Final de Campaña II: Ratas Hambrientas

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Eldril
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Re: Final de Campaña II: Ratas Hambrientas

Mensaje por Eldril »

Reinhard Russ

Durante el primer dia de trabajo, Russ meditó sobre la decisión tomada. Pues, él en ningún momento pensó llegar a trabajar para Butker, pero aun así, la providencia le ofreció ese camino a seguir. Y si una oportunidad de tales dimensiones se presentaba, algún motivo de alcance inimaginable debería haber.

Así que, ahí estaba él, junto a Tori, haciendo la ronda por las murallas de la fortificada Grenzstad, mientras poco a poco, comprendía el funcionamiento de las guardias, los mercenarios y los sargentos. Realmente Grenzstad daba pie a un foco de malicia, ya que toda la guardia que ahí se reunía, solamente le era fiel al dinero, es decir, que bien seguro que poco patriotismo podría encontrarse entre esas filas.

Reinhard había llegado a Grenzstad por dos motivos. El primero era la captura de Gottfried, antes de que se reuniese con los miembros del Consejo Provincial. Y según le llegaron a sus oídos, ya había hecho tarde ante tal asunto, pues Gottfried, de manos de Vlados y de Butker, había sido elegido como el sargento al cargo de la seguirdad del centro de Grenzstad. La presa estaba encontrando su lugar en la ciudad, así que en poco tiempo, sería más fácil localizarla. Su segundo motivo, y por el cual Ivein, había priorizado la llegada a Grenzstad, era informar a las tropas de Mathias Von Grünwald de la situación actual de la provincia, así como de la corrupción herética de Gottfried, Butker y seguramente Vlados. Y ahora que disponía un puesto en la muralla, bien seguro podría localizar tal numeroso contingente, y poder dar la información necesaria.

El Elegido de Sigmar lo sentía, sabía que allí, en aquella corrupta población, el destino de toda una provincia se forjaría con sudor y lagrimas, con sangre y muerte. Y él, trataba de mentalizarse para ese preciso momento, trataba de mentalizarse para que llegado el momento no le temblara el pulso, y sus disparos fueran certeros; para que llegado el momento, su voz resonara en los anales de la historia, y fuesen palabras de venganza; en aquellos aciagos días, Reinhard trataba de mentalizarse para que si llegado el momento, él pereciera, fuese llevándose a rastras a los herejes que tanto sufrimiento habían ocasionado al pueblo de Sigmar.

El ingeniero sabia que a más de realizar su trabajo en las murallas, él debía informar a Karl de los pasos que ahora seguía para poder así informar a la Iglesia de Sigmar, debía buscar a la familia Kurgson, con tal de devolver el pico de su preciado amigo Durak, y debía encontrar municion con la que lograría dar muerte a los enemigos que de ahora en adelante saldrían a su encuentro, enemigos que la providencia se encargó de nuevo, de boca de su sargento, Kort Seder, aumentar.

-La banda de Harter dices?- Con los ojos como platos, Reinhard trató de sonsacar algo más de información del ser que le acometió irrefrenablemente a esta situación en la vida.- del mismo Jaff Harter quieres decir? – con tal de no parecer demasiado interesado en sacar información, el ingeniero trató a Harter como a un viejo conocido, del cual quería saber cómo le iban las cosas. –Pocas veces he visto a nadie pelear de tal manera con la espada...la verdad que hacía tiempo que no oía ese nombre... tienes idea alguna de cómo le va con sus muchachos?

Una vez oída la explicación de Kort, Reinhard continuó con su ronda de guardia, minutos antes de acabar su turno del dia, mientras un torrente de preguntas le invadían de nuevo su agitada concentración para el acontecer de los próximos días.

Porque ahora Jaff Harter? –volvía a hablar con su interior divino-Dime... de verdad que me brindarás la oportunidad de acabar con todos aquellos a los que juré eliminar? –Todos aquellos que habían interferido en su tranquila vida como minero en las cavernas de Monheim, tenían ahora un papel desencadenante en el acontecer de la provincia, y ahí se encontraba él, erigido ante la adversidad que la vida le había brindado, y dispuesto a acabar con los causantes tanto de su mutación, como de la mutación que sucedía en la actualidad a una provincia entera.

El destino era avaricioso y retorcido. Tan avaricioso y retorcido que había decidido propiciar un posible encuentro entre Jaff Harter, Gottfried Harriker y Reinhard Russ, tres simples humanos que habían jugado, o jugaban a ser pequeños dioses, para decidir el acontecer de una provincia que se cernía entre interrogantes y sombras.

Reinhard continuó su camino de ronda, hasta terminar el turno. En aquel nuevo trabajo, el joven ingeniero tenía la oportunidad de labrarse alguna que otra amistad, así que durante el transcurso de las 8 horas de vigilancia, fue parándose y hablando con sus nuevos compañeros, tratando de encontrar alguna afinidad, siempre siendo fiel a su divino instinto.

A quien sí que le dedicó algo de tiempo, aún sabiendo que la respuesta podría ser completamente nula fue a Braagi Durelsson, el sargento del grupo de enanos. Reinhard había aprendido algo de Khazalid en compañía de Durak y Karl, y trataba que aquellos pequeños recuerdos fuesen suficientes para lograr mantener una pequeña conversación.

Preguntó varias veces tratando de localizar al sargento. Y una vez llegó a él, entabló conversación, en un khazalid muy mejorable.

-Durak, siempre me dijo que si cuidaba de la tierra, la tierra cuidaría de mi.- ese proverbio enano era una máxima para el viejo minero, una máxima que Reinhard interiorizó.- y cuidamos tanto de nuestra tierra, que ese gruñon minero acabó muriendo por ella.- no sabía como lograría una respuesta que no fuese tajante de aquel enano, pero algo debía intentar, así que acto seguido, saco el elaborado martillo de la familia Kurgson. –Y es en su honor que he venido a buscar a su familia hasta estas tierras.-dejó pasar unos segundos- mi nombre es Reinhard.

De aquel enano, además de lograr algún vínculo en aquella oscura ciudad, también pretendía lograr localizar a la familia del minero. Además de, que si dada una buena relación, explicaría el cómo llegó a trabajar con Durak, y como en el heroico combate contra Getter, el grupo de mineros logró salir victorioso.

Lo que le quedó de dia, Reinhard lo dedicó básicamente a encontrar a Karl y explicarle la nueva situación, como a tratar de localizar algún ingeniero para que le ayudase a utilizar la pistola-impante, así como las primeras clases de un ingeniero algo descarriado. Así podría gestionar de manera autosuficiente sus pistolas, ya fuese fabricándose la munición, o reparándolas en caso de encasquillamiento.

Reinhard, no sabía cómo habían afectado sus últimas palabras con el lector de la Iglesia de Sigmar, así que ahora, no tenia del todo claro como reaccionaria ante el intento de cooperación del ingeniero. El joven ingeniero pretendía que el lector le dedicase algún tiempo con tal de aprender a clarificar su escritura, y poder así enviar mensajes informativos. Ofreciéndole información des de su puesto en la guardia de las murallas, a cambio de ayuda en caso de un urgente alzamiento de armas en contra de Gottfried, Butker o Jaff, alguno de todos aquellos herejes que se reunian en Grenzstad.

FDI: post algo lioso. Básicamente, acabaré la ronda, e iré a buscar al sargento de los enanos con tal de entablar relación. Tambien durante el trabajo, voy hablando con la gente tratando de recopilar algo de información de interés. Si con el enano sale algo, lo invitaré a tomar una cerveza y a hablar sobre lo que ocurrió en las minas, sin citar a Getter, pero si a mutantes y herejes. Tambien le preguntare por los Kurgson y por algún ingeniero. Y dependiendo de lo que obtenga de información, iré a ver al ingeniero (prioridad) y luego al lector. Además de si me encuentro a Karl, explicarle mi situación actual.
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Nimref
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Re: Final de Campaña II: Ratas Hambrientas

Mensaje por Nimref »

Karl van Spenholf

...no estarás lejos de mí

Las palabras del cazador de brujas se clavaron en su cabeza como alfileres, fijando el primer objetivo actual del reo: no separarse de aquel lunático. Una vez más tuvo que repetírselo Lothar para que el cerebro de Karl volviera a funcionar después de la conversación.

El reo siguió durante todo el paradisíaco (o al menos lo era en la vida de van Spenholf, que no había sido muy traquila últimamente) al inquisidor y sus dos acólitos. El trabajo, más de eruditos que de guerreros, si bien no era de demasiada utilidad para los entendimientos de Karl, era de desempeño fácil. No obstante, el exconvicto estaba consternado: él siempre había visto a los cazadores de brujas como "quemapersonas" y guerreros, valerosos y psicópatas personajes que luchaban contra el mal y todas sus formas (por muy benignas que fueran, a veces); incluso cuando Nolan le dio la carta, pensaba lo mismo; así pues, desempeñar este trabajo de rata de biblioteca, le resultaba de lo más extraño.

No sólo está más loco que el Devoto, sino que encima no me trae acción, que es lo que venía a buscar en él... ¿quién pudiera entender los designios de un Dios y su seguidor? pensaba el reo mientras se pasaba la mano por el cuello, dolorido de pasar tanto tiempo doblado, intentando descifrar aquellos símbolos sobre papel.

Finalmente, hicieron algo más "marcial": limpiar las armas. El reo nunca pensó que aquello fuera realmente funcional (posiblemente porque nunca había probado a hacerlo), así que, en un principio, dudó en hacerlo, realmente.

Más vale un arma sucia para que la herida se gangrene cuanto antes en el objetivo... pensó Karl para sí, antes de reprocharse mentalmente Juego limpio-juego limpio... ahora soy un seguidor del "dios-fundador" o algo así... y no tengo que hacer esos actos herejes... Supongo y la verdad era que no lo tenía demasiado claro.

