Reinhard Russ y Viajero Stirlandés: Odio de Alquiler

Partida dirigida por Saratai.

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Saratai
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Mensaje por Saratai »

El joven minero se lanzó a la carga contra el mutante que, en su mano, agarraba un extremo de la cuerda que llegaba hasta la jaula. Solo Reinhard habia reparado en dicha cuerda y habia seguido con la vista su final, a pesar de haber sido gravemente herido en un muslo. Mientras corria, podia sentir la madera clavandose en su pierna, la carne desgarrada y el fluir de su sangre a través de la herida que la saeta le habia causado.

Sin embargo, no se dejó amedrentar por el dolor. Se lanzó a por su presa, clavando en su cuerpo el pico como si de una roca se tratase. La enorme arma se clavo en el hombro derecho del mutante dejando éste un enorme reguero de liquido amarillento. No era sangre lo que salia del agujero que Reinhard le habia regalado al mutante, si no una grasa de asquerosa viscosidad más parecida a pus liquida que a cualquier otro fluido. Sin embargo, el golpe no dio en ningun punto vital ni atraveso órgano alguno. El mutante se puso de pie torpemente, dejando la soga que llevaba a la jaula a un lado, y lanzando un cabezazo al minero de Monheim. Sin embargó, el ser erró en su ataque, fallando estrepitosamente y dejando ver una frente llena de enormes protuberancias óseas.

Mientras tanto, Bertrer clavaba su arma en el corazón de uno de los mutantes que luchaba por incorporarse, acabando con su vida en el acto. Dajetrik disparó su pistola hacia el ballestero que habia herido a Reinhard. La bala se introdujo en el pecho del tirador, haciéndole retroceder varios pasos al tiempo que Herber rajaba el cuello de una mujer de extraños cabellos. Sin embargo, no todos fueron tan afortunados. Cuando Neinham se dirigia a acabar con la vida del mutante con el craneo de can, un disparo acabó con su vida, salvando al mutante del ataque del pueblerino. El disparó se oyó en toda la cueva, pero nadie logró averiguar la localización de su autor.

Fue entonces cuando la segunda oleada penetró en la cueva. El sacerdote y su iniciado no tardaron en encararse con un mutante de gran tamaño, Fernand corrió para acabar con la vida de un ser ataviado en ropajes sucios y Evan Werd se lanzó contra el ya famoso Infekdell, que no dejaba de vociferar animando a sus compañeros e insultando a los agresores. Eimur y Gopts no tardaron en entrar, seguidos del mercader, el cual acuchilló a uno de los mutantes ancianos que se encontraba desarmado e indefenso. Wuter también se encaró contra otro mutante ya viejo, éste armado con una vieja espada rota. Pero el joven Willy no tuvo tan buena ventura, siendo atacado por un ser de cuatro brazos y profunas hendiduras en la piel. El mutante golpeo al muchacho sin piedad, tirandolo contra el frio suelo de la caverna. Revkha, Anna, Zemler y Dieter llegaron a continuación, pero no tuvieron tiempo para actuar.

El ataque por sorpresa estaba dando resultado. Cinco mutantes habian muerto, y sólo uno de los asaltantes de Monheim habia sido aniquilado, el minero Rotdler Neinham, con una bala en el cráneo en mitad de la frente. Ya nunca volveria a pillarse una cogorza, eso seguro.

Entre los mutantes muertos contaba una mujer desarmada sin rastros de mutacion, dos viejos que no aparentaban ninguna deformidad, un muchacho joven de extraña coloración de piel y otro hombre con ropas de mendigo y una daga en la mano que no habia tenido la oportunidad de usar para defenderse de los atacantes nocturnos.

La cueva es un caos, un ir y venir de enloquecidos ciudadanos con armas hasta en los dientes y salpicaduras de sangre por toda la cara, tanto suyas como ajenas.



FDI: Eimur, ya puedes actuar. Wolfrin y Wik llegaran a la cueva el turno siguiente.
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Eldril
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Reinhard Russ

Jodido mutante babeante...¡Seras la primera victima de mi pico!

Sintiendo rabia por la muerte de Rotdler, decido ejecutar una rapida venganza, y dedico todo mi empeño en un ataque demoledor para clavar al mutante en el suelo de la cueva.

FDI: Hago un ataque total al mutante con el que estoy enzarzado en combate, y si fallo gasto un punto de suerte
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Mensaje por El_Bardo »

Eimur Wolck

Tras analizar un poco la situación cojo dos flechas y las tenso en la cuerda de mi arco y disparo al mutante que sangraba en el pecho...

