Acólitos II: Ebullición
Publicado: 08 Dic 2010, 19:13
Venga, despertaos mierdecillas, hora de trabajar.
Todos los días lo mismo. Mañana tras mañana, tras salir el sol volvían los sabuesos de Svinfel, para hacer trabajar a los reclusos del sector Primus. Bajó de su cama y se puso sus ropas. Se enfundó los guantes de minero y escondió en ellos un punzón casero. Hizo lo propio con las botas. Luego se puso el abrigo y las gafas, para protegerse de las esquirlas. Saltó y se unió a la cola de los cientos de reclusos. Venga, solo un poco mas.
Los tres acólitos pasaron el segundo muro viendo como se llevaban a Mens, y como el comisario carcelario disfrutaba con aquello. Fueron conducidos a un muro de seguridad, de metal. Les metieron dentro, y pudieron ver la prisión en su totalidad. Y eso no era nada agradable. Una enorme masa de metal y roca. Una verdadera colmena, mucho más grande y sucia dese cerca que lo que se podía ver en la distancia. Todo parecía ordenado. Los presos andaban en fila, dirigiéndose a El Emperador sabe donde. Parecía una cola de trabajo normal, pero se olía el miedo. De vez en cuando aparecía un tipo con un arma, con cara de pocos amigos. Uno de los soldados les deseó suerte. Pero con la distorsión de la mascara, no se podía saber si era un sincero gesto de alguien que conocía las crueldades de ahí dentro, o un gesto de sarcasmo e ironía por parte de un tipo con un extraño y macabro sentido del humor. Se cerró el muro de seguridad. Nadie sabía que hacer. Se escuchó un grito, de uno de esos tipos armados.
Tipo Armado
¡Eh, nuevos! gritó para sus compañeros ¡Vosotros, los nuevos, quietos y contra el muro! Les apuntó con un rifle láser que había pasado momentos mejores. Y no quiero ninguna broma.
Los compañeros del armado llegaron rápidamente. Todos parecían más o menos iguales, con una especie de uniforme y la cabeza rapada. Esperaron, mientras insultaban a los nuevos reclusos. Esperaron. Y llegó un tipo. Iba armado con un rifle automático, y una melena corta le caía por los hombros. Su cara estaba terriblemente marcada de cicatrices. Y tenía una cara extrañamente amigable. El tipo armado habló.
¡Saludad a Niel Lormeg, lugarteniente del señor Svinfel, y el que os tiene cogidos por los huevos!
Niel miró al soldado con un gesto de reproche. Y luego se dirigió a los nuevos presos.
Niel Lormeg
No hace falta tratar tan mal a nuestros nuevos invitados, Casio. Cuenta que son ellos los que llevan tu parte. Piensa en ello. El tal Casio se quedó mirando a su superior, y luego lo entendió. Saludos, gente. Ya sabéis quien soy. Pero no que hago. Me encargo de coordinar esta prisión, de hacer que funcione. Como ya sabréis, aquí todos tenemos que trabajar para dar nuestra porción semanal al comisario Maxwell. Todos tenemos que arrimar el hombro. Como lugarteniente del señor Svinfell, os ofrezco un trato. Uníos bajo su mando, y siempre os tenderemos una mano para ayudarlos en los problemas. Simplemente os pedimos que trabajéis por nosotros, y recibiréis comida, alojamiento, protección y ayuda. Y quien sabe, quizás incluso, si trabajáis lo suficientemente bien, lleguéis al mismo rango que Casio y los demás. dijo señalando a los armados. ¿Tentador, verdad?
Mientras acababa la frase, un rayo de luz impacto a uno de los soldados armados. Este cayó al suelo, herido, y agarrándose el brazo chamuscado. Se oyó un tremendo grito. En la lejanía se veía al tirador y a unos tipos más.
Tirador
¡Dejad a los nuevos, son nuestros!
Y tras esas seis palabras, se desencadenó el caos. Empezó un tiroteo frenético, y nadie sabía hacia donde ir. Los presos estaban escondidos y aterrados, y los acólitos entre ellos...
FDI: Ale chicos, aquí tenéis vuestra entrada. Estáis en un patio grande, de unos 20 metros de largo. Allá lejos os encontráis con la mole de la colmena, y algunas entradas a la misma. En una colina alejada están los tiradores, mientras que en frente de vosotros está la banda de Svinfel. Tenéis completa libertad para hacer lo que queráis, así como para definir algún detalle de vuestra captura si os interesa. Si os unís al combate, decirlo y comenzaré con las tiradas de iniciativa. Aunque creo que no hace falta decir que si os movéis demasiado o si hacéis algo muy vistoso puede que recibáis un tiro... avisados estáis. ¡Vuestro turno!