Fuera como fuese, acabó por limpiar su armadura y armas (daga, espada y... bueno, sí, también acicaló un poco el escudo) mientras intentó iniciar una charla con el único de sus compañeros dispuesto a darle conversación. Así pues, Karl cogió uno de los cuchillos arrojadizos de Sanros y lo sostuvo ante sí.

Vaya... ¡qué ligero! Creo que no me acostumbraría del todo a ellos... -dijo en un medio susurro, para mantener privada la conversación- Parece que el "jefe" prepara algo gordo para mañana... ¿tienes idea de qué se trata? No querría verme sorprendido, ya sabes... -movió la cabeza de un lado a otro, como pretendiendo parecer algo chistoso, como si lo que fueran a hacer fuera una de las misiones que ya formaban parte de su día a día- Por cierto, siento haber estado tan seco antes... -dijo, mientras dejaba el cuchillo, de nuevo- Pero bueno... mi vida no da lugar a demasiadas amistades, es dura... como ésta, según dices... ¿hay mucho jaleo aquí en Genzstad?

FDI: a ver como le caigo, xDD
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Saratai
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Re: Final de Campaña II: Ratas Hambrientas

Mensaje por Saratai »

-Hartrer lo que es, es un bastardo mutante.

30 de Destilario (Brauezeit) de 2527. Grenzstad.

Las murallas de Grenzstad apestaban al hedor de los muertos y al vuelo de las moscas, pero aun asi, Russ tenia una larga jornada de trabajo por delante. Mientras hablaba con sus compañeros, con los que no consiguió entablar gran amistad, en mitad de la conversación acerca de la Banda de Hartrer uno de los guardias, un tal Valentino de marcado acento tileano comenzó a despotricar acerca de Jaff Harter.

Valenino Fonseca

-Ese hombre es un mutante confeso. Si tu te lo encontraste y saliste vivo-
dijo mirando a Russ -algo deberias haberle dado a cambio.

El resto de guardias miraron de soslayo a Russ, para después preguntarle a Valentino su historia, a pesar de que éste se negó en rotundo a comentarla. Valentino era un hombre delgado y de corto pelo rubio, tuerto del ojo derecho y algo irascible y mordaz. A Russ le sonaban sus gestos, pero no podria recordarle. Llevaba trabajando para Kort Seder, el sargento de la muralla, casi tan poco tiempo como Russ, apenas un dia más que el redentor de Monheim, pero habia sido el quien habia acabado con la vida de uno de los Arcas Rojas, y ahora, como el resto, colgaba los cuerpos con felicidad.

Russ terminó su ronda solo, pues su extrafalaria manera de hablar, y el extraño brillo de locura que asomaba por sus ojos hacian que la mayoria de compañeros le evitase. Aun asi, tuvo la oportunidad de hablar con Braagi Durelsson. Lo encontró por la noche en la puerta de la muralla de la ciudad, hablando con un par de enanos. Tras un escueto saludo, Russ pasó a invitarle a unos tragos. Braagi despreciaba a los humanos, y los torpes intentos de Russ por hablar su idioma le enfurecieron.

Braagi Durelsson

-¿Como conocer hablar idioma de idiomas, humano? ¿Bebida, invitando tú? Bueno, aceptar
- espetó en khazalid el sargento de enanos.

El Khazalid era un idioma simple a más no poder. Apenas habian ironias, bromas o giros gramaticales en él, no habia ninguna expeción a sus reglas ortográficas, y no contenia muchos pronombres ni conjugaciones verbales para futuro, aunque si muchos posesivos. Para Reinhard Russ, el hecho de oir Khazalid era como escuchar a una montaña hablar a base de golpes de piedra. Pero a pesar de que no habia caido muy bien a los enanos, conisiguió su objetivo, y Braagi fue con el a la taberna, aunque fuera para beberse una cerveza sin pagar.

En la taberna, la misma donde Russ, Skalik y los soldados de Miller y Fiodor se hospedaban, Reinhard y Braagi hablaron un par de horas, haciendo Braagi repetir al redentor de Monheim cada palabra mal pronunciada, que no eran pocas.

-Ubri, di rrrr con iii. No, asi no, estúpido. Dioses, dejalo.

Braagi era casi tan poco sociable como el mismo Reinhard, pero tras las cervezas se mostró más afable, y cuando Russ relató sus historias de combates subterraneos, y las heroicas muertes de Durak y Karl frente a los herejes, el enano palmeó la acorazada espalda de Russ con fuerza, un gesto sobradamente amistoso para un khazalid. Reinhard sabia que Braagi no le haria el más minimo favor, y que ganar su confianza le llevaria meses sino años, pero al menos habia empezado con buen pie. Se enteró tambien de que Braagi habia sido ingeniero en sus tiempos jovenes, y hasta le enseño una perciosa pistola de repetición de dos cañones que el mismo habia construido, explicandole como funcionaban algunos mecanismos al ver que Russ tenia conocimientos de balistica, escasos pero utiles, como desencasquillar el cañon de un arma o secar la pólvora. Al salir el tema de la familia de Durak a relucir, Braagi le contestó a Russ con unas indicaciones.

-Familia Hombres-de-Mina Krugsson saben. Ahora no están. Dia 2 de Gelidario están. Busca ese dia Mercado del Carbón, Enaneria.

Tras ello, Braagi apuró su jarra y despidiendose del Redentor de Monheim, siguió su camino. Fue momento para Russ de ponerse en marcha, dirigiendose raudo al Barrio de las Palomas para visitar al lector de la iglesia de Sigmar. Al llegar alli encontró a un extraño hombre, de mirada triste y brazos desnudos. Al acercarse más a el para preguntarle donde se encontraba el lector, Russ comprobó que el desgraciado hombre llevaba los labios cosidos con hilo negro, señal de autoflagelación para los que han pecado por palabras. Era un castigo autoimpuesto horrendo, solo propio de los flagelantes más fervorosos, lo cual llamó la atención del ingeniero sigmarita en proporciones iguales de comprensión y respeto.






Karl estaba ya dispuesto a dormir cuando las puertas del templo se abrieron de par en par. Era algo tarde para que los creyentes fueran alli a rezar, pero cuando Mudito fue a ver quien llegaba a aquellas horas de la noche, el ex-convicto vió entre las rendijas de su celda que no era otro sino Reinhard Russ, aquel loco rematado, siempre acompañado de un perro de presa, con el escudo pegado al muñón y su ristra de pistolas cargadas. Sin embargo, no fueron solo Karl y Mudito quienes se percataron de su entrada, sino también Lothar y Sanros, que subieron a recibirlo. Mientras Lothar iba a hablar con gran interés con el redentor, Sanros se quedó con Karl. Hacia tan solo una hora habian estado hablando de los cuchillos del bribón, y de como Lothar iba a prepararse para capturar a algún miembro de los soldados para un interrogatorio con el que obtener información de los planes de Bukter Alptraum, de quien no se fiaba ni un pelo.

Sanros Kodein

-Parece que Lothar se ha encaprichado de ese amigo tuyo que ha entrado-
dijo el taimado ladrón, mientras Karl y él escuchaban a escasos metros la conversación que Lothar y Russ tenian entre si, en la que Russ le preguntaba al cazabrujas acerca del lector. -Estará desfigurada, pero supongo que sigue teniendo sentimientos... ¿Qué? No me jodas, ¿no te habias dado cuenta antes, Karl? ¡Pues claro que Lothar es una mujer! Aunque bueno, no, no es evidente. Con esas ropas anchas que lleva, la máscara y toda esa mierda de parafernalia que lleva... Yo no me di cuenta de inmediato tampoco. Joder, tantos años en una cárcel te han atrofiado los sentidos...

Juntos, Sanros y Karl fueron tambien junto a Lothar para ver a Reinhard Russ. Tras las presentaciones, Russ supo que Lothar, Mudito, Karl y Sanros trabajaban juntos, y que el Lector se encontraba ocupado. Lothar le explicó también al redentor que cualquier tema que fuera de la incumbencia del lector lo era tambien suya, y de como el lector le habia informado a ella acerca de la busqueda que Russ habia estado llevando a cabo.


31 de Destilario (Brauezeit) de 2527. Grenzstad.

Russ pudo explicarle a Karl todos los avances que habia tenido, asi como que ahora estaba infiltrado entre los soldados de Bukter Alptraum. La cazadora de brujas y su séquito pudieron saber de primera mano todos los movimientos que se llevaban a cabo en la muralla y contarle a Russ lo que ellos mismos sabian, asi como el número de soldados que en ella habia, constante en cincuenta humanos de guardias y veinte de reserva asi como treinta enanos vigilantes y doce en reserva. Además, cuarenta especialistas, de lealtad probada, aseguraban la seguridad de Vlados Foiter, Bukter Alptraum y Gottfried Harrikherr en distintos puntos de la ciudad, por no hablar de los bandidos de la Banda de Hartrer, que aunque no se encontraban en la ciudad, apoyaban al régimen.

Cazador de Brujas Lothar

-Russ, los números que tienes son de gran utilidad para con la iglesia. A estas alturas ya debes saber que no podemos tolerar que la herejia y la corrupción se lleven de la mano a los inocentes de esta población. Si lo permitimos, los mutantes y los herejes establecerán su credo a los habitantes de esta zona, les prohibirán seguir sus vidas con normalidad y arrancarán con violencia su fe y su moral, para alimentarse de ellas. No podemos permitirlo. Te sugiero que continues con tu trabajo con normalidad, informandome de lo que averigues cada noche aqui en el templo, pero el dia que los soldados Alptraum ataquen la ciudad, que te pongas de su lado.


Lothar esperó la respuesta de Russ, y después se dirigió a Karl y a Sanros.