FDI: Mis dos flechas van dirijidas al mutante qué disparó Dajertik.
Si miras esto eres cotilla ¿lo sabias?.
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Mensaje por Saratai »

El cruento combate prosigue, esta vez con un número mucho mayor de atacantes. Los mutantes empiezan a verse algo apurados, pues no son capaces de dar a basto contra tanto asaltante. Sin embargo, ahora que se han despertado, algunos comienzan a demostrar sus horribles habilidades.

En primer lugar, el hombre más adelantado de todos los habitantes, Reinhard Russ, prosigue con su brutal embestida. El golpe se precipita de nuevo a la anterior herida que ya le habia inflingido al mutante. La suerte quiso que el pico se clavara con saña, destrozando huesos y carne a partes iguales, y haciendo que el ser se retire con una hemorragia que ningun humano normal aguantaria.

Al tiempo Dajertik recargaba su pistola, preparandose para un segundo disparo mientras Bertrer se encaraba a otro mutante, este preparado y armado con un enorme garrote. El minero fracaso en su ataque, pero el mutante no, pues un duro ataque del malformado le dió a Bertrer en la pierna, haciendo un sonoro ruido de huesos fragmentados. Fue entonces cuando Herber corrió a auxiliar al minero, clavando su daga en el costado del mutante con garrote. Al tiempo, el ballestero que habia sido atacado por Dajertik disparó de nuevo su ballesta, clavandose en el brazo del patrullero Dajertik, que dejó escapar un grito de dolor.

Al otro lado de la cueva, el enorme mutante que era atacado por los religiosos del templo de Monheim se defendia bien de sus ataques, con una rodela imporvisada y una espada rota.

Cuando Evan Werd se lanzó contra el ruidoso mutante de cabeza de perro, un horrible ser con tentáculos en la boca le intercepto en su carrera golpeandole sin apenas hacerle daño alguno. Entonces Werd aprovecho para atacar con su cuchillo al tentaculoso ser, sin obtener éxito alguno.

Desde la entrada de la caverna, Eimur tenso su arco, listo para clavar al ballestero de un flechazo, pero falló por bastante distancia, clavandose las flechas en una estalagmita. El viejo Gopts aprovechó para lanzarse a la carga contra el ballestero, pero no tenia edad para esos trotes, siendo para el ballestero muy fácil evitar la estocada del anciano veterano. En grupo, Revkha, Anna y Zemler acuchillaron sin compasión a una mujer mayor armada con un hacha tosca y rota, matándola con facilidad. Wuter consiguió clavar su espada en el cuello de un mutante joven, tan joven que casi parece un niño.

Pero no todo son victorias, el joven Willy fue aplastado hasta la muerte una y otra vez por el mutante de seis extremidades, el cual atacaba con una furia salvaje y desproporcionada.

Fue entonces, desde el final de la cueva, ocultados por la enorme jaula, que salieron tres mutantes más que hasta ahora habian permanecido retirados. Uno de ellos es un hombre de aspecto fuerte, largo cabello negro y numerosas cicatrices por toda la cara. Porta una enorme espada, de apariencia realmente pesada. A su lado, una pequeña mujer le acompaña, mientras parece hechar algo en sus cuchillos. Y justo al lado, un mutante gordo y purulento rie de forma frenética mientras destapa el manto que cubria la jaula, dejando ver una de las bestias mas horrorosas que pudierais imaginar. La bestia, de vaga apariencia humana, debia medir casi tres metros, enrollado en unas extremidades alargadas y de un fétido olor que incluso llega a los más cercanos a la jaula. Su minuscula cabeza carece de mandibula o boca alguna, y su enorme tripa recuerda más a la de un saco de basura que a la de un ser orgánico. En sus extremidades pueden apreciarse bocas repletas de dientes, de las cuales emite un rugido que hiela la sangre a más de uno. Mientras más de uno observa a la horrible criatura, el purulante mutante comienza a abrir la berja que cierra a la jaula, con lo que los habitantes de Monheim piensan lo peor, justo ahora que parecia que la victoria estaba cerca.

Dieter, sin perder tiempo, apunta a la jaula y dispara, pero falla por muy poco, justo cuando Wolfrin y Wik entran en la caverna, observando la matanza que ante ellos se extiende, un suelo lleno de extremidades apuntadas y sangre humeda que hace resbalar el paso.

En estos 10 segundos, el joven Willy ha muerto con todos los huesos rotos, con lo que no podrá ver cumplido su sueño de convertirse en soldado. En cambio, los mutantes han recibido más bajas: Un mutante muy joven ha sido asesinado, junto con una mujer mayor, el mutante del garrote y el hombre al que Reinhar se enfrentaba, que queda herido de gravedad y no puede continuar atacando.

