Tercera parte: La Misión

[Saratai]

Yvraerl Eisël

El vagabundo observó paciente la contestación que el mago le regalaba, asi como el malentendido con los eslizones y las inquietudes del domador de animales.

-Muchas gracias Daeron, me gustaria oir tu historia, cuando tengamos tiempo para escucharla claro. Y por lo que veo, puede que lo tengamos más pronto que tarde.

Con una sonrisa Yvraerl se despidió del mago para volver algo atrás en el grupo, dejando al domador con sus propias preguntas.

En fin. Al menos no parece tener malas intenciones y me ha respondido. Aunque ha errado un poco las respuestas, nunca le pregunté por su salida de Ulthuan sino por la entrada a esta isla en la que nos encontramos. Puede que formulara mal la pregunta.
Sea como sea, no me voy a tirar todo el dia interrogandole, pues con un detalle de lo que me ha contado tengo de sobra:

''Si no conoces los caminos, hay días y días de jungla en cualquier dirección tengo entendido... Así que más te vale no perderte''

Bien, el territorio es grande. Si juntamos esto a que la vegetación y la fauna es peligrosa, me puedo olvidar de salir de aqui por mi propio pie.

Eisël pasó entonces a planear cómo recibir la ayuda de los eslizones. No sabia lo que pensaba el resto, pero él no estaba ahi por gusto, y si algo marcaba su vida era estar en el lugar que le viniera en gana cuando lo considerara oportuno. Y la jungla le estaba impidiendo dicha actitud durante demasiado tiempo. Además, al parecer por la conversación que tenia Daeron con Tichi Hui, los eslizones no sólo eran inteligentes y tenian una gran civilización, si no que disponian de grandes sentimientos, tales como el afecto o el orgullo.

Tal era la conclusión que el elfo habia sacado tras escuchar detenidamente el dialogo entre ''Tichi Hui'' y Daeron. Yvraerl intentó en vano descifrar los códigos que los dos interlocutores usaban. Era vital comprender el idioma de los lagartos y aprender a comunicarse con ellos para no depender de Daeron. Su lenguaje escrito se basaba en dibujos, lo habia observado cuando visitó la enorme ciudad de los eslizones. En cuanto al lenguaje hablado, era una mezcla de silbidos y soplidos. ¡Que horror! Yvraerl recordó lo que le habia costado aprender las burdas señales humanas, aprender entonces el idioma eslizón deberia ser aterradoramente largo. Largo y lo que es peor, aburrido.

En fin, ya habrá tiempo para eso, pues sin los humanos y sin su barco vamos a estar muuuuucho tiempo aqui varados en esta civilización. Tiempo que habrá que aprovechar.

El elfo continuó el viaje, esta vez cerca del noble. Yvraerl respetaba a Tyrion. Sin embargo dudaba de su adaptabilidad al medio, aunque esperaba estar equivocado en sus pesquisas. Fuera como fuera, si dejaba que el noble se creciera seria engullido por su orgullo. Y de Tyrion no tenia nada interesante que obtener, por lo que volvió a comportarse como el arrogante y pomposo capitán del barco, barco que no creia volver a ver.

-No te gusta mucho la jungla, ¿verdad Audec? Yo tampoco me siento muy cómodo aqui...

[kurgan]

Tyrion Audec

Vaya, por fin alguien que hablaba con un poco de orgullo y prestancia. El noble usó su espada como puntero para señalar a su derecha y a su izquierda.

-Digamos que... No me gusta la forma en la que estoy en ella. Por supuesto que no es como Ulthuan, como el mar Interior visto desde Lothern o las estatuas de los antepasados en el camino de los Héroes, pero nadie me ha obligado a embarcarme. ¿Nunca os he contado cómo aprendí el idioma de los bárbaros humanos, verdad, caballero? Y vos nunca me habéis contado de qué casa procedéis... En fin, supongo que todos tenemos derecho a guardar algún secreto.

En ese momento llegaban a un pequeño grupo de bambúes. La espada pasó de la izquierda a la derecha. A medida que pasaba, Tyrion los iba cortando de un tajo, todos a la misma altura, sin dejar de caminar. Le iba pillando el equilibrio, aunque necesitaba un buen afilado, y la humedad y el calor de la jungla hacían que el brazo pesase más.

-Hace un par de décadas llegué a Lothern desde Saphery, donde había estado visitando a un amigo. En aquellos tiempos me interesaba por la alquimia, aunque nunca llegué a hacer nada con ella.

