Tercera parte: La Misión

Partida dirigida por Van Hoffman

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Uranga
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Aenor Finduvel

Esa extraña criatura le habia despertado de sus sueños. Al principio se encontraba cansado, pero al saber que su mision iba a empezar pronto el sombrio recobro toda sus energias. Desde que se le rompio el arco en el naufragio le rondaba una idea por la cabeza. Si para esa mision necesitasen armas, que haria el? Deberia de pedirles algun arco o arma para protegerse, pero como pedirselo?

-Daeron, siento interrumpirle pero perdi el arma en el mar y ahora no tengo con que defenderme. Seria tan amable de pedirle alguna a sus compañeros? A mi me es imposible comunicarme con ellos.-Intento ser todo lo educado que podria haber sido, pues sabia que aun estaba enfadado por la conversacion con el noble.
Siente el WAAAGH dentro de ti
Saratai
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Mensaje por Saratai »

Yvraerl Eisël

Bien, por fin vamos a tener alguna respuesta a nuestras preguntas. Realmente tengo curiosidad sobre que nos vamos a encontrar.

Mientras pensaba en lo que pronto iba a suceder, el sombrio reclamó algo con lo que defenderse:

-Daeron, siento interrumpirle pero perdi el arma en el mar y ahora no tengo con que defenderme.

-Si necesitas un arma, puedo prestarte la mia si a cambio me dejas algún filo. Con solo una daga no voy a llegar muy lejos.

No habia traido otra daga ni una espada al viaje, pero preferia usar una a un arco. Además, seguro que un arma a distancia se aprovecharia mejor en manos de un sombrio que en las suyas. Eisël preferia las distancias cortas.
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William Tender
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Mensaje por William Tender »

Anuviel Darkmane

Anuviel silbó una vez más en espera de ver aparecer a alguno de sus halcones... sin ellos se sentía algo indefenso. En ese momento, sus compañeros comenzaron a preocuparse por su equipo de combate, y él miró su lanza, y su arco con la cuerda retirada y aún mojada. La lanza podría ser bastante peligrosa, sin duda, pero hubiera preferido, con mucho, disponer de su arco plenamente operativo. Miró a los eslizones... la mayoría parecían utilizar jabalinas, y unas cerbatanas de acabado sencillo pero interesante... se preguntó si utilizarían arcos.

-Daeron, nada estaría más lejos de mi intención que abusar de tanta hospitalidad, pero... ¿No tendrán nuestros anfitriones cuerda de arco para reparar el mío?
O al menos, dos jabalinas o tres para prestar... no quiero pareceros caprichoso, pero me sentiré más seguro cuando pueda defenderme de los peligros desde una distancia segura
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Weiss
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Daeron Nénmacil

Daeron estaba tranquilamente peinándose cuando súbitamente todo el mundo se preocupó por su arma. Unos negociaban entre ellos para intercambiarlas, otros simplemente le pedían, incluso amablemente, que les intentase buscar algo. Le gustaba la situación. Parecía que se habían dado cuenta de que gran parte de sus opciones de sobrevivir radicaban en él... Era el único capaz de entender a los lagartos, amigo del eslizón que les había capturado y conocía al Señor Slann de la ciudad. Definitivamente, estaba en una posición importante.

Cuando el domador le preguntó si le podría conseguir cuerda para su arco, Daeron se levantó y habló para todos los presentes.

Tranquilos, compañeros. No temáis por las armas. En eso estamos servidos. Digamos que unos amigos tileanos que tenía se las cedieron amablemente a Tichi Hui -pausa para dar efecto a la frase- cuando cayeron atravesados por los dardos de su grupo... Vuestras armas están en un estado más bien lamentable por lo que vi antes, pero me imagino que podréis arreglaros con lo que tengan por allí guardado. Así que descansad. Os hará falta...

Acabando su intervención, Daeron se volvió a recostar en su lecho, a la espera de que Tichi Hui volviese. Sobre una hora más tarde, oyó los silbidos del eslizón. La hora había llegado. Se levantó y salió a la calle, donde el jefe de exploradores aguardaba con otros dos eslizones, llevando unas armas que Daeron conocía bien.

Realmente no fueron tan idiotas cuando atacaron. Morir por un dardo envenenado es el mejor de los finales que podrían haber encontrado aquí...

Tichi Hui traía bastante equipo. Armas decentes. Sin embargo, Daeron recordaba cómo no les habían servido de nada. Quizás ahora fuesen a ser más útiles...

Traes armas contundentes, amigo -Tichi Hui emitió un silbido de aprobación- dejadlas ahí dentro. Déjame repartirlas y estaremos listos. Podeís esperarnos aquí fuera.

El eslizón volvió a silbar, a la vez que avanzaba junto a sus dos compañeros, y entró en la casa de Daeron , depositando las armas en el centro de la habitación. Después volvió a silbar y salieron de la casa, apartándose un poco para dejar al mago trabajar tranquilo. Daeron entró en la casa, y se situó de pie junto al montón de armas. Primero echó un vistazo a todos los presentes, examiándolos descaradamente. Le gustaba contemplar sus caras de perplejidad. Después, habló.