En total, ya son nueve los mutantes incapacitados, y dos las bajas del bando de los liberadores de Monheim. En total, quedan 12 mutantes visibles (el viejo de los cuatro brazos, los cuatro recién llegados, el ballestero, el de la cabeza de perro, el gigante que lucha contra el sacerdote, el de los tentáculos y tres viejas que permanecen apartadas) contando al engendro.


FDI: Ahora podeis actuar todos
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Mensaje por El_Bardo »

Eimur Wolck

Esto es una matanza, va demasiado deprisa joder, ¡juro por Sigmar qué si me sacas de aquí vivo donaré 2 coronas de oro siempre a la Iglesia!, vamos a haber, a quién disparo esta vez, ya sé a ese le ha tocado jiajeje...

En está ocasión cojo una flecha inco la rodilla en el suelo, tenso el proyectil en la cuerda y apunto al mutante de cuatro brazos espero qué la suerte de Sigmar esté de mi lado esta vez y disparo al mutante.
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Reinhard Russ

Menuda mierda... y estos de donde coño salen... va ha haber serios problemas...

Acabo el trabajo empezado aprovechando que el mutante esta ahora indefenso,y me pongo postura defensiva para poder parar la embestida de qualquier nuevo ser repugnante:


FDI: Utilizo un ataque normal (media acción) para atacar al mutante indefenso, y utilizo la otra media para ponerme en postura defensiva por si algun mutante me ataca, poderle parar.
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Mensaje por Saratai »

Sangre.

Sangre por todas partes, en la ropa, en la piel, en las armas y en el suelo. En las paredes y en el techo. Espera, en el techo hay otra cosa a parte de sangre... ¡Hay un mutante con un rifle, un asqueroso mutante con toda la cara llena de venas negras e hinchadas! Colgado con los pies de una estalagmita, apunta a los mineros. Tuvo que ser él el que mató a Neinham.

Pero no habia tiempo para pensar en eso. Ni en eso ni en nada. Los mutantes que no huian de la caverna atacaban con una ferocidad sin igual, y el desenlace de la batalla estaba por terminar, más pronto de lo que podria imaginarse.

Eimur tensó su arco una vez más, disparando al mutante que habia acabado con la vida de Willy. La flecha voló, certera, hasta clavarse en su cráneo. Una fuente de sangre roció la pared de nuevo, con un liquido apenas denso. Segundos más tarde, el viejo mutante caia lentamente hasta el suelo. Revkha le lanzó una sonrisa complice al arquero por su excelente tiro. Mientras tanto, el mutante de los tentáculos conseguia atrapar a Evan Wer, axfisiandolo con su presa y succionandole la vida poco a poco.

Mientras tanto, en un lugar apartado de la cueva, el mutante de mayor tamaño golpeo frenético al iniciado del templo, haciendole caer incosciente. Sin embargo, cuando el leñador, Anna y Zemler se lanzaron en auxilio del sacerdote, la mole cayo fácilmente ante la marabunta de golpes.

Justo al lado, el mutante del garrote que se enfrentaba a Berter y Heber desplegó un truco que ni el minero ni el cazarrecompensas esperaban: Abrio sus fauces de una manera desmesurada, y lanzó una bocanada de aceitosas llamas que les impregnó por completó. Ambos salieron corriendo de la cueva mientras se morian con el fuego. En su camino incendiaron también a varios mutantes que huian, ardiendo todos con las llamas del mutante. Tras hacer esto, el mutante quedó completamente exhausto, cayendo al suelo por las heridas y el agotamiento.

Dieter y Dajertik se habian unido para hacer frente a la nueva amenaza que se erguia ante ellos. Comenzaron a cargar sus pistolas lo más rápido que podian, pero no les dió tiempo: La inmensa mole del engendro salia de su jaula directo a ellos. Antes de que pudiera hacer nada, se abalanzó sobre Dajertik, arrancandole trozos de carne y comiendoselos con sus extremidades mientras el patrullero se debatia inútilmente para quitarselo de encima. Y lo peor no habia llegado. Justo cuando Dieter se dirigia a ayudarle, detrás del engendro le esperaba el mutante de largos cabellos y enorme espadón. Tras una sonrisa le comentó algo que sólo él pudo oir.

Jaff Hartrer

-No pensaba volver a verte tan pronto. No se que mania tienen siempre tus amigos de atacarme sin que yo haga nada. En fin, será el destino que quiere que nos enfrentemos una vez más.