Era habitual entre los elfos dedicarle años y a veces decenios a aficiones intrascendentes, siglos a una estatua o a un edificio, meses a un solo poema, y más entre la nobleza. La costumbre, probablemente, estaba alimentada por su larga vida y espoleadada por el gusto por la cultura y el conocimiento.

-A la vuelta, tuve un ligero desencuentro con Aislinn-Tyrion sonrió- el señor del mar. Nos hallábamos en la corte, y, bueno, tenía algunos amigos partidarios de que el esfuerzo militar se destinase más a la tierra que a la mar. Concretamente, extender el servicio de leva a las colonias, de forma que una parte de nuestros soldados pasasen su servicio destinado en este continente, en las islas del Amanecer, o en Marienburgo. Aislinn, como siempre, quería más barcos, más magos, que una parte de los soldados de Lothern se especializasen en actuaciones anfibias, o así los llamaba. No sé si lo sabéis, el muy loco quería atacar Norsca de manera preventiva, y hablaba de estacionar una flota en los estrechos de Naggaroth. Más tarde le denegaron sus peticiones, y el almirante se amargó. En fin, para no irnos por las ramas: en una ocasión en la que se discutió acaloradamente intercambimos palabras subidas de tono, y se habló de-hizo una pequeña pausa, para aumentar la tensión-duelo.

-Mis amigos me lo desaconsejaron, por supuesto. No iba a ser un combate a muerte, quizás ni siquiera contra él, pero por otra parte... Si perdiera habría una inmejorable ocasión para dejarlo en ridículo. Se me ocurrió, en fin, que debería combatir con un arma... humana. En aquellos tiempos estaba de moda pelear con armas exóticas, entre los jóvenes duelistas. Así pues, en el barrio extranjero, encontré a un viejo humano que daba clases. Era... muy bueno, aunque me pese decirlo. Para ser humano, inmejorable. Aprendí reikspiel para entenderme mejor con él, tened en cuenta que el duelo lo preparamos para tres años después. Luego, Aislinn embarcó después de que el rey Fénix le denegase sus peticiones. El humano, para aquel entonces, ya había muerto.

Tyrion miró a Yvrael a los ojos.

-Y es por eso por lo que me gustaría volver vivo. Para que, cuando regrese, estar allí y que no me considere un cobarde.

Y soltó una carcajada amarga. Esperaba que Eisel hubiese entendido el mensaje.

[Van Hoffman]

Durante todo el trayecto, el sombrío Aenor permaneció en silencio, observando desde el final de la comitiva.

En aquel momento, mientras Daeron le explicaba a Anuviel qué era un Carnosaurio, y Tyrion le contaba como aprendió reikspiel a Yvraerl, Tichi Hui hizo detenerse al grupo. Os acercasteis y llegasteis a un gran precipicio de casi diez metros de anchura. A más de cien metros de profundidad, podeis ver como discurre con violencia el agua. El eslizón señala un gran tronco de poco más de un metro de ancho que se apoyaba en ambos extremos del precipicio a unos metros de vosotros. Os mira y silva. Daeron pone mala cara y mira a los otros cuatro elfos.

- Dice que tenemos que cruzar por ahí.

Sin dejar reaccionar a nadie, Tichi Hui avanza hacia el tronco, y casi sin esfuerzo, lo cruza en cuestión de segundos. Los otros dos eslizones se colocan flanqueando el extremo del tronco, mientras desde la otra orilla Tichi Hui os hace señales para pasar. Daeron se gira y os mira.

- ¿Quién va primero?

[kurgan]

Tyrion Audec

Tyrion Audec puso los ojos en blanco. Metió el arma tileana en la vaina y se colocó el conjunto donde no molestase.

-Iré yo. Soy el que va menos cargado, ya que sólo llevo la espada y vos, mi señor mago, podéis ir volando. ¿No? Pensaba que todos los magos podían volar, que era un hechizo insignificante. En fin, supongo que no querréis fatigaros.

Y sin más demora, se puso a ello. Paso, paso, los brazos extendidos, el viento y esa sensación de miedo en el estómago... Casi parecía estar otra vez en casa.[/b]

[Van Hoffman]

Con paso firme y decidido, el noble caledoriano avanza hacia el gran tronco. Esta decidido a demostrar valor, orgullo y habilidad.