-Vosotros, mañana tenemos un trabajo importane que hacer. Yo y Hausen (que asi se llamaba realmente Mudito) nos encargaremos de interrogar a alguno de los soldados del hereje Gottfried. Mientras, vosotros dos debereis buscar por la ciudad algún indicio de debilidad. Mirad por las murallas y por los alrededores, y si conseguis encontrar a algun soldado o recluta solo, acabad con él. Tened cuidado, pues este gobierno sirve a sectarios y de nada serviria que os mostrarais como siervos del Imperio. Se que es duro tener que hacer esto, pero a veces inocentes han de ser sacrificados para que los culpables no puedan valerse de ellos, si es que el inocente ya no tiene salvación posible. De esta manera conseguiremos que la rotación de soldados aumente, que los putridos gobernantes de esta ciudad contraten a gente más inexperta y a mermar la moral de los fieles a la oscuridad. Hallanar el camino al ejército Alptraum es hallanar el camino a la destrucción de los sectarios que manejan los impuestos y las riendas de Grenzstad.

Tras las órdenes, Karl y Sanros fueron a dormir un rato, al igual que Russ, que al dia siguiente tenia que ir a trabajar a las murallas para hacer las rondas, no sin antes recibir atención a sus heridas. Que colaboraran entre ellos seria cosa suya, pero si lo hacian, sin duda el trabajo de Karl y de Sanros seria mucho más llevadero con la conspiración del Redentor de Monheim. Si todo salia bien, los soldados Alptraum tendrian mucho más facil la toma de las murallas. ¿Pero dónde estaban los soldados Alptraum?







La confesión habia sido más larga de lo habitual, pero el padre Tavos Wirdemann habia ordenado a Miller rezar cuatro plegarias al Heldenhammer, asi como repartir sus riquezas entre los devotos más pobres, para compensar el robo de la recompensa. Le absolvió por los pecados cometidos, pero no pudo hacerlo por los futuros.

Tavos Wirdemann

-Espero, hijo, que rectifiques en cuanto a esas muertes. No se debe quitar más vida que la del impuro, y será dificil reconocer quien lo es en estos tiempos aciagos. Que la luz del dios único y verdadero te ilumine.


¿Dios único y verdadero? Miller habia oido acerca de aquella secta sigmarita, de hombres que solo oraban a Sigmar y despreciaban al resto de dioses. ¿Seria aquello blasfemia o santidad? El cazador de monstruos no lo sabia, y tal vez ni el propio Sigmar lo hiciera. Fuera como fuera fue a reunirse con sus hombres, pues la noche ya habia caido, y estos habrian terminado sus trabajos. Ulli le saludó al llegar, preguntandole como habia ido el dia, e invitandole a jugar una partida a las cartas mientras hacian tiempo. Sin embargo, la demencia de Miller habia hecho efecto aquel dia, y su cordura estaba empezando a arrebatarle los sentidos entre imagenes traumaticas mientras esperaba a que su gente llegara, algo impaciente. El primero en llegar a la posada fue Lieb, con una sonrisa de boca a boca.

Griet Lieb

-Miller, ya se donde está el cabrón que busco. El muy cerdo se hospeda en la iglesia, cosciente de que como lo vean en una posada le rajaran el cuello por asesino y revolucionario. ¿No te he contado lo que hizo verdad? Ese tipejo mató por la espalda, y a sangre fria, a varios hombres buenos que no aceptaban la extorsión de su jefe. No le importaba que fueran viejos desvalidos, el muy cobarde les atacaba por la espalda. Nada más salir de la cárcel volvió a las andadas, y tras robar y unirse a la chusma revolucionaria, atacó a Vitalim von Sachs, un pobre niño. La familia von Sachs ha puesto precio a su cabeza, por 12 coronas. Pero no contento con eso, también atacó en unos callejones a Heinrich Messner, y el cuñado del Conde Elector perdió un ojo. ¿Te lo puedes creer? No habia visto tanto crimen en la misma persona y en tan poco tiempo en toda mi vida. Karl Spenholf es un peligro, y que la iglesia lo ampare, una blasfemia. Eso si, cuando nos lo ingresemos en la cuenta, entre la familia Messner y la Sachs nos van a dar 22 coronas, asi que por mi que siga agrandando la lista de canalladas.


Las palabras que Lieb le dió a Miller fueron como un jarro de agua fria. No habia oido hablar de Messner en muchos años, y ahora resultaba que aquel ayudante del fiscal, habia llegado a ser el cuñado del Elector. Aunque bueno, eso tenia sentido, dada la confianza que Anna Alptraum habia tenido en él años antes. Lo que si era cierto es que aquel Karl era un peligro andante para quien se cruzara con él. Fue despues cuando llegaron Fiodor y sus hombres, cada uno con noticas mucho peores.

Soldado Fiodor

-Ya estamos aqui, señor-
dijo el soldado al llegar con Miller, con gesto preocupado -pero tenemos malas nuevas. Gauss y Randall no han salido de la mansión de Vlados en todo el dia desde que entraran, y comienzo a estar preocupado. Espero que no les hayan apresado. Además, hemos hecho un recuento de los soldados que hemos visto por la ciudad, y el recuento no es nada alagüeño. Son un centenar aproximadamente, pero bien pertrechados. No parecen ser tropas regulares, sino más bien hombres de armas contratados para estos trabajos puntuales. No llevan uniforme alguno, y parecen conocerse entre ellos bien. Ahora mismo se están haciendo contrataciones para aumentar las defensas, y al ver que no hay problemas para inscribirse, yo y tres de mis hombres nos hemos apuntado, tal vez asi tengamos alguna oportunidad de abrir las puertas cuando el capitán Minder llegue a las murallas. Y bueno, hemos seguido a un par de los soldados de la muralla, y adivina donde han estado bebiendo estos dias. Pues si, en esta misma taberna. Uno de ellos, de hecho, se hospeda aqui. Un tipejo alto, rubio y fuerte, con una sola mano, y que va cargado de pistolas, armas y un perro de presa.- finalizó de describir el soldado Félix.

Miller se encontraba en un cruce de elecciones nada fáciles. Por un lado, Gauss y Randall no aparecian, y podia haber sido desde que Vlados les habia hecho esperar, hasta que hubieran sido capturados y torturados o que hubieran cambiado de bando. Además, parecia ser que el enemigo no era para nada una presa fácil, y que se encontraba por todas partes, con lo que tal vez hubiera que acelerar los planes o ser más cauteloso en cambio. Los soldados del Elector necesitaban más que nunca un lider sereno y habil, y justo en aquel momento era cuando la demencia de Miller más le estaba atacando...

-Esperad- dijo Alande, un soldado de pelo rubio y largo -¿y donde está ese enano tan raro?








32 de Destilario (Brauezeit) de 2527. Grenzstad.

Por Grungi que la tensión en aquella sala era horrenda. Skalik se habia tirado todo el dia anterior, de casa en casa, de posada en posada, hablando a sus hermanos del inminente ataque, y de lo importante que era acabar con el gobierno de Vlados. Los enanos que no le tomaron por loco, le despreciaron directamente, por no hablar de los propios enanos que trabajaban para la ciudad de Grenzstad, y a punto estuvieron de enviarle preso a las mazmorras.

No es que el matador fuera una maravilla social, pero tampoco eso justificaba el mal trato que sus hermanos khazalids le habian dado. Fuera como fuera, y harto de esperar a que la noche cayera, Skalik habia ido a los fosos de pelea, donde ganaria algo de dinero o con suerte, un rival digno de su talla.

El pozo de Grezstad era el mayor circo de muerte y espectaculo de toda la provincia, si no de todo el Imperio del hombre. Ni en tilea se encontraban lugares tan salvajes y populares como éste, y cuando el matador llegó a sus puertas, se soprendió de las multitudes que hacian cola. Pronto, un enano que habia ido alli a ver la pelea de aquella noche le explicó los espectaculos que se iban a ver.

Molli, ciudadano de Grenzstad

-Amigo, no sabes lo que hay esta noche. El rey del foso Kold Comecraneos va a enfrentarse el solo a cinco gladiadores. Y de calentamiento, tres gladiadores tendrán que luchar contra una manada de cinco lobos huargos ¡Va a ser increible!


Sin embargo, la entrada costaba una corona de oro, y Skalik no estaba para gastar. Resignado, se adentró a la puerta, donde el encargado de seguridad del pozo, un enano fornido y bajo, de mal caracter y claramente corrompido por la vida imperial, le negó la entrada. Se la negó al menos, hasta que Skalik sugirió que combatir podria ser una idea interesante. A partir de aquel momento, todo cambio para el matador, y un par de guardias le acompañaron placidamente hasta una especie de rudimentario camerino, donde le dieron todo un banquete y le explicaron que a la mañana siguiente habria una serie de eventos en los que gladiadores jovenes podrian poner a prueba su valia en combates singulares uno contra uno. Generalmente los gladiadores eran esclavos vendidos al foso o locos dementes de remate, pero era muy raro encontrar a gentes como Skalik, que en pleno uso de facultades se jugaran la vida de esa manera, solo por el disfrute del riesgo. Si ganaba, Skalik se llevaria una corona de oro. Si perdia, Skalik pasaria a pernoctar bajo una tumba.

Toda la noche le entretuvieron para que no cambiara de idea, y cuando llegó la noche, Skalik fue visitado en su habitación por un hombre con un calamar blanco bordado en la camisa, y una hilera de dientes de oro. Skalik no tardó en reconocerlo como un miembro de las Garrapatas del Reik, igual que los que habia conocido en las cercanias de Spalt. El hombre se hacia llamar Reul, y parecia ser el gerente de aquel gigantesco local. Tras desearle suerte al enano, lo llevó a una sala donde podria escoger entre varias armas, entre las que destacaban porras, espadas, y navajas. Sin embargo, el hacha del matador era mejor que todas ellas, y Skalik se preparó para luchar.