Cuatro espadas y tres ballestas. De factura tileana. Feas, resistentes y efectivas -cogió las espadas y fue entregando una a cada elfo- no se parecerán demasiado a las que estaréis acostumbrados a usar, pero me imagino que no hará falta que os explique por qué lado se empuñan, ¿no?. Ah, sí. Yo también tengo la mía -se llevó la mano al cinto, y desenfundó un bello acero de factura élfica- El mejor acero de Saphery, forjado por mi padre -volviendo a guardar el arma, esta vez se fijó en las ballestas- Veo que tenemos solo tres, ¿no?. Pues repartámoslas con lógica. La primera para nuestro señor arquero -y acercándose al sombrío, le entregó la pesada ballesta junto a la munición- La segunda para nuestro querido domador, ya que prefiere defenderse a distancia. Aquí tienes, chico. Y la tercera. Pues para el señor Yvraerl. Así tendrá más posibilidades de salir vivo y volver a su patria para seguir contando historias, algo que parece que se le da bien.

Ahora dirigió su vista a Tyrion.

Perdóneme, mi Señor de Caledor. Intenté conseguirle un dragón, pero todos estaban ocupados. O durmiendo. Es igual, pero me parece que nosotros nos quedamos sin ballesta...

Dándose la vuelta y saliendo de la habitación, dijo.

Vamos, Zoar En'Hak tiene mucha paciencia, pero yo me empiezo a aburrir...

Por fin sabría cuál era su destino.

Tichi, Hui. Estamos listos.
"Ninguno de vosotros lo entiende. Yo no estoy encerrado aquí­ con vosotros. Sois vosotros los que estáis encerrados aquí­ conmigo"
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Tyrion Audec

El noble tosió educadamente.

-Perdonad-dijo, dirigiéndose a medias a Daeron y al sapo con patas-mi caso es diferente. Yo pedía mi espada, que vuestros simpáticos y escamosos amiguitos se incautaron ayer. Sabéis, no tengo la suerte de tener un pariente herrador, u orfebre, con tiempo para hacer bellos juguetes como el vuestro. Pero aún así, es un recuerdo preciado de mi estirpe, empuñada en la batalla

Tyrion mentía como un bellaco, claro. La espada era la menor de las posesiones de su familia, que guardaba docenas criando polvo en los arsenales de la fortaleza, y el mismo Audec tenía cuatro sólo en la capital. Mientras tanto, cogió la espada tileana como el que coge sabiendo que luego se va a tener que lavar la mano. Aj, diseñada para alguien más pequeño y compacto que él, empuñadura de cuero, sin un solo dibujo de plata en la hoja, ni una mala runa con su nombre. No le hubiera extrañado que fuese de bronce o hierro batido al frío.

Luego, mientras caminaban hacia la pirámide, comentó:

-Por cierto, no oí antes bien. Vuestro amigo lagarto, ¿Acribilló a esos hombres antes o después de que depusieran las armas?
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Van Hoffman
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Mensaje por Van Hoffman »

En aquel momento, Tichi Hui entró en la estancia y emitió más de aquellos silvidos a los que os ibais acostumbrando poco a poco. Daeron lo miró y se encaró con el noble caledoriano.

- Mi amigo dice que tienen vuestras armas confiscadas hasta que demostréis ser de confianza. Hasta entonces, tendréis que usar "eso".

Daeron hizo ademán de salir de la habitación, pero tras oír la impertinente pregunta de Tyrion, se dió la vuelta.

- Fue justo después de que tomasen la inteligente decisión de atacar a mis reptilianos amigos, que les rodeaban y tenían armas a distancia. Sí, fue muy inteligente. Pero eran tileanos, no se puede esperar mucho de ellos, ¿no, Lord Tyrion?

Dicho eso, le dió la espalda y salió del edificio acompañado del eslizón. El resto se vieron obligados a coger las armas tileanas y equiparse con ellas, al tiempo que recogían las pocas posesiones que poseían en aquel momento. Salisteis del edificio, donde os esperaban Daeron, Tichi Hui y otros dos eslizones. Sin intercambio de opiniones, se pusieron en marcha, y aquel extraño grupo se encaminó en silencio a la salida de la ciudad.

Pasaron varios minutos que se os hicieron eternos. No visteis señales de vida, además de los tres eslizones que os guiaban, en la ciudad. Parecía ser una ciudad desierta, fantásma. Os ponía los pelos de punta. Finalmente, llegasteis a la esplanada y poco después, entrasteis de nuevo en la espesura de la jungla. El antinatural silencio que había reinado en la ciudad fue rápidamente sustituido por la simfonía de cantos de la fauna local. Aves, reptiles, insectos; todos demostraban su existencia con cientos de sonidos. Tichi Hui abría la marcha, apartando ramas, lianas y hojas, y rodeando las zonas con vegetación peligrosa. Tras él iba Daeron, acompañando sus pasos con el báculo. Era una imagen surrealista y casi cómica. En mitad de la jungla, como si le vegetación no le importunase, avanzaba una figura con una brillante túnica roja, un báculo dorado y una perfecta melena rubia ondeando. Tras el mago, casi a la par, caminaba Tyrion. Su aspecto dejaba bastante más que desear de lo que le habría gustado admitir al caledoriano. No era tan elegante como Daeron, pero a orgullo no le ganaba nadie. Detrás de Tyrion marchaban juntos Yvraerl y Anuviel, con las ballestas preparadas. El último elfo era Aenor, con la ballesta también preparada y ojo avizor. Cerrando el grupo iban los otros dos eslizones, armados con unas cuantas javalinas. Atravesabais la jungla durante lo que os parecieron horas, pero no tardasteis en romper el silencio que acompañaba al grupo.