Primero un pie, después el segundo... Ya está sobre el tronco, y ahora avanza con lentitud: pie derecho, pie izquierdo, sin mirar abajo. Al principio tenía miedo. Hacía muchos años que no tenía aquella sensación de vértigo, demasiados, y había perdido la habilidad. Sin embargo, tras los tres minutos que le llevó cruzar la primera mitad del gran tronco, el resto le pareció mucho más sencillo. Se permitió el lujo de acelerar el paso, casi al nivel de cruzar corriendo, y en menos de un minuto, estaba de un salto junto a Tichi Hui, que lo miraba con ojos fríos.

Desde el otro lado del precipicio, le oís.

- ¡Estoy bien! ¡Id con cuidado!




OFF: Has superado la primera tirada de Agilidad por los pelos, y en la segunda has sacado un 01 ^^

[Weiss]

Daeron Nénmacil

Nada más que la palabra "Carnosaurio" salió de su boca, Daeron se dio cuenta de que tendría que explicar también qué significaba. El brillo en los ojos del domador y su cara de curiosidad no hicieron más que confirmarlo... Ya que estaba, también le explicaría qué era...

Verás, mi joven... ¿Anuviel, no?. ¿Alguna vez has visto un gélido?. Pues multiplica su tamaño por diez. Sí, ESO es un Carnosario. Una vez vi el de Grok Tha, y, creéme, no es algo que quiera volver a contemplar... Esos sí que son carnívoros... Moles de músculo acorazado de piel escamosa. Seres brutales reservados solo para los más fuertes de entre los saurios, los únicos capaces de controlarlos a su voluntad. Con un colmillo suyo, te podrías hacer una daga. Según todos los documentos que consulté, son terroríficos en combate, tragándose al enemigo hasta con la armadura puesta. Además siente una extraña predilección por la carne de Druchii, deben saber especialmente bien...

En cuanto acababa de decir esto, vio el precipicio. Un señor precipicio además, de esos en los que te caes y tienes pocas posibilidades de seguir vivo... Y el tronco que tendrían que usar para cruzarlo... Tichi Hui habló, confirmando las sospechas de Daeron. Con una cara de no estar demasiado contento, habló a los demás.

Dice que tenemos que cruzar por ahí.

Tichi Hui lo cruzó agilmente, y desde el otro lado, miró a los miembros del grupo y haciendo gestos con el brazo, esperando a que cruzasen.

¿Quién va primero?

Obviamente, fue el zoquete caledoriano quien se ofreció a pasar, demostrando su "valentía" y "temple". Lo que hizo gracia a Daeon fue su comentario.

¿Volar?. Ese hechizo es para Magos, imbécil. Yo soy Aprendiz.

Tyrion empezó a cruzar, y aunque al principio avanzaba con un paso vacilante, luego fue cogiendo la dinámica y cruzó el tronco sin problemas. Una vez el Señor de Caledor cruzó, miró desde el otro lado, con una sonrisa radiante, que decía "Eh, mirad, qué valiente soy que he cruzado". Idiota. No sería cruzando troncos en lo que Tyrion Audec dejase mal a Daeron Nénmacil.

Ahora es mi turno, mi joven amigo -dijo mientras se apartaba del lado del Señor de las Bestias.

Se subió al tronco y empezó a cruzarlo. Aquello estaba realmente alto...

Daeron, imbécil, piensa en las clases de Astrología en lo alto de la Torre. Aquello estaba aún más alto. No seré menos que ese Domador de Lagartijas...

[Van Hoffman]

Dispuesto a no dejarse vencer por su recien nombrado rival Tyrion, Daeron se adelantó con el orgullo y la pomposidad que solo posee un aprendiz de Saphery. Ayudandose con el báculo, que puso horizontal, Daeron empezó a cruzar. La seguridad en si mismo hizo que cruzase sin problemas la primera mitad del tronco, en apenas un minuto y medio, y la segunda fue coser y cantar. En apenas un minuto más, llegó de un salto al lado de Tyrion, mirandolo con una expresión que decía "Yo he sido más rápido".

[Saratai]

Yvraerl Eisël

El vagabundo se acercó al tronco. No le gustaba la idea, nunca habia demostrado ser muy diestro a la hora de hacer acrobacias, y estaba preocupado por la altura de la caida. Calculó la distancia y las posibilidades de partirse el cuello, y respiró hondo.

-Bien, parece que me toca

Si me caigo va a ser muy gracioso. Lástima que yo no pueda verlo. En fin, habrá que intentarlo.