Asi fue como acabó en aquel lugar. La presala al foso de lucha era un lugar estrecho en el que se oian los gritos de las carnicerias que estaban sucediendo en aquel momento justo a escasos metros, pero en el que no se podia oir nada. Tras varias horas en las que Skalik tuvo que permanecer a solas en aquella maldita estancia, una puerta se abrio lentamente y el matador pudo ver el foso en toda su extensión. Una enorme fosa descubierta al firmamento, rodeada de cientos y cientos de gradas y de una extensión del tamaño de un campo de futbol. La arena de combate estaba plagada de columnas rotas, unas doce, y repleta de puertas por donde salian los gladiadores a la fosa. En las gradas, el populacho gritaba y hacia apuestas, lucrandose a base del sufrimiento ajeno. Parecia una representación de toda la vida social imperial, pero sin tapujos ni falsedades de por medio.

Fue entonces cuando por otra puerta, un humano que blandia una lanza y una rodela, y cuyo rostro estaba oculto por un yelmo, apareció. Su cuerpo era atletico y parecia en buen estado, al contrario que Skalik, cuyas heridas sufridas en Merfeld ni siquiera habian cicatricado. Con un golpe de trompeta, el combate dió comienzo, y los rugidos estallaron por todo el estadio del foso. El gladiador humano no habló, y se limitó a correr hacia donde Skalik le esperaba. Sus largas piernas le proyectaron hasta la posición del matador, y una vez alli tomó la ventaja de la iniciativa, lanzando un golpe que Skalik pudo evitar sin problemas. Aquel fue el momento del matador, que lanzó su hacha con un fuerte movimiento horizontal que su enemigo no pudo parar, y el hacha cercenó la oreja derecha del rival, que no estaba protegida por el yelmo. La sangre manó a chorro, y el enemigo perdió pie, momento en que Skalik tuvo la oportunidad de lanzar un segundo tajo, que atravesó las tripas del inexperto gladiador. La risa atacó el cuerpo de Skalik, pero antes que pudiera disfrutar de la victoria, otra puerta se abrió, y un segundo gladiador armado con jabalinas y redes apareció por ella, otro humano más delgado que el anterior. Del palco una voz le gritó al enano que aun faltaban tres combates mientras el primer gladiador intentaba colocarse las tripas de nuevo en su sitio, llorando por su funesto destino.

Skalik habia entrado en los fosos de lucha, pero solo los dioses sabrian si podria salir de ellos con vida.


FDI: Russ, sacas un 17 en Halbar Khazalid, y consigues chapurrear algunos saludos cordiales, asi como hacerte entender con un fuerte acento de Reikspiel. En Empatia, fallas con 80 para con Valentino y Kort, y con un 78 con Braagi. Desde luego Russ no es el alma de la fiesta, pero el hecho de pagar cervezas siempre te dará un bono para que no te nieguen la palabra : P Por cierto, fallas una tirada de percepción con 65, y no te das cuenta de que has estado siendo seguido toda la noche, pero con un 12 te das cuenta a la primera de que Lothar, la inquisodora de voz metálica que oculta el rostro es una mujer, por la forma de las caderas. Ah, y recibes tratamiento para tus heridas, asi como la perdida de unos peniques por las cervezas y la comida.

Karl, tras sacar un 80 sigues sin percatarte de que Lothar es una mujer. Ya habias fallado dos tiradas antes, con un 67 y un 92. No es hasta que Sanros te lo explica que te percatas. Recibes tratamiento para tus heridas y gastas algunos peniques en comida. Por cierto, juraria que te queda experiencia sin gastar, te reenvio el privado por si no te llegó.

Miller, fallas tu tirada de locura con un 93 y sufres los efectos durante este dia. La información recibida no es nada buena, pero aun asi tienes tiempo para adaptarte a los cambios. Recuerda, aun te quedan a tu servicio Ullimer, Toksied, Ahamien, Alande, Cacharros, Grett, Fiodor, Palem, Idiquer y Felix, fieles, listos y habiles con la espada. Son Fiodor, Palem, Idiquer y Felix los que estan apuntados a las levas de la ciudad, pero el resto tienen tiempo libre para acatar tus ordenes.

Skalik, esos son cojones bien puestos, porque ir al foso de lucha para combatir es una temeridad. Fallas Empatia con un 29 y no consigues adeptos para la causa, pero al llegar al circo de luchadores del pozo, te aceptan sin problemas, siempre avidos de más combatientes. Te toca el turno de mañana para principiantes, donde apenas hay espectadores. Un uno contra uno, a muerte, y quien gana se lleva una corona de oro. No es mucho por arriesgar la vida, pero en tu situación es una solución bastante ventajosa. Supondre que tus golpes son cargas, pero si prefieres basarte en ataques totales dimelo. Con tu equipamiento y atributos, esos dos ataques son prácticamente tus únicas opciones. Matas al primero con facilidad, con tiradas de ataque de 51 y 50. Sin embargo, ahora viene lo bueno.
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Eldril
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Re: Final de Campaña II: Ratas Hambrientas

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Reinhard Russ

-Ciertamente...-dijo Reinhard mientras mostraba su amputada mano- no creas que pregunto por él por preocupación alguna. Sino por una cuenta pendiente que tengo que saldar.

El ingeniero fue tan seco como lo había sido Valentino, y después de ese comentario, también evitó dar más explicaciones a sus compañeros de trabajo, a no ser que ese tal Valentino tuviese algo de información a reponer.

El redentor de Monheim no encajaba en aquel lugar. Tenía capacidad y estaba bien armado, pero sus compañeros no compartían ni pizca de su devoción, es más, se dedicaban a eso únicamente por el beneficio que al cabo de la semana obtenían, nada más. Fue por ese motivo, y que necesitaba entablar relación con algún khazalid, que Reinhard buscó a Braagi Durleson, el sargento enano, para trabar, ni que fuese, algún indicio de relación.

La charla con Braagi, empezó seca y dura, como la piedra de una mina, pero lentamente y gracias a las cervezas ingeridas, la relación fue en aumento.

-Bella tu pistola de repetición. Yo heredar cuatro pistolas de Karl, y usarlas para vengar su muerte.- Aún no se acostumbraba a hablar khazalid, pero aquella charla, además de servirle gracias a las innumerables correcciones, el joven ingeniero la utilizo para lograr algo más de fluidez, a la vez que alguno que otro consejo sobre ingeniería, que por sorpresa suya, el sargento khazalid poseía.-como acabar tu, después de ingeniero, como mercenario de Grenzstad?

Era complicado lograr la confianza de un enano. La de Durak, le había costado un par de años, pero lo que si era cierto, es que una vez se conseguía, difícilmente se perdía.

La charla continuó, y Reinhard esperó escuchar alguna aventura que tan experimentado combatiente retuviese en la memoria. Además de charlar sobre conceptos varios de ingeniería, y sobre la situación de Grenzstad en general.

-Gracias información familia-hombres de mina-kurgson.-Dijo Reinhard cuando el veterano mercenario se despedía- yo querer hablar tu otro dia.

Cuando Braagi abandonó la taberna, Reinhard se dispuso a completar el cometido de hoy, antes de tener que volver al trabajo, y se dirigió raudo, y con la ya amada compañía de Tori, hasta el templo de Sigmar.

Es esto otra señal?-le preguntó Reinhard al aire, al ver al hombre con los labios cosidos en las puertas del templo.-él también ha elegido.

-Tus palabras solo las ha de oír él- dijo el elegido de Sigmar en un severo señal de respeto, por alguien que había sacrificado tanto por la devoción a su dios.-Y eso te honra.

Él estará a mi lado en el combate final, no es eso cierto?

El ingeniero fue arrebatado de ese pensamiento cuando vio llegar dos personas más a su encuentro.
Uno de ellos, vestía ropas de buena calidad y tenía una melena media bien cuidada, alguien de aspecto bastante común, así que no despertó la curiosidad del ingeniero.

Fue el otro ser, aquella figura enmascarada, aquella apariencia fría y metálica, quien centro toda la atención del redentor de Monheim. Aquel era el cazador de brujas, mejor dicho aun, aquella. Reinhard, sorprendido por el recibimiento a las puertas de la catedral, tan solo pudo presentarse, y esperar a que ellos hiciesen lo propio.

-Soy Reinhard Russ, y he venido a hablar con el Lector Wirdemman.- Esperó unos instantes a la respuesta del rostro metalico, pues los demás acompañantes no parecían decididos a tomar iniciativa alguna, cuando de las puertas, salió Karl.- Veo que Karl ha encontrado a quien buscaba...

La conversación se alargo extremadamente. Reinhard solo se dirigía al Lector para informarle de que ahora se había infiltrado en la guardia de Grenzstad, y que enviaría misivas para notificar las novedades. Pero ahora, y a agrado suyo, se encontraba frente a devotos de corazón. Se encontraba frente a una mujer que ocultaba un entrañable rostro, de convicciones más fuertes que el acero de su mascara; se encontraba frente a un flagelante, dispuesto al silencio eterno a favor a Sigmar; Por primera vez, Reinhard tal vez había encontrado su verdadero lugar.

Estos serán tu rostro y tus palabras cuando nos enfrentemos al más corrupto de los herejes. Yo, seré el brazo que los sujetará.

Aquellos tres elegidos, tenían claras marcas de sufrimiento. Claras marcas que seguro les habían llevado a aquella vida. Claras marcas de dolor, de deseo de venganza, de purgar al impuro. Ellos eran los elegidos de Sigmar, y por él perecerían si era necesario.

La madrugada del 31 de Destilario, tres destinos, tres vidas que parecían haber sido paralelas, se cruzaron para acontecer una, para lograr un destino. Para salvar una provincia de las herejes garras de los dioses oscuros.

Reinhard escuchó atónitamente como la cazadora de brujas, expresaba cada palabra que en la mente del ingeniero se iba formando. Estaba en lo cierto, hablaba en voz de su dios, igual que él en algún momento lo había hecho.

-Los designios de Sigmar siguen un único camino.- Reinhard sentía un gran vinculo tanto por el flagelante como por la cazadora de brujas, así que se mostró decidió a colaborar- nuestro camino.

