Tercera parte: La Misión

Partida dirigida por Van Hoffman

Moderador: Van Hoffman

Saratai
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Mensaje por Saratai »

Yvraerl Eisël

El vagabundo preparó su arma, asiendola fuertemente con una mano mientras con la libre equilibraba sus golpes y paradas. No era un experto luchador, pero haria todo lo que estuviera en su poder para defender a sus compañeros, a su raza y a su estirpe. Su clan y su linaje estarian orgullosos de él.

-Los eslizones detrás controlando que no retrocedamos, ¿eh, capitán?

-Daeron y sus preciados amigos son perfectos para la retaguardia, Audec. Son especialistas en combatir sin arriesgar sus valiosas vidas.


No faltaba rabia en las palabras de Yvraerl, pues el elfo estaba muy enfadado con Daeron. Que poco han tardado en colocarse a nuestras espaldas, lo más alejado posible del combate para poder huir si nosotros no podemos defenderlos. De los eslizones me lo esperaba, pero jamás imaginé tal cobardia en un asur.
Por suerte a mi lado aun quedan personas por las que luchar, personas por las que morir. Si sobrevivia a aquella situación, abandonaria a esos eslizones y a su ruin señor, el cual habia demostrado un desprecio tal por los de su propia raza que el Eisël no perdonaria nunca.

Aquel viaje habia cambiado la vida de Yvraerl, haciendole tener más conciencia de raza que nunca. ¿Tenia que haber viajado tan lejos de la civilización para comprender cuál era su lugar en el mundo? ¿Habia desperdiciado todos aquellos años, o en cambio le habian ayudado a conocerse? Fuera como fuera, ahora la muerte le acechaba por enésima vez. Sin embargo, era la primera vez que afrontaba dicho posible final junto a otros asurs. En el resto de su vida, siempre habia estado en peligro él solo, aprendiendo a cuidarse a si mismo. Pero esta vez era diferente. Estaba en peligro en compañia, y debia aprender a cuidar de los demás.

Por unos segundos, los pensamientos del elfo le habian alejado del combate, pero el empujón de un skaven le hizo volver a la realidad. No era momento de pensar en el pasado ni en el futuro. Era el momento de actuar en el presente, de coger las riendas y de acabar con aquella plaga de monstruosos seres.

-Anuviel, si Tyrion o yo caemos heridos, ocupa nuestro lugar para que podamos reponernos, pero no dejes que Aënor pierda su posición. Mientras tanto aguanta, y si encuentras algun hueco, aprovechalo. Estas ratas no resistirán mucho, si conseguimos retenerlas lo suficiente como para reducir su número un tercio, comenzarán a preocuparse más por sus pellejos que por los nuestros. ¡Por Ulthuan hasta el final!


Lástima que la muerte llegará de manos de hombres ratas, en un lugar tan perdido como éste.

FDI: Al igual que Tyrion, Ataque y postura de guardia.
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William Tender
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Mensaje por William Tender »

Anuviel Darkmane

-Anuviel, si Tyrion o yo caemos heridos, ocupa nuestro lugar para que podamos reponernos, pero no dejes que Aënor pierda su posición. Mientras tanto aguanta, y si encuentras algun hueco, aprovechalo.

-Cuenta conmigo, capitán!


-Estas ratas no resistirán mucho, si conseguimos retenerlas lo suficiente como para reducir su número un tercio, comenzarán a preocuparse más por sus pellejos que por los nuestros. ¡Por Ulthuan hasta el final!


La cabeza de Anuviel trabajaba a toda velocidad, por un lado, estaba asustado, y luchaba por su vida y la de sus camaradas, por otro, se estaba divirtiendo con la lucha. Mientras se agachaba a cargar la ballesta, a cuyo mecanismo poco a poco le estaba cogiendo el tranquillo, su cabeza trazaba planes.
Disparar a la primera fila es demasiado arriesgado, no quiero que pase lo de la última vez, además debo confiar en la destreza de Tyrion y de Yvrael... Eissel había dicho que las ratas eran cobardes, así que... si disparo en la segunda fila, las ratas podrían verse heridas antes del combate, y tendrían que afrontarlo desde otra perspectiva, atrapados entre el enemigo, y sus compañeros empujando, lucharán por huir entre sus compañeros, haciendo cundir el pánico entre las filas anteriores, puede incluso que sean tan necios que den la espalda a las espadas élficas, y ése sea su fin, dando un golpe terrible a la moral enemiga...

