Prisión de Almas: Acto I (Desarrollo)

Partida dirigida por Saratai.

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Saratai
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El preso se despidió triste del vigilante. A saber cuando seria la próxima vez que podria hablar con alguien. Pero al menos estaba tranquilo con la promesa que Fabian le habia hecho. Era una vaga esperanza, más nunca venia mal algo de luz entre la oscuridad.

Fabian se dirigió raudo a la sala de interrogatorios. Alli encontró a Maneverb, hablando con uno de los cárceleros.

Maneverb Sufrt

-Bien, digame. ¿Dónde se encontraba usted la noche de la fuga?


El cloaquero hacia las preguntas libremente, delante de los demás. Como pensaba que sólo uno de ellos era un traidor, su testimonio, de ser verdad, se corroboraria por los demás carceleros.

El hombre, un tipo de poco pelo y mucha grasa, contestó:

-Estaba haciendo la ronda en el tercer nivel, los presos lo pueden atestiguar.

El cloaquero meditó unos segundos, pues tres carceleros confirmaron las palabras de su compañero. Al entrar Fabian se quedó mirandole, esperando algo de ayuda por su parte.
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valafor
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Fabian Dortmund

Mientras aguardaba a que la puerta se abriera, la mente de Fabian seguía buscando combinaciones entre las palabras que el preso le había dicho, intentando dotar de algo más de sentido a toda aquella información codificada. Pese a estar conforme con el resultado del interrogatorio, en especial con el nivel comprensivo que había demostrado ante la palabrería del perturbado, el vigilante todavía tenía algunas dudas.

“Las ratas se hacen grandes, y los gatos las obedecen.”

El vigilante se rascó pensativo la barbilla.

“Está claro que, si para él los miembros del cuerpo de seguridad somos perros, entonces los gatos son delincuentes. El perro persigue al gato, hasta que le da caza y, en este caso, lo mete en la cárcel. No hay duda, pero… ¿y las ratas? ¿Qué papel juegan en todo esto las ratas? Los gatos a su vez cazan ratas, pero… ¿Y si esto de las ratas es una referencia más a lo que se esconde en el subsuelo?”

Fabian no tenía respuesta para aquellas y más preguntas.

“¿Y qué hay del saltamontes que se ha convertido en árbol? ¿Tendrá algo que ver con el Rey del Subsuelo al que hace referencia el inquisidor en su carta? Y lo más importante: ¿Será cierto que alguien implicado en todo ello esté involucrado directamente en la crisis gubernamental de Averheim y su consecuente corrupción?”

De repente, la puerta se abrió, sacando a Fabian de su ensimismamiento.

“Bien, dígame. ¿Dónde se encontraba usted la noche de la fuga?”

De nuevo en un interrogatorio. No obstante, y aunque pudiera parecer imposible, en esta ocasión todo indicaba a que el proceso sería más complicado que el anterior. Estaba claro que los implicados no se mostrarían tan colaboradores como el extrovertido y profundamente ininteligible 348 A8, ya que por lo menos uno de ellos se jugaba la libertad. Además, tanto Fabian como Maneverb debían ser cuidadosos con el tono que utilizaban en las preguntas, puesto que, en aquel condado, era delito extorsionar u obligar a prestar declaración a un miembro del poder ejecutivo. Así pues, cualquier paso en falso podía meterles en graves problemas.

“Estaba haciendo la ronda en el tercer nivel, los presos lo pueden atestiguar.”

Fabian cerró tras de sí la puerta, previamente abierta por uno de los entrevistados, y tomó asiento junto a Maneverb. Procurando que ninguno de los carceleros le escuchara, el vigilante se aproximó al oído derecho del cloaquero.

“Siento el retraso. ¿Cómo va?”
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El vigilante y el cloaquero hablaron en voz baja, lejos de curiosos oidos carceleros.

Maneverb Sufrt

-Mal, la verdad. No parece que ninguno sea culpable, y todos los compañeros son testigos oculares de los demás. O Navenül estaba equivocado, y hay más de un traidor, o todos están compinchados entre si. Pero bueno, algo si he sacado. Les he preguntado a todos acerca de sus rondas, y por la tarde, que fue cuando se escaparon los presos, estuvieron cinco carceleros de los diez que trabajaron ese dia. Esos cinco fueron esos cinco del lado derecho.


