Diamanterra conquistada por ejércitos de Arabia

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Diamanterra conquistada por ejércitos de Arabia

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Diamanterra es conquistada por ejércitos de Arabia

El frío invernal azotaba la ciudad de Diamanterra con más crudeza que en los últimos años. Aquel invierno de 1335 no auguraba nada bueno. Los carros de refugiados avanzaban lentamente por las carreteras principales hacía Diamanterra en busca de amparo tras tener que huir del ejercito invasor que avanzaba desde el sur. Huían con lo puesto, niños, mujeres y hombres subidos en aquellas carretas mostraban en sus caras el cansancio del camino bajo las inclemencias de aquel duro invierno. Desde hacía bastantes días no había cesado la llegada de carros con refugiados, sin embargo poco a poco fue decreciendo el número de estos, parecía que la tormenta se estaba acercando de forma definitiva a la ciudad de Diamanterra.

El último carro atravesó el muro exterior. Este había sido construido de forma apresurada para proteger las zonas más externas de la ciudad. Madera y piedra colocadas sin mucha precisión constituían la primera defensa de la ciudad. Los ingenieros enanos que ayudaban en la tarea gritaban continuamente porque desaprobaban aquella construcción al considerarla un completo desastre, no obstante, no se podía hacer mucho más, porque el tiempo escaseaba. La población de la ciudad casi se había doblado y eso estaba constituyendo un gran problema, pues al igual que el tiempo, la comida era un bien escaso. Así pues, sin alimentos la población empezó a enfermar y las calles se llenaron de muertos.

El año 1336 comenzó con pocas esperanzas, las últimas ciudades antes de Diamanterra habían caído también bajo el yugo del ejército de Arabia. En el horizonte podía verse el humo de las cenizas dejadas atrás por este ejército y el temor al ataque comenzó a extenderse entre los que aún permanecían en la ciudad. Y el ataque no se hizo esperar demasiado tiempo. En pocos días el ejercito enemigo había llegado hasta la ciudad y aunque a muchos historiadores del reino les hubiera gustado recordar tal acontecimiento como una demostración del valor de los guerreros y fortaleza de la ciudad, no fue sino una rápida batalla que concluyó con la rendición patética del rey sin apenas haber ofrecido resistencia. A continuación se incluye un pequeño extracto de un viejo libro de historia sacado de la biblioteca del reino, en el cual se habla del fatídico día.

“El día amaneció, a pesar que una espesa niebla se oponía a dejar que los habitantes de la ciudad viesen la luz del sol. Como días anteriores era una mañana fría y la escarcha cubría la ciudad. Los guardias apostados en el muro exterior se arremolinaban en sus mantas para escapar del cortante frío. El silencio reinaba en las proximidades de la muralla, nadie hablaba y solo un enano gruñón profería improperios haciendo referencia a la mala construcción de aquella muralla. Algunos juraban que se había pasado la noche entera recorriendo la muralla de una punta a otra haciendo ver a todos los errores que iba encontrando. Ya nadie le hacía caso, pero al enano eso no parecía importarle, el quería hacer ver a todos que aquella muralla no les salvaría. La niebla comenzó a levantarse lentamente y la voz del enano fue apagada… una flecha perdida.

Pero aquella flecha que acabara con la vida del enano no sería la última, detrás de esa una lluvia azotó a los guardias que corrieron a cubrirse. La niebla desaparecía con los rayos del sol y dejaba a la vista al ejército invasor. Imponente, había avanzado al amparo de la noche y la niebla de la mañana para acercarse a la ciudad lo máximo posible antes de ser descubiertos. Muchos se preguntarían más adelante si aquella niebla no habría tenido un origen mágico y aunque nunca se dijo nada al respecto, muchos sospechan de la ineptitud de los hechiceros que defendían la ciudad para no percibir tal artimaña. No obstante nunca se podrá saber a ciencia cierta si fue una niebla de origen natural o mágico. No obstante eso es algo intrascendente, pues la debacle de la ciudad estaba predicha y aunque hubiesen estado prevenidos, es más que probable que los soldados no hubieran podido hacerlo mejor de lo que lo hicieron.

Antes que se dieran cuenta, se encontraban retrocediendo por las angostas calles de los barrios más pobres de la ciudad, intentando replegarse hacia los puentes del río Cristal donde se había preparado la segunda defensa. Los soldados de Obregón caían bajo las cimitarras de los Árabes, que avanzaban lo más rápidamente que les era posible. Los soldados que no huían y hacían frente al enemigo se unían rápidamente a los muertos que ya se amontonaban antes de que comenzara el ataque. La sangre de los habitantes de Diamanterra se derramaba sobre los adoquines de las calles y como hojas azotadas por vientos huracanados, los defensores caían.

[…]

Las defensas del río estaban a punto de ceder cuando procedente del castillo llegó un destacamento portando el emblema del reino. Los defensores al ver el destacamento suspiraron, en parte aliviados porque sabían que aquello significaba la rendición y por tanto el final del combate, pero por otro lado angustiados por no saber que les depararía ahora el destino con tales invasores. Los enanos que ayudaban en la defensa de la ciudad salieron corriendo de inmediato hacia la ciudadela, su orgullo les impedía rendirse tan fácilmente y quizás en lo alto de la ciudadela pudieran ofrecer una última y heroica resistencia. Sin embargo dicha resistencia nunca llegaría, puesto que a regañadientes los enanos no tuvieron más remedio que aceptar la invasión, rindiéndose ante los invasores.

Mientras la rendición se llevaba a cabo y los diplomáticos enviados ofrecían la paz a los invasores, el rey de Diamanterra partía exiliado hacía el norte. Según algunos para preservar la continuidad de la casa real, para otros por un simple acto de cobardía. Así pues la casa real de Obregón viviría exiliada hasta que la ciudad fue vuelta a reconquistar años más tarde.”

Como se puede ver en este extracto no hay grandes hazañas ni gloria en la defensa de la ciudad. Muchos prefieren olvidar esta etapa, pero hay que decir que en cierto modo la invasión también tuvo sus beneficios, pues la ciudad se vería enriquecida con las costumbres e influencias de la cultura de Arabia. Así pues nos sumergiremos de nuevo en las más oscuras salas de las bibliotecas de Diamanterra para buscar más información y quizás pronto podamos ofreceros información al respecto.
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