OFF: Hora de rolear un rato. No os quiero "teleportar" al sitio a donde vais, asi que charlad bellacos. Cuando considere oportuno, seguiremos adelante.
Van Hoffman, pastor de garrapatos por gloria y gracia de Igarol

Nuevos cometidos:
Sacar a pasear al garrapato, limpiar caca de garrapato, cepillar al garrapato, limpiarle las muelas por dentro al garrapato...
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Mensaje por Saratai »

Yvraerl Eisël

Muertos. Tiene gracia. No para ellos claro, pero en una visión general si. Si es cierto que los eslizones mataron a los humanos por no acatar sus normas, he de suponer que harán lo mismo con nosotros si no les obedecemos. Por lo tanto, no somos sus prisioneros, si no mas bien sus esclavos. Y el creido de Daeron es feliz con esa situación, resulta humillante, aun más para él pues el mago está en esta situación de servidumbre por propia voluntad.


Yvraerl acompañó al grupo por el largo paseo, familiarizándose con la extraña arma que llevaba. ''Ballesta'' la llamaban los humanos. Era burda y tosca, carente de toda elegancia, pero práctica y útil, al igual que sus creadores. Los asur tenian detalles que aprender de los humanos, pues éstos habian demostrado más de una vez ser seres inteligentes aunque burdos, a pesar de ser capaces de cosas horribles tanto como de grandes maravillas.

Sin embargo, en este viaje, el elfo estaba empezando a comprender que los miembros de su raza también pueden tener actitudes que poco tienen que ver con los cánones que se esperan de un asur.

No soy yo quien tiene que velar por las costumbres y la etiqueta de mi pueblo, pero mejor ser educado que no ruin. Si los lagartos nos traicionan, y los creo capaces de ello, no pienso quedarme de brazos cruzados. He de saber como salir de aqui y como desenvolverme por este lugar, y el mago deberia saber detalles que desconozco. No me importa quedar mal ante él, solo quiero sobrevivir. Y si mi gente, los de mi sangre y raza pueden evitar todo daño en el proceso, mejor que mejor. Le habia cogido un gran aprecio a sus compañeros de viaje, cada uno con sus peculiaridades. Desde el noble con su orgullo hasta el sombrio con su introspección, pasando por la noble alma del agradable domador

El miembro del clan Eisël se preparó para interpretar un nuevo papel, el de muchacho inocente. No tenia tablas (aun) para actuar como un cortesano, pero si tenia otros recursos. Hacer de niño desvalido ya le salvó el cuello más de una vez en situaciones peores.

Poco a poco fue colocándose cerca del mago, y comenzó a sacar un nuevo tema de conversación.

-Daeron, perdona que interrumpa tus pensamientos, pero tu poder y posición me causan curiosidad. ¿Por que parte de la isla llegaste a este extraño lugar? ¿Fue por el Sur, Norte o Este? Tu adaptación al medio me asombra, pero también me intriga. ¿Porque estás sólo aqui? No se apenas nada de las artes arcanas, y no se si tu magia es tan poderosa para hacer largos viajes tu sólo, aunque lo imagino. ¿Me equivoco?. No quiero ser entrometido, pero me muero de la expectación.

Una pausa sirvió para no atosigar, habia mucha información útil y puede que poco tiempo para reunirla y almacenarla en la cabeza de forma adecuada.

-Por supuesto, entiendo que no quieras compartir tus secretos con nosotros, pero a todos nos haria muy felices conocer algo más de tu asombrosa historia. ¿Tus conocimientos abarcan la extensión de terreno de esta jungla? Sus dimensiones que, tal vez, hayas observado en tus viajes por el territorio. Me gusta mucho el mar y disfrutaria enormemente conociendo las salidas de este lugar.

Los gestos de Yvraerl eran muy sinceros. Ni una solo pizca de orgullo ni ironia se denotaba en su rostro ni en el rápido movimiento que sus manos completaban para dar fuerza a sus palabras. El elfo demostraba devoción por el mago, pues intendo aparentar ser mejor que él no serviria para su propósito:
Huir de sus captores.
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kurgan
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Mensaje por kurgan »

Tyrion Audec

Una araña del tamaño de la mano de un elfo atravesó el camino, cargada de veneno y de asco. Pájaros multicolores, arco iris en la tierra, cantaban en las ramas de los árboles. Una planta acosada por los mosquitos y los insectos que acudían a libar el néctar de su cáliz, cerró su flor atrapando a uno, y cuando la volvió a abrir no estaba. Pero ninguna de esas maravillas apartó a Tyrion de sus pensamientos.