Maneverb hizo un gesto disimulado con la cabeza a cinco hombres que se encontraban de pie en la pared.

-El primero, el moreno, se llama Ottip. El segundo, el rubio, es Redebedk. El tercero, el halfling, se llama Poblito. El cuarto, el que tiene la cara picada de viruela, se llama Johann. Y ese de ahi, el gordito, es Nigelmann. Esos son los cinco hombres que estaban de ronda aquella tarde por el quinto nivel, y son mis principales sospechosos. El resto no rondaron por la entrada del quinto nivel aquella tarde, y estoy tentado de sacarlos del interrogatorio. ¿Qué opinas Fabian?


Cuando la mirada de Fabian se cruzaron con las de Johann Burss, el hombre que ayudó a Alan Friedsgoth a encontrar pistas del niño Hezer hacia cuatro dias, como respuesta tuvo unos ojos cansados, muy agotados. Todos habian pasado por alto, que Johann era un carcelero veterano en la prisión estatal.

Ahora, Maneverb esperaba alguna ayuda por parte del vigilante, para resolver aquel intrincado problema. Pero sin duda, aquella prisión tenia mucha información que dar, y ninguna parecia agradable...
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Fabian Dortmund

Fabian no pudo evitar emitir un suspiro de reprobación al escuchar la manera como el cloaquero había procedido en el interrogatorio.

“Con todos mis respetos, debo decirle que no es prudente interrogar a los sospechosos en presencia los unos de los otros. De esta manera, de haber algún tipo de complicidad entre ellos, no tendrán dificultad en guardarse las espaldas.”

El vigilante procuró que la condescendencia ocupara la totalidad de su discurso. De nada servía ganarse la animadversión de su único aliado en aquel caso.

“Puesto que cree conveniente reducir la lista de sospechosos a cinco, deberíamos desalojar la sala e ir interrogar a estos uno a uno. ¿Le parece bien?”

Sin abandonar la postura de confidencialidad junto a Maneverb, Fabian levantó ligeramente la mirada con la intención de echar un vistazo a los cinco sospechosos. Fue entonces cuando reconoció a Johann Burss, pero, en vez de hacer público el reencuentro, decidió guardar silencio y esperar a que el cloaquero respondiera.

“Podríamos empezar por ese. Le conozco y… aunque esté entre los sospechosos, creo que es de fiar.”

Fabian señaló a Burss con un rápido movimiento de cabeza.
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El cloaquero asintió, mandando a todos fuera.

Maneverb Sufrt

-Señores, si son tan amables de esperar fuera de la sala les estaria agradecidos. Todos menos usted, Herr Burss, usted quedese aqui.


Uno a uno, los carceleros fueron saliendo de la sala, quedando solos Maneverb, Johann y Fabian. Una vez lejos de oidos extraños, Johan se dirigió a Fabian. El carcelero, de pocas palabras, conservaba su gesto serio y parco.

Johan Burss

-Fabian, ¿que está pasando aqui? ¿Teneis sospechas de que alguien haya ayudado a los presos fugados?


El guardia de cloacas iba a preguntar que de os conociais, pero prefirió no interrumpir la conversación.
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Fabian Dortmund

“Saludos, Johann. Gracias por mostrarte discreto delante de tus compañeros.”

Fabian se levantó y saludó al hombre. Justo después, el vigilante dio un paso lateral y, con un gesto de los brazos, instó a los dos hombres al apretón de manos.

“Antes de nada, permítanme que les presente. Este es el carcelero Johann Burss. Hemos sido compañeros en una investigación reciente, liderada por el sargento Friedsgoth.”

Ambos hombres se estrecharon las manos sin ocultar cierta suspicacia al hacerlo.

“Y este es el guardia de cloacas Maneverb Sufrt. Juntos estamos investigando la fuga de los hermanos Quober. Por lo visto alguno de los carceleros les ayudó a huir del quinto nivel de esta prisión.”