Tras eso, el mutante agarró su arma con las dos manos, con una postura de guardia, mientras el patrullero sacaba una daga con la que acompañar los envites de su espada. Ambos contendientes estuvieron mirandose segundos que parecieron horas, antes de comenzar a chocar los aceros.

Mientras esto ocurria, la mujer de baja estatura y el obeso mutante se cruzaron con Wolfrin y su eterno acompañante Wik. Sin mediar palabra, la mujer lanzó un par de dagas al patrullero, mientras el otro cargaba contra el middenlandes.

El cabeza de perro se lanzó a morder al viejo Gopts con la ayuda del ballestero. Entre los dos redujeron al anciano y acabaron con su débil vida, mientras las mujeres que quedaban en la cueva huian. Fue entonces cuando captaron la atención de Reinhard, que esparcia los sesos de uno de sus compañeros por todas las rocas del suelo.

Otro disparo se oyó en la sala. Este iba dirigido a Reinhard, pero parecia que Sigmar tenia la vista en él pues se libró de la bala, la cual, en su estado, de haberle dado lo habria mandado al reino de Morr. Mirando al minero, el parlanchin mutante hablo con el.

Infekdell ''Osezno''

-Vas a morir humano, al igual que tus compañeros. Vais a morir todos por atacar a gente inocente de ningun crimen, por rechazarnos sólo por nuestro aspecto, y por ser tan idiotas de no saber cuantos eramos. Pero puedes escoger otro camino. Ayudanos a defendernos, a los que quedamos vivos, y te perdonaremos. Si matas a alguien de los que nos está matando y te largas, no te perseguiremos. ¿Trato?

Asi estaba la situacion. Solo quedaban el mutante del techo, el que luchaba contra Dieter, la mujer y el gordo. También quedaban el ballestero y el cabeza de perro, junto, por supuesto, al engendro que se estaba comiendo vivo a Dajertik.
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Wolfrin von Steinsield

Bueno, como no me ha quedado muy claro si me da el mutante... :S he decidido poner un pot doble para cubrir los dos casos...
Me da
¡¡¡Maldito mutante!!!Wolfrin realmente no tenía nada contra los mutantes, deformes contra su voluntad, pero odiaba a cualquiera que le hiciera una heridaHabertelo pensado antes de atacarme...Digo mientras le causo un tajo la cara al mutante...
En cuanto Wik me deje de vigilar, me largo de este antro...
Accion: ataque normal al mutante, posición defensiva por si me ataca

No me da
Uy! ese muchachote viene eufórico hacia mi...
No intentes siquiera rozarme...Digo mientras le cargo yo a él
Accion: carga al mutante, en caso de no poder por estar alau, ataque normal y postura defensiva
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Mensaje por El_Bardo »

Eimur Wolck

Tras ver el certero disparo de mi flecha y la muerte instantanea del mutante aun con la rodilla hincada en el suelo veo los efectos del combate, bueno más bien carnicería, siento qué las tripas se me remueven hasta que vomito un poco, me limpio con la manga el líquido de mi boca y me reincorporo, vuelvo a cojer otra flecha y apunto al mutante qué se está comiendo a Dajertik, tenso la cuerda y disparo.
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Reinhard Russ

Te mataré a ti, igual que he matado a tu compañero!! MUERTE A LOS MUTANTESS!!

Grito mientras cargo con la intecion de cerrarle el morro de un solo golpe!

Que Sigmar guie mi pico!

FDI: Realizo una carga contra Infekdell "osezno", y gasto un punto de suerte si fallo
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Mensaje por Saratai »

La risa del ballestero se oia profunda ante la sentencia del furioso minero.

Ballestero mutante

-¿A quien vas a matar pedazo de ...?


Sus palabras quedaron en un vacio cuando el enorme minero de Monheim elevó su gigantesco pico por encima de su cabeza mientras corria hacia Infekdell. Por primera vez desde que entraron en la cueva, el cánido mutante calló al tiempo que sus ojos se abrian de par en par al ver el pico precipitarse hacia su cabeza. Se agachó, cubriendo su rostro con sus peludas manos, lo cual le sirvió de poco, pues la suerte estaba de parte del minero. La afilada arma cayó como una guillotina en una de sus manos, desgarrando su carne y cartilagos en el proceso. El mutante gimió como un perro apaleado, mientras su compañero salia corriendo cargando su ballesta, con la sorpresa recibida aun impresa con sangre en su cabeza.