Tres guardianes… Los hombres lagarto eran muy arrogantes o muy estúpidos. Una pausa en el camino, y tres ballestas y una espada podrían eliminarlos sin mucho esfuerzo. Pero claro, podía ser que hubiese toda una cohorte de arqueros escoltándolos, escondida por la maldita jungla. Además, habría que planear un golpe semejante, y bastaba con que uno de ellos no estuviese de acuerdo, o que Daeron sospechase algo, para que el plan fracasase. ¡Maldición! Por un momento, Tyrion estuvo tentado a golpear a Tichi Hui en la nuca con su arma (la llevaba desenvainada, con el pretexto de cortar lianas y vegetales; el elfo consideraba que era para lo que mejor servía) y precipitar las cosas, pero entonces Ëisel empezó a hablar con el mago.

A hablar en unos términos, además, que parecían más adecuados para un esclavo de placer del barrio humano de Lothern al hablar con un asur que para dos elfos que conversaban. ¿Pero es que todos se habían convertido en perros falderos del mago? ¿Era este el elfo que le había echado en cara a Daeron que no asistiese a sus congéneres elfos y…? Una sonrisa se dibujó en la cara de Tyrion. Parecía que Ëisel tenía planes propios, planes que quizás coincidiesen con los del aristócrata, planes que el noble no pretendía estropear interrumpiendo la conversación. Bueno, luego, discretamente, ya se ocuparía de hablar con el capitán.

Deceleró el paso hasta ponerse a la altura de sus compañeros. Quería tantear sus lealtades, saber con quién se podía contar, ablandarlos. Al sombrío, se veía a las claras, lo tenía perdido. Era un hombre al que movían los hechos y no las palabras, y un intento de convencerlo vien podría empeorar las cosas. En cambio, el domador, parecía más proclive a ser maleado con unas buenas palabras…

Procurando dulcificar la voz, Tyrion lo apercibió-estaba mirando al cielo, como siempre-de su llegada.

-Disculpad, Darkmane-dijo, llamándolo por primera vez por su apellido-pero quedo con la impresión de que ayer provoqué vuestra marcha. Os doy mis garantías de que no pretendía ofenderos, y si así lo hice-nada de disculparse-no fue a propósito.
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William Tender
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Mensaje por William Tender »

Anuviel Darkmane

Anuviel giró la cabeza rápidamente, lleno de interés, hacia la conversación, con gesto inquisitivo, le interesaban las andanzas de Daeron, por repelente que resultara el personaje.
No obstante, en ese momento Tyrion se dirigío hacia él, arrebatando su atención de los otros dos, para formular aquella vaga falsa disculpa en busca de su simpatía.
Pobre Tyrion. Tantos mordiscos asestados a su manada, para acabar dándose cuenta de que estaba sólo, y necesitar el apoyo de otros lobos, para conservar el liderazgo. Por un momento casi sintió lástima por el retorcido cortesano, aunque se cuidó mucho de no hacerlo notar lo más mínimo, le atemorizaba y le divertía a partes iguales cuál podría ser la reacción del noble si llegase a intuir que por un momento, el más humilde muchacho del grupo le compadecía...

Ah, la dualidad elfa. no pocas palabras de la lengua elfa poseían dos significados completamente distintos, generalmente contrapuestos, que se discernían por el mero contexto, estaba en todos los aspectos de la cultura elfa, y ahora el noble lo ejemplificaba a la perfección con una verdad a medias.
-Una mano para Khaine y ota para Isha, ¿No es así, mi señor?
Tyrion le miró extrañado.
-Oh, perdonad, supongo que no me entendéis, creo que los humanos gustan de decir "Una de cal y otra de arena", aunque supuse que una expresión de los humanos no sería de vuestro agrado, casi parece un dicho aprendido de los enanos...

Tyrion frunció el ceño ligeramente, con aquello de irse por las ramas, el joven domador comenzaba a poner a prueba su paciencia.
-Quiero decir, señor- Dijo Anuviel, inclinando la cabeza ligeramente con fingida reverencia.- Que me habéis dado una mentira de la mano de una verdad.-Sonrió confidentemente, con mirada de astucia. -Doy por hecho que no pretendíais ofenderme... a mí. Pero no dudo de que lo que hiciérais, lo hicísteis por vuestra propia intención. No sois esclavo ni necio, sois un señor de Caledor, -Volvió a inclinar la cabeza.- y cuanto hacéis, lo hacéis por vuestro propósito. Así que realmente, no tendría sentido que os disculpárais. Pero no os preocupéis, os comprendo. -Dijo dirigiendo la mirada levemente hacia Daeron.- Aprecio tanto como vos la sincera gentilidad de nuestro nuevo amigo...
Mas decidme, mi señor. ¿Sois vos un elfo apegado a las enseñanzas de nuestros dioses?
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Weiss
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Mensaje por Weiss »

Daeron Nénmacil

En cuanto salió de su casa, Daeron dijo a Tichi Hui que estaban listos para marchar. El eslizón asintió, así que en cuanto todos estuvieron fuera emprendieron la marcha. Tenían que cruzar toda la ciudad para llegar a la puerta por la que iban a salir, pero a diferencia de la noche anterior, ahora que era de día los elfos la podrían contemplar en todo se esplendor.