Tras rascarse pensativo la nariz, Fabian reanudó el discurso mientras invitaba al carcelero a tomar asiento.

“Ese es el motivo del interrogatorio, Johann. Vosotros diez tuvisteis guardia el día de la fuga y los cuatro que esperan fuera y tú la tuvisteis en concreto en el nivel cinco, con lo cual es muy probable que uno de ellos sea el traidor.”

El vigilante miró fijamente al carcelero.

“Y digo “uno de ellos” porque confío en que tú no lo seas.”

Los profundos ojos del vigilante no se perdían el más mínimo movimiento del hombre, a la expectativa de cualquier reacción que sus palabras le pudieran despertar. Creía que podía confiar en el carcelero, pero, pese a conocerlo previamente, de momento no había ninguna prueba que lo exculpara del delito.

“Dime Johann, ¿puedes darnos algo de información al respecto? ¿Viste algo sospechoso aquel día?”
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Johan Burss

El carcelero estaba tranquilo. La situación le disgustaba a él como a nadie, pues últimamente sólo habia problemas, y desde la muerte de Efferhöld tres noches antes, el averlandés solo queria calma.

-Si, os diré todo lo que se. Yo hice mi ronda por la puerta del quinto nivel a las útlimas horas de la tarde. Antes que yo habia estado Redebeck junto a Poblito, pasando la comida por la entrada al subterraneo. Y cuando me tocó a mi noté más silencio que el habitual. Todo estaba muy calmado y tranquilo, algo raro a esas horas.

Johan se paró unos segundos, como si viera las imágenes nitidamente en su cabeza.

-Lo más sospechoso que puedo decir es que la puerta se habia quedado con dos cerraduras en vez de con las tres habituales, lo que me extrañó bastante, pues Redebeck es muy formal y siempre cumple el protocolo de cerraduras. En ese momento no le di más importancia, pero veo que esa puede ser la clave de la fuga.

-No se cuando escaparon los presos exactamente, pero si quieres mi opinión, Fabian, creo que fue antes de mi ronda, pues fue Nigelmann, un compañero al que le tocaba justo después que a mi, quien se dio cuenta de que los presos se habian largado.



En ese instante, Navenül entró en la sala, acompañado de Poblito. Al parecer, el halfling era el encargado de la comida en la prisión, y traia algo de comer para los interrogadores y para el interrogado. El halfling puso unas tiras de carne de cerdo, un poco quemadas, junto a unas pequeñas jarras de cerveza. En ese instante, Fabian tomó consciencia del tiempo. Bajo los muros de la prisión era imposible percatarse del paso del tiempo, y debia haber pasado mucho tiempo dialogando con 348. Cuando Poblito recogió los platos y volvió a su lugar de espera para la interrogación, Navenül se acercó a Fabian.

Puptitgtrer Navenül

-Herr Dortmund, tienes visita. Ha venido un tipo muy raro, con la cabeza rapada, dice que se llama Lars. Según él trabajais para el mismo hombre. Ve a buscarme a mi despacho cuando termines esto, y te llevaré a donde está ese tipo esperandote.


Sin más, Navenül dejó a Maneverb y a Fabian que continuaran con su trabajo, una tarea que sin duda llevaria más tiempo del imaginado en un principio.
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Fabian Dortmund

Durante todo el refrigerio, Fabian no perdió de vista al halfling. Miró con desconfianza la comida traída por aquel hombrecillo sospechoso de prestar ayuda a un fugitivo y, por descontado, no osó probar bocado. Se centró en los movimientos de este, en su estado de ánimo, en la naturaleza de sus miradas… incluso se atrevió a imaginar el motivo que le había podido llevar a cometer un delito como aquel. Mientras el vigilante se dedicaba a diseccionar mentalmente al mediano, el resto de hombres mantenía una entretenida charla sobre temas triviales. Tal era el ensimismamiento del averlandés que cuando el interrogador se dirigió a él, su cabeza reaccionó con un acentuado respingo.

“Herr Dortmund, tienes visita. Ha venido un tipo muy raro, con la cabeza rapada, dice que se llama Lars. Según él trabajáis para el mismo hombre. Ve a buscarme a mi despacho cuando termines esto, y te llevaré a donde está ese tipo esperándote.”

