su belleza, asi que no tiene enemigo alguno entre los asistentes a mi posada.

Reiner enarcó una ceja. La ambición de la moza le gustaba de algún modo, y que fuese una arpía manipuladora iba en la naturaleza de las mujeres. La de Reiner era emplear las armas que le había dado la naturaleza: dos manos y dos ojos (cuando los tenía ambos), una espada para matar era su instrumento. La de las mujeres lo que tenían entre las piernas, y sus armas eran el encanto y la ladinidad. Pero había algo más importante, y era la alusión a un gobierno por parte de Bahever. El revolucionario planeaba traicionar a Leitdorf, vale, normal. Leitdorf planeaba traicionar a Bahever seguro seguro, y Volk no se hacía ilusiones; él actuaría de la misma forma si estuviera en su lugar. Los revolucionarios eran un peligro para el orden establecido, y entre ellos había fanáticos que no se podían comprar ofreciéndoles cargos y honores y riquezas. Tales gentes sólo sirven para usar como carne de cañón, pero hay que asegurarse de que mueran o se volverán contra el que los empleó. Pero a Reiner le preocupaba que el tal Bahever se volviese contra él. Desechó la posibilidad por poco probable, puesto que mientras la ciudad no cayese en sus manos y los Alptraum no fuesen derrotados, se necesitaban entre sí.

Reiner discurrió todo esto mientras se pegaba un atracón. Tambaleándose, se dirigió hacia su habitación.

Reiner volvió a Middenheim. Los parapetos eran un infierno. Bárbaros y bestias y cosas indescriptibles llegaban, y él los mataba, y ellos seguían llegando, y los hombres que lo flanqueaban caían uno a uno, y nada era heroico, sólo miedo y violencia y... Al final, lo temido llegó: un golpe lo dejó fuera de combate. El dolor, el dolor de nuevo, llevarse la mano a la cuenca y sentirla vacia, no poder ver... Todas las heridas que alguna vez sufrieran y todas las batallas se reunieron en una. Las revivió todas. Peleó en bosques en llamas, peleó en las Montañas Negras en medio de las descargas de artillería, peleó otra vez en los campos de Leitdorf, que por primera vez se aparecía en sus sueños, y sus camaradas caídos le reprocharon que los hubiese dejado morir, y los enemigos por él abatidos volvieron para atormentarle. La sacerdotisa a una aldea cerca de allí, de la que nunca supo el nombre, la que le pasó las manos por la cara dándole paz a su espíritu, llego al final, cuando Reiner era una ruina agotada que había clavado su zweihander en la tierra empapada de sangre y fantasmas y vivos estaban muertos. Alzó hacia ella su cara y lloró como un niño, y como en el pasado, la sacerdotisa limpió sus lágrimas y perdonó sus pecados, y se retiró la capucha dejando al descubierto su faz. Beatrix. Esta vez, era su rostro, y esta vez, besó a Reiner en la boca, y bajo la túnica azul de sacerdotisa...

-Imaginaba que estarias aqui, tuerto.

Reiner abrió los ojos para ver la fea cara de Jahel Pechocabra.

-Joder. Mil veces seas maldito.


El guerrero lo miró con cara extrañada. Reiner empezó a vestirse. Mientras, el miliciano seguía hablando.

-Mira, Markus Leitdorf me sugirió anoche que viniera a la ciudad a buscaros a ti y al consejero para poneros al dia. Me dijo que os hicierais cargo de la situación hasta su llegada, y que supierais que hemos tenido un problema, y tanto Jaran como el comandante de las fuerzas de Carroburgo y tres de sus hombres se escaparon ayer por la tarde. Nos vimos obligados a pasar a cuchillo al resto de prisioneros para que no cundiera el pánico-
lo que el obrero queria decir en realidad era que los campesinos se habian enfadado por su error y habian apedreado vivos a los soldados que no consiguieron huir del cautiverio de Markus-, y seguimos manteniendo cautiva a Anna Alptraum. Los pueblerinos se han hecho con los caminos, y han quemado a algún recaudador de impuestos, asi que no te preocupes que la noticia de nuestra victoria tardará en llegar a la capital y al gobierno al menos un dia más...

-A menos que Jaran y el de Carroburgo se hayan dirigido hacia a aquí. Si tú viniste rápido, ellos también pueden mandar pájaros o mensajeros a caballo.

Reiner informó al hombre, con palabras secas y cortantes, acerca de lo que podría hacer con su vida. Pero Jahel seguía en sus trece, argumentando que sería poco inteligente por su parte llamar a las casas nobles, entrar por la puerta de la calle, preguntando si allí estaba el consejero.

-A lo poco, una soga al cuello conseguiré... Si algo de suerte, un par de latigazos.

Lo peor era que Otto, cuando descendieron al salón-Reiner se hartó de gachas para desayunar, amén de un buen par de huevos y unas sabrosas lonchas de tocino-, estaba de acuerdo con que aquel desharrapado los acompañase. El lansquenete no tuvo más remedio que admitir, bufando, que Pechocabra los acompañase a ver a los hermanos del Oso Negro.
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Nimref
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Re: Acto II: Prisión de Almas

Mensaje por Nimref »

Karl van Spenholf

El reo recibió alegrado la daga que le era entregada como premio.

Gracias, la usaré como se espera que lo haga... -dijo al tiempo que bajaba respetuosamente la cabeza

Escuchó atentamente el plan a seguir durante las siguientes horas que el consejero le proponía mientras guardaba la daga en el pantalón, tapada por la camisa, de modo que no se apreciara que llevaba un arma. Al parecer el tuerto había desaparecido de escena y eso bien podía significar nuevas oportunidades para el antiguo preso.

Así que este hombre necesita mi ayuda y mi importancia sube como la espuma, ¿eh? No pinta mal la cosa...

Podéis contar con mi servicio para cualquier labor que requiráis -comentó Karl- Cuando gustéis, señor...

Puso las manos en su espalda esperando que el consejero comenzara a andar para seguirle. Miró a Balbian para ver si apreciaba algún gesto de temor en su rostro debido a la dificultad que entrañaba la nueva misión, de modo que intentaría calmarlo con alguna mirada de confianza. No apreció nada.

