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Hoja de personaje de Alexei Filipov

Publicado: 10 Abr 2008, 22:34
por Uranga
Y esta vez es un rudo kislevita el que se ha acercado a Remas, aqui no hace tanto frio y no venden kvas pero seguro que el vino tileano es de su agrado.

Publicado: 11 Abr 2008, 16:11
por Van Hoffman
Descripción general

Nombre: Alexei Filipov
Raza: Humano
Profesión: Kossar kislevita

Altura: 1,79 m
Peso: 71 kg
Edad: 28 años
Nº hermanos: 1 (Sasha Filipov, varón, 23 años, miliciano)
Color de pelo: Rubio
Color de ojos: Cobrizos
Marcas distintivas: Pendiente en la oreja izquierda y una nariz enorme
Lugar de nacimiento: Krasnodar, pequeño pueblo a pocos quilometros de Kislev



Características

HA: 37 +10* = 42
HP: 34 +10
F: 36 +5 = 41
R: 37 +10
Ag: 34
I: 27
V: 36 +10
Em: 27

A: 1
H: 13 +2
BF: 4
BR: 3
M: 4
Mag: 0
PL: 0
PS/PD: 3/3

Avance gratuito en Habilidad con Armas


Habilidades

Cotilleo
Hablar idioma (Kisleviano)
Hablar idioma (Reikspiel)
Sabiduria popular (Kislev)
Buscar
Consumir alcohol
Esquivar
Percepción
Supervivencia


Talentos

Resistente a enfermedad
Muy fuerte (incluido en rojo)
Especialista en armas (A dos manos)
Golpe letal


Enseres

Hacha a dos manos
Arco corto y aljaba con 10 flechas
Cota de mallas
Chaqueta de cuero
Grebas de cuero
Botella de vodka
Colgante con el colmillo de un oso
Bolsita con 9co

Publicado: 11 Abr 2008, 16:17
por Van Hoffman
Trasfondo de Alexei


Alexei nació en un pequeño pueblo a varios quilometros de la capital. Era un pueblo tranquilo, donde los habitantes trabajaban para sobrevivir. Cultivaban el campo, cuidaban del ganado y recogían leña para calentar sus hogares.

Desde muy pequeño, Alexei jugaba con sus amigos a pelear, pues aquella era la tradición. En las peligrosas tierras de Kislev, los niños aprendian a manejar una espada prácticamente desde que nacían, y los combates entre niños fortalecían sus lazos afectivos y curtían sus músculos.

Sin embargo, la tragedia pronto sobrevino sobre la familia Filipov. La madre de Alexei sufrió un parto terrible, y tras dar a luz a Sasha, su hermano menor, murió, dejando a Vasil, padre de Alexei, al cuidado de los dos niños. La muerte de su madre le marcaría de por vida.

Al morir su esposa, Vasil decidió que debía educar a su hijo mayor de modo que pudiese cuidar de la familia. Con seis años, Alexei recibió su primer arco, y su padre le enseñó a utilizarlo. Pronto, Alexei se convertiría en un gran tirador. Vasil también le educó en el arte del combate cuerpo a cuerpo, utilizando el arma tradicional de la unidad a la que pertenecia, los Kossares. Vasil soñaba con que su hijo creciese fuerte para poder seguir los pasos de su padre y convertirse en un Kossar.

Mientras Vasil entrenaba a su hijo mayor en el arte del combate, la abuela de Alexei se encargó de cuidar del pequeño Sasha. La vieja Tanya enseñó al niño a saber diferenciar los montones de hierbas curativas que crecían tanto en los campos como en los bosques, y pronto el pequeño Sasha se convirtió en un gran herbolario.

Y pasaron los años, y Alexei se convirtió en el kislevita más fuerte del pueblo, y Sasha en el más listo. Alexei se encargaba de cuidar de su hermano menor cuando salía al bosque a recoger hierbas y éste le curaba cualquier herida que tubiese. Juntos formaban un gran equipo.

Pero los dioses no debieron bendecir a la familia Filipov, pues por segunda vez, reclamaron a uno de sus miembros. Durante una incursión de hombres del norte, Vasil, junto con más de cincuenta varones de Krasnodar, fue reclamado para defender Kislev. Durante más de un mes, el padre de Alexei luchó contra los invasores. Sin embargo, dos meses después de su partida, un grupo de apenas diez hombres regresó al pueblo. Aquellos eran los supervivientes de los que habían marchado al norte, y Vasil no estaba entre ellos. El sargento de su unidad, gran amigo de Vasil, entregó el hacha de su padre a Alexei, quien la recibió sin lagrimas ni lamentos. De su padre había aprendido que no debía llorar, pues le hacía débil. Sin embargo, Sasha no había sido preparado por su padre, y durante una semana estubo encerrado en su casa, sin salir a buscar hierbas.

Cinco años después, y tras un entrenamiento que casi llevó a la muerte a Alexei, éste fue nombrado Kossar como lo fuera su padre. La alegría de Alexei no parecía tener límites, sin embargo, duraría poco, pues los exploradores habían detectado un inmenso ejército que avanzaba desde el norte, arrasandolo todo a su paso. Alexei no lo dudó ni un solo segundo. Cogió el hacha de su padre, se equipó con la armadura tradicional del Kossar y partió a la guerra. Alexei luchó con valor y decisión, y muchos bárbaros norteños cayeron bajo el hacha de su padre. En la defensa de Kislev, Alexei combatió en las murallas de la capital, junto con hombres venidos del Imperio y otras tierras lejanas. Fue allí donde conoció a un mercenario tileano que le explicaría las maravillas de las tierras más al sur. Aquel encuentro selló el destino de Alexei.

Mientras tanto, y sin saberlo Alexei, el pequeño Sasha (como lo llamaban en Krasnodar) se unió a las milicias con la esperanza de poder vengar a aquel padre que se desentendió de él cuando era niño, y demostrarle a su hermano que él tambien era capaz de luchar.
Cuando la guerra terminó y se permitió a los Kossares volver a sus hogares, Alexei sufrió una amarga bienvenida. Su abuela Tanya, la cual tenía ya más de cien años, le explicó que su hermano había marchado con las milicias y aún no había vuelto. Completamente desesperado y desolado, Alexei tomó la decisión más importante de su vida. Con su hermano desaparecido (y probablemente muerto) y sin familia, decidió abandonar la tierra en la que se había criado y viajar al sur, a aquel país llamado Tilea, huyendo de la guerra, la muerte y la desesperación.

Durante mucho tiempo, vagó intentando llegar al pais. Se unió a diversas caravanas, contratado como guardaespaldas. Cuando llegó a los Reinos Fronterizos, se unió a una caravana en la que viajaba un noble caballero, de tierras más allá del Imperio. Durante el viaje, le explicó que él también viajaba a Tilea con un grupo de mercenarios a hacer fortuna y Alexei no dudó en ofrecerle sus sevicios como mercenario. Por fin sus ansias de trabajo se habían saciado.