Que la contemplen, porque me atrevería a asegurar que es más majestuosa que la mismísima Lothern...

Después de un rato, salieron de la ciudad para internarse en la selva. Daeron caminaba a la cabeza del grupo, un poco por detrás de Tichi Hui, que era quien abría la marcha, eligiendo por dónde andar y apartando la vegetación. Un poco detrás de Daeron caminaba el noble de Caledor. Era una imagen divertida. Con sus ropas que habían conocido tiempos mejores, empuñando aquel arma tileana como si le tuviese asco, y usando continuamente la otra mano para apartar a todo insecto que se le acercaba, mientras mostraba una cara de infinito asco. Un poco detrás caminaban Yvraerl y el domador. Yvraerl iba mirando continuamente su ballesta, examinándola desde todos los ángulos, como sin comprender del todo su funcionamiento, mientras que el domador iba con la mirada perdida entre los árboles, fijándose en todo pájaro que cruzaba aquella bóveda arbórea y escuchando los sonidos de la jungla. El último elfo era el sombrío, que iba sin mediar palabra, atento y alerta como solo los hijos de Nagarythe sabían estar. La marcha la cerraban dos de los exploradores de Tichi Hui, que armados con jabalinas, completaban la expedición.

Menuda tropa...

Poco después de que Daeron hubiese terminado su análisis de los miembros del grupo, Yvraerl se le acercó. Con una voz que no le había escuchado hasta ese momento el elfo empezó a hablarle. Le preguntó cómo había llegado hasta allí, qué conocía de la jungla, qué conocimientos arcanos poseía... Daeron llegó a una conclusión. Bueno, más bien llegó a tres. Aquel elfo podía ser simplemente idiota, quería sacarle información a Daeron o se había dado cuenta de que era mejor llevarse bien con él. Fuese cual fuese la respuesta, las respuestas de Daeron serían las mismas.

Cómo me alegra que me preguntes, amigo mío. Por fin alguien muestra un poco de curiosidad y eso siempre es de agradecer... -pasó una mano por detrás del otro elfo, posándola en el hombro, y en esta pose tan amistosa (que no coincidía para nada con el tono que Daeron usaba) siguió la conversación- Me imagino que como podrás saber, el único sitio de nuestra gloriosa isla por el que a los humanos se les deja moverse libremente es el barrio portuario de Lothern, así que creo que la pregunta a desde dónde llegué queda respondida con eso... Embarqué con una expedición tileana, legítimos propietarios de las armas que empuñáis como ya dije, pero la verdad es que no duraron mucho una vez desembarcaron, así que me quedé yo solo aquí... Pobre Daeron, sólo y desvalido... En cuanto a lo de que si mi magia me permite hacer largos viajes, digamos que hay pocos rincones de Ulthuan que no haya visitado, y que si estoy aquí también es por culpa de la magia. Un proyecto, ¿sabes?, una especie de investigación. Si un día estás tan aburrido como para escucharme, te podré contar algo más sobre lo que hago aquí.

Cuando parecía que se había dado por satisfecho y dejaría a Daeron tranquilo, contratacó con una nueva batería de preguntas.

Bueno, por lo menos así no me aburro. Y que pregunte demuestra que por lo menos piensa un poco...

Esta vez Daeron soltó el hombro de su compañero, ya que necesitaba la mano libre para señalar a la vez que hablaba.

Estás especialmente inspirado para preguntar, ¿eh?. Mi historia también te la contaré si te hace especial ilusión, pero no ahora porque dudo que me diese tiempo a acabarla antes de que llegásemos a nuestro destino... La jungla no es algo que me apasione demasiado, y nunca he hecho paseos mucho más allá de donde estamos ahora. Servían sobretodo para que Tichi Hui y mi Maestro me enseñasen que esa planta cura la fiebre, que esa que casi pisas es terriblemente pegajosa, que esa serpiente de allí tiene un veneno capaz de tumbar a un estegadón y que esos frutos de allí son comestibles si les quitas las espinas. Muy nutritivos, pero no saben especialmente bien... Eso sí, te aseguro que, a menos que conozcas los caminos tan bien como mi sibilante amigo -dijo mientras dirigía un saludo a Tichi Hui, que se lo devolvió a la vez que silbaba algo, Daeron se rio con la respuesta y le contestó- sibilante no es un insulto, amigo mío -el eslizón volvió a silbar, hizo un gesto con su mano y volvió a mirar hacia delante- hay palabras que todavía no he conseguido enseñarles... Bueno, lo que decía, si no conoces los caminos, hay días y días de jungla en cualquier dirección tengo entendido... Así que más te vale no perderte.