Después de trazar los primeros lazos de amistad, y habiendo contextualizado toda la situación general de Grenzstad. Lothar prosiguió a explicar las tareas del mañana. Reinhard, antes de volver a la taberna donde se hospedaba, recibió atención a sus heridas.

-Gracias Lothar.-el redentor de Monheim, estaba convencido de que Lothar sería una pieza clave en el acontecer de la provincia.-La providencia nos ha unido, y por el bien del pueblo de Sigmar, espero que tarde en separarnos.-Acto seguido, Reinhard recogió sus pertenencias, y se dispuso a abandonar el templo para dirigirse a su posada.- Recibiréis noticias mías a media noche, hasta entonces, que Sigmar nos guie.

Y pensativo se fue hasta la taberna donde se hospedaba. Antes de ir a dormir, limpió tal y como Braagi le habia explicado sus pistolas, y se dispuso a acostarse, esperando el amanecer de un nuevo día.

FDI: siento hablar algo indio.. pero en verdad es "khazalid" jajajja. Antes de ir a dormir, cuido un poco las pistolas.
Última edición por Eldril el 21 Nov 2010, 22:22, editado 1 vez en total.
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Van Hoffman
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Franz Miller

No era un buen día para Miller. Aquella noche, las pesadillas habían vuelto, y a cada paso que daba, le parecía ver sombras que se movían de un lado a otro con rapidez, siempre manteniendose fuera de la vista. Tras la confesión con el lector, el stirlandés regresó cabizbajo a la posada donde tenían su cuartel general. Con un intento de sonrisa y una palmadita en la espalda, Miller rechazó la partida que le ofrecía Ulli, y se dirigió a la barra para pedir una cerveza caliente. Cuando se sentó, Lieb apareció por la puerta con una sonrisa y buenas noticias; las únicas que recibiría aquella noche.

- ¿¡Cuñado del Conde Elec...!? ¡Por todos los demonios! ¿Ese condenado chupatintas es el marido de la hermana del Elector? Quien lo iba a decir... y parecía un picapleitos... En fín... Me alegro de que hayas dado con su paradero. Uf... 22 coronas... Muchacho, con eso tienes la vida resuelta durante muchos años...

Fue entonces cuando llegó Fiodor con alguno de sus hombres, con una cara que hizo deprimir aún más al stirlandés. Los informes decían que ni Gauss ni Randall habían vuelto, y que la ciudad estaba defendida por un centenar de mercenarios. También le dio la descripción de un extraño soldado que era asiduo de la taberna en la que se encontraban, cosa que podría serles de mucha ayuda. Podrían capturarlo e interrogarlo sobre las defensas, los cambios de guardia y los turnos. Miller intentó recordarlo todo, tarea nada fácil.

- Gauss... ya sabía yo que esto era una ronada... Seguro que lo tienen preso, maldita sea, y mañana lo veremos colgar de las murallas... Le dije a Halvut que no me daba buena espina, menos mal que me hizo caso -Miller se encaró con sus hombres-. Bien; podemos dar a Gauss y a Randall por muertos, y a la misión diplomática por fracasada. Dad el aviso de que a partir de ahora, iremos todos nosotros con la banda azul en el brazo derecho. Halvut no debería tardar más de dos días, así que habrá que apresurarse. Fiodor, quiero nombres, descripciones y rangos de los oficiales de las puertas, quiero saberlo todo de ellos; donde beben, donde duermen, donde mean y donde follan. Ulli, tú te encargarás de todos los que no se hayan alistado.Quiero que os encargeis de causar disturbios. Prended fuego a algunas casas, matad a algún mercenario que encontreis solo; quiero que la ciudad pase dos días de terror, y que no pueda dormir. Haced lo que sea, ¿entendido? lo que sea. Sin escrúpulos, sin piedad. Empezad esta noche; quemad alguna choza de Mal Ayuno. ¡Ah! Y manda a uno de tus hombres a por ese enano loco; quiero saber qué ha descubierto y porqué diantres no está aquí. Lieb, tu y yo esperaremos aquí al mercenario manco: lo seguiremos, lo asaltaremos y lo interrogaremos. Luego podremos ir a por Spenholf. Bien, ya sabeis qué hay que hacer. No quiero fallos.

Tras eso, y mientras los soldados de incógnito se ponían en marcha, Miller se separó del grupo y se sentó en un rincón de la taberna, una esquina con buena visibilidad hacia la puerta...
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Nimref
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Re: Final de Campaña II: Ratas Hambrientas

Mensaje por Nimref »

Karl van Spenholf

El reo escuchó las noticias que Reinhard había recopilado desde que se había unido a las filas del ejército de Bukter. Entonces, Lothar decidió que Sanros y él buscarían puntos débiles en su defensa y mermarían sus tropas. Poco más escuchó Karl, puesto que se quedó ensimismado, pensando qué hacer...

¿Lothar es una mujer? ¡Vamos! Vaya... el plan, el plan... Mermar a las tropas, ¿eh?

De pronto, en la eventualmente psicópata mente del exconvicto (los recuerdos de la Prisión daban para mucho), se formo una idea para acabar con algunos guardias y que apenas se notara y todo pareciese más misterioso. Cuando por fin Sanros y él se retiraron, se lo comentó a su compinche.

Sanros... tengo una idea... pero necesitaremos a un tercer hombre -dijo, al tiempo que meneaba la cabeza señalanado al Devoto- . Uno comienza a hablar con la víctima, distrayéndola, entonces, entre ese y otro la agarran, inmovilizándola. Después, el tercero llega le pone una cuerda al cuello y queda colgado de la muralla... -una diabólica sonrisa se dibujo en el rostro del expresidiario, al tiempo que esperaba la respuesta de Sanros: apenas le importaba si eran herejes o no, él haría su trabajo.

FDI: en caso de que le guste el plan, se lo comento también a Reinhard. Si Sanros o Reinhard tienen un plan mejor, pues lo calibraré, a ver cual hacemos.
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Mensaje por Saratai »

32 de Destilario (Brauezeit) de 2527. Grenzstad.

Los rugidos en la arena se sucedieron como el crepitar de llamas devorando la madera. Ilus el rápido habia salido al foso, armado de sus jabalinas y su red, y aunque no era más que un novicio en el foso, y sólo habia luchado una vez, su velocidad y punteria ya eran famosas en el Pozo de Grenzstad. En frente suya, Skalik sacaba su arma del enemigo vencido que en aquellos instantes tornaba la arena en carmesi, y se preparaba para dar muerte a su segundo rival.

El matador cargó a toda velocidad, con el hacha enarbolada para descargar un furioso tajo sobre el gladiador rival, esperando partirlo de un golpe. Pero Ilus esperó tranquilo, paciente, agarrando una jabalina en la mano derecha, esperando que el lento Skalik se pusiera a alcance, para usar la fuerza cinetica del rival como extra para su disparo. Cuando el matador ya casi podia oler al enemigo y saborear su sangre, Ilus estiró su brazo y la jabalina cayó perfecta en la cabeza del matador. Todo el estadio se volvió rojo, y Skalik creyo reunirse con sus dioses.

...Aunque...

-¡Levantate joder!


Los dioses no eran como Skalik los habia esperado.

-Tenemos mucha sangre que derramar, asi que incorporate de una puta vez y coge tu hacha.


Bueno, un poco si...

-Miller nos espera- terminó de decir Félix, mientras ponia agua en la cabeza del matador herido. Skalik se percató de que aun no habia muerto, por extraña ironia de los dioses. Después de que decenas de skavens se avalanzaran sobre él y que una jabalina estallara en su duro cráneo, seguia vivo, y siempre por culpa de los humanos. Esta vez habian sido los soldados de Miller, aquellos con los que tenia que luchar en la toma de la ciudad. Skalik no podia creerlo, a pesar de lo mucho que se habia esforzado seguia respirando... Sin duda una señal del destino. Félix le sacó de aquel antro de peleas mientras le regañaba como si fuera una madre estresada, explicandole que habia tenido que pagar para sacarle vivo de alli, y que de no haber gritado el publico a favor de su vida, aquel gladiador le habria matado sin compasión. Que en que estaba pensando, etcétera, etcétera. Nada que Skalik no hubiera oido ya.

Félix y Skali caminaron por la ciudad de Grenzstad, entre la oscuridad reinante de la noche. Al parecer el matador habia estado incosciente todo el dia, pero aunque notaba la cabeza a punto de explotar, pudo seguirle el rastro al humano. Como este le comentó, la guerra habia empezado, y las primeras escaramuzas habian dado comienzo. Gauss y Randall no habian vuelto de su charla con Vlados Foiter, y el gobernante de la ciudad les debia haber encerrado en las mazmorras del palacio, por lo que Miller habia creido conveniente comenzar a crear disturbios, incendios y matanzas por toda la urbe, creando caos y miedo. Y de momento estaba dando resultado. Ambos compañeros llegaron a unas calles del Mal Ayuno, donde un incendio se estaba propagando furioso mientras cinco mercenarios encargados de la seguridad intentaban ayudar a la muchedumbre a apagar las ascuas. Félix miró a Skalik, tal vez aquella fuera la oportunidad que estaban buscando.

-Recuerda enano, esto es la guerra. Tu encargate de acabar con tantos mercenarios como puedas. ¿Buscas morir combatiendo no? Pues esta es tu oportunidad.

En la calle, cinco ciudadanos intentaban apagar el fuego con todo su impetu, mientras tres mercenarios, uno enano y dos humanos, cargaban con barreños de agua, corriendo desarmados de aqui para allá. Humo en el cielo nocturno daba a entender que no era un caso aislado, y que habia mas de un incendio propagado por la ciudad.