Este tipo cuida ovejas, pero no es una niña... Sería una pena tener que batirme con él por mi libertad...

Se rascó la barba mientras el consejero iniciaba la marcha y se entretuvo durante todo el camino pensando en la idea de quien sería el encargado de convencer a las casas nobiliarias...
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Saratai
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Re: Acto II: Prisión de Almas

Mensaje por Saratai »

21 von Brauzeit, 2527. Averheim.

Habia empezado a llover un poco, pero era más que suficiente para embarrar las calles hasta el punto que las botas quedaban llenas de suciedad y mugre. Averheim estaba bien pavimentada, pero a veces se convertia en un arenal, por la tierra que el viento traia de las enormes llanuras y praderas colindantes. La noche anterior fue uno de esos generosos momentos del viento, que brindaba arena y nubes cargadas.

Reiner sentia la humedad en la cuenca vacia mientras caminaba por las calles junto a Otto y Jahel, que parecian muy populares en el barrio. Se sentia como el guardaespaldas de dos lideres mafiosillos de barrio, y tal vez lo fuera el tiemo que se encontrara dentro de Jorkstown. El grupo saludo a putas, mendigos, amas de casa y vendedores ambulantes, asi como un par de hombres que se habian quedado sin trabajo. A ellos fue Otto, quien les encomendó buscar al galeno Alder para dar soporte a sus pacientes con comida y mantas. Aquello respondia la petición anterior del militar, que hiciera en la taberna Ytinngä.

Otto Betrafer

-Tranquilo Reiner, son de confianza. Hablarán con sus esposas para que hagan llevar la ayuda, y recojan a algunos hombres. Pero solo se llevaran a las casas a los más heridos, no vaya a ser que los sanos le cojan gusto a las señoras de los obreros, jejeje.


En poco tiempo, tras salir de Jorkstown y sus concurridos puestos y recorrer las calles de la Mataperras donde pobres y escoria se amontonaban en chabolas cercanas a la Prisión de Almas, llegaron al cuartel general de la Orden del Oso Negro, un edificio macizo a las afueras de la ciudad, coronado por almenas y puertas de hierro. Desde el patio interior de la fortaleza-cuartel se oian gritos de combate y entrenamiento, un autentico templo para los amantes de las artes marciales y bélicas. Otras ordenes educaban en pensamiento e ideologia religiosa, pero estos en cambio educaban en filosofia dictatorial y conocimiento de tierras lejanas, con un gran abanico de personalidades agresivas entre sus filas. Otto llamó a la puerta, y al cabo de unos minutos se oyeron los pasos de quien abriria la puerta, un hombre pelirrojo y fornido, lleno de sudor tras una sesión de ejercicios.

Nasder Brikmal

-¿Más gente? Por favor, como esto siga asi vamos a parecer una floristeria.


Estaba claro que en aquella Orden habian recibido muchas visitas de diplomáticos para asegurarse un apoyo militar ante el inminente conflicto por venir, y que pocos habian surtido efecto. Era hora de hacerles cambiar de opinión.
kurgan
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Re: Acto II: Prisión de Almas

Mensaje por kurgan »

Reiner Volk

Pisando fuerte y mirando al suelo, Volk iba sumido en sus pensamientos. No había pensado siquiera en disimularse o disfrazarse: iba a cara descubierta, con sus ropas que proclamaban a todo el que lo viera su condición de lansquenete, el zweihander tirante en su funda en el hombro, pesando como un ancla, la pistola y la daga dando en las caderas a cada paso, disimuladas bajo el jubón cuanto se podía. El posadero no le había dicho nada acerca de su aspecto, y Reiner pensaba que llamaría más la atención cuanto menos se esforzase por evitarla. Por suerte, pocas patrullas de la guardia merodeaban a estas horas por Jorktown, pues la guardia no recibía tan buen salario como para jugarse el cuello, y pocas ganas tendrían de parar a alguien sólo por parecer un mercenario, Jahel era para darle de comer aparte y Otto parecía seguro de sí mismo. Más le preguntaban a Volk confidentes y chivatos, más difíciles de localizar que los patrulleros, pero nadie conocía su cara en Averheim que no estuviese ya en la conspiración, que supiese.

Otto pórtose bien, ciertamente, ocupándose de que a los hombres de Leitdorf les llegasen los necesarios suministros y sostén. Parece que todos le obedecen, pensó Reiner, dándose cuenta de que, en esa ciudad, era más importante el cariño de la gente menuda que una centena de espadas bien entrenadas. Leitdorf no tenía dinero ni mercenarios para competir con los Alptraum, pero sí el apoyo popular. Qué había hecho para merecerlo, el mercenario ni se lo planteaba. Para él, como para muchos, Leitdorf merecía gobernar tan sólo por la fuerza de su apellido. Su linaje había sido señalado para ocupar el puesto de Conde de la Provincia, pues Condes habían sido sus antepasados, de la misma forma que los antepasados de Volk habían sido campesinos y soldados y campesino y soldado había sido él. Ese era el orden de las cosas; si no existiese, cualquier villano podría decir que era el Conde. ¡Sería el Caos!

-Tranquilo Reiner, son de confianza. Hablarán con sus esposas para que hagan llevar la ayuda, y recojan a algunos hombres. Pero solo se llevaran a las casas a los más heridos, no vaya a ser que los sanos le cojan gusto a las señoras de los obreros, jejeje.

"O a las de los revolucionarios" pensó recordando a Beatrix. Meneó la cabeza.

-No habrá problemas. Mis hombres tendrán las braguetas cerradas y los dedos quietos, o se les corta lo que sobresalga.

Delante, el castillo, el schloss de la Orden Templaria se erguía, enquistado en el corazón de la ciudad. ¿Qué gobernante permite intramuros la construcción de una fortaleza llena de guerreros independientes? Volk no conocía la historia de los caballeros del Oso Negro ni tenía interés; pero veía que aquello sería una pieza clave en los próximos días. Cien hombres armados, atrincherados tras muros de piedra fácilmente defendibles en donde podrían refugiarse los Alptraum si la ciudad era perdida; o sueltos por las calles, tomando la guarnición y reforzando las fuerzas revolucionarias, o quietos viendo como unos y otros se acuchillaban, lo que hicieran los guerreros determinaría el futuro de la provincia. Llamaron a la puerta, bajo la sombra de las murallas.