Reinhard habia conseguido desplazar a ambos contendientes, y ahora la parte oeste de la cueva estaba bastante más limpia de escoria mutante, si no se contaba al cabeza de perro gritando de dolor y al ballestero que buscaba una mejor posición de tiro. Pero no todo estaba controlado, pues, como una araña, el mutante del rifle se movia por el techo de esa parte de la caverna, demasiado alto para que el minero pudiera acabar con el con su demoledor pico.

Pero no todo iba como la seda en el resto de la enorme cueva. En la parte este, el tentaculado mutante partia el cuello de Evan Werd. El pobre hombre ya no regresaria con su hermosa mujer, y a ésta nadie la iba a poder proteger a partir de ahora. Pero mientras acababa con la vida de Werd no era consciente de como el sacerdote, Revkha, Anna y el capataz se iban acercando a él poco a poco. Y para cuando se dio cuenta era demasiado tarde: el martillo del sacerdote esparció tentáculos y restos craneales por toda la ruin y cavernosa estancia. El sacerdote estaba como loco por buscar venganza por su aprendiz muerto, y la mismisima furia de Sigmar era patente en él. Ahora la parte este era segura, y los valientes vencedores habian destrozado a todos sus endemoniados rivales. La clave de su éxito habia sido ir siempre juntos, y no lo olvidarian mientras durara la batalla. Cerca de ellos, Eimur disparaba a la horrible masa que devoraba hambrienta a Dajertik, pero al mirarla, un terror primigenio recorrio su espina dorsal. Era un miedo salvaje, como el que tiene la presa ante el cazador, consciente de lo brutal que podria ser su muerte si el depredador se fijaba en él. Pero el corazón de Eimur era noble, y no tuvo miedo a las consecuencias de sus actos, como era costumbre en él. Tensó su arco y disparó sin pánico hacia la mole. La flecha voló certera hasta rasgar parte de la carne de una de las extremidades de la bestia, haciendola sangrar levemente. Ese monstruo iba a necesitar más de una flecha para caer, pensó el escolta.

Y si en las partes este y oeste de la cueva las cosas estaban mejorando, no se podia decir lo mismo de la parte central de la misma. Allí, el monstruoso ser conocido como el ''Gordo'' despejellaba y tragaba toda la carne que podia. En pocos segundos, del patrullero Dajertik no quedaba más que una masa sanguinolienta de ropa, entrañas y piel. Sus organos aun palpitantes se deshacian en las bocas del engendro, que tras terminar una de sus presas fijo su vacia mirada en la parte este de la cueva, tras recibir el impacto de la flecha de Eimur. Haciendo caso omiso del resto de presentes, dirigió sus pasos hacia el grupo formado por Eimur, el sacerdote, Anna, el leñador Revkha y el capataz de mineros, el señor Zemler.

Mientras, Wik y Wolfrin se debatian con los últimos mutantes que quedaban. Entre un mar de cuerpos, cadaveres sangrantes y heridos aullantes, ambos luchaban contra los embites de sus adversarios. La más rápida en actuar fue la mujer, que con agiles movimientos lanzó sus dagas a Wik. El patrullero ''Cazarratas'' tuvo suerte con el primer lanzamiento, pero la segunda daga se le clavo en una pantorrilla, extendiendo el veneno que contenia por su torrente sanquineo. Sin embargo, el patrullero era duro y no se iba a dejar achantar por tales vilerias. Con un rápido gesto desenvaino su espada reglamentaria y atacó con todas sus fuerzas a la mujer. El golpe deberia haber dado en el cuello de la victima, dejandola fuera de combate. Pero su adversaria era más rápida que una serpiente. Sin ningún problema esquivó su ataque, sin saber si fue por casualidad o por habilidad. Lo que si estaba claro es que su contraataque seria letal. Con una daga clavó el acero de nuevo en el patrullero, sin hacerle ningún daño aparente. Mientras, justo al lado, el gordo mutante golpeaba a Wolfrin. El mutante arreó con un hacha oxidada el torso del joven, que logró paliar los daños gracias a su bien manufacturada armadura, aunque sus costillas se resintieron en el proceso. De no haber tenido su armadura, su fin habria sido otro bien distinto, pero el middenlandés aprovechó su situación para atacar, sin éxito alguno, lo cual uso el mutante para volver a atacarle otra vez al tronco. El golpe fue más débil que el anterior, pero aun asi causó un profundo dolor al muchacho, que deberia pensar algo rápido si queria salir de alli con vida.