Raro, cabeza rapada, mismo jefe… A Fabian le costó deducir quien se podría esconder detrás de todos esos datos. Entonces, el olor acre del humo desprendido por una de las velas que iluminaban la sala le trajo un recuerdo y un presentimiento todavía más acre. Pese a no entender qué hacía tan pronto allí, pues todavía no habían pasado los dos días acordados, creía saber quién era aquel tal Lars y a quién podía representar.

“Está bien, señor. En cuanto acabemos aquí acudiré a su despacho.”

La sala volvió a quedarse a solas con los dos guardias y el carcelero. El interrogatorio prosiguió.

“Recapitulemos, Johann. Al iniciar su guardia, vio que el turno anterior al suyo, el realizado por los señores Redebeck y Poblito, se había dejado descuidado el cierre de una de las cerraduras del acceso al quinto nivel, cosa que, pese a sorprenderle puesto que Redebeck es un hombre de gran escrupulosidad en el trabajo, no le dio mayor importancia y, entonces, usted mismo acabó de cerrar la puerta. A parte de eso, durante su turno, no sucedió nada más fuera de lo normal. ¿No es así?”

El carcelero respondió sin inmutarse.

“Sí, así es.”

Mientras recitaba lo escuchado, la mente del vigilante intentaba depurar toda aquella información para convertirla en respuestas.

“Y fue al inicio del turno posterior al suyo cuando se detectó la fuga.”

Fabian quedó pensativo durante un rato. Entonces, de repente, con su acostumbrada seriedad al hablar, puso fin a aquel silencio de reflexión.

“Muchas gracias por la ayuda prestada. Si el señor Sufrt no tiene nada más que añadir, por mi podemos dar por concluido esta toma de declaración.”

Puesto que su compañero en la investigación se mantuvo callado ante el ofrecimiento, posiblemente abstraído, del mismo modo que Fabian, por un mar de preguntas e hipótesis producidas por el testimonio, el vigilante continuó.

“Si eres tan amable, Johann, podrías decirle al señor… Redebeck que entre. Y si no es mucho pedir, mientras le tomamos declaración…”

Las palabras de Fabian se vieron acompañadas por una recta mirada que, más que de petición, era de exigencia.

“… haz el favor de no perder de vista a ninguno de los otros cuatro carcelero, en especial a Poblito.”

El carcelero Burss respondió a la petición con un marcado asentimiento y sin mediar palabra salió de la sala. Mientras el siguiente sospechoso se preparaba para entrar, los dos guardias empezaron a poner puntos en común.

“¿Qué opina señor Sufrt?”
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¿? de Ulricario de 2521.

Johann salió afuera, dejando a Maneverb pensando. Tras unos segundos, dio su opinión.

Maneverb Sufrt

-No sabria decir si tu amigo miente o dice la verdad. De momento mis principales sospechosos son ahora Redebeck y Poblito. Pero tampoco podemos descuidar a Nigelmann, pues es posible que Johann mienta, que no se encontrara el tercer cerrojo abierto y fuera Nigelmann quien abriera las celdas, planeando con Johann hecharle las culpas a Redebeck y decir que fueron ellos quien lo descubrieron todos, dejando al rubio por mentiroso.

-Otra teoria que tengo es que todos estén compinchados y que nos vayan a mentir todo el rato, pero es menos probable. Con la tortura todo seria más fácil, pero asi tendremos que escuchar varios testimonios y juzgar en base a ello.


Sin tiempo para más, Redebeck entró en la sala, hablando mientras se sentaba.

Redebeck

-Señores, les advierto de que no he hecho nada, no he liberado a nadie sin permiso. No entiendo por que me interrogan a mi antes que a los demás.


Antes de que nadie dijera nada, el carcelero siguió hablando, sin que le preguntaran.

-No se que les habrá dicho Johann, pero quiero que sepan que no nos llevamos muy bien él y yo.
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Fabian Dortmund

El repentino chirrido de la puerta interrumpió la incipiente charla entre los dos guardias. La hoja de madera carcomida cedió bajo el sonoro paso de un indignado carcelero de pelo rubio y ceño fruncido.