-¿Más gente? Por favor, como esto siga asi vamos a parecer una floristeria.

Volk saludó desenfadado, llevándose una mano al gorro

-Reiner Volk, lansquenete al servicio del Gobierno de Averland. ¿Cuál? El legítimo, por supuesto. ¿Podemos pasar? Queríamos tirar un poco con la espada, pues nos han dicho que aquí se halla un mi antiguo camarada. Friedsgoth se llama. Ah, y de paso, traer un mensaje de amor y amistad para vuestro comandante Boris Novak, que está muy interesado en que lo ayudéis con cierto asunto , además de los saludos de Markus Leitdorf, que os invita a un ejercicio militar, dentro de unos días, que organizarán sus hombres y en el que creo os divertiríais. Bueno, ¿podemos pasar?
Saratai
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Re: Acto II: Prisión de Almas

Mensaje por Saratai »

El porte de Reiner era imponente: Los lansquenetes siempre se habian caracterizado por su buen vestir y su gusto en la combinación de colores, y hasta su parche hacia juego con las plumas del largo sombrero. Si, algunos los podrian llamar horteras, otros prepotentes, pero los lansquenetes sabian que tales adjetivos no eran producto sino de la envidia y el sentimiento de inferioridad.

Otto y Jahel empezaron a hablar entre ellos cuando el templario pelirrojo abrió la puerta, mientras Reiner asentia y contestaba a su vez acerca de su cometido. Antes de que el templario contestara, se oyeron los gritos de una mujer. Los presentes miraron al origen de los gritos, el cual se componia de un marido furioso golpeando a su esposa, por haberle ocultado unos peniques. Ciertamente, la zona donde se encontraba el tempo-cuartel estaba lejos del centro, y las normas civicas se difuminaban entre moscas y chabolas. El sitio perfecto para una Orden como el Oso Negro.

Nasder Brikmal

Algo habrá hecho la mujer, seguro que no volverá a mentirle al marido.

-Un placer, Herr Volk. Cabo Primero, ¿me equivoco? Si, imaginaba. La escaramuza de las miasmas verdes, yo también estuve allí, fue una pelea muy molesta.


No parece mal tipo, al menos no es otro diplómatico con gestos de niña educada. Lo llevaré ante el maestre, a ver que le parece.

-Muy bien Volk, puedes pasar dentro con tu gente. Yo no me encargo de estos temas, sino el maestre de la Orden. Con el podrás hablar mejor. Por cierto, siento que no puedas ver a Alan Friedsgoth, el muy cretino está por Agbeiten, buscando no se que mierda, supongo que volverá por aqui en unos cuantos dias. Pasa pasa, no te quedes en la puerta que va a volver a llover en un rato.


Ya estaban entrando Reiner y Jahel, cuando Otto volvió a hablar con Jahel y con el tuerto militar.

Otto Betrafer

-Erhm, creo que voy a volver a mi posada, no pinto nada aqui. Erhm Reiner, Jahel sabe donde esta la casa de Giorgo, el lider de los Arcas Rojas. Te llevará alli cuando acabes con esto. Erhm, buena suerte.


El enorme Jahel asintió: Si fuera por él tampoco estaria alli. Jahel no era amigo de la disciplina militar, ni de matar por dinero. Para él los soldados y caballeros eran asesinos con uniforme, que se basaban más en la soldada que en el ideal. Sin embargo, en esta ocasión le tocaba ayudar a uno de esos matones uniformados si queria mejorar la situación de sus seres queridos, bajo el dulce sueño de que Markus Leitdorf y sus hombres traerian la justicia y la igualdad a la provincia. Soñar era mucho menos doloroso que ser realista.

Reiner y Jahel siguieron al templario entre pasillos de piedra, hasta un patio interior de grandes y cuadradas proporciones, donde varios hombres cabalgaban poderosos destreros cargados hasta arriba de sacos. En una de las esquinas del patio, diez hombres hacian flexiones con mochilas llenas de piedras.

Atento a todos los entrenamientos, el Maestre de la Orden se hallaba en el centro del patio. Al ver a Nasder acercarse a él, examinó con detenimiento tanto a Reiner como a Jahel. El templario pelirrojo le explicó que Reiner venia de parte de Markus Leitdorf, y todo lo que el tuerto le habia explicado en la puerta. El maestre mandó a Nasder lejos, y comenzó a hablar alli mismo con Reiner.

Manuel Vod

-Disculpenme que no me dirija a ustedes en un despacho, he de supervisar los ejercicios de mis niños. Soy Manuel, y dirijo esta Orden-
El Maestre era respetuoso, pero no estrechó las manos de nadie, ni hizo nigun gesto que pudiera tomarse como amistoso, mantiendo siempre las distancias. Asi mismo, no mostró interés en saber los nombres de los emisarios del Conde Elector. De vez en cuando paraba su charla para dar alguna indicación a los jinetes y a los que entrenaban en el suelo, para volver después al centro del patio y seguir charlando con sus interlocutores.

-Mi muchacho me ha comentado que venis de parte de Markus Leitdorf, y que este nos invita a unos ejercicios de militares. Bien, no negaré que apoyamos a la casa Leitdorf, y que el Gobierno Regente me ha decepcionado mucho, contratando mercenarios en lugar de dirigirse a mi en su momento. He recibido las visitas de muchas casas nobiliarias que quieren que preste los serivicios de la Orden como guardaespaldas personales, a cambio de sumas interesantes, pero he dicho que no. Sin embargo, la Orden tiene una reputación que mantener, y si Markus quiere que le sirvamos como apoyo, tendrá que hacer algo más que enviar a un veterano y entregarnos sumas de dinero. Quiero que... Disculpenme- Manuel fue a tener una charla con un jinete, al cual golpeo con la palma al verle fallar unos pasos diagonales con el caballo. Fue cuanto menos extrafalario verl al viejo maestre tratar al caballero como si de un padre se tratara, pero alli todos estaban acostumbrados a tal tipo de situación -Por donde iba... si, si Markus Leitdorf quiere nuestro apoyo, tendra que presentarse primero él ante mi. No me importa lo que le cueste, ha de mostrar un minimo de respeto. Cada uno de mis hombres vale por mil de sus campesinos, y no trabajaremos para alguien incapaz de tomar una ciudad por si mismo.