Dándole una palmada en la espalda, Daeron volvió a acelerar el paso, dispuesto a situarse junto a Tichi Hui y explicarle que "sibilante" no era ninguna ofensa a su estirpe...
Última edición por Weiss el 27 Dic 2008, 00:13, editado 1 vez en total.
"Ninguno de vosotros lo entiende. Yo no estoy encerrado aquí­ con vosotros. Sois vosotros los que estáis encerrados aquí­ conmigo"
kurgan
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Mensaje por kurgan »

Tyrion Audec

¿Los dioses elfos? ¿Una para Isha y otra para Kurnous? ¿De qué demonios estaba hablando aquel idiota? O, quizás, no lo fuese tanto. "Todo lo que decís lo decís con un propósito", esa podría ser una máxima vital para Tyrion. Bueno, que la tomase él también, y se dejase de tanto dar alpiste a pajarracos sin propósito ni futuro.

El joven de Naggarythe no era un experto en el arte de ocultar lo que pensaba, y bien hubiera podido ser que el noble se diera cuenta de que las miradas que le dirigía contenían lástima en vez de incencia y vacuidad. Pero entre ambos elfos mediaba un continente de distancia, un océano de incomprensión. ¿Cómo podría tener pena de él, que era un noble? Sólo por eso, ya estaba situado más alto de lo que Anuviel podría llegar a ser. Además, era superior: más contactos en la corte, más ambición y posibilidades de satisfacerla, ¿Qué más podría desear alguien?

Sin saber muy bien qué decir, respondió.

-Por supuesto. Nadie me ha acusado nunca de impiedad. -más bien él a otros-A las de Vaul, y Asuryan. Grandes ejemplos que seguir... Y Lotec y Khaine, si bien son una senda que recorrer con moderación, tienen su lugar.-apostilló-Pero no sé muy bien a qué os referís.

Le echó un ojo a Daeron, con la mano posada en el hombro del capitán. Menudo imbécil, pensó gratuítamente. ¡Ah, claro! El domador es adicto a los dioses de los animalillos y las florecillas, pensó Tyrion.

-E Isha y Kurnous son una parte integrante de la cultura élfica,-o de la parte que tiene que ver con correr desnudo por el bosque y adorar a las ardillas, je, je, buen chiste que le valdría unas cuantas risas de vuelta en Lothern-- aunque no he tenido mucho contacto con su culto.
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William Tender
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Mensaje por William Tender »

Anuviel Darkmane

Tyrion por el momento no parecía darse cuenta de por dónde pretendía llevarle Anuviel.
-Yo por supuesto, tampoco quiero dármelas de entendido, pero tuve un maestro, del que el haber sido pupilo me produce mucho orgullo. Era robusto como un roble de Avelorn, fuerte como un león blanco y sabio como un dragón anciano. Criado en Cracia, según me dió a entender en alguna ocasión. Pues de entre las muchas cosas que sabía y compartió conmigo, resulta que me viene una de ellas a la memoria, que versaba sobre política, que al ser vos un noble, elfo de gobierno, nacido para mandar sobre otros, puede que os resulte de algún interés o utilidad.-

Anuviel, algo asustado por la osadía de lo que iba a insinuar, pero decidido a intentar transmitir su claro mensaje al noble, tomo aire y comenzó:
-Sucede que los lobos, como tantas otras criaturas inteligentes, cazan y viven en manada, y como suele suceder en todos los grupos, hay un líder. - Casi imperceptiblemente agachó la cabeza un milímetro, como una breve concesión al orgullo del noble, permitiéndole considerarse el jefe... por ahora.- que normalmente se gana su posición demostrando su derecho, por ser el más fuerte, el más rápido, el más astuto, o en definitiva, el más capaz, derrotando al antiguo líder. Pero no todos los líderes son iguales. - Anuviel suspiró, sonrió, y miró hacia lo alto con gesto alegre. - Algunos, defienden a su manada con ferocidad, liderándola en las cacerías, poniéndose a prueba constantemente, demostrando su superioridad siendo el mejor cazador, y por supuesto, protegiendo a sus inferiores con su propia vida. La manada suele respetar a estos líderes hasta que son demasiado débiles como para seguir siéndolo, cuando un lobo joven le reta, cerrando el ciclo. Si no mueren en la pelea, que es lo más habitual, el lobo se retira discretamente, y sigue a la manada por un tiempo, o lo que es más común, abandona a la manada para convertirse en un veterano solitario, al que quizás, algún lobos jóven sin manada propia se una durante un tiempo para aprender de él, a cambio de la comida y protección que el joven puede aportar, lo que llaman un pacto de lobos. -
Tyrion parecía francamente aburrido por el monólogo de Anuviel, así que el joven se apresuró en ir al grano.
- Pero hay otros líderes - Miró de reojo a Tyrion con un gesto de tristeza e incomodidad.- que están tan asustados de perder su liderazgo, que dedican gran parte de su tiempo a hostigar a sus congéneres, maltratándolos, mordiéndolos, luchando eternamente por mantenerlos atemorizados y a raya, atacando ferozmente a los aspirantes que les desafían aún después de derrotados. Sus compañeros de manada les temen y respetan por un tiempo.
No obstante, cuando el inevitable momento llega, y el jefe presenta alguna debilidad, es cuestión de tiempo que alguien le derrote
- Anuviel puso especial entusiasmo narrativo en este punto, al dirigirse directamente al noble.- ¿Y sabéis lo que sucede entonces? Toda la manada le expulsa a mordiscos hostigándole, maltratándole cebándose con él. Y no creáis que sólo participan de este cruel momento aquellos a los que mordió. Los lobos son animales muy listos, que conocen su posición, poseen suficiente empatía como para sentir el dolor de sus congéneres, y para imaginar que del mismo modo podrían haber sido ellos las víctimas de la crueldad de su jefe. ¿Os imagináis? Los lobos disciernen un liderazgo noble de uno cruel, y alimentan sentimientos de lealtad, defendiendo hasta la muerte a sus jefes, o de odio, aguardando la oportunidad de desembarazarse del déspota. Normalmente, después de que esto suceda, el líder cruel queda tan malherido, que no sobrevive demasiado tiempo antes de que el hambre, la incapacidad, o los ataques de otras bestias acaben con él.