Sanros y Karl habian encontrado el momento perfecto para actuar. Al final habian tenido que ir solos, pues Reinhard estaba ocupado en otros menesteres, pero habia dado igual. Tras todo un dia paseando por las murallas, Karl volvia a tener que desempeñar el trabajo que mejor se le daba: Asesinar. Aunque esta vez lo haria en nombre de dios y no del dinero, lo que hacia su crimen menos despreciable, de alguna manera que el reo no alcanzaba a entender. Sanros y el habian encontrado a un pazguato, un recluta joven armado con una espada y una rodela, siendo reclutado. Tras seguirle todo el dia, y ver como se comportaba, esperaron a la noche a que su turno terminara y este fuera a casa. Fue en un callejón del Mal Ayuno donde el muchacho se puso a mear, tras haber tomado unas cervezas. La ocasión lo pintaba claro.

-Karl, ha llegado el momento. Metete en el callejó y termina a ese cabrón, yo esperaré aqui por si viniera alguien, y te avisare pegando un silbido si hay problemas. Está borracho, no tendrás problema alguno.

Matar. Matar era algo despreciable, pero en las oscuras calles del viejomundo, se habia convertido no solo en un oficio, sino en un arte. Los asesinatos se sucedian cada semana, toscos algunos, elaborados otros. Pero no dejaban de ser eso, un crimen en el que alguien perdia la vida, alguien que bien podia ser otro asesino, o un inocente ciudadano. Karl no podria averiguar cual de los dos era aquel joven, pero tal vez ni siquiera le importara. Era un trabajo, nada más ni nada menos.




Lieb no habia tardado mucho en llevar a cabo la misión encomendada por su señor, y ansioso por terminar el trabajo a realizar y pasar a la captura de Spenholf, acompaño al torturado Miller hacia la puerta de la posada donde Reinhard limpiaba sus armas. Para el redentor de Monheim habia sido un dia duro y pesado, tras tantisimas horas de caminata por las murallas. Aquel dia las guardias se habian doblado, y parecia que habian incendios por todas partes. Braagi le habia confiado a Russ que los mercenarios sospechaban que algunos revolucionarios se habian conseguido meter en Grenzstad y ahora se dedicaban a quemar casas y matar a reclutas novatos para causar el pánico. Por si acaso, Reinhard llevaba sus pistolas limpias y cargadas, por lo que pudiera pasar. Ya se estaba terminando la cena y preparandose para ir a su encuentro con Lothar cuando la puerta de la habitación se abrió de par en par.

Griet Lieb y Franz Miller entraron en la habitación de Reinhard, mientras el redentor se encontraban terminando su plato. El cazador de recompensas habia conseguido virlar la llave de la estanteria del posadero, y consciente de que el redentor se habia llevado el plato a su habitación al no tener sitio en las mesas de abajo, fue con Miller a por él. Miller y Reinhard se encontraron cara a cara después de cinco años, y aunque ambos notaron cierta familiaridad en los rostros de el otro, fue Russ quien al ver la cicatriz de la cara del stirlandés tuvo en la mente la historia del heroe de Sorghof. Aquella historia que tantas veces habia oido en Monheim hablaban de un cazador de monstruos stirlandés que habia dado caza a mutantes por toda Averland, pero Russ sabia bien que aquel stirlandes no era sino un cobarde que habia dejado al pueblo de Monheim morir luchando contra Jaff Hartrer y sus mutantes. Russ no estaba seguro de que fuera el mismo, pero se parecia tanto...




FDI: Skalik, recibes 10 puntos de daño en la cabeza, y un critico de 8 que debiera acabar con tu vida. Sin embargo, pierdes el punto de destino restante, asi como ganas 100 puntos de experiencia por buscar la muerte activamente, y otro punto de locura.

Miller, un 34 en Voluntad te evita la demencia durante el dia de hoy. Russ, Karl, os curais de mas heridas. Para todos en general: La toma de Grenzstad ya ha empezado, afilad vuestras armas y preparaos para la última confrontación de Prisión de Almas, que se alargará durante los proximos dias. Russ y Miller, estos son vuestros turnos de charla, podeis intercambiar tantos post entre vosotros como querais.
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Eldril
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Re: Final de Campaña II: Ratas Hambrientas

Mensaje por Eldril »

Reinhard Russ

Aquella noche, Reinhard no descansó demasiado. Después de limpiar cuidadosamente dos de sus pistolas, el joven ingeniero se dispuso a dormir. El torrente de información que el día anterior había conseguido, le hacía funcionar la mente como una máquina, tratando de encontrar posibles caminos para llegar a un enfrentamiento directo contra Gottfried y sus hombres.

Grenzstad debe sumirse en el caos que sus dirigentes defienden.-pensó Reinhard acostado en su camastro sin poder conciliar el sueño- Debemos lograr crear tan inestabilidad en el pueblo raso, que la guardia personal de Gottfried y Butker, deba mostrarse con tal de mantener el orden público.- Poco a poco, un plan se dibujaba en la mente del ingeniero.-y entonces deberemos aprovechar ese punto débil, para alcanzar a Gottfried.- Eso era todo lo que se le ocurrió al joven ingeniero, que a pesar de darle muchas vueltas, no lograba entrever un plan ciertamente adecuado. Reinhard dio un vuelco en la cama, y se dispuso, ahora si, a dormirse, pues el día de mañana seria otra dura jornada.

-GRRRR!- que diablos era ese ruido...-GRRR!! GUAU GUAU!!- pero qu...? –y un húmedo hocico fue a lamerle la mano que colgaba de la maltrecha cama- PUM PUM PUM!! – alguien estaba picando a la puerta. Reinhard entreabrió los ojos, y vió a Tori al lado de la puerta ladrando nerviosamente. Por la luminosidad de la habitación, era tarde, Reinhard se había dormido, y ahora debería correr para ir a trabajar.-Ahora abro...- Reinhard había pedido que le despertasen por la mañana, pero debido a la contundencia de los golpes, supo que esa no era la primera vez que aquella mañana lo habían intentado.

La jornada de aquel día sería mucho más dura de lo esperado. Y pudo ver como los incidentes ocasionados por Sanros y Karl, estaba dando efecto.

Menudos dos... –pensó el redentor mientras recordaba las ordenes de Lothar hacia aquel par de hombres- están destrozando la poca estabilidad de Grenzstad.

La vigilancia, según iban avanzando las horas, se doblaba, igual que los incendios y asesinatos.
No... no puede ser que esto solo lo ocasionen dos hombres- Pensó Reinhard al ver todo el alcance de los incidentes. Así que durante la vigilancia, que no fue muy exhaustiva con tal de no descubrir a sus cómplices, Reinhard fue comentado con quien buenamente pudo el estado de las cosas. Hasta que se encontró con Braggi, quien le explico en khazalid, que se creía que los revolucionarios se habían infiltrado en la ciudad, y que ahora quemaban y asesinaban a sus voluntad.

-Estar ojos atenos, khazalid!- respondió Reinhard-Hoy acabar trabajo, ir taberna cerveza, aceptas?- Reinhard preguntó como buenamente pudo al khazalid por si hoy también estaría dispuesto a tomar algo.

Reinhard continuó con su ronda, estando atento a las modificaciones que después de doblar la guardia se habían realizado en el numero de efectivos, las zonas, y los cambios de guardia, con tal de poder pasar información a Lothar al terminar la jornada.

La larga jornada, al fin terminó. Y Reinhard fue a buscar a Braagi para ir de nuevo a la taberna. El ingeniero volvió a invitar a las cervezas del khazalid, y trató cuidadosamente de recordar todas las correcciones que el enano le había hecho de su lengua.

-Duro día hoy. Gobierno poder permitir pagar todos mercenarios tener?-el ingeniero, aunque secundariamente, trataba de que Braagi fuese un punto de información de la situación general de Grenzstad, así que después de hablar sobre la situación de la ciudad, el ingeniero orientó la charla en los temas que realmente quería tratar con aquel khazalid.

-Poder tu ayudar a que esto –dijo Reinhard mientras mostraba el garfio pistola a Braagi- funcione?-Le dejó el aparato al enano, y mientras lo revisaba, le explicó su origen- ser arma ideada por Karl y yo. Ser arma como último recurso. –Aquella arma pretendía situarse en la mano amputada de Reinhard, escondida por el escudo que iba atado a su antebrazo. Pero Karl no pudo acabarla a tiempo, así que ahora Reinhard le pedía ayuda a otro Khazalid, para terminar la brillante obra.

Durante toda la tarde, continuaron hablando sobre temas relacionados con la ciencia y la ingeniería. Sobre cómo hacer munición, como mantener las pistolas en el mejor estado, y por fin, como acabar el garfio pistola. Reinhard, también la planteó la posibilidad de crear una mano postiza con tal de poder empuñar armas a dos manos.-esa ser mejor manera de llegar corazón enemigos!- se justificó el ingeniero.

Las charlas con el ingeniero, le abrían las puertas a la creación. Le daban rienda suelta a la imaginación, con lo que Reinhard decidió que aquella noche, pediría algo de material de escritura a la iglesia, al igual que trataría de conseguir material para poder empezar a idear sus inventos, y poder plasmarlos en un pergamino.
El khazalid, después de la larga conversación, se marchó. Era de noche, y el gélido viento golpeaba la puerta de la taberna. Reinhard pidió la cena, y se la llevo a la habitación con tal de poder cenar a la vez que revisaba las dos pistolas que la noche anterior no limpió.

Una cena caliente le ayudó a paliar el frio de la calle. Mientras su mente viajaba por conceptos que con Braagi había compartido.

Tal vez, si logro idear un mecanismo para que prenda la pólvora al golpear, podría vincular un arma, a un único dispar...

Tori estaba al lado de la mesa, esperando a que cayera algo de comida. Pero sin que Reinhard se diese cuenta, Tori había centrado ahora la atención hacia la puerta. La puerta que instantes después se abrió bruscamente de par en par.