FDI: 36 en Carisma y 45 en Jerga Militar. Teniendo en cuenta tu manera de expresarte y los bonos por no ser un mequetrefe con título, pasas la confianza de Nasder Brikmal.
En cuanto a la respuesta de Manuel, el viejo es testarudo, pero puedes intentar improvisar algo. Buena suerte ^^

Por cierto, cualquier reminiscencia de discriminación en los post es debido a la ambientación, pues el narrador esta MUY en contra de tales actos.
kurgan
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Re: Acto II: Prisión de Almas

Mensaje por kurgan »

Reiner Volk

¿No estaba Alan? Un pequeño inconveniente. De cualquier modo, pese a que fueron camaradas de armas durante muchos años, nunca se convirtieron en íntimos amigos. El talante de Novak, o de los difuntos Berger o Mundchen acaían mejor a Volk que la personalidad de Friedsgoth, que crecía en cosas como la justicia o el bien. Pero las creía de verdad. Volk tenía un sano respeto por los dioses, no le gustaba la crueldad gratuita y entendía que recibir palos estaba mal, pero en campaña no tenía ningún problema con rapiñar y violar. Cuando tenían hambre, los lansquenetes forzaban a los campesinos a darles comida, cuando necesitaban caballos, los tomaban, cuando veían mujeres... Friedsgoth, aunque también hacía tales cosas, siempre torcía el gesto y dejaba hacer, como si en el fondo estuviese por encima de sus viles compañeros. Estirado.

Mientras cruzaba la puerta para entrar en la fortaleza, Volk sabía que su misión no iba a ser difícil. Penetrar en una ciudad enemiga con un cargamento de heridos había sido una tarea complicada, tomar Averheim era endiablado. Pero por algún motivo, el mercenario entendía que convencer a los guerreros del Oso Negro para entrar en acción sería sencillo. Los caballeros de las órdenes militares, según su experiencia, eran hombres con la cabeza caliente y por algún motivo pensó que como organización, serían tan temerarios y propensos a entrar en acción como individualmente. Tan sólo habría que exponer lo que había, dar saludos del Conde Elector, y discutir cómo sería más efectivos en la toma y defensa de la ciudad.

Mal para él, mal para la revolución y la causa Leitdorf, se llevó un chasco. Como hombre poco acostumbrado a las negativas, se enfadó. Entendió que el otro no entendía la urgencia de la situación, por obtuso. Y como hombre enfadado, actuó impulsivamente.

-Veamos, mi señor. Lo que pedís es... Imposible. Es decir, no está en mi mano proporcionároslo.


Como si estuviese explicándoselo a un niño, Volk desgranó la información acerca de la proyectada toma de la ciudad, punto por punto y de manera harto peligrosa, pues nada impedía al maestre retenerlos o matarlos, repetir eso mismo a los Alptraum y hacer fracasar la causa por completo. Ya que ha de hacerse con urgencia, le dijo, el Elector no puede llegar a tiempo. Está, además, pinzado en sus tierras, sin apenas hombres, os necesita ahora, no hay tiempo para viajes diplomáticos. El anciano caballero escuchó con educación, asintió y le repitió que el problema era el orgullo, no la estrategia. Ello tuvo la virtud de acabar de enfurecer a Reiner, que sin embargo sólo lo dejó traslucir con un breve puntapié al suelo.

-Mi señor...-Volk se interrumpió, volvió a comenzar, se tocó-me temo que no tengo más que decir aquí. Había esperado encontrarme con... Mirad, os lo explicaré. Cuando me enteré de que uno de vuestros hombres, Friedsgoth, se había unido a vosotros, me dije: ése es su sitio. En la Orden del Oso Negro nunca acabará engordando en una guarnición, no se hará rico saqueando muertos, no violará campesinas. Pero a Friedsgoth nunca le importaron esas cosas, ¿sabéis? Sólo la Justicia, la Gloria, esas cosas que no entiendo y los caballeros sí.

-En los campos Leitdorf, donde aún no se ha secado la sangre, peleé al lado de campesinos y labriegos, chusma de las aldeas. Pelearon y murieron. Hostia, y no les importarán más el Honor, la Gloria y el legítimo heredero al trono de Averland a unos campesinos mugrientos que a los caballeros de los cuentos. Vosotros sois cien, armados, con caballos, los brazos diestros. ¿En serio dejaréis que las espadas estén en las vainas? ¿En serio os quedaréis mirando desde vuestras almenas cómo nos matamos por la ciudad? Seguramente, sin vuestra ayuda, nos maten a todos. Pero si por un milagro no es así, Markus Leitdorf sabrá que Averheim la han tomado los hombres con cojones. ¿Queréis negociar con Leitdorf, que se humille ante vos? Venid conmigo: os daré el mando conjunto de mis fuerzas. Luego le dais la ciudad, o no, según se porte. La gloria para vos. ¿No queréis? En ese caso, me marcho.
Saratai
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Re: Acto II: Prisión de Almas

Mensaje por Saratai »

La ambición y el orgullo, dos vicios que los hombres valientes suelen atesorar en sus corazones. Consciente o incoscientemente, Reiner Volk habia despertado ambos en la vieja alma de Manuel Vod. El maestre de la orden no era amigo de cobardias, y a su edad veia como lo máximo que habia hecho era matar monstruos, herejes y pielesverdes. Un trabajo gratificante, y el que mejor sabia hacer. Pero su nombre nunca estaria en los libros de historia, nunca compartiria papel con los maestres de otras ordenes.

Eso podia cambiar ahora.

Manuel Vod

-¿Fuerzas conjuntas? Bueno, si es verdad que vienes de parte de Markus Leitdorf, y que mi posición como maestre será tenida en cuenta... Bien, accedo a auxiliar al Leitdorf, por los lazos que unen a su familia con mi orden. Sin embargo, si no va a presentarse ante mi, exijo ser el general de sus fuerzas.