Y ajenos de todo lo que sucedia a su alrededor, Dieter y Jaff seguían con su duelo personal a muerte. El más rápido fue Dieter, con una rápida estocada a la rodilla de su rival. Su espada iba directa, iba a atravaser su hueso cuando...
...En un rápido movimiento evasivo Jaff se desplazó dos pasos hacia atrás, dejando a Dieter con el brazo estirado y la cabeza desprotegida. El patrullero no podia creer que hubiera fallado, estaba seguro de que habia conseguido un gran golpe. Pero no habia sido asi, y Jaff movió su pierna derecha hacia atrás para coger impulso y descargar un feroz golpe al ahora fácil objetivo del cráneo de Dieter Gayer. Y contra todo pronóstico, Jaff falló el golpe, dando en la roca del suelo. Dieter creia que se habia salvado, y estaba elevando una plegaria a Ranald cuando la espada del mutante regresó desde el suelo con una velocidad inesperada y dió de lleno en la boca del patrullero. Ni un rapido gesto con la daga que usaba para protegerse fue suficiente para parar el duro golpe, que le hizo perder la sensación de mandibula. Toco su cara, pero no sentia nada. Solo un denso liquido rojo que impregnaba su mano le hizo saber que habia recibido de lleno el ataque de Jaff, mientras éste, sin dar tiempo para cubrirse, volvia a atacar. Dieter comprendia ahora porque Hans habia muerto: La habilidad de Jaff con aquella espada estaba más allá de toda lógica y su velocidad junto a la tremenda fuerza de la que hacia gala manejando el enorme acero era inconprensible para un humano.

Tal era la situación que se vivia en la cueva. Reinhard se debatia entre rematar al ''Osezno'' o perseguir al peligroso ballestero. La compañia de Monheim se preparaba para recibir la pronta embestida del engendro, y Dieter, Wik y Wolfrin intentaban vencer a sus duros oponentes. Nadie podria decir quien ganaria en aquella batalla llena de heridos y muertos, y mucho menos la pareja que se acercaba lentamente a la cueva por el camino cubierto de nieve.

Mientras los valientes hombres de Averland luchaban con su vida al intentar erradicar al Imperio de la plaga mutante, Gertrude y Valentino observaban las carretas.

Valentino

-Podriamos robar las carretas y sacar un dinero. Esos pueblerinos del demonio aprenderán asi las consecuencias de insultar a un tileano...



FDI: Wolfrin, has perdido siete puntos de heridas y te toca actuar. Si huyes, el mutante del hacha oxidada no te va a dejar en paz, pero puedes intentar moverte, estás al lado de la entrada de la cueva. Eimur, tienes al grupo dirigido por el sacerdote a escasos pasos de ti, te cubren las espaldas, y el engendro llegará a vuestra posición en escasos segundos, pero su objetivo seguramente seas tú, aunque no puedes asegurarlo al 100%. Reinhard, aunque estas muy herido eres el que mas mutantes ha dejado para el arrastre, puedes ir a ayudar a cualquier parte de la cueva y desequilibrar la balanza a favor de los atacantes, pero recuerda que hay dos tiradores vivos, el ballestero y el mutante de las venas, que lleva un rifle y puede desplazarse por el techo.
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Mensaje por Nimref »

Wolfrin von Steinsield

Que hideputa...
Argh! Tras ese cruento golpe, me siento algo mareado, pero consigo reponerme y arrastrarme hacia la salida...
¿La faz de Wik empieza a parecer verdosa?

Accion: corro hacia la salida (si he entendido bien, ya salgo fuera, en ese caso me voy acercando en direccion a Gertrude y Valentino nada mas verlos)
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Mensaje por El_Bardo »

Eimur Wolck

-¡Sacerdote dirigase al mutante al qué mato Dajertik le herido está desangrandose y os cubro rápido!.

Vuelvo a cojer una flecha más la tenso en la cuerda y vuelvo a disparar al mutante de de Dajertik.
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Mensaje por Eldril »

Reinhard Russ

(Si puedo actuar ANTES de la accion de Eimur haré:)
Maldito engendro mutante... ha matado a Dajertik.. moriraaa!!

-Eimur mata al ballesterooo!!

Le pido mientras mino mis ultimos esfuerzos en liberar al grupo de Monheim de la amenaza del asesino de Dajertik.

Realizo una carga por la retaguardia del mutante gordo, y gasto un punto de suerte si mi ataque falla

-Ayudad a los demas!

(si no puedo actuar antes)

Mierdaaaaaa... ha matado a Dajertik.. juro que me las pagara!