“Señores, les advierto que no he hecho nada, no he liberado a nadie sin permiso. No entiendo por qué me interrogan a mi antes que a los demás.”

Como un vendaval, el carcelero Redebeck entró en la improvisada sala de interrogatorios, luciendo, ante las sorprendidas miradas de los vigilantes, una espléndida coraza a prueba de calumnias e infundios.

“Por fav…”

El carcelero interrumpió el intento de Maneverb de retomar la situación con una nueva andanada defensiva.

“No se que les habrá dicho Johann, pero quiero que sepan que no nos llevamos muy bien él y yo.”

Dicho esto, el sujeto tomó asiento y, como un niño enfurruñado al haber sido reprendido injustamente, se cruzó de brazos, aguardando impaciente las preguntas de los vigilantes.

“¿Bueno, qué pasa? ¿Disparan de una vez?”

Los vigilantes, ya recuperados de la sorpresa inicial y sin hacer ningún intento por romper aquel silencio que tanto parecía molestar al carcelero, intercambiaron una discreta mirada de complicidad. Por lo visto, en aquella ocasión no sería necesario hacer preguntas. Con la dosis exacta de tensión inducida, Redebeck podría asumir el papel de interrogador e interrogado él solo. Pasados unos interminables minutos de bufidos y miradas soslayadas, Fabian, con la intención de poner a prueba el aguante del carcelero, decidió avivar un poco el fuego.

“Es curioso lo que dice, señor Redebeck, pues su compañero, el señor Burss, lejos de comportarse como usted dice, no ha olvidado hacer constar en su declaración la gran consideración que tiene hacia el trabajo que usted desempeña.”

Maneverb, que comprendió al acto la estratagema de su compañero de investigación, añadió.

“Cierto. Ha dicho que usted es un carcelero competente y concienzudo.”

Antes de que “torbellino” Redebeck empezara nuevamente a girar, Fabian apostilló.

“Con lo cual, ¿nos puede explicar a qué viene este comportamiento tan… curioso?”
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El carcelero atendió sorprendido ante las palabras de los dos investigadores, pues no tenia palabras para explicarse.

Redebeck

-Estoo... Miren, comprendanlo. Yo no he hecho nada, y me llaman para un interrogatorio. Estoy alterado, es normal. Pero me someteré a todo lo que ustedes quieran saber.


Maneverb iba a empezar las preguntas, pero, como de costumbre, Redebeck le interrumpió, visiblemente alterado.

-Quiero confesar algo antes de que me sigan preguntando... El dia de la fuga, yo... Miren, aqui, en la cárcel, estamos muy solos.

El cloaquero, antes de que Redebeck siguiera, puso un gesto de asco, pues imaginaba como acababa la historia del carcelero.

-No hay mujeres y... Bueno, tenemos turnos muy largos, en los que a veces necesitamos compañía. La tarde en cuestión, hice mi turno como de costumbre, fui con Poblito, pasamos la comida, y cerré puntual los cerrojos. Y cuando acabé, me llamó Ottip, un... amigo.


Maneverb Sufrt

-Oh, por favor, no entre en detalles, Herr Redebeck.


Redebeck

-Si, mejor asi. Bueno, el caso es que me fui con Ottip, con las puertas cerradas. Pero Poblito se quedó haciendo que haceres, y no me esperé a que Johann llegara. Me gusta hacer mi trabajo bien, pero me pudo la impaciencia y me fui con Ottip antes de verificar que Johann tomaba la ronda. Se que no todos los carceleros esperan a su compañero para asegurar de que las rondas se cumplen, pero a mi me gusta asegurarme, y ese dia no lo hice. ¡No me digan que por mi culpa esos cabrones se escaparon! No lo soportaria...


El carcelero se hechó las manos a la cabeza. Ahora era cosa de Fabian juzgar su testimonio de los hechos.
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Fabian Dortmund

Fabian se sintió asombrado y profundamente orgulloso por el efecto conseguido por su triquiñuela psicológica. Poco a poco, sin apenas darse cuenta, el averlandés iba dejando atrás la figura del novato enclenque e irreflexivo de hacía dos años para convertirse en todo un experimentado vigilante. De haber estado presente el buen sargento Friedsgoth, este no habría dudado en felicitar orgulloso a su joven y cada vez más preparado compañero.