OFF: Corro a toda la velocidad que me permita mi movimiento, gastando todos los puntos de suerte que sean necesarios.

[Van Hoffman]

Yvraerl iba a ser el tercero en cruzar. Subio poco a poco al tronco y fue dando pequeños pasos, temeroso de caer al vacío. Tardó dos minutos en llegar a la mitad del tronco, lo peor ya había pasado. Con más seguridad en sí mismo, el vagabundo continuó avanzando, esta vez algo más rápido, pues ya le había cogido el truco. Un minuto después, estaba junto al noble y al mago. Una vez más, como en tantas otras peliagudas situaciones, había salvado el pellejo.

¿Quien iba a ser el siguiente?



OFF: Has superado la primera tirada muy justito, pero la segunda te ha salido mejor.

[Van Hoffman]

Cuando el vagabundo puso pie en el suelo, Aenor se adelantó, y dejando solo al joven domador, se subió al tronco. No le gustaba la idea de quedarse en aquel extremo, solo, con los dos eslizones, y sin duda, el domador podría aguantar aquella carga con sumo gusto.

- Dejame pasar a mi primero, hermano.

Poco a poco, y con miedo a la posible muerte, el sombrío va avanzando sin prisa pero sin pausa. Tardó unos dos minutos y medio en recorrer la mitad del camino, pero una vez ya había entendido la manera de colocar los pies, todo fue mucho más sencillo. A penas tardó un minuto más en llegar de nuevo a tierra firme, y se colocó de un salto junto a los tres elfos que le esperaban al otro extremo. El sombrío se dio la vuelta y miró al joven domador.

- Vamos Anuviel, no tengas miedo, no es tan dificil.


OFF: Le he comentado todo a Uranga por msn y prefería pasar antes que William. La primera tirada la ha superado justita y la segunda con gran éxito, casi como Kurgan ^^

[William Tender]

Anuviel Darkmane

Anuviel salió de su ensimismamiento, todavía estaba analizando todo lo que Daeron le había contado sobre las grandes bestias de Lustria, clasificando, catalogando, imaginando. Apenas si se había dado cuenta de que se habían detenido.

Bueno, esto no era problema para el, no le habría importado ser el primero... le encantaban las alturas, la sensación de ingravidez. De hecho, por un momento se planteó saltar... puede que los eslizones no hubieran pensado en ello, pero podría ser bastante fácil... Desestimó la idea por arriesgada, y se dirigió al tronco. Sólo por precaución... Anuviel preparó un lazo con su cuerda, sólo por si a mitad de trayecto diese un resbalón inoportuno y necesitase lanzarle un asa a sus compañeros para salvarle de la caída. Sólo le entristeció no haber estado más alerta para ofrecer esa misma seguridad a sus compañeros.
Tomó aire, y con gesto confiado y relajado, se dispuso a cruzar en equilibrio por el tronco.

[Van Hoffman]

Anuviel subió al tronco con mucha seguridad y confianza. Fue avanzando poco a poco, pero su confianza le jugó una mala pasada, pues colocó mal el pie izquierdo y trastabilló. Sin embargo, consiguió recuperar el equilibrio y llegar a la mitad del tronco. Aquello le llevó dos minutos, pues después del traspié se andó con mucho más cuidado.

Ahora le quedaba la otra mitad del camino, pero esta vez había aprendido la lección, y miró con atención cada vez que ponía el pie en el tronco. Tres minutos después de llegar a la mitad, se unió a sus compañeros que le esperaban claramente preocupados por lo apunto que habían estado de perder a su compañero.

Tras el domador, los dos eslizones atravesaron el tronco con tanta facilidad como Tichi Hui lo había hecho antes, y un minuto después, ya estabais los ocho al otro lado del barranco. Sin esperar, Tichi Hui silvó y se puso en marcha, y durante unas buenas horas más seguisteis caminando, atravesando la jungla guiados por el eslizón explorador.



OFF: Anuviel ha pasado gastando un punto de suerte en la primera tirada, y muy justo en la segunda. Ahora, volveis a marchar como antes.

[kurgan]

Tyrion Audec

El noble se puso a la altura de Yvrael. Con la espada, que había vuelto a desenvainar, practicó golpes desde arriba. El arma se le atascó en una liana que no pudo cortar. Malditos fuesen los eslizones, necesitaba un buen afilado.