El viejo maestre no se andaba con chiquitas, aunque al menos ahora su actitud parecia más encaminada a colaborar con el tuerto veterano. Se acercó a Reiner, y colocó su mano en el hombro, como si conociera al tuerto de toda la vida, y tuviera una relación padre-hijo. Desde luego, los tipos de aquella orden eran creidos en exceso. Y algo borrachos, pues el aliento de Manuel olia a whisky descompuesto.

-Por supuesto, respetaria los cargos ya dados, y si vuestra merced, por ejemplo, ya era teniente, no iba a quitar meritos. Bien, iré con vosotros a ver a las tropas, asi podré hacerme una idea de como actuar y que estrategia llevar a cabo.


Manuel se dirigó a Nasder, con una orden inesperada.

-Nasder, quedas al mando del cuartel, ya sabes que hacer. Voy a dar una vuelta con estos señores. Y por cierto, deberias avisar a los hombres de que se preparen para combatir en unos dias, es más que probable que tengamos que hacer algunos apaños en la ciudad.


Despues, el viejo maestre volvió a donde Jahel Pechocabra y Reiner Volk se encontraban.

-Bien, llevadme a donde se encuentran vuestras fuerzas, por lo que habeis comentado hay trabajo que hacer.
kurgan
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Re: Acto II: Prisión de Almas

Mensaje por kurgan »

Reiner Volk

Sorprendido, el veterano miró al maestre, y luego a Jahel. O sea que el viejo decidía hacerse cargo de las fuerzas en su conjunto... Bueno, y supuso Reiner, también del mérito, los honores y la gloria. Pues que así fuese; mejor triunfar con el concurso de los caballeros que ser derrotados en solitario y recibir toda la fama de haber sido aplastado por los Alptraum.

-Sí, bien, en cuanto a mi posición en el ejército...-
empezó el lansquenete-comando a un grupo de hombres veteranos, que componen una buena parte de las fuerzas de Leitdorf-dijo sin mentir-. Sólo Boris Novak, el comandante en jefe, está encima de mí. Teniendo en cuanta esto, creo que podemos considerearme Hauptmann, capitán. ¿Un trago?

Reiner descorchó su botella de buen licor, y se llevó otro chasco al ver desaparecer una buena cantidad por la garganta del viejo. Carajo, pensó...

-Sin embargo hay algo que me preocupa. Veréis. El golpe se ha de dar en secreto, en extremo secreto...-Volk adelantó un par de detalles más de la conspiración- Ha de ser un golpe de mano que los coja desprevenidos. La sorpresa la perderemos si en las almenas del schloss empezáis a ondear el estandarte de los Leitdorf, ¿me seguís?

-¿Insinuáis que no sé guardar...?


-No, no-se apresuró a decir Volk-. Digo que los espías de los Alptraum...

-¡Entre mis hombres no hay espías! Y en cuanto a andar con mentiras y esconderse... Los hombres de mi categoría no gustan andarse con dobleces... Debiérais saberlo.

Reiner decidió tirar los dados una vez más, y que la suerte decidiese.

-Pero supongamos que, una vez advertidos mis camaradas de ello, decís que habéis atrapado a un hombre de Leitdorf. Que os vino con proposiciones para uniros a él. Sin embargo, deseais permanecer neutrales. El espía soy yo, tan deformado por la paliza que me disteis que no puedo ni hablar. Así que lo metéis en una celda, y le indicáis a los Alptraum que os ha dicho que se prepara un ataque en el pueblo de... Ya inventaremos algo. Que anarquistas y obreros están saliendo de tapadillo de la ciudad para participar allí en un golpe. Que las fuerzas de Leitdorf se empeñarán allí. Ellos muerden el anzuelo, mandan allí gente... Nosotros quedamos libres para pelear contra menos de sus fuerzas, y de paso, tenemos tiempo de sobra para visitar a las Arcas Rojas, un grupo mercenario que ha de servir a vuestras órdenes.


Reiner siguió hablando, antes de que el maestre reaccionara. Había que darle motivos para aceptar.

-Todos salimos ganando. Vos podéis quedaros con el mérito de la operación, y todos celebrarán vuestra astucia. Será lo mejor para el plan. Y será lo mejor para mí, si es que os dignáis a aceptarme humildemente, de forma honorífica, dentro de vuestra Orden, como una garantía de que no me entregaréis como espía.
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Re: Prisión de Almas: Acto II

Mensaje por Saratai »

El tuerto militar expuso la situación detalladamente, creando un plan perfecto que sin duda debilitaria las defensas de la ciudad. Sin un hombre como el Gran Maestre de la Orden del Oso Negro hablaba con los Alptraum, sin duda estos le creerian en todo cuanto dijese, y si Manuel aseguraba que uno de los revolucionarios le habia confesado entre golpes y patadas, que la fuerza rebelde atacaria un pueblo lejano, Jobb Alptraum mandaria sin remisión sus soldados alli. Por tanto, la respuesta de Manuel, tras pensarlo detalladamente, y darse cuenta de lo beneficioso de aquel plan, fue:

No

Manuel Vod

El viejo estaba ligeramente enfadado con quien, a partir de ahora, seria su capitán, por siquiera haber insinuado que él seria capaz de tamaña mentira.

-Coronel...- Manuel aun tenia sus dudas acerca de nombrar capitán al tuerto, sin apenas conocerle, pero en la situación presente poco más podia hacer -...Reiner Volk, no puedo hacer eso. Al entrar en la Orden hice un voto de sinceridad, y por mi boca no puede salir mentira alguna. Me es completamente imposible andarme con subterfugios, y con las cien espadas que me respaldan y mi historia profesional, me parece absurdo incluso. De hecho, si ahora mismo dara la orden de que todos los caballeros que tengo en el cuartel asaltaran el Palacio de Gobierno, no tendria ninguna dificultad de mantenerlo bajo mi control durante una semana como minimo, y no exagero. Le doy permiso, coronel Volk, a llevar a cabo esa treta con otro aliado con el que contemos, pero no piense en mi o en ninguno de mis hombres para ello.

-En cuanto a formar parte de la Orden del Oso Negro a titulo honorifico, no entiendo ese concepto. O se es un Oso Negro, o no se es, ¿comprende, Coronel Volk?