“Sea cual sea el motivo, desentenderse de las propias obligaciones siempre acarrea consecuencias. Créame.”

Aunque sonaran a reprimenda, las palabras de Fabian simplemente constataban un hecho que no hacía mucho él mismo había tenido la desgracia de comprobar en sus propias carnes.

“Señor Redebeck, gracias por su declaración. Cuando salga, dígale al señor Poblito que haga el favor de entrar. En cuanto a usted, no se aleje mucho. Puede que más adelante le necesitemos.”

Redebeck salió de la sala igual de nervioso que había entrado, pero ahora además en su cara se podía ver el rubor propio del que siente una vergüenza atroz. Sabía que su reputación como carcelero ejemplar (así como la de viril amante y mujeriego) pendía de un hilo. El bochorno y el deshonor le esperaban a la vuelta de la esquina y todo por culpa de Otipp y su increíbles dotes para ma…

“¿Marla Redebeck, la dueña de la carnicería que hay en la Plaza Central, no es la madre de este tipo?” –dijo Maneverb pensando en lo duro que debía ser para unos padres descubrir que su hijo disfruta con ese tipo de prácticas.

Fabian se encogió de hombros sin dar demasiada importancia a la inapropiada pregunta de su compañero. Entonces, recordando lo mucho que tenía que decir respecto a los avances del interrogatorio y lo rápido que eran los carceleros en pasarse el testigo entre declaración y declaración, el vigilante, sin más, empezó a desarrollar su punto de vista ante los oídos del cloaquero.

“Creo que tanto Burss como Redebeck dicen la verdad. No es que conozca demasiado a Burss, pero su forma de hablar y comportarse en la tanda de preguntas me ha inspirado confianza. No se le notaba nervioso y parecía muy seguro de lo que decía. En cuanto a Redebeck… no hay mucho más que decir. Sólo alguien con demasiado miedo a ser acusado de un crimen no cometido es capaz de admitir una coartada como esa. De todos modos, haremos bien en hablar con ese tal Ottip.”

Maneverb se imaginó tomando declaración a Ottip y, al acto, vino a su cabeza la figura apesadumbrada de sus padres.

“Con lo cual, sólo nos queda…”

La puerta de la sala se abrió nuevamente, dejando a Fabian otra vez con la palabra en la boca.
Última edición por valafor el 05 Mar 2009, 00:46, editado 1 vez en total.
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29 de Ulricario de 2521. Prisión de Almas (Averheim), Angestag.

Redebeck se fue apesumbrado dejando al vigilante y al cloaquero con sus chismorreos. Tras unos segundos de silencio, la puerta se abrió de nuevo, pero misteriosamente, no habia nadie en su quicio. Maneverb y Fabian tuvieron que mirar más abajo para ver al pequeño Poblito, que entraba con cara de no haber roto un plato en su vida. Maneverb no pudo contener un gesto de desagrado, pues el racismo para con los medianos era muy común en ciertas clases sociales. Los halflings se veian como escoria que apenas sabian hacer nada, pero que robaban los trabajos a la población averlandesa. Eso, por no hablar de que el gobierno central los respaldaba, manteniendo para ellos los territorios que por derecho debian ser de Stirland y de Averland, un territorio llamado por esos amorfos atachados ''Asamblea''.

El pequeño Poblito, con la cabeza agachada mostrando respeto, se subió con dificultad al taburete de los interrogados. En su cara tenia restos de comida, y su grasiento pelo estaba lleno de suciedad, que sin duda habria caido en los platos que antes comieran. Sus regordetes dedos se movian inquietos de un lugar a otro, y cuando notó las furibundas miradas de Maneverb, se presentó.

Poblito Paladi

-Olita señores, un placer conocerlos. Ya lo sabrán, pero bueno, yo me presento por si el caso lo pida. Soy Poblito, el cocinero de la Prisión y encargado de avastecer a toda la cárcel de ricos potajetes.