Anuviel se incorporó alzándose de puntillas para buscar un hueco por encima de sus compañeros para disparar. Conque las cosas fueran la mitad que bien que como en sus ilusos planes, podría pensar que los dioses le tenían en más estima de la natural, pero estaba dispuesto a intentarlo al menos. Sólo rogaba que sus compañeros aguantaran, y que Aënor entendiera su plan, o al menos le oyera por encima de los gritos.

-Aënor, dispara a la segunda fila!

Off: Anuviel carga la ballesta, le pega el grito a Aënor y... espera a que le toque otra vez.
:?
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Weiss
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Daeron Nénmacil

Daeron sonrió al ver a la primera oleada de ratas caer bajo sus proyectiles. Pero también sabía que después de esa oleada vendría otra. y otra, y otra... Y así hasta que los condenados skaven decidieran largarse por donde habían venido. O mejor dicho. Hasta que empezasen a correr como idiotas, tirasen las armas y cada uno escapase por donde pusiese... Así de valientes eran los skaven.

El problema era que Daeron veía muy lejos el momento en el que los skaven desistirían. Era cierto que estaban en una buena posición para defenderse, pero aún así... Sin ebargo, lo único que podía hacer de momento era luchar. Quizás si exterminaba a unos cuántos de aquellos apestosos hombres rata los otros empezarían a tomarle un poco en serio, no como alguien desvalido que necesita ayuda para todo. Se estaba cansando de sus aires, de que mirasen a Daeron como pensando que ellos eran mejor que él. De que dudasen hasta de que siguiese siendo elfo. Pues lo seguía siendo, pensasen lo que pensasen aquellos entreometidos recién llegados, y cuando volviese a Ulthuan, si algún día lo hacía, lo haría cubierto de gloria, y sería recibido como un sabio en la Torre Blanca.

Volvió a concentrar los Vientos del Aethyr, enviándolos a la palma de su mano, que empezó a echar chispas violetas en todas las direcciones. Le gustaba aquella manifestación eléctrica de sus poderes. Su hechizo podía tomar casi la forma que él quisiese, pero ese rayo siempre le había parecido especialmente impresionante. Y el fulgor violeta de sus ojos siempre le había gustado.

Un rayo, un muerto... A ver si seguimos igual...

Daeron sabía que podía morir en cualquier momento, pero se estaba divirtendo. Era la emoción del combate, el saber que era o su vida o la de los skaven. Y estaba decidido a acabar con todos los que hiciese falta.

Morid, ratas.
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Van Hoffman
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Mensaje por Van Hoffman »

Mientras los golpes se sucedian, tras la primera fila de defesores, Aënor y Anuviel se apresuraban para recargar sus ballestas. No eran los mejores artilugios élficos a los que estaban acostumbrados, pero a fuerza de usarlos, se iban familiarizando con ellos. Había que aguantar la ballesta con el pie, estirar la cuerda con las dos manos, llevarla hasta la hendidura y colocar el proyectil. Parecía facil, pero la cuerda estaba tensa y costaba mucho esfuerzo.

En retaguardia, Daeron se dispuso a manipular de nuevo el Aethyr. Esta vez, los vientos parecieron fluir uniformemente, y el mago los atrajo y les dio forma con una facilidad sorprendente. El enlace entre la atracción y el desencadenamiento de los poderes de los vientos se formó casi instantaneamente, y el rayo salió disparado hacia su objetivo. Cuando el poder desapareció de Daeron, el mago se sorprendió de la supuesta facilidad con la que lanzó el hechizo. Jamás, en todo su aprendizaje, había sido capaz de lanzar un conjuro con tanta facilidad como ahora. ¿Sería esto una señal de algo? El tiempo lo diría.