-Muere! escoria imundaa!
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El hedor de la bestia hacia que ignorar las arcadas fuera una tarea más dificil que sobrevivir a la carniceria que era la caverna. Su apestoso olor se hizo patente cuando corria decidida a matar al causante de su dolor, el humano que habia disparado contra ella. El engendro se movia usando alternativamente sus alargadas extremidades, cerrando sus fauces a cada paso que sus enormes palmas daban. Cada vez estaba más cerca de Eimur, estaba a punto de cargar contra él... y entonces recibió el golpe. A su espalda, un minero cubierto de heridas, barro y sangre clavaba su pico en el monstruo, interceptando su paso y evitandole a Eimur Wolck una muerte prematura. La fuerza de su carga era demoledora, e incluso un engendro del tamaño de ''Gordo'' se tambaleó ante la embestida. Reinhard habia soportado el miedo que la fiera causaba, y habia atravesado su hediondo cuerpo con un arma que más parecia una picadora de carne que un pico para minas de carbón, haciendo brotar de él entrañas que la bestia no necesitaba. Sin duda el escolta le debia una al minero.

Envalentonados por el valor y el sacrificio de Reinhard, el grupo de Monheim se lanzó a la carga. Primero el sacerdote, seguido del leñador y el resto, todos atacaron al engendro. Sin embargo, a medio camino Anna y Zemler dejaron de correr hacia el monstruo, temerosos de lo que podia hacerles.
El sacerdote de Sigmar descargó toda su ira con un golpe más propio de un dios que de un mortal. Su martillo chocó contra el cráneo del engendro-mutante haciendo el ruido que haria al partir una roca, astillandolo en mil trozos en el proceso. Un humano habria muerto tras tales golpes, pero el gigantesco mutante seguia respirando. Algo que intentaria evitar el hacha de Revkha. Un arma que habia dado tala a gruesos robles probaria fortuna ahora con una de las extremidades del asqueroso ser. El filo se clavo en una de sus putrefactas bocas, partiendo por la mitad. Y no paró ahi, pues el arma siguio cortando carne, atravesando el hueso y el músculo. Tres golpes demasiado contundentes para un ser vivo, por muy resistente que este fuera. Los tres hombres siguieron picando, cortando y machacando la carne y los huesos del ser, pero el trabajo ya habia terminado. Sin tener tiempo para poder volver a desplegar su enorme fuerza, el engendro habia sido aniquilado. Los cinco mutantes que seguian luchando dejaron de combatir durante un segundo para comprobar como sus esperanzas caian mutiladas bajo los golpes conjuntos de tres aceros.

Pero eso no fue suficiente para hacerlos caer. Sabiendo que sin ''Gordo'' sus posibilidades de victoria se reducian, los seres provistos de armas a distancia se esforzaron a fondo para salir vivos de esa. El mutante del rifle habia estado apuntando a Eimur, pues su arco era peligroso para alguien encaramado al techo. Tras calcular la distancia cuidadosamente, el venoso mutante apretó el gatillo, disparando una bala directa a la cabeza del escolta. Sin embargo, la suerte quiso que ésta no diera de lleno, si no que impactara en la nariz del joven. La nariz del escolta se convirtió en un amasijo irreconocible, dejando gravemente herido a Eimur. Mientras tanto, el ballestero habia decidido que no estaba en una buena posición, por lo que tras un disparo fallido que reboto en las estalgmitas, ayudó a levantarse a su cánido compañero, y ambos se dirijieron a la salida, ayudando en el camino a sus compañeros.

Compañeros que estaban teniendo la fortuna que al engendro le habia faltado. En el centro de la caverna, el lugar más cercano a la salida, los patrulleros de caminos se veian en apuros. Sobre todo cuando Wolfrin decidió dar media vuelta y abandonar a su suerte al grupo.

-¡Malnacido cobarde! ¡¡¡No nos abandones ahora!!! Si salgo de esta te daré tu merecido...
-Wik gritaba de furia al ver a Wolfrin huir. Lo que el patrullero no sabia es que el obeso mutante no iba a dejarlo irse asi como asi. Aprovechando el momento en el que el midenlandés le dió la espalda, el ser le propinó un golpe directo a la columna con su oxidada arma. El golpe dio de lleno, pero como en las anteriores embestidas, la armadura protegió la mayor parte del daño y Wolfrin consiguió alejarse y salir de la cueva. El mutante aprovechó la huida de su rival para ayudar a su compañera, que seguia luchando contra Wik. Cargó contra el patrullero, golpeandole por la espalda. Sin embargo, su ataque golpeó en la desprotegida cabeza de Wik. La mujer siguió con sus ataques, envalentonada por la ayuda que estaba recibiendo. Su primer golpe fue evitado por el patrullero, pero el segundo se clavó en su pecho. Ni la armadura consiguió salvar a Wik, el cual perdió la estabilidad tras soportar inquebrantable una asombrosa cantidad de ataques. El patrullero cayó al suelo sin aliento, hechando una densa espuma por la boca. Los dos mutantes se giraron entonces para ayudar a su líder, que aun luchaba contra Dieter. Sin perder el tiempo, Jaff cruzó sus manos para golpear por ambos lados a su resistente adversario. Sus golpes fueron bajos, eludiendo asi la defensa del guardia de caminos. La primera estocada del mandoble, de derecha a izquierda, fue recibida por la pierna zurda de Dieter. El segundo corte pasó rozando la pierna, sesgando tela en lugar de carne. Viendo la multitud de cortes y heridas recibidas, Dieter Gayer tiró su espada y levantó las manos, comprobando que no podria sobrevivir al ataque de los tres mutantes juntos.