La útlima palabra, potajetes, la pronunció con exquisito acento imperial, provisto de una gran sonrisa. Sin más, el mediano esperó las preguntas de los investigadores, con gesto paciente y mirada estúpida.
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Fabian Dortmund

Fabian detectó el gesto de desagrado del cloaquero hacia la presencia de Poblito y al instante, evitando así cualquier salida de tono por parte de su compañero, tomó las riendas del interrogatorio. Después de la charla con Redebeck, el halfling se había convertido en el principal sospechoso del caso, de modo que los vigilantes debían ser concienzudos en sus preguntas y no dejarse llevar por subjetividades.

“Gracias por atendernos, señor Poblito.”

El comportamiento del halfling olió a artificial en el olfato del sabueso vigilante. Todos los hombres que hasta el momento habían pasado por aquella sala y habían prestado declaración eran muy conscientes de que se jugaban el cuello en ello. Bien fuera aportando datos a la investigación o intentando defender su inocencia, todos y cada uno habían intervenido desde el principio con un justificado desasosiego. Esto mismo no ocurría con el afable y sosegado Poblito que, desde su entrada a la sala, no había dejado de esbozar una estúpida sonrisa de amabilidad.

“O está muy seguro de su inocencia o intenta enmascarar algo bajo esa pose de extrema cordialidad.”

Fabian se mordisqueaba el labio inferior mientras intentaba dar con la mejor manera de sonsacar información a aquel tipo. Con Burss sirvió poner en evidencia su inocencia y a Redebeck únicamente tuvieron que tirarle un poco de la lengua, pero con Poblito… ¿Qué podían hacer para conseguir una declaración de culpabilidad de alguien que había templado sus nervios de tal modo? El vigilante dio con la solución justo en el momento en que sus labios empezaban a despellejarse.

“Pues si lleva una máscara, quitémosela.”

El joven averlandés aproximó su silla hacia el taburete que ocupaba el mediano, sin perder de vista el comportamiento de su ahora inestable compañero.

“Delicioso el potajete, si señor. Lo he comido preparado por mucha gente, pero ninguno tenía nada que ver con el cocinado por un halfling. ¿Qué hace que cualquier congénere de los suyos pueda preparar un plato que sea capaz de poner en evidencia la obra del más alto cocinero humano? Si ya lo digo yo: ¡Más oriundos de la Asamblea tendría que haber en las cocinas imperiales!”

Fabian correspondía a la mueca bobalicona del mediano con la sonrisa más franca que pudo esbozar.

“¡Vamos Maneverb! ¿A qué esperas? ¡Estalla! Haz añicos el falso aplomo de este tipo.”
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29 de Ulricario de 2521. Prisión de Almas (Averheim), Angestag.

Maneverb no tardó en demostrar su xenofobia contra el mediano. Agarrándolo de la camisa, le espetó a la cara, en una mezcla de palabras y saliva.

Maneverb Sufrt

-No nos jodas, aborto de rata, y no te joderemos nosotros a ti. Tú y tu sucia raza sois un hatajo de mentirosos y traicioneros bastardos, pero como no digas la verdad lo vas a lamentar lo poco que le reste a tu vida. Dinos que hiciste la tarde de la fuga y podremos perderte de vista.


El halfling, lejos de amilanarse, miró a Fabian con seriedad.

Poblito

-Señor, nuestra cocina se basa en el amor y en los ingredientes frescos. Por eso está todo tan bueno. Si quiere, cuando terminemos esta reunión, les haré un buen cocido.


El mediano empezó a hablar, sin importarle los insultos que Maneverb soltaba por lo bajo, describiendo detalladamente todo lo que hizo por la mañana hasta llegar a la tarde.

-Miren, cuando llegué a dar la comida a los del quinto nivel, abrí la puerta, mientras Redebeck estaba a mi lado, eché los platos dentro y me fui. Luego, cuando vino Redebeck de no se qué cosa, el siguió con su ronda y yo me fui a preparar más comida. Más tarde volvi a dar otra vuelta, y me dijeron que unos presos se habian escapado. Esa es la verdad, lo juro.
Cerrado

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