Y mientras el mago se distraía momentaneamente, el rayo púrpura alcanzó a un skaven de la tercera fila. El impacto lo hizo retroceder ligeramente, y el chillido de dolor cuando las fuerzas del Aethyr lo atravesaron resonó por toda la sala.

Tras el rayo púrpura, volaron otras dos jabalinas, por encima de las cabezas de los elfos que luchaban, y se estrellaron contra los skavens de la tercera fila. Una de ellas impactó en la pierna de un skaven, destrozandole la rodilla y atravesando el muslo. La otra pasó rozando cerca de la cara de otro skaven, haciendole una pequeña herida en el hombro.

Pero la lucha de verdad se desencadenaba en la primera fila, con cuatro skavens luchando apretados contra dos elfos, en posiciones perfectas. Tyrion, haciendo uso de lo aprendido en las clases de esgrima, en Tor Audec, llevaba a cabo ataques rápidos para tratar de romper la defensa del enemigo mientras volvía de nuevo a la posición defensiva. El ataque fue muy justo, pero consiguió atravesar la ligera protección de cuero del skaven, hiriendole en el vientre. Sin embargo, no había sido suficiente, y el skaven seguía moviendose.

Con rabia, los skavens atacaron con un alubión de golpes, pero ninguna lanzada se acercó siquiera al noble caledoriano. Junto a Tyrion, Yvraerl luchaba más desesperadamente. Se defendía con dificultad, y las lanzas pasaron silbando a escasos centímetros de su cuerpo, gracias en parte a la torpeza de los hombres-rata al estar tan apretados en aquel pequeño pasillo.

Pero el craciano esperó el momento justo para contraatacar a los skavens que habían bajado la guardia. Lanzó una estocada contra la pierna de uno de ellos, pero el skaven se apartó en el último momento y solo ocasionó un ligero corte.

Los skavens seguían presionando, y aún no había caido ninguno, salvando los tres primeros. Sin embargo, los disparos de ballesta que sin duda se producirían en escasos segundos, serían decisivos.



OFF: Daeron ha sacado un peazo de crítico en la tirada de Canalización ;) Yvraerl, has visto tu vida pasar en fotogramas, suerte que estan apretujados como sardinas xD Tyrion, el golpe no ha estado mal, sigue así y el turno que viene, un skaven menos ;) Animo a todos, que seguro el turno que vienen caen dos o tres.
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Mensaje por kurgan »

Tyrion Audec

En el principio de los tiempos, cuando los dioses realizaban la creación de Ulthuan y el resto de las tierras del mundo, Asuryan se refugió en un palacio de blanco mármol. Eones permaneció en su mansión, mientras Isha poblaba la tierra con toda clase de plantas y su amante Kurnous, dios de la garra y el colmillo, soltaba por el mundo a su prole salvaje y feroz. Fue el tiempo antes del tiempo, pues no había ningún ser inteligente para registrarlo.
Pero Loec, el gran embaucador, y el valiente guerrero Khaine, sintieron curiosidad por saber qué haría el más grande de los dioses, y tras muchas peripecias lograron burlar a los guardianes celestiales y penetrar en la fortaleza del Dios Renaciente. Loec lo distrajo con sus disfraces y mil velos de engaños: Khaine se inclinó sobre la mesa de trabajo y vio, dorada y resplandeciente, el alma de la raza de los elfos. Y lo que vio no le gustó y cambió y manipuló para mejorarlo, y trajo el orgullo, la intemperancia, la violencia y la crueldad a la especie de Tyrion.
Y he aquí que éste se abandonaba al regalo de Khaine; la disciplina del golpe, de la cuchillada y el barrido de la espada. Antes había pensado tonterías. Ahora no pensaba: sólo se movía por instinto.
Off: Ataque y Postura de guardia.
Saratai
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Mensaje por Saratai »

Yvraerl Eisël

No paran de venir, estoy harto, voy a acabar con todos y cada uno de ellos. Solo verlos me dan arcadas...