-Ahora-dijo en voz no muy alta-contadme, si os place, qué es lo que opináis acerca de la situación en la que estamos. Y qué habéis averiguado sobre ella. Qué no os gusta, y qué... podríamos hacer para cambiarlo. Está claro que, si todos estamos descontentos, no nos será muy difícil volver las tornas.

Y al hacer esto, abarcó con la mirada a Daeron y a los eslizones.

[Saratai]

Yvraerl Eisël

Hemos pasado todos la pequeña prueba del tronco. Mejor, si alguien hubiera caido habria sido un final horrible.

Justo llegar a la otra parte, el noble continuo con su conversacion con Yvraerl. Y habria sido una falta de educación no contestarle a sus preguntas, y más con el buen trato que habia recibido antes:

-Por supuesto, hay mucho que contar. Te contare lo que no me gusta. No me gusta que dirijan mi camino. No me gusta ir por dónde y me marquen. Y desde luego, no me gusta ser el esclavo de nadie, amigo mio. Y en esta situación es complicado no sentirse asi, siendo ''escoltados'' por los eslizones, sin poder irnos de aqui, y en la obligación de acatar sus órdenes para no acabar como los humanos, que sin duda rechazaron la generosa oferta que se les dió a escoger. Viendo que hasta nuestros pensamientos son leidos con facilidad, y conociendo la inmensidad de extensión lleno de animales monstruosos, enfermedades y venenos que se abre ante nuestras maravillosas posibilidades en esta preciosa jungla, poco podriamos hacer nosotros solos.

-Si quieres volver en menos de tres años, te aconsejo que te apliques y aprendas el idioma de esta civilización dónde nos encontramos (yo al menos pienso intentarlo), pues usar la violencia física no iba a servirnos de mucho. Tendremos que atacarles con palabras y el uso de la razón (que estoy seguro que la tienen) si queremos vencer y recuperar nuestra libertad.

Tras expresar su opinión, Yvraerl esperó a que Tyrion le regalara la suya. Sin duda tenia interés en conocer que plan se le podia ocurrir al noble, pues parecia que por fin habia encontrado a alguien con las mismas aspiraciones de salir de la jungla.

[William Tender]

Anuviel Darkmane

Anuviel tuvo un cosquilleo en la boca del estómago al pensar lo cerca que había estado de caerse. Vaya, será mejor no confiarse tanto en el futuro. Comenzó a mirar alrededor en busca de algo que lo distrajera de tan oscuros pensamientos, y vió a Tyrion hablando discretamente con Yvrael. Parece ser que el noble había decidido hablar directamente con el que hasta hace poco había sido oficialmente el "líder" del grupo, ¿Trataría de derrocarle, o de simpatizar con él? A Anuviel le preocupaban bastante las maniobras que pudiera tener en mente el caledoriano.
Y una vez más, rezó por que la situación no acabase en conflicto.
Distraído, lanzó otro silbido al viento, con la esperanza de que en uno de ellos apareciera entre el dosel de árboles alguno de sus dos preciados halcones. Parecía que la línea de sus oensamientos iba de mal en peor, hasta que pensó en la joven ave que iba con él, y a la que debía adiestrar cuanto antes. Desenvolvió el trozo de tela en que lo guardaba y revisó con preocupación y no poco asco lo que quedaba del pescado, que a estas alturas hedía con intensidad. Se propuso un sistema.
Cogería un trozo de la tela que envolvía el pescado, lo sostendría en su mano, y la separaría del cuerpo, de tal modo que la gaviota tuviera que separarse de él para cogerlo, le daría la orden para animarlo a cogerlo /Busca/ Cuando el animal cogiera el trozo de tela, se lo pediría, aprovechando que tras la decepción de no ser pescado real, perdería el interés en él, y le recompensaría con un pellizco de pescado real. Luego iría extendiendo más el brazo, a la vez que señalaba con el dedo la posición de la tela, luego lanzaría el trozo de tela, lejos de él, poniendo especial cuidado de no acertar a ninguno de sus compañeros de camino, y de arrojarlo a zonas despejadas, libres de la espesa maleza... pues quién sabe lo peligrosas que podían ser esas plantas para el ave, ¿Veneno, pinchos, plantas carnívoras, depredadores escondidos... ? Prefería no arriesgarse. Armado de toda su paciencia, y procurando coger trozos pequeños para las recompensas, para alargar la provisión todo lo posible, comenzó la laaaarga fase de entrenamiento.