Jahel sonrió de verdad ante las palabras del maestre, pues no veia en el al tipico soldado sin principios. Por no hablar de lo feliz que estaba de tener esas cien espadas de las que hablaba Manuel de su bando y no como enemigos.

-Ahora bien- continuó el gran maestre -No seriviria de nada controlar el Palacio Gubernamental si no hay nadie dentro capaz de tomar las decisiones. Yo soy un hombre de guerra, no de paz, y no sabria dirigir una ciudad, ni llevar a cabo leyes o recaudar impuestos. Además, tampoco tendria hombres suficientes como para defender las murallas en caso de que vinieran refuerzos de los Alptraum.

Fue entonces, para sorpresa de Reiner y Manuel, que Jahel habló para dar su opinión frente a la situación, adoptando gesto formal y rigido para dirigirse al Gran Maestre.

Jahel Pechocabra

-Mi general Vod, siento no haberme presentado. Me llamo Jahel, y hablo en nombre de los revolucionarios con la misma validez que el camarada Reiner habla en nombre de los hombres de Leitdorf. Los obreros de la fundición y la gran mayoria de los hombres habiles del barrio de Jorkstown están a su disposición, señor, y entre ellos hay algun hombre de ley, y gente habil para la administración de la ciudad. Ellos podrian tomar decisiones en favor de las clases populares y asegurar el buen funcionamiento de la ciudad, pues sumamos unos quinientos aproximadamente, los suficientes como para organizar rondas y patrullas nocturnas, y apostar gente en las murallas y puertas.


El obrero, además de fornido, hablaba con mayor coherencia que el gran maestre, y Manuel apreció el gesto notablemente.

Manuel Vod


-Perfecto-
continuó el Gran Maestre -Aprenda de este hombre, Coronel Volk. En tiempos de necesidad, hay que actuar rápido, e informar al superior con numeros y posibilidades, y no con calculos vagos. Jahel, si usted tiene autoridad para con los revolucionarios, le nombro Coronel al mando de estos. Ustedes dos son los que han venido a verme, asi que deduzco que son las personas con mayor autoridad entre sus respectivos bandos que hay dentro de la ciudad, por lo que seguirán con tales cargos hasta cambio de situación.

El Gran Maestre, a pesar de su edad, era un hombre resoluto. Si en la reunion de la noche anterior, el comité revolucionario de Averheim habia sido lento en la toma de decisiones, Manuel no habia tardado ni unos minutos en decidir que hacer y como hacerlo, sin interesarse demasiado en las opiniones ajenas. Cualquiera diria que hubiera soñado con ese momento cada noche desde que los Alptraum tomaran el control. Por útlimo, Manuel concluyó la charla:

-Si no hay mas preguntas o sugerencias, llevenme a ver a las tropas y a los mercenarios que hemos de contratar. Por lo que a mi respecta, la toma de la ciudad acaba de empezar.


FDI: Hay que tener mucha labia para cambiar la opinion del Gran Maestre. Es un viejo de convicciones, muy cabezota y fiel a las viejas costumbres. Además, queda claro que no va a mentir, ni hacer nada que el entienda por mentira. De hecho es más que probable que, en el hipotetico caso de que os encontrarais una patrulla de soldados, y os preguntaran a donde vais, el respondiera que a preparar la toma de la ciudad.
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Re: Prisión de Almas: Acto II

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Reiner Volk

La reprimenda llegó hasta el endurecido corazón del veterano, que tuvo que mirar hacia otro lado para que no se le notase la emoción. Su ahora superior se acababa de equivocar en el rango-lo había hecho coronel de palabra, grado dos o tres puestos superior a capitán, según qué ordenanza militar se siguiese-había malinterpretado sus palabras, echado por tierra un plan excelente por su estrechez de miras, bebía ya de mañana y parecía cegado por el orgullo y los prejuicidos. Era un superior ineficaz probablemente estúpido. El lansquenete se vio transportado a los días felices del cuerpo, a Eiferschman, su primer coronel, que los hacía cavar trincheras dobles y triples que discurrían perpendiculares a la línea de ataque enemiga. Al cabo Hofler, que sacrificó la vida de su escuadra por no admitir que se había equivocado tomando determinado camino. A una larga sucesión de oficiales inútiles, miopes, o rematadamente idiotas.

Reiner Volk, liberado de la abrumadora carga del liderazgo, se sentía como en casa.

-Perdón, herr. No pretendí en ningún momento que mintiéseis. Me estaba ofreciendo como delegado de Markus Leitdorf al que podríais golpear ligeramente, y encerrar en un calabozo durante un par de horas, y decirme que habéis rechazado mi oferta. Convertirme en un miembro de la Orden del Oso era un seguro par mí, en el sentido de que sé que nunca traicionaríais a uno de los vuestros. Pero creo que no he hecho méritos para ese honor.

O sea, que no soy tan idiota, quiso decir Volk.

-Sin más que añadir, podemos ir a ver a esos mercenarios.
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Re: Prisión de Almas: Acto II

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21 de Destilario (Brauezeit) de 2527. Averheim.

Manuel Vod

-Se muy bien lo que pretendiais, herr Volk, no soy idiota. Ahora, dirijamonos raudos a ver a los mercenarios.
- Espetó, mientras tomaba las riendas del caballo, lo que no dejaba de ser inutil puesto que tendria que ir al paso de sus dos subordinados.

Para el Gran Maestre, solo tenia sentido lo que el decia. Aun no habia pasado ni una hora, y Jahel y Volk tuvieron la seguridad de que se convertiria en un jefe insufrible. El enorme obrero encaminó a Manuel y a Reiner hacia donde habia oido que se encontraba Giorgo y sus hombres se encontraban. Aun asi, puntualizó mientras se encaminaban hacia alli.

Jahel Pechocabra

-Señores, los Arcas Rojas son mercenarios tileanos. Tienen un cuartel en Merfeld, donde se reune la mayor población de Estalia, Tilea y los Reinos Fronterizos de toda la provincia. Los Arcas Rojas reunen extranjeros humanos de varias naciones del Sur, y tienen fama de buenos ballesteros. Yo no los he visto combatir nunca, pero es lo que dice la gente en las tabernas. El capitán suele estar en la capital, haciendo negocios o atendiendo asuntos privados, pues en tiempos de paz se dedican a tareas de escolta, he oido.