La mera presencia de los skaven era una ofensa para la estirpe asur de Ulthuan. El Caos habia engendrado bestias y monstruos, demonios y pesadillas, y los skaven eran una de esos monstruos engendrados por la maldita energia corruptora del Norte. Los antepasados de los Eisël habian luchado, como todos, junto a Aenarion el Defensor en más de una batalla contra aquellos monstruos, y hasta se creo la esperanza de acabar con todos ellos para siempre. Ahora, en esta era, los elfos sabian que jamás vencerian tal eterna guerra, y que antes o después todos moririan, solo faltaba saber cuando.

El vagabundo continuo aguantando la linea, para dar tiempo a los elfos armados con ballestas de hacer blanco. Más les valia a los de la primera linea que no fallaran sus tiros los de la segunda, las cosas ya pintaban bastante mal ahora...


FDI: Igual que antes, Ataque y Postura de Guardia. Por cierto ¿Cuantos skaven hay? Más o menos para hacernos una idea del número de ratas que hay por el pasillo ^^
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Weiss
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Mensaje por Weiss »

Daeron Nénmacil

Daeron se soprendió cuando disparó su hechizo. No esperaba una manifestación Aethyrica tan poderosa, y mucho menos que le fuese así de fácil canalizarla. Intentó buscar una razón. Pensó en que la pirámide podía estar cargada de enrgía Aethyrica, que algún objeto mágico poderoso se encontrase en las cercanías, que el Vidente Gris hubiese dejado una estela energética que Daeron había aprovechado, o que los Slann habían mandado levantar ese momumento en un punto de confluencia de los Vientos. Era o una de esas opciones, o que Daeron era extremadamente bueno. Al final, el Mago decidió inclinarse por esta última.

Pero fuese cual fuese la razón, lo cierto es que había lanzado un hechizo ciertamente poderoso. Y en vista de todos los skaven que se les venían encima, harían falta más como ése...

Daeron volvió a conjurar los Vientos de la Magia a su alrededor, dispuesto a volver a descargarlos contra aquellos condenados roedores.


FDI: Sigo con lo mismo, Canalización y Dardo.
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William Tender
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Mensaje por William Tender »

Anuviel Darkmane

El dardo se cargó en su posición, con la cuerda tensa, con un ligero "click". Anuviel, satisfecho, pero frenético, se puso de pie y alzó la ballesta hacia las filas enemigas, poniendo cuidado de no trazar una línea de tiro por donde las cabezas de Yvrael y Tyrion se movían, concentradas en la danza del combate. Más allá de la barrera que ofrecían los dos espadachines, todo era un mar de cimitarras oxidadas, piel sucia, pelo sarnoso, y colas repugnantes.
¿Cuál de vosotras odiosas criaturas ahogará su último chillido cuando apriete el gatillo? ¿Quién sentirá el firme ástil de madera con punta de acero atravesar la carne para vuscar sus entrañas? Tanto daba. Anuviel apuntó cuidadosamente a una bestezuela de dientes amarillos que se agitaba de excitación y nerviosismo en la segunda fila enemiga, y disparó.
La amargura le atravesó el pensamiento fugazmente mientras apretaba el gatillo, al pensar que sus aves no estaban en este combate para arrancar los ojos de sus enemigos, y dedicó un breve pensamienro a Kurnous para encontrarlos con vida... o para que sus espíritus, si ya no eran más que eso, guiasen sus disparos. Morid, alimañas, morid.

Anuviel apunta y dispara a un skaven de la segunda fila.
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Van Hoffman
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Mensaje por Van Hoffman »

El caos se apoderó del pasillo. Gritos, chillidos, golpes y zumbidos llenaron el ambiente mientras los elfos se defendían como podían del brutal ataque de los skavens. Los chasquidos de las ballestas al ser disparadas se impuesieron por encima del escándalo. Los dos virotes surcaron el corto espacio silbando. Uno de los dos se clavó profundamente en el brazo izquierdo del skaven que había recibido el impacto del proyectil mágico de Daeron. El engendro no pudo más y se desplomó, víctima de un shock que le paralizó el corazón. El otro virote no dio en el blanco, estrellandose contra una de las paredes y perdiendo toda la fuerza del impacto.