Reinhard estaba apurando el plato, y tenía la cabeza reclinada sobre él, mientras con la ayuda de la cuchara hacia las últimas cucharadas. El estruendo de la puerta, le sacó de sus ingenieras cavilaciones, y sin levantar la cabeza del plato, ni sacarse la cuchara de la boca, alzó la mirada tratando de entender esa nueva brusca visita.



FDI: Realizo la vigilancia centrándome mucho en las modificaciones que ha habido debido a los incendios y las muertes. Igual que pretendo quedarme con las tensiones que se respiran entre los mercenarios. A Braagi le pregunto sobre el estado general de las cosas. Además de que seguimos hablando sobre ingeniería y todo eso. Le pido ayuda en la finalización de la pistola, igual que consejo en la mano postiza. Y luego, todo lo que el post más o menos relata.
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Mensaje por Van Hoffman »

Franz Miller

La función había empezado. Sus hombres ya se habían puesto en marcha, y ya habían habido varios incendios y otros tantos asesinatos en la ciudad. Las guardias se habían doblado, y los mercenarios no daban a basto. Para cuando llegase el capitán Halvut, la ciudad estaría sumida en el caos, y las tropas Alptraum tendrían impunidad.

Pero hasta que llegase ese momento, aún habría de pasar un tiempo, y en ese tiempo, Miller y Lieb tenían que asaltar al mercenario manco. Los dos hombres lo habían esperado y seguido hasta la posada, y el joven cazarrecompensas había logrado hacerse con una llave de la habitación del tipo. Esta vez, Miller iba bien armado. Había cogido las espadas y los puñales, y se había llevado la ballesta con uno de aquellos raros cargadores. Para no llamar la atención, llevaba la capa por encima de la ballesta, con el porta-virotes desmontado. Una vez llegaron frente a la puerta, Miller sacó su arma y la montó, y cuando Lieb abrió la cerradura, Miller entró de un empujon, apuntando al hombre que cenaba.

- ¡No muevas ni un solo músculo, manco! -el stirlandés reparó entonces en la pistola que estaba sobre la cómoda- Ni se te ocurra acercar la mano a esa pistola, o te convierto en un alfiletero, ¿¡ENTENDIDO!?


FDI: Apunto al pecho de Russ el cual supongo que estará desprovisto de armadura (¿qué clase de loco cena con la armadura puesta?), y si se tercia, uso mi habilidad de Intimidar (con cariño Russ ^^)
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Re: Final de Campaña II: Ratas Hambrientas

Mensaje por Eldril »

Reinhard Russ

- ¡No muevas ni un solo músculo, manco! -el stirlandés reparó entonces en la pistola que estaba sobre la cómoda- Ni se te ocurra acercar la mano a esa pistola, o te convierto en un alfiletero, ¿¡ENTENDIDO!?

Habían venido a por él, y lo habían cogido completamente desprevenido. Lo que sí que era claro es que no se dejaría intimidar por aquellos dos hombres, así que con gestos lentos y tranquilos, trató de pensar cómo solucionar la situación. Si el ingeniero ralentizaba la situación, no era más que para pensar un plan, o realizar una distracción.

-Slurrp...-Reinhard tomó la última cucharada, y acto seguido y tras dejar el plato en la mesa, se limpio tranquilamente con la servilleta. Luego, volvió la mirada al amenazante asaltante que con una ballesta le apuntaba al pecho.- a cuál de las cuatro pistola no puedo acercar la mano?

Reinhard trató de analizar rápidamente la situación. Observo detenidamente a los asaltantes, y tras la escueta inspección, dedujo que tal vez alguien había puesto un precio a su cabeza, ya que el asaltante que abrió la puerta, tenía pinta de cazador de recompensas.

Lentamente, y alzando las manos en señal de pasividad, se levantó de la mesa donde había cenado, y clavó los ojos al asaltante que ahora le apuntaba.

Fíjate en su cicatriz...-La misma voz de siempre resonó des de su interior, y el mensaje le descolocó tanto que tras fijarse detenidamente en aquel hombre, logró descubrir porque debía prestar especial atención a aquel viejo conocido.

Esa cicatriz...

Reinhard se encontraba acompañado de mucha gente. Era una mañana nevada de invierno, y se encontraban al pie de una cueva. De todos los ahí presentes, tan solo pudo reconocer a Dajertik, a Eimur y a Dieter... tan solo a ellos... y a un hombre con una cicatriz idéntica en la mejilla.
Luego, aquel hombre se marchó, y dejó que el pueblo de Monheim luchase contra la escoria mutante. Aquel hombre, les había guiado a las puertas de la muerte, y había huido... Miller...


-Miller?

Aquel nombre resonó en su mente, y se quedó atónito ante la transcendencia de la visita. Quien incitó la lucha contra Jaff y los suyos, y todo lo que represento eso para Reinhard se encontraba, ahí, delante suyo, cinco años después del incidente, apuntándole con una arma.

Dieter... Dieter murió a manos de los esclavistas...

El recuerdo de quien aceptó la propuesta del huidizo traidor, golpeó su mente, y tal vez a modo de venganza, quiso herir los sentimientos de aquel hombre. Reinhard se encontraba con la mirada perdida, con la mirada observando una historia que sucedió cinco años atrás.

-Dieter murió a manos de los esclavistas... –el redentor de Monheim levantó la mirada. Una mirada de incertidumbre. Quería vengarse por todo lo que le había ocurrido en aquellos cinco años. Quería vengarse por la muerte de todos los pueblerinos, por la muerte de Dajertik. Pero otra parte de su ser, le obligaba a creer que aquel reencuentro, no era fruto de la coincidencia, sino que de la voluntad divina.- Dieter murió... igual que todo el pueblo de Monheim al que guiaste hacia la muerte...

Lagrimas de odio amanecían de los ojos del ingeniero, mientras un dilema moral le agitaba la mente en pos de coger las pistolas y arrebatarle la vida a aquel ser, o tratar de escrutar un motivo de su reciente aparición.
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Nimref
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Re: Final de Campaña II: Ratas Hambrientas

Mensaje por Nimref »

Karl van Spenholf

Llevaban un día de intensa actividad. El reo y Sanros formaban un buen equipo que hacía bien la tarea que se les había encomendado: provocar altercados, entretener a los guardias y, de paso, rasgar la garganta de alguno. El exconvicto disfrutaba como un bebé. No terminaba de entender que labor sigmarita se encontraba detrás de acabar con jóvenes reclutas, algunos de ellos todavía niños sin haber llegado a ser hombres, pero apenas le importaba, era su trabajo.

Durante todo el día habían seguido a un lampiño que, tras el agotador día de trabajo, gastó su soldada en cerveza. Karl no se lo reprochaba: en tiempos difíciles podías morir en cualquier momento, y más valía hacerlo sin sed y bien alimentado.

Qué listo es el jodio… cómo ha sabido lo que se le venía encima…

El reo cabeceaba afirmativamente, como si el joven acabara de pasar una prueba no oficial para llegar a ser un verdadero hombre. Las palabras de Sanros le sacaron de su ensimismamiento. En el fondo, no le sorprendió saber que el trabajo consistiría en eso: tú te encargas de él y yo vigilo; tú vas a quemar edificios mientras yo hablo con esa muchacha; tú enardeces a la multitud mientras yo veo cómo te miran los guardias… Karl imaginaba que todo sería así a partir de entonces, o hasta que Sanros demostrase lo que valía, pero en el fondo no le importaba. Si para algo había servido el trabajo con Himain, había sido para aprender a trabajar solo.

Yo me encargo… –dijo haciendo sonar sus nudillos e interponiendo su brazo entre el callejón y Sanros, como si el acólito se hubiera ofrecido voluntario para la reyerta.

El reo fue acercándose lentamente al soldado, manteniendo un equilibrio errático por si le veía, pero intentando no hacer ruido, para no delatarse. Acercó su mano a la empuñadura de la espada y entonces…

¿Qué coño? ¡Esto hay que acabarlo ya!

Desenvainó la espada todo lo rápido que pudo y cargó contra el desprovisto soldado, escudo en mano. Ni de los borrachos se fiaba ya Karl en esta vida. Con la profesionalidad propia de un psicópata engendrado en una cárcel, el reo apenas decía palabra entre ataque y ataque, salvó algún escupitajo y continúas onomatopeyas no muy sacras que decía en voz baja, esperando que su compañero no las escuchara…

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Van Hoffman
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Re: Final de Campaña II: Ratas Hambrientas

Mensaje por Van Hoffman »

Franz Miller

Aquello era sumamente inesperado.

-Miller?

Aquel manco sabía su nombre. Pero, ¿cómo? Nunca antes lo había visto. Bueno, en realidad, le resultaba extrañamente familiar. De echo...

-Dieter murió a manos de los esclavistas... Dieter murió... igual que todo el pueblo de Monheim al que guiaste hacia la muerte...

¡Dieter! ¡Monheim! Los recuerdos llegaron como un río crecido al desbordarse una presa. ¡Aquel era uno de los mineros de Monheim a los que había guiado a las cuevas de Jaff Harter, el mutante! Pero hacía ya tanto tiempo de aquello, parecía tan lejano, tan difuso... Miller estaba desconcertado. ¿Porqué él? ¿Porqué allí? ¿Porqué en aquel preciso momento? ¿Qué sentido tenía todo aquello?

- Yo... te conozco... eres el minero... de Monheim... -inconscientemente, Miller bajó el arma. Estaba totalmente hundido en sus recuerdos, pero por suerte, Lieb seguía alerta. Dio varios pasos hacia delante y cogió la pistola que había en la mesilla, apartándola de Russ-. No puede ser. Fue hace tanto tiempo... ¿Muertos dices? ¿Cómo que muertos? Si no eran más que mujeres y ancianos, y vosotros más de una veintena... ¿Qué pasó en aquellas cuevas, minero, qué sucedió?
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Eldril
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Re: Final de Campaña II: Ratas Hambrientas

Mensaje por Eldril »

Reinhard Russ

Frente aquel hombre que respondía al nombre de Miller, se encontraba Reinhard, con la musculatura contraída, y intentando vislumbrar la realidad del conflicto.