El maestre refunfuño, ante la idea de tratar con gente extranjera, a los que consideraba escoria sin honor, pero tuvo que guardarse los pensamientos, pues Jahel siguió poniendo en dia a los dos militares.

-Tienen un piso cerca del Estadio de Snotbol. Ahi te arreglan no solo trabajos puntuales de escolta, o de ajustes personales, sino tambien algo de ocio, y mujeres de piel morena. Mi primo va de vez en cuando a visitarles por lo último, y me dice que esta muy bien por el precio.


En esas estaban cuando llegaron a la Zona Comercial, cerca del Estadio. Alli, panfletistas gritaban sus consignias, y hablaban de la revolucion que estaba por llegar y que daria el poder al pueblo soberano. Jahel saludó a uno de ellos, sin miedo a que nadie le viera hacerlo.

-Estamos cerca- dijo en voz alta Jahel, alegre, sin especificar si se referia al cuartel de los mercenarios, o a la consecución de los ideales proletarios.

Las gentes iban y venian, parloteando y llenando de bullicio el mediodia, algo caluroso para la estación reinante. Subieron las escaleras del eficio hasta llegar al segundo piso, unas oficinas de puerta verde y estrecho espacio. Alli, un hombre de finos bigotes negros y sombrero rocambolesco, más parecido al de un chulo que al de un soldado, se encontraba finiquitando una conversación con un cliente.

Girgo de la Soura

-No se preocupe, vuestra merced, en dos dias estara todo listo-
agregó al cliente, un hombre bajo y castaño. Cuando este se marchó de las oficinas tras un fuerte apretón de manos, el tileano se levantó de su comoda silla, a acomodar a los tres recien llegados.

-Buenos dias caballieros- saludó cordial, con un leve acento corregido tras años de residencia imperial. No tardó en fijarse en la armadura de Manuel, y en las numerosas armas de Volk, barruntandose una idea de la visita -¿En que puede un humilde hombre como yo atender a tan importantes personas?
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Re: Prisión de Almas: Acto II

Mensaje por kurgan »

Reiner Volk

-Se muy bien lo que pretendiais, herr Volk, no soy idiota. Ahora, dirijamonos raudos a ver a los mercenarios.

Sí que lo sois, pensó el mercenario. Con la facilidad que da la práctica, Reiner hizo una mueca de asco justo cuando su superior volvió la cara para subirse a su jamelgo. Cuando el maestre se giró hacia él, Volk volvía a estar en posición de firmes e hizo un saludo marcial.

-Susórdenes, mein herr.

El paseo hasta el cuartel de los Arcas Rojas transcurrió sin mucha novedad. Volk no podía sino darse cuenta del grupo tan estrafalario que formaban, un revolucionario, un mercenario y un caballero visiblemente armados, uno a caballo y dos a pie. Por suerte, por lo que se veía en la calle diríase que la revolución había triunfado. Los panfletistas agitaban hojas volantes-desperdicio, pensó Volk, pues, ¿Cuántos obreros sabían leer?-y cantaban sus consignas. Lo más extraño de todo era que la gente se paraba a escucharles.

-¡.. Y entonces tendremos Salarios justos!¡Lo que gane un hombre no estará fijado arbitrariamente por el señor y su violencia, sino que será determinado por la Razón y el Derecho!

La Razón debía ser un nombre en clave para referirse al nuevo gobierno. Otro despotricaba acerca de los desmanes de los nobles, y saludó a Jahel.

-¡Hace apenas un día, una mina fue expropiada por las autoridades! ¡Y no por el derecho común, sino por un grupo de mercenarios! ¡Estamos más cerca de conseguirlo, camaradas! ¡Llegará un día en que tales exacciones sean cosa del pasado!

Como si a alguien le importase que a cuatro mineros mugrientos les arrebatasen una cueva. Je, que se rebelasen ellos sólos y matasen a los soldados que fuesen a por lo suyo. Pero para Reiner, mineros, marineros y reiklandeses eran sinónimos de mariquitas. Seguramente, los empobrecidos cavadores estarían emborrachándose y lamentándose entre schnapps barato, en alguna taberna.

Por fin llegaron al cuartel de los tileanos. Volk había tenido contactos con gentes de este pueblo anteriormente, y sabía algo de su idioma. Con fuerte acento que deformaba las palabras hasta sonar casi irreconocibles, sabía decir coglione, figlio da puttana, sigaretta, y farò tagliare le mani, maledetro ladro, esta última muy importante. También se había entendido con tileanas en el idioma universal del oro y la carne, y con tileanos en el del acero y la pólvora.

-Buenos dias caballieros¿En que puede un humilde hombre como yo atender a tan importantes personas?

Disciplinadamente, Volk observó a su recientemente adquirido general y negociador jefe. Es más, incluso se retiró un paso para situarse a su espalda. Desde allí, con algún gesto casual, quizás podría salvar el día si al gran maestre le daba por cagarla de forma generalizada. O incluso, si el viejo se impacientaba, sugerir que todo el peso de la negociación debería recaer sobre él, gran general, porque Reiner no tenía autoridad para ocuparse de los detalles. Quizás, exponiendo lo contrario de lo que quería que hiciese, Vold reaccionase.
Saratai
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Re: Prisión de Almas: Acto II

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21 de Destilario (Brauezeit) de 2527. Averheim.

Llegar hasta las oficinas del lider tileano habia sido relativamente sencillo, pero negociar con él iba a ser harina de otro costal. El viejo Manuel Vod era diligente en cuanto a abrir craneos se referia, pero usar la cabeza para otra cosa que no fuera dar ordenes o golpear con ella era un ambito intelectual lejos de su dominio.

Manuel Vod

-Hemos venido para hablar de trabajo con el lider de los Arcas Rojas. Tenemos una tarea para encomendarle-
expresó escueto el Gran Maestre.