En la primera fila, Yvraerl luchaba desesperadamente, tratando de imponerse a sus enemigos. Esquivaba lanzadas, detenía zarpazos y se movía de un lado a otro. Y mientras lo hacía, golpeaba buscando puntos débiles en sus contrincantes. Uno de esos golpes dio en el brazo de una rata, que ya estaba herida por una estocada del craciano, cercenándole la extremidad en el acto. El skaven dejó caer la lanza y se llevó la garra que le quedaba a la herida, mientras se desplomaba en el suelo, chillando y retorciendose de dolor. Sus compañeros de la fila de atrás no tuvieron ningún tipo de reparo en pisotearlo y situarse frente al vagabundo para seguir luchando.

Mientras tanto, en la retaguardia de los defensores, Daeron volvió a invocar los poderes del Aethyr. Ahora, el joven mago solo pensaba en lo bien que había enlazado y lanzado el conjuro anterior, y ahora su ego estaba por las nubes. Sin duda, con un chasquido de sus dedos, podría acabar con todas las ratas que allí había. La acumulación de los poderes fue ampliamente satisfactoria, y el enlace volvió a ser éxitoso. Daeron volvió a lanzar el rayo púpura con la misma facilidad con la que hablaba. Por un momento, olvidó todo lo que le rodeaba, y solo pensó en él, en como mataba a las ratas con un infiero de rayos púrpuras.

El rayo impactó al skaven que había sido herido en la pierna por una de las jabalinas, pero todavía se movía. Era imposible saber si se daba a la presión ejercida por los compañeros de atrás que empujaban o porque todavía seguía vivo, pero aún se movia.

Los skavens, lejos de amedrentarse ante el poder de Daeron y de la lluvia que caía sobre ellos, siguieron empujando. El hombre-rata que había visto caer a su compañero presa de Yvraerl no vaciló y atacó, pero la punta de la lanza erró por unos escasos centímetros. Mientras tanto, el skaven que había avanzado, sustituyendo al guerrero caído, aprovechó el impulso y lanzó una estocada que Yvraerl no fue capaz de detener. La punta de hierro se clavó en el costado del elfo, produciendole una fuerte punzada de dolor. Sin embargo, la herida no era profunda y el craciano podía seguir luchando sin dificultad.

A su lado, Tyrion se defendía como un león arrinconado. Los skavens empuñaban sus armas contra él y el elfo ponía todos sus conocimientos de esgrima para salir ileso. Sin duda, la suerte estaba con el noble, y pudo evitar facilmente los golpes de sus adversarios.

En aquel momento, las últimas dos jabalinas volaron por encima de los combatientes, y se estrellaron de nuevo contra los skavens de la tercera fila. Sin embargo, esta vez los hombres-rata estaban preparados, y a pesar de los empujones fueron capaces de evitar los impactos. Las dos jabalinas se rompieron en mil pedazos al estrellarse contra el suelo.

Mientras tanto, Tyrion se sentía invencible. Se dejó llevar por la excitación del combate y propinó golpes y estocadas a sus contrincantes. Esta vez, con un golpe descendente en diagonal, hirió de nuevo en el pecho al skaven al que había estocado en el vientre. El golpe causó una herida que hizo estremecerse de dolor al hombre-rata, pero aún no era suficiente, y a pesar de las sangrantes heridas, la criatura seguía luchando presa del frenesí del combate.

Dos hombres-rata había caido, y muchas más estaban heridas, y a cambio, tan solo Yvraerl había sufrido una ligera herida. Sin duda, ahora los defensores estaban en ventaja, y creían fervientemente en su inminente victoria.


OFF: Bueno, muy bien gente, habéis liquidado a dos skavens más ;) Yvraerl ha perdido 3 heridas. Las tiradas han sido buenas en general, con resultados satisfactorios para todos los PJ, menos para Anuviel, que falló el disparo.
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Mensaje por Van Hoffman »

El combate continuaba, cada vez con más desesperación. Los elfos habían acabado con un total de cinco skavens, sin sufrir ni una sola baja, pero aun así, los hombres-rata no dejaron de atacar.

Tras disparar, Aënor y Anuviel se afanaron a recargar de nuevo sus ballestas. Los dos compatriotas empezaban a sentir odio hacia aquellas burdas armas, que debían gastar mucho tiempo para recargarse, tiempo que, quizás, los de la primera fila no disponían.