Todos los días lo mismo. Mañana tras mañana, tras salir el sol volvían los sabuesos de Svinfel, para hacer trabajar a los reclusos del sector Primus. Bajó de su cama y se puso sus ropas. Se enfundó los guantes de minero y escondió en ellos un punzón casero. Hizo lo propio con las botas. Luego se puso el abrigo y las gafas, para protegerse de las esquirlas. Saltó y se unió a la cola de los cientos de reclusos. Venga, solo un poco mas.
Los tres acólitos pasaron el segundo muro viendo como se llevaban a Mens, y como el comisario carcelario disfrutaba con aquello. Fueron conducidos a un muro de seguridad, de metal. Les metieron dentro, y pudieron ver la prisión en su totalidad. Y eso no era nada agradable. Una enorme masa de metal y roca. Una verdadera colmena, mucho más grande y sucia dese cerca que lo que se podía ver en la distancia. Todo parecía ordenado. Los presos andaban en fila, dirigiéndose a El Emperador sabe donde. Parecía una cola de trabajo normal, pero se olía el miedo. De vez en cuando aparecía un tipo con un arma, con cara de pocos amigos. Uno de los soldados les deseó suerte. Pero con la distorsión de la mascara, no se podía saber si era un sincero gesto de alguien que conocía las crueldades de ahí dentro, o un gesto de sarcasmo e ironía por parte de un tipo con un extraño y macabro sentido del humor. Se cerró el muro de seguridad. Nadie sabía que hacer. Se escuchó un grito, de uno de esos tipos armados.
Tipo Armado
¡Eh, nuevos! gritó para sus compañeros ¡Vosotros, los nuevos, quietos y contra el muro! Les apuntó con un rifle láser que había pasado momentos mejores. Y no quiero ninguna broma.
Los compañeros del armado llegaron rápidamente. Todos parecían más o menos iguales, con una especie de uniforme y la cabeza rapada. Esperaron, mientras insultaban a los nuevos reclusos. Esperaron. Y llegó un tipo. Iba armado con un rifle automático, y una melena corta le caía por los hombros. Su cara estaba terriblemente marcada de cicatrices. Y tenía una cara extrañamente amigable. El tipo armado habló.
¡Saludad a Niel Lormeg, lugarteniente del señor Svinfel, y el que os tiene cogidos por los huevos!
Niel miró al soldado con un gesto de reproche. Y luego se dirigió a los nuevos presos.
Niel Lormeg
No hace falta tratar tan mal a nuestros nuevos invitados, Casio. Cuenta que son ellos los que llevan tu parte. Piensa en ello. El tal Casio se quedó mirando a su superior, y luego lo entendió. Saludos, gente. Ya sabéis quien soy. Pero no que hago. Me encargo de coordinar esta prisión, de hacer que funcione. Como ya sabréis, aquí todos tenemos que trabajar para dar nuestra porción semanal al comisario Maxwell. Todos tenemos que arrimar el hombro. Como lugarteniente del señor Svinfell, os ofrezco un trato. Uníos bajo su mando, y siempre os tenderemos una mano para ayudarlos en los problemas. Simplemente os pedimos que trabajéis por nosotros, y recibiréis comida, alojamiento, protección y ayuda. Y quien sabe, quizás incluso, si trabajáis lo suficientemente bien, lleguéis al mismo rango que Casio y los demás. dijo señalando a los armados. ¿Tentador, verdad?
Mientras acababa la frase, un rayo de luz impacto a uno de los soldados armados. Este cayó al suelo, herido, y agarrándose el brazo chamuscado. Se oyó un tremendo grito. En la lejanía se veía al tirador y a unos tipos más.
Tirador
¡Dejad a los nuevos, son nuestros!
Y tras esas seis palabras, se desencadenó el caos. Empezó un tiroteo frenético, y nadie sabía hacia donde ir. Los presos estaban escondidos y aterrados, y los acólitos entre ellos...
FDI: Ale chicos, aquí tenéis vuestra entrada. Estáis en un patio grande, de unos 20 metros de largo. Allá lejos os encontráis con la mole de la colmena, y algunas entradas a la misma. En una colina alejada están los tiradores, mientras que en frente de vosotros está la banda de Svinfel. Tenéis completa libertad para hacer lo que queráis, así como para definir algún detalle de vuestra captura si os interesa. Si os unís al combate, decirlo y comenzaré con las tiradas de iniciativa. Aunque creo que no hace falta decir que si os movéis demasiado o si hacéis algo muy vistoso puede que recibáis un tiro... avisados estáis. ¡Vuestro turno!