Los lobos son sin duda animales complejos y fascinantes, mi señor, nunca imaginaría uno que tuvieran una vida social y política tan rica. Yo, me temo, no he trabajado nunca con lobos, pero no me importaría en absoluto ser uno con la manada.
En fin, espero no haberos aburrido con mi charla, sólo pensé que valorarías la peculiaridad de que exista la política incluso entre las bestias.


Anuviel rezó porque Tyrion captara el mensaje. Él tenía bastante claras sus lealtades, lucharía a muerte por defender a todos y cada uno de los miembros de la expedición, noble, mago, e incluso eslizones incluidos. Si estallara una pelea interna, en cambio, se decantaría por luchar en contra del causante del conflicto, más, en caso de duda al respecto, se alinearía:
-Con Aënor en primer lugar, pues, después de todo, era un compatriota, y alguien en quien confiar en situación de peligro.
-Con Yvrael en segundo, pues se había ganado su simpatía con su charla animada, sus /aparentemente/ muchos conocimientos, y su humilde compañerismo.
-Con Daeron en tercer lugar, pues aunque no le caía bien, y desconfiaba de su mordacidad, les era imprescindible para sobrevivir a la selva, y comunicarse con sus anfitriones reptilianos.
-Con los fríos eslizones en cuarto, pues le intrigaban y fascinaban, y ardía en deseos de ganarse su simpatía, pero después de todo, no les conocía, ni se imaginaba que Daeron levantara armas contra ellos, y por tanto, presuponía que la única posibilidad de conflicto entre estos radicaba en la traición de los lagartos, y al fin y al cabo, sin Daeron eran compañeros con los que no se podía entender.
-En quinto lugar, con Tyrion, a quien veía como cabecilla más capaz, y que podría sin duda ser un valioso compañero en una pelea, pero eso estaba por demostrar aún, y de momento, había dado un paso de gigante tras otro para ganarse el aborrecimiento de Anuviel. El joven sospechaba que en caso de estallar un conflicto, Tyrion sería el causante, y en ese caso, haría mal en contar con el brazo del señor de las bestias de su lado.

Como si previera tormenta, y para estar más preparado para lo que pudiera suceder, Darkmane cargó la ballesta, incómodo por lo poco habituado que estaba a armas de ese tipo, pero resuelto.
kurgan
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Mensaje por kurgan »

Tyrion Audec

Tyrion miró extrañado al joven. ¿Era posible que quisiese decir lo que estaba pensando? Vaya, era sorprendente. Y parecía tan tímido e incapaz de llegar a conclusiones por sí mismo... En fin, quizás hubiese aprendido de las compañías.

El noble asintió, sabiamente, y con ademán comprensivo.

-Creo que entiendo lo que queréis decir-su voz bajó hasta ser un suspiro conspiratorio- pero conmigo no tenéis que andar con metáforas-pobre, habría oído lo de los cisnes y los patos y querría parecerse a Tyrion-sino hablar claro. YHabéis visto a nuestro capitán-cubrió a Ëisel y a Daeron con un ademán-y sentís que su autoridad puede estar en declive, ¿Eh? No os preocupéis-le dio una amistosa palmada en un hombro, al tiempo que hacía un gesto de astucia-nuestro Yvrael es más inteligente de lo que aparenta en este momento.

Off: Buena idea la de postear cuál sería la reacción de tu PJ en caso de conflicto, puede ayudar a Hoffman si tiene que hacerlos moverse por nosotros. En mi caso, un par de consideraciones con respecto a Tyrion.
Pese a ser un bastardo narcisista y snob, no es un cobarde ni un egoísta. Es decir, expondrá su vida para salvar a cualquier compañero de la expedición, en caso de lucha contra ellos no intentará matarlos a menos que no tenga otro remedio o lo vea justificado. Sí, a Daeron tampoco. Hará esto amparado en un sentimiento de superioridad "soy noble y mi deber es proteger a estos pobres". Los eslizones, en cambio, no son para él más que ranas crecidas, y tiene sus vidas en tan poco aprecio como las de un reptil terrestre.
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William Tender
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Mensaje por William Tender »

