Re: Viajero Stirlandés V: Oh, Dios de la Plaga
Publicado: 20 Oct 2010, 00:18
Franz Miller
Los ánimos de la tropa cayeron en picado tras el asunto de los enfermos. Asunto que, por el bien de todos, no salió a la luz. Las pesadillas diurnas del stirlandés cesaron con la llegada de la lluvia. Aquella noche, pese al frio, Miller pudo disfrutar del sueño. Y la moral no subió precisamente con la llegada de un nuevo día. Era como si una nube negra lanzase malos pensamientos sobre el ejército Alptraum.
Después de comer llegaron a Hochleben. Era un mediodía oscuro y frío, algo raro tan al sur. Los campos que rodeaban la ciudad estaban verdes y parecían ricos, pero ni una sola vaca ni un solo cerdo a la vista. Algo perturbador, teniendo en cuenta que en Hochleben debían reabastecerse. La zona de extramuros de la ciudad dejaba mucho que desear. La guardia era casi inexistente, y los carros de cadáveres abundaban aparcados en cualquier recodo. Miller y los exploradores, seguidos del ejército del capitán Minder aceleraron el paso.
Ya estaban saliendo de aquella ciudad enferma cuando un joven heraldo corrió a buscar al capitán. Y tras la conversación (que el stirlandés pudo captar gracias a que pasaba por allí), fue como si le echasen un cubo de agua helada por encima. El ataque a Loningbruck se había convertido en una defensa a ultranza por culpa de la presencia de un hechicero. Los Kusch habían rodeado a Tretmund y le habían atacado desde retaguardia. Por si fuera poco, el capitán Minder no pareció mostrar interés alguno en dar media vuelta y auxiliar a Tretmund, algo que desconcertó a Miller. Y para acabar de rematar la faena, en el norte las fuerzas Leitdorf estaban atacando Beiswang, y al oeste los Feuerbach se hacían fuertes. Miller se preguntó si no habría elegido mal el bando... Las palabras finales del capitán Minder fueron la gota que colmó el vaso. A punto estuvo el stirlandés de soltarle una reprimenda al capitán, pero recordó que allí era un soldado y tenía que obedecer. Casi sangró al morderse el labio inferior.
Los animos no mejoraron durante el resto del día, menos aún cuando aceleraron la marcha. Al caer la noche, a penas se oía más que las toses de algunos milicianos enfermos, aquellos a los que Minder no había mandado de vuelta a Hochleben. Por suerte, un nuevo día se avecinaba, y tal vez cambiaran las tornas.
Pero no fue así. O al menos, no del todo. Al día siguiente, algún que otro miliciano fue a intentar convencer a los exploradores de que se alzasen contra el tiránico capitán, pero el bueno de Fredd los recompensó con una denuncia y varios azotes. Aquello había sido lo más destacable del día de no ser por el hallazgo que hicieron en Spalt. Por todo el pueblo había cientos de huellas de zarpas, casi todas en dirección oeste. Aquello perturbó a Miller y al resto de exploradores.
-Joder, lo que faltaba. Si la viruela no nos estuviera dando bien por el culo, ahora faltaba encontrarse esto... Stirlandés, tu eres el experto, ¿que puede haber hecho esto?
- No estoy seguro -dijo Miller- pero creo que tengo alguna teoría.
-Sea lo que sea, no deberiamos alertar al resto de estas huellas. Bastante mal se encuentran todos para hacer cundir el pánico ¿no creeis vosotros?
Miller vio allí una oportunidad. Fueran lo que fueran aquellas pisadas, había cientos, decenas de cientos, tal vez miles. Era evidente que el reducido batallón no podría hacer frente a tal magnitud de "cosas". El stirlandés supuso que seguir hacia Merfeld podría ser peligroso.
- No estés tan seguro Fredd. Como decía mi abuelo, si te precipitas pensando, precipitarás tus errores. Estas huellas van al oeste, aunque presumo que también las habrá que vayan a Merfeld. Y como puedes comprobar, hay cientos de ellas. Y me apuesto la oreja izquierda a que sea lo que sea que las ha causado, no es nada bueno. Por lo tanto, hay que informar al capitán; no podemos ir a Merfeld -los exploradores, en especial Fredd, miraron a stirlandés con cara de sorpresa-. Ya me ocuparé yo de convencerle -Miller se encaró con Fredd, que lo miraba con recelo-. Fredd, hazme caso. Si de algo se, es de esto, y te aseguro que no te gustaría verte con una de esas cosas. Hay que avisar a Minder y hacerle entrar en razón.
Una vez convenció a los exploradores, Miller se dirigió a donde quisiera que estuviera el capitán, y con paso firme, se acercó a él, sin mostrar debilidad alguna.
- Mein Hauptmann... Hemos encontrado algo, algo realmente preocupante...