Y era en la primera fila donde el caos del combate era evidente. Yvraerl y Tyrion se debatían con furia contra los hombres rata. Estaban ya hartos de aquellas criaturas, y esperaban que no tardasen mucho en huír. Yvraerl, ignorando la herida del costado, arremetió contra el skaven de su izquierda, descargando la espada en diagonal, hiriendole de gravedad.

Por su parte, Tyrion continuaba con su frenesí luchador. Su macabra danza mortal dio de nuevo al skaven malherido, pero esta vez le golpeó en el brazo. El brutal golpe desgarró músculo, hueso y piel, dejando el brazo hecho un amasijo deforme. El skaven se desplomó inerte en el suelo, pero otra criatura ocupó rápidamente la posición de su compañero caído.

Mientras tanto, en retaguardia, Daeron volvió a convocar de nuevo los poderes del Aethyr. El aprendiz de mago se había olvidado completamente de la situación, de que sus compañeros estaban al borde de la muerte, y de que estaban en clara inferioridad numérica. Ahora, Daeron solo pensaba en él y en sus objetivos, a los que veía lejanos y desprotegidos. De nuevo, la canalización de los vientos fué satisfactoria, y Daeron pensó que volvería a desencadenar el infierno sobre los hombres-rata. Sin embargo, despertó de su ensoñación cuando los zarzillos de energía se le resbalaron, dispersandose de nuevo, y haciendo imposible el enlace del conjuro.

Y de nuevo en el frente, los skavens seguían atacando a los dos espadachines. Uno de los hombres-rata que se enfrentaban a Tyrion arremetió con su lanza, con un golpe que el poderoso caledoriano no fue capaz de detener. El dolor del golpe devolvió a Tyrion a la realidad. Tyrion podía sangrar, y aunque en esos momentos se comparaba con el mismísimo Khaine, él seguia siendo mortal, con lo que ello conllevaba. El otro skaven, sin embargo, falló su lanzada.

Junto a Tyrion, las otras dos criaturas arremetieron contra Yvraerl. Una de las estocadas falló estrepitosamente, sin embargo, la segunda, llegando desde un angulo que Yvraerl no pudo detener, le volvió a golpear en el costado. Gracias a Asuryan, la chaqueta de cuero pudo parar casi toda la fuerza, pero aún así, el golpe causó daños al vagabundo, y le dejaría un feo moretón.

Y más atras aún, viendo como se desarrollaba la escena, los eslizones volvieron a arrojar sus jabalinas a la marabunta de pelo y carne. Una de ellas se estrelló contra el pecho de uno de los skavens de tercera fila, que ya había recibido un golpe de refilón de una de las jabalinas. El skaven acabó malherido, pero aún estaba apto para luchar. La otra jabalina erró y rebotó contra la pared.

Otro skaven había muerto, y tanto Tyrion como Yvraerl habían vuelto a resultar heridos. Todavía quedaba mucho rato de combate, pero los elfos se sentían ganadores, a pesar de todo.


OFF: Lo dicho, uno menos. Yvraerl ha perdido 1 herida y Tyrion 4. Ahora estais los dos con 4 heridas menos.
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Mensaje por Van Hoffman »

Tras ver como herían a sus compañeros frente a él, Anuviel se planteó la posibilidad de relevar a alguno de ellos. Pero esos pensamientos se disiparon al ver como sus hermanos seguían luchando pese a todo. Y las ballestas volvieron a resonar. Los virotes volvieron a volar. Uno de ellos impactó en el hombro de un skaven de la tercera fila, malherido, incrustandose en la carne, rompiendo la clavícula, y dejando inconsciente a la desdichada criatura. La otra impactó de refilón en el hombre-rata que había sido herido por la jabalina de uno de los eslizones. El skaven no pudo más y se desplomó, muerto.

Y en el frente, heridos pero no vencidos, continuaban su infatigable batalla Yvraerl y Tyrion. Sin embargo, el cansancio empezó a hacer mella en los dos espadachines, y a pesar de aguantar, no lograron romper las defensas de sus oponentes.