La situación era ligeramente favorable para los atacantes de Monheim, pero de continuar la pelea moririan más hombres de ambos bandos. Y desde luego ninguno de los bandos se dejaria matar fácilmente. A un lado de la cueva, y taponando la salida, Jaff Hartrer habia hecho rehén a Dieter. A su lado, y protegiéndole, se encontraban ahora el ballestero, el mutante del hacha que habia liberado al engendro y la mujer que habia envenenado a Wik. Tambíen se encontraban un par de mutantes, demasiado heridos como para suponer una amenaza. Opuestos a ese grupo estaban el sacerdote de Monheim, el leñador Revkha y Reinhard Russ. Junto a ellos se erguian Eimur, Anna y Zemler. En el techo seguia amenazando al grupo el mutante del rifle, que se desplazaba para cubrir desde arriba a sus compañeros. Cinco mutantes en buen estado contra seis pueblerinos de Monheim, algo heridos. Esto sin contar a Dieter como rehen y a los dos mutantes medio muertos.

Los combates cesaron por unos segundos, dejando a los combatientes oir los gritos de los heridos y los moribundos. Si querian salir de alli, los habitantes de Monheim deberian abrirse paso por los mutantes, ya fuera hablando o a base de violentos golpes.

Quien habia salido de aquella pesadilla era Wolfrin von Steinsield. Estaba feliz de haber sobrevivido, a pesar de sus serias heridas. Y su felicidad aumentó cuando vio a los mercenarios al lado de las carretas. Renqueante y lleno de heridas, se dirigió a pedir ayuda a sus compañeros, que aun permanecian lejos. Y sus compañeros sonrieron de oreja a oreja al verle llegar, pues estaban deseando tenerle cerca. Y no sólo ellos, si no tambíen sus ballestas.

Los miembros de los ''Arcas Rojas'' habian cambiado de opinión respecto a sus ayudantes. La recompensa que ofrecia Huge Fahen era demasiado suculenta como para compartirla con unos esmirriados de pueblo que no sabian ni cuidar de ellos mismos. Por lo tanto, al ver al midenlandés bajar de la ladera que llevaba a la cueva, corriendo torpemente por la nieve, lo primero que hicieron sin mediar palabra alguna fue sacar sus ballestas al unísono y cargarlas para apuntar al recién llegado. Con la pelea que seguramente habia dentro, nadie sabria que las saetas eran suyas. Y si nadie de los de Monheim sobrevivian, tenias las carretas al lado para huir de los mutantes, lo cual hacia de su situación algo inmejorable. Al principio Wolfrin miró atrás cuando vió como los mercenarios apuntaban hacia él con las ballestas, pensando que algún mutante le estaba persiguiendo. Pero cuando vió que estaba solo, un escalofrio recorrio su espinazo. Y no era por la nieve.


FDI: Eimur, te quedan tres puntos de heridas tras el disparo del mutante. No has podido actuar pues tu victima ya estaba muerta. Sin embargo, en este turno que viene actuarás el primero, como si hubieras actuado el ultimo en este, y además tendrás tus acciones normales por ser otro turno, lo que significa que ahora podras decirme lo que haces en los dos turnos. Primero harás unas acciones y luego las otras. Reinhard, estás teniendo una racha tremenda, no has necesitado gastar el punto de suerte y has hecho ni más ni menos que 13 puntos de daño. Wolfrin, te quedan dos puntos de heridas tras todos los golpes. Estás corriendo, por lo que será más dificil que los mercenarios te aciertes. Pero si dejas de correr, esa protección se te acaba. Además, este turno estas todavia muy lejos de los ''Arcas Rojas'' por lo que si vas hacia ellos no llegarias aun. En cambio si puedes volver a la caverna, con lo que eso supone. Suerte a todos, que la batalla se acaba pronto y aun podeis sobrevivir (a pesar de los puntos de locura que ganareis de regalo). ^^
Cerrado

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