Qué razón hay para que ahora aparezca él?-le preguntó a su voz interior, mientras el gesto del asaltante se relajaba al oír las palabras del ingeniero- el camino que hemos seguido, ha sido el que me ha llevado hasta ti... y ese camino es el mismo que lo ha llevado a él hasta mi.

Empezaba a aclararse. Si Miller no les hubiera abandonado a las puertas de la muerte, tal vez el bando cazamutantes hubiese ganado el combate, y tal vez, nada de todo esto hubiese ocurrido. Sigmar no hubiese interferido ni en Monheim, ni en los subsuelos, ni contra Getter, ni en la caza de Saford. Si Miller no hubiese actuado como hizo, ahora, no tal vez no tendría opción de erradicar de una vez por todas, la corrupción en la provincia.

Poco a poco, la tensión de la musculatura se fue relajando, y trató, habiéndose centrado él, de responder las preguntas de ese viejo conocido.

Reinhard volvió en si, y vio como Lieb cogía la pistola, en clara señal de desconfianza.

Qué sentido tienes pedirme explicaciones, si no confías en mi...

-Devuélveme la pistola! –ordenó Reinhard, apreciando mucho la pistola de su amigo Karl- si él ha bajado el arma, no tengo motivos para alzarla contra nadie, va devuélvemela.

El ingeniero no pretendía ser ofensivo, sino al contrario, quería poner a prueba la certeza del corazón de aquel hombre. Quería evaluar hasta donde llegaba su fe en sí mismo, quería ver si realmente podía confiar en él. Si Miller y Lieb accedian a devolverle la pistola, seria porque tenian confianza en Reinhard. Y eso era más que suficiente para el elegido de Sigmar, con tal de contextualizar estos cinco años de sufrimiento.

Mientras enfundaba la pistola- Sigmar ha dispuesto nuestro reencuentro cinco años después de la matanza en Monheim. Dudo que haya sido con fines letales, no crees?

-En la cueva solo nos esperaba la muerte-empezó a explicar Reinhard- si que logramos acabar rápidamente con las mujeres y viejos que se encontraban durmiendo, pero Jaff Harter, el Gordo, Infekdel... y todos los demás se cobraron un alto precio entre las vidas de los pueblerinos... todos los demás hasta que la desesperación asoló nuestras filas y la gente huyó en desbandadas. Y Revhka, ese maldito leñador kislevita nos traicionó.

Desde que Reinhard había descubierto el porqué salió indemne de esa situación, igual que de todas las demás, el sentimiento de traición y ira, había cogido otro color. El color de la justa venganza, de la venganza de un dios.

-Nos capturaron a los supervivientes, y nos vendieron a unos esclavistas que nos intercambiarían por piedra bruja- el brazo sin mano de Reinhard se postró sobre la mesa- estas fueron las consecuencias de su esclavitud.-dejó una pausa para que Miller asimilara toda la explicación. -Gottfried Harrikher nos tenia presos, y en la huida por los subsuelos de Averheim de las zarpas del esclavista, Dieter cayó en manos de aquellos hombres. Cayó en manos de los esclavistas. Pero yo logré huir... logré huir y volver a la superficie vivo.

Esa era toda la explicación que Miller había pedido, y Reinhard se la había dado sin tapujos. Ahora era él quien quería información.

-Que nos abandonases a las puertas de la cueva, cambio mi vida duramente. Perdí la mano, sufrí lo insufrible al huir de los esclavistas... pero en esa huida también logré encontrar una veta de cobre, y pude rehacer mi vida hasta hace cosa de unas semanas, cuando un corrupto gobierno trató de volver a interferir en mi vida.-con esta explicación daba pie a una continuación, cada vez más próxima, de la conversación que estaban teniendo.- porque motivo nos dejaste ahí, Miller? Y porque motivo, a dia de hoy te has presentado aquí?
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Re: Final de Campaña II: Ratas Hambrientas

Mensaje por Van Hoffman »

Franz Miller

Todo empezaba a encajar para el stirlandés. Oyó como el minero le pedía que se le devolviese el arma, que había cogido Lieb. Miller no vio la necesidad de negarle esa petición.

- Dásela, Griet. No creo que represente una amenaza. Con eso solo podrá disparar una vez, y si sabe contar, verá que somos dos.

Con desconfianza, el joven cazarrecompensas le devolvió el arma al minero, así que este reanudó su historia. Al parecer, los habitantes de Monheim habían hecho una buena escabechina con los mutantes de Jaff, pero a un altísimo precio. La mayoría habían muerto, y los que no, como el minero, habían sido tomados prisioneros e intercambiados a unos esclavistas que los mutilaron y mataron cuando trataron de escapar. Russ había logrado huir de allí y sobrevivió. Justo cuando Miller iba a preguntarle que qué le pasó después, Russ se le adelantó.

- Que nos abandonases a las puertas de la cueva, cambio mi vida duramente. Perdí la mano, sufrí lo insufrible al huir de los esclavistas... pero en esa huida también logré encontrar una veta de cobre, y pude rehacer mi vida hasta hace cosa de unas semanas, cuando un corrupto gobierno trató de volver a interferir en mi vida. Porque motivo nos dejaste ahí, Miller? Y porque motivo, a día de hoy te has presentado aquí?

- Siento mucho lo que pasó en Monheim, pero me requerían asuntos importantes en la capital. Verás, justo antes de encontrarme con vosotros, estaba investigando la desaparición de unos niños, y las pistas me llevaron a las cuevas donde encontré a Harter y a su banda. Hablé con ellos, cené con ellos y descubrí que eran mutantes. Tuve que mentirle, y prometerle mi ayuda para poder salir de allí. Lo que descubrí en las cuevas fue clave para mi investigación, y no podía entretenerme más. Cuando vi que en Monheim se estaba preparando un grupo de campesinos para acabar con los mutantes, me limité a guiaros a cambio de un caballo con el que volver rápidamente a la capital. El resto, es historia –Miller hizo una pausa para tomar aliento, y para aclarar las ideas. Tomó aliento, y continuó-. Tras lo sucedido en la llanura de Sorghof, me marché de Averland y estuve fuera durante los últimos cinco años. Ahora he vuelto, y me he encontrado con una guerra civil en toda regla. Entre otras cosas, decidí poner mi espada al servicio de los Alptraum, a los que había servido en Sorghof cinco años atrás. Ahora lidero a un grupo de hombres de Agbeiten infiltrados en la ciudad, para que el grueso de las fuerzas del capitán Halvut pueda tomarla con facilidad. ¿Y qué es lo que te ha traído a ti aquí, después de tanto sufrimiento?
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Re: Final de Campaña II: Ratas Hambrientas

Mensaje por Eldril »

Reinhard Russ

-No te culpo por lo que ocurrió Miller, tan solo te culpo por no haber estado ahí decantando la balanza hacia los cazadores de mutantes. El coste en vidas fue demasiado elevado... y los campesinos de Monheim, porque si, eso era lo que eran, no aguantaron la tensión de tantas muertes, y su determinación cedió.- Reinhard supo que Miller, se había equivocado guiando un pueblo, alzado en armas, un pueblo de mineros y campesinos, a enfrentarse cara a cara con un grupo de mutantes- No estábamos preparados para eso... y sufrimos las consecuencias.

Reinhard no pretendía encontrar ningún culpable, pues hacía tiempo que su destino había sido elegido por la voluntad de un dios.

-La voluntad de Sigmar...- Reinhard, reflexiono de nuevo- él también tiene un cometido en la erradicación de la herejía, no es cierto?- preguntó el redentor a su voz interior.- La voluntad de Sigmar hizo que sobreviviese al encuentro con Jaff y los suyos... la voluntad de Sigmar me salvó de las garras de los esclavistas, de las garras del mismísimo Gottfried... y después de cinco años, la voluntad de Sigmar trajo a mis tierras, a mi propia mina al hereje Augoste Getter... y aunque perdí mucho, Sigmar me ayudó a acabar con él...- Reinhard tal estaba confesando demasiadas cosas. Explicaba muchos hechos, sin dar pie a una completa explicación, y sabia que eso tal vez le acarrearía malentendidos. –Getter delató el plan sectario, y bajo la protección de Ivein Hopked y las Iglesias de Sigmar y Verenna... Heinrich Messner y yo, nos dirigimos a cazar a uno de los graves causantes del mal en toda la provincia: al hereje Oliver Saford!- Reinhard quiso fijarse detenidamente en la expresión de los dos hombres al pronunciar todos aquellos nombres, pues daría claras pistas de donde poder aferrarse mejor.
- A estas horas, Saford ya debe haber estado ajusticiado...

Ha de saber toda la verdad, para que pueda decidir tomar partido, no?- se preguntó el elegido de Sigmar- debe poder elegir...

Y tras la pequeña explicación, se dió cuenta que el cometido de Ivein Hopked, tal vez cogiera forma con estos dos hombres.

-El capitán Halvult, esta a ordenes de los Von Grünwald?- tal vez Miller fuera el contacto que necesitaba para localizar al contingente de Mathias Von Grünwald, y explicarle la verdadera situación de la provincia.- dime... es eso cierto?

El ingeniero espero atento la respuesta, y a continuación añadió aquello que Ivein le había pedido que hiciera.

-Ahora mismo, Grenzstad es un hervidero de herejes sectarios. Gottfried, Butker, Jaff... y tal vez Vlados. Sectarios igual que lo eran Saford y Getter...- la gravedad de aquellas palabras preocuparon el gesto de Miller-Mi divino cometido aquí es acabar con todos ellos...-dejó que aquellas palabras se asentaran en la mente de los presentes.- Mi cometido por parte de los Alptraum, es avisar a vuestro contingente de la situación actual de la provincia, y esperar apoyo alguno en la erradicación del mal corrupto de toda Averland.
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