Daeron, no dandose por vencido y esperando ser útil, volvió a concentrarse y a acumular los vientos. Podía utilizar cualquiera, e incluso le habían enseñado a combinar dos de ellos sin sufrir efecto negativo alguno, pero para aquel conjuro, Daeron prefería una mezcla entre el Azyr y el Shyish. El mago logró acumular el poder suficiente, y ahora debería andar con más cuidado a la hora de enlazarlo con el lanzamiento. Pero esta vez no cometió el error de confiarse, y esta vez si que fue capaz de finalizar el hechizo satisfactoriamente. De nuevo, el relampagueante rayo púrpura salió de las manos de Daeron y se estrelló contra uno de los skavens de la segunda fila, provocandole un gran dolor y un fuerte espasmo, y arrancandole un escalofriante alarido.

Pero a pesar de ello, los skavens seguían presionando. Los dos hombres-rata arremetieron contra Tyrion. Uno de ellos falló en su ataque, y el otro fue desviado por la hoja del caledoriano. Junto a él, Yvraerl sufrió también el embite de los skavens. Sin embargo, Yvraerl pudo sentirse aliviado cuando una de las lanzas fue desviada por la intromisión de la otra, provocando que ninguna de las dos impactase en el elfo. Esta vez, los dos compañeros salieron indemnes de la refriega, y a pesar de que no habían herido a ningún hombre-rata, tampoco habían resultado heridos.

Y desde retaguardia, otras dos jabalinas volvieron a volar, pero ninguna de las dos dio en el blanco, perdiendose en la masa de skavens.

Cada vez quedaban menos alimañas, y los elfos veían cada vez más cercana la hora de la victoria.


OFF: Poco que decir este turno. Dos skavens más estan ahora correteando en los laberintos de la Rata Cornuda :lol:
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Tras disparar, Anuviel y Aënor se apresuraron para volver a recargar sus armas. Ambos se sentían impotentes cada vez que recargaban. Cuan rápido era disparar, y cuan tedioso recargarla.

Y de nuevo, la acción se desarrollaba en pleno combate. Yvraerl desvió una lanzada y arrojó su arma contra el muslo de una de las ratas. La espada penetró en la carne como si fuese mantequilla, y cuando el elfo sustrajo el arma de la herida, ésta sangró, arrancandole un grito desesperado al skaven.

Junto a él, Tyrion luchaba con desenfreno. El noble rompió fácilmente las defensas de uno de sus rivales, atravesandole el hombro derecho y partiendo la clavícula. El skaven agonizó, pero continuó luchando.

En retaguardia, Daeron convocó los vientos una vez más. Esta vez volvió a ocurrir lo mismo que la primera vez. Los vientos prácticamente se posaron sobre sus manos, y el enlace entre la canalización y el lanzamiento del conjuro fue ampliamente satisfactorio. El rayo púrpura voló de nuevo, estrellandose sobre otro desgraciado skaven. El hombre-rata sufrió calambrazos durante unos largos segundos, para después desplomarse, cayendo muerto.

Cada vez quedaban menos skavens, pero los que luchaban contra Tyrion e Yvraerl no parecían notarlo. Uno de los skavens logró superar las defensas de Tyrion, hiriendole en la pierna. La lanza atravesó el muslo, y el elfo no pudo reprimir un doloroso alarido. La fea herida sangraba mucho, y Tyrion empezó a marearse. Un golpe más, y parte de la estirpe Audec sería enterrada en Lustria. Y lo peor de todo es que la hoja del arma había quedado trabada en su pierna, y el asta de la lanza se partió, dejando al skaven indefenso y a Tyrion sufriendo un dolor atroz.

Y mientras tanto, otras dos jabalinas volaron. Los dos eslizones habían agotado su munición con este último lanzamiento, y ahora solo podían esperar sin hacer más para ayudar a los elfos. Una de las jabalinas se rompió al estrellarse en el suelo, pero la otra hirió de refilón en el brazo de uno de los skavens.

Otro más había muerto, pero ahora Tyrion estaba gravemente herido. El combate debía finalizar ya, o ningún asur regresaría a casa...