Anuciel Darkmane

Decididamente, Anuviel estaba perdido. O bien el astuto noble iba cuatro pasos por delante de él, o bien no había entendido en absoluto lo que le había intentado advertir. Lo cierto es que cuando le conoció, Anuviel sintió algo de admiración por sentirse en presencia de un noble de Caledor, de quienes se escuchaban tantas leyendas, y quienes gozaban del privilegio de custodiar el sueño de las mayores y más maravillosas bestias sobre la faz del mundo.
No obstante, todo eso se había ido desvinculando de la imagen que Anuviel tenía de Tyrion. Se había convertido en el líder dépota, en el lobo terrible que atormentaba a sus compañeros y les tenía en guardia... aquél al que, llegado el caso, nadie echaría de menos... lo quisiera ver así o no.
Y aunque prefería para sus adentros evitarse problemas de caracter interno en el seno del equipo, y no tener que levantar siquiera una palabra contra el impetuoso aristócrata, aunque aborrecía con todo su corazón la idea de enfrentarse a un compatriota, él era nacido en Nagarythe, y conocía la triste obligación de levantar armas contra sus congéneres... no dudaría en dispararle por la espalda si daba la mínima señal de traición. Eso sería triste, un caballero elfo, muerto por una ballesta humana. Qué indigno le resultaría.
Rezó una vez más por que el noble no intentara ninguna locura. Le prefería como aliado.
Anuviel elevó la cabeza, silbó una vez más, acarició al nuevo amigo, y se acercó a Daeron.
-Daeron, amigo, os he oído pronunciar una palabra que no conocía. ¿Podéis explicarme qué es un "estegadón"?
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Weiss
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Mensaje por Weiss »

Daeron Nénmacil

Tichi Hui se había enfadado. Daeron no sabía qué había entendido exactamente, pero al parecer había entendido "sibilante" como una gran ofensa a toda la raza eslizona. El Mago se esforzaba para explicarle al jefe de exploradores que no era ningún insulto...

No, Tichi Hui, no -el Mago empezaba a desesperarse- "sibilante" no es ningún insulto a Tehenhauin ni nada parecido -el eslizón seguía silbando furioso- ¿cómo?, ¿desde cuándo "roedor" y "sibilante" significan lo mismo"? Los eslizones silbáis, lo que hacen las ratas no sé cómo se dice... Nadie te ha comparado con un skaven, amigo mío... -ahora el eslizón se quedó mirando a Daeron, con cara de estar procesando la información, para volver a silbar unos segundos después y ya más calmado, seguir con su tarea de apartar vegetación- Para la próxima vez, pregúntame antes de enfadarte...

Eslizones...

Por fin había conseguido explicárselo. No era la primera vez que le pasaba, que se enfadase con Tichi Hui por decir algo que él entendiese con un significado totalmente diferente al original, pero este cabreo había sido especialmente grande. Si algo molestaba a un eslizón, era que se le comparase con un skaven aunque fuese en lo más mínimo... Cuando se daba la vuelta para comprobar si Yvraerl seguía allí, se encontró con el domador de frente.

Daeron, amigo, os he oído pronunciar una palabra que no conocía. ¿Podéis explicarme qué es un "estegadón"?

La situación mejoraba. Ahora también el domador se dignaba a dirigirle la palabra. Después de todo, puede que no todos los miembros de la expedición fuesen tan idiotas como Tyrion, por lo menos cada vez lo dudaba más... Se situó junto al domador, adaptándose a su paso, mientras le iba explicando.

Verás, mi joven amigo. Aquí llamamos "estegadón" a una variedad especialmente grande de reptil. Piensa en el animal más grande que hayas visto. ¿Un águila gigante, un gélido, Zoar En'Hak quizá?, pues quedan pequeños en comparación con el estegadón. Comparar a uno de ellos con una lagartija es semejante a comparar al Águila Gigante con un gorrión. Son enormes seres cuadrúpedos, con una piel escamosa fuerte y resistente como una armadura, con una pesada cola. La tierra tiembla a su paso, y no hay ser viviente en la selva que se atreva a hacerle frente. Bueno, quizás el Carnosaurio, Grok Tha tiene uno de esos. Por eso los eslizones los usan en la guerra, montando armas en su lomo. Su cabeza es enorme y pesada, con una placa ósea que les protege el cuello. En cuanto a colores, los he visto de varios, desde rojos a casi grises. Tengo entendido que son herbívoros aunque comen lo que se les ponga por delante si están hambrientos o furiosos. Unos bichos fascinantes, en verdad, y una de las cosas que más me impresionaron cuando llegué hace años. Aquí los crían como en Ellyrion crían caballos, en enormes corrales. Es algo digno de ver... Si algún día volvemos a la ciudad, puedo pedirle a Tichi Hui que te lleve a verlos... ¿Y por casualidad no sabes cómo se llama al sonido que hacen las ratas, no?

El domador asistía con cara de asombro y curiosidad.

Va a preguntar algo. Seguro.

Pero Daron ya asumía que pasaría todo el trayecto dando explicaciones. Aunque mirándolo desde otro punto de vista, era mejor que vigilar continuamente si Tyrion intentaba apuñalarle...
"Ninguno de vosotros lo entiende. Yo no estoy encerrado aquí­ con vosotros. Sois vosotros los que estáis encerrados aquí­ conmigo"
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