FDI: Me s'olvidaba, leñe!! Que al final si que me gasto el PD para pasar la viruela. Aish... qué rapido vuelan....
Los ánimos de la tropa cayeron en picado tras el asunto de los enfermos. Asunto que, por el bien de todos, no salió a la luz. Las pesadillas diurnas del stirlandés cesaron con la llegada de la lluvia. Aquella noche, pese al frio, Miller pudo disfrutar del sueño. Y la moral no subió precisamente con la llegada de un nuevo día. Era como si una nube negra lanzase malos pensamientos sobre el ejército Alptraum.
Después de comer llegaron a Hochleben. Era un mediodía oscuro y frío, algo raro tan al sur. Los campos que rodeaban la ciudad estaban verdes y parecían ricos, pero ni una sola vaca ni un solo cerdo a la vista. Algo perturbador, teniendo en cuenta que en Hochleben debían reabastecerse. La zona de extramuros de la ciudad dejaba mucho que desear. La guardia era casi inexistente, y los carros de cadáveres abundaban aparcados en cualquier recodo. Miller y los exploradores, seguidos del ejército del capitán Minder aceleraron el paso.
Ya estaban saliendo de aquella ciudad enferma cuando un joven heraldo corrió a buscar al capitán. Y tras la conversación (que el stirlandés pudo captar gracias a que pasaba por allí), fue como si le echasen un cubo de agua helada por encima. El ataque a Loningbruck se había convertido en una defensa a ultranza por culpa de la presencia de un hechicero. Los Kusch habían rodeado a Tretmund y le habían atacado desde retaguardia. Por si fuera poco, el capitán Minder no pareció mostrar interés alguno en dar media vuelta y auxiliar a Tretmund, algo que desconcertó a Miller. Y para acabar de rematar la faena, en el norte las fuerzas Leitdorf estaban atacando Beiswang, y al oeste los Feuerbach se hacían fuertes. Miller se preguntó si no habría elegido mal el bando... Las palabras finales del capitán Minder fueron la gota que colmó el vaso. A punto estuvo el stirlandés de soltarle una reprimenda al capitán, pero recordó que allí era un soldado y tenía que obedecer. Casi sangró al morderse el labio inferior.
Los animos no mejoraron durante el resto del día, menos aún cuando aceleraron la marcha. Al caer la noche, a penas se oía más que las toses de algunos milicianos enfermos, aquellos a los que Minder no había mandado de vuelta a Hochleben. Por suerte, un nuevo día se avecinaba, y tal vez cambiaran las tornas.
Pero no fue así. O al menos, no del todo. Al día siguiente, algún que otro miliciano fue a intentar convencer a los exploradores de que se alzasen contra el tiránico capitán, pero el bueno de Fredd los recompensó con una denuncia y varios azotes. Aquello había sido lo más destacable del día de no ser por el hallazgo que hicieron en Spalt. Por todo el pueblo había cientos de huellas de zarpas, casi todas en dirección oeste. Aquello perturbó a Miller y al resto de exploradores.
-Joder, lo que faltaba. Si la viruela no nos estuviera dando bien por el culo, ahora faltaba encontrarse esto... Stirlandés, tu eres el experto, ¿que puede haber hecho esto?
- No estoy seguro -dijo Miller- pero creo que tengo alguna teoría.
-Sea lo que sea, no deberiamos alertar al resto de estas huellas. Bastante mal se encuentran todos para hacer cundir el pánico ¿no creeis vosotros?
Miller vio allí una oportunidad. Fueran lo que fueran aquellas pisadas, había cientos, decenas de cientos, tal vez miles. Era evidente que el reducido batallón no podría hacer frente a tal magnitud de "cosas". El stirlandés supuso que seguir hacia Merfeld podría ser peligroso.
- No estés tan seguro Fredd. Como decía mi abuelo, si te precipitas pensando, precipitarás tus errores. Estas huellas van al oeste, aunque presumo que también las habrá que vayan a Merfeld. Y como puedes comprobar, hay cientos de ellas. Y me apuesto la oreja izquierda a que sea lo que sea que las ha causado, no es nada bueno. Por lo tanto, hay que informar al capitán; no podemos ir a Merfeld -los exploradores, en especial Fredd, miraron a stirlandés con cara de sorpresa-. Ya me ocuparé yo de convencerle -Miller se encaró con Fredd, que lo miraba con recelo-. Fredd, hazme caso. Si de algo se, es de esto, y te aseguro que no te gustaría verte con una de esas cosas. Hay que avisar a Minder y hacerle entrar en razón.
Una vez convenció a los exploradores, Miller se dirigió a donde quisiera que estuviera el capitán, y con paso firme, se acercó a él, sin mostrar debilidad alguna.
- Mein Hauptmann... Hemos encontrado algo, algo realmente preocupante...
FDI: Me s'olvidaba, leñe!! Que al final si que me gasto el PD para pasar la viruela. Aish... qué rapido vuelan....