OFF: El señor Daeron ha tenido unas tiradas muy buenas, y ha fulminado a un skaven de un solo disparo. Por otra parte, Tyrion está ahora en 0 heridas. Ánimo, que ya queda menos ;)
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Mensaje por William Tender »

Anuviel Darkmane

Anuviel ya se preparaba para realizar su siguiente disparo, pero el gruñido de dolor de Tyrion lo alarmó. Mierda mierda mierda.
-¡¡¡Tyriooon, Relevoo!!!
Anuviel se lanzó a ocupar el puesto de su compañero, alargando sus manos para intercambiar armas... A Anuviel se le ocurrió, sin venir a cuento, que eso mismo no lo podrían hacer con un arco. En ese momento se le ocurrieron muchas cosas, se le ocurrió que Tyrion quizá prefiriese morir luchando a ocultarse, que su orgullo o su locura le mantendrían en el frente, o que no quisiera rebajarse a usar una ballesta. A Anuviel se le ocurrieron muchas cosas, pero no tenía tiempo de pensar, sólo de actuar, así que repitió:
-¡¡¡TYRION, RELEVO!!!
kurgan
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Mensaje por kurgan »

Tyrion Audec

Los dioses aman poco a los que fanfarronean, y Tyrion estaba aprendiendo lecciones de humildad por las malas. Primero, una punta de pica le rasgó el hombro y la túnica de Cothique que, aunque raída, seguía estando entera y que estaba hecha con hilos de plata y algodón de la mejor calidad, maldita sea. No era más que un rasguño, pensó Tyrion. Se rehízo, estocó y destrozó el brazo de un hombre rata.

Pero luego vino el gran golpe. Pilló al de Caledor con la guardia alta, intentando forzar a un skaven a retroceder cuando su compañero, atinando bien, le traspasó la piel del muslo. A su pesar, Tyrion gritó como un plebeyo, olvidándose de la primera lección de sus clases de esgrima con respecto a morir como un caballero. La madera, vieja y quebradiza, sonó como un disparo de cañón en la mente del elfo al partirse y dejar la cabeza de hierro-sucio, infeccioso- enterrada en la carne blanca. La sangre le tiñó la piel de rojo hasta el suelo, manando como un torrente,m libre de circular por la arteria.

Casi tanto como el golpe, dolía que le pidiesen que se retirase. Tyrion no respondió. Se limitó a, como buenamente pudo, intentar vengarse y evitar el siguiente golpe.

Off: Ataque y Postura de guardia. ¡Ningún caledoriano da la espalda al enemigo! Y menos para que lo cubra uno que desenvainó el acero contra él.
Saratai
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Mensaje por Saratai »

Yvraerl Eisël

No puede ser, ¿tantas? Deberiamos haber vencido a estas ratas hace ya mucho. He perdido la noción del tiempo, no se cuantas he matado, no se con cuantas hemos terminado, pero no se acaban nunca. Me duele el cuerpo... Me duele demasiado.

De pronto, Yvraerl se percató de la lanzada que habia atravesado a su compañero. Tyrion estaba sufriendo graves heridas, pronto no conseguiria ni mantenerse en pie. Tan pronto como las astillas perforaron su pierna, el buen domador cumplió con la estrategia del relevo, poniéndose él en primera fila y sustituyendo al noble herido, para que el bando asur no sufriera ninguna baja... pero no fue asi. El orgullo de Tyrion empezaba a rozar la obsesión.

Una cosa era enfrentar una ofensa recibida y proteger el honor, pero otra bien distinta era morir sin ningún motivo, desobedeciendo una orden de un superior. Si, era cierto que Yvraerl habia exagerado sus habilidades para poder entrar en el viaje, pero le nombraron capitán, con todo lo que eso conllevaba. Y aunque no era un lider nato, cumpliria con su tarea. No dejaria que nadie, por muy noble que fuese, pusiera en peligro a todo el grupo.

-¡Tyrion, maldita sea, retrocede ahora mismo! ¡Es una orden!

Yvraerl hará hueco para que pase Anuviel, y confiará en que Tyrion retroceda y coja la ballesta del domador. Parada y hostigar para abrir hueco.
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