El tileano sonrió, e hizo al variopinto trio de personalidades sentarse frente a su mesa. Ordenó a una sirvienta, que por el escote presente parecia ostentar un pluriempleo nocturno con el propio Giorgio como patrón polivalente, que trajera las bebidas que los caballeros pidieran. Manuel, extraño en el, pidió un poco de whisky, mientras que Jahel se conformaba con agua o cerveza, lo que mas a mano tuviera la mujer.

-Pues bienvenidos sean a mis oficinas- concretó el propio Giorgio -dado que yo soy el jefe de los buenos hombres que conforman los Arcas Rojas. ¿De que trabajo se trata, es acaso escolta lo que los señores desean? ¿O se trata de ayuda en algun tipo de negociación?

El Maestre fue al grano, evitando dar rodeos al tema de una forma tan burda que hasta el propio Giorgio quedó intimidado por sus formas.

-Necesito trescientos ballesteros para dentro de tres dias, para que estén a mis ordenes. Soy Manuel Vod, Gran Maestre de la Orden del Oso Negro y general del Conde Elector Markus Leitdorf, y quiero disponer de tropas expertas para que defiendan ciertos puntos clave de la ciudad. Dime tu precio, y si es aceptable y tus hombres trabajan bien, el Conde Elector te recompensará sobremanera cuando regrese al cargo que le pertenece.

Jahel apretó los puños bajo la mesa, haciendo un leve ruido que Reiner pudo interpretar como el chocar agresivo de molares. Manuel Vod acababa de destrozar toda discrección posible, a expensas de que el mercenario se negara al trabajo. Pero nada mas lejos de la realidad, pues Giorgio se mostró agradado por el interes del viejo maestre.

Giorgio de la Soura

-Ya veo, mi señor. Trescientos de mis hombres son muchos, y creo que no tengo tantos disponibles en la ciudad ahora mismo. Cuento con unos doscientos aqui, en la capital. Pagarles a ellos, a sus sargentos, y a mi mismo en toda la maquinaria de atacar o defender puntos en una contienda de tal tamaño costara quinientas coronas de oro-
cuando el tileano dijo la suma final, el obrero casi cae al suelo desmallado. Con quinientas coronas de oro tenian para solucionar todos los problemas de hambre y salario de los obreros de toda la ciudad. Con esa cantidad podia evitarse la contienda, y solucionar todos los problemas habidos y por haber durante todo un año. -Por supuesto- continuó el tileano -ofrecemos facilidades de pago al Conde, y no cobraremos el total hasta finalizar la tarea, pero si exigiremos un cuarenta por ciento antes de la contienda para evitar que nuestros servicios sean, mmm, mal utilizados. Tambien recordarles de que cuento con bastantes hombres en la ciudad de Merfeld, asi como en los poblados de alrededor, por lo que si finalmente el Conde decide asociarse con nosotros, tendrá a su disposición aquellos territorios por un precio casi regalado.

El Gran Maestre se giró para mirar a Reiner, y le mandó una orden rapida y clara a su subordinado:

-Herr Volk, arregla con este hombre la cantidad que puede pagar Markus por sus servicios, y cuenta ahora cuantos hombres dispones para tomar control de la ciudad. Si pudieramos tomar Averheim y Merfeld, la ventaja en toda la provincia se multiplicaria- opinó segun su extrafalaria lógica Manuel.


FDI: La situación no esta sucediendo según lo esperado, pues el gran maestre se está precipitando notablemente, y la negociación se ha acelerado a un ritmo frenetico.
kurgan
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Re: Prisión de Almas: Acto II

Mensaje por kurgan »

Reiner Volk

El lansquenete hizo girar la cerveza de la jarra que le había traido la puta, se echó al coleto un trago y se limpió con la manga. Aquellas conversaciones estaban saliendo fatal, pensó. Debería haber ido primero a hablar con los tileanos, pero no había creído posible que se llegase a maestre de orden siendo tan inútil.

-Contando con las fuerzas revolucionarias, del propio pueblo de Averheim, somos más de cuatrocientos hombres en armas, y miles de simpatizantes: toda la ciudad se levantará con nosotros. Decenas de ellos son soldados Leitdorf que hace apenas días derrotaron a un importante contingente Alptraum, y de los que el gobierno no sabe nada. Otros muchos son guerreros expertos de las casas nobles fieles a Markus Leitdorf. Incluyendo, además, a los caballeros del Oso Negro, nuestra causa está ganada.

Ahora se giró hacia el mercenario.

-Mi señor tileano, hemos venido aquí como muestra de amistad, llevados por las buenas referencias que de vos nos han dado. Pero me parece que os estáis portando mal con nosotros. Por un lado, habláis de que tenéis dos centenares de guerreros en la ciudad. Nosotros tenemos informes de apenas la mitad. Por otra parte, nos pedís una suma exorbitante, que el gobierno Leitdorf no puede pagar.
Hizo una pausa muy breve, bebió algo más de cerveza, dejó reposar el jarro.

-No puede pagar por adelantado, puesto que su dinero está en manos del enemigo. ¿Sabéis el edificio del Tesoro? Allí se guardan muchos miles de coronas, robadas al pueblo. ¿Veis a los Messner, a los Fahen, a los Tulliderf, a los Hannodeck, que se pasean en carruaje y tienen mansiones? Es bien sabido que aprovechan para rapiñar y exprimir todo lo que pueden. En sus casas guardan el dinero de Averland. Tienen títulos de nobleza que, bien sabe Sigmar, Leitdorf gustaría de repartir entre sus fieles servidores y la gente que realmente los merece. Entre aquellos, por ejemplo, que le prestaron hombres a crédito en un momento de necesidad.

-Vos tenéis un negocio, sois extranjero, entiendo que necesitéis dinero para pagar a vuestros hombres. Cien monedas de oro ahora es un pago razonable. En cuanto al resto de la suma, como os he dicho, Leitdorf estará dispuesto a ser generoso con aquellos que vayan a saludarlo con las puertas de la ciudad en la mano. Y Merfeld-dijo alzando la mirada hacia el techo-. En cuanto al resto del pago para vuestros hombres, como os he dicho, las casas nobles han robado al pueblo. Es justo que parte de su riqueza vaya a parar a las arcas de los que están a favor del legítimo gobierno, ¿no?
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