Heinrich Messner I: Muerte en los Caminos

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Weiss
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Heinrich Messner

Era como si el tiempo se hubiese parado.

Messnar abrazaba a la chica, pero esta no daba ninguna muestra de ir a decir nada. Los minutos pasaron, no se podría decir con exactitud cuántos, pero esta calma duró hasta que el relincho del caballo devolvió a Messner a la realidad. No tenía forma de estar seguro de ello, pero allí fuera podía haber alguien...

Se encaminó a hacia la puerta, pero justo antes de levantar la barra que bloqueaba la puerta, se lo pensó mejor...

Fue hasta la esquina de la habitación y cogió a Quober por el cuello, colocándole delante de él.

Vamos a dar un paseo, Quober...

Llevando bien agarrado a Quober, levantando la barra y empujando la puerta con la espada, Messner salió de la casa.

¿Quién anda ahí?


El frío llegaba hasta los huesos, y no se oía ni un alma. Messner solo esperaba que aquello fuese una falsa alarma...
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La puerta crujió lentamente mientras la abrias. Podias notar la rápida respiración de Quober en el brazo, como su sudor mojaba la manga de tu camisa. Unas pisadas parecidas a las de un perro corretearon veloces, como un rayo, por la parte superior de la casa. Ningún hombre. Ninguna respuesta.

Ambos salisteis de la casa, uno de escudo y el otro dirigiendo el paso. Quober tropieza una y otra vez, pues las cuerdas que le oprimen los pies no le permiten caminar con fluidez. Al subir hasta la puerta de la casa, el miedo recorre tu espalda: El caballo no está.

Sin embargo, un nuevo relinche revela su posición, en la otra parte de la casa, justo en el lado contrario a la entrada. Ojalá no hubieras salido de esa habitación.
Cuando tu ''compañero'' y tú dais la vuelta, podeis observar como un ser horrible, más propio de una pesadilla que de la realidad, agarra con fuerza las riendas de tu caballo. A su lado, sentados en el muro de la casa, tres compañeros juguetean con un hombre, demasiado parecido a Gottfried, en silencio.
El monstruo que tiene a tu caballo en su poder es vagamente humano: Su forma es humanoide, pero su piel está completamente compuesta por escamas. En el lugar dónde deberia tener las orejas dos enrollados cuernos salen como asquerosas protuberancias de su cráneo. Su piel, brillante como si estuviera recubierta de savia, resplandece con un malsano tono azulado.

Mientras, sus dos compañeros prosiguen con su actividad, conscientes de tu presencia pero sin hacerte el menor caso. El primero lleva las ropas de un criado. Su aparencia es corriente, pero unas orejas picudas, semejantes a las de un murciélago, confirman su origen. El que se encuentra a su lado posee un tono de piel de un color rojizo, casi pardo. Su ojos tienen un tamaño mayor de lo normal y una forma casi difuminada en su rostro. El último posee un aire despierto y una sonrisa avispada que refleja un carácter de dudosa calma mental. Agita compulsiva una extremidad parecida a la pinza de esas arañas de mar que venden en los mercados del puerto. El hombre que está a los pies de los tres se encuentra atado de manos a un tronco cercano. Un liquido rojo cae de su boca, y caes en la cuenta de que no ha gritado nada.

El de la mano mutada abre su boca, sin mirarte:
-Ya no tengo más hambre, pero ahora de lo que tengo ganas es de hacer un intercambio. Ya no quedan patrulleros, nos los hemos zampado a todos, asi que podriamos cambiar de actividad. ¿Me quedaria bien un sombrero de burgués?

Los otros dos le respondieron con risas sordas, mas bien forzadas.

-Lástima que -prosiguió el monstruo- ''Fredd'' no esté aqui todavia. Ese cabrón siempre tiene hambre. ¿Cuanto tiempo le faltará?

Gottfried ya no suda ni gime. Podrias incluso aventurarte a que está llorando. Y aun no sabes si vas a acompañarle en su llanto.
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Heinrich Messner

Messner habría esperado encontrarse cualquier otra cosa. Al Quober que faltaba, o al tal Vergamont. Pero nunca se habría imaginado lo que allí presenció. En ese momento, Messner estaba tan confundido e indefenso como aquel cobarde de Quober, que iba atado y usado de escudo humano. De hecho, durante unos instantes, Messner tuvo que soportar el peso de Quober, para evitar que cayese. Un vez recuperó el equilibro, le dejó en el suelo, sollozando y de rodillas. En aquel momento, en verdad le vio como a un hombre acabado. Dejándole un poco atrás, Messner avanzó hacia los mutantes, mientras guardaba su arma. Llevar espada o no, no significaría diferencia alguna en caso de combate...

Mientras se acercaba, miles de pensamientos se arremolinaron en la mente de Messner. Por un lado, vislumbró su vida pasar, sabiendo que estaba disfrutando de sus últimos instantes de vida. Por otro, vio cientos de planes a cual más estúpido para librarse de aquella. Correr, atacar... pensándolo fríamente todo daría igual. El altivo Heinrich Messner vio que no tenía esperanza ninguna, ahora valía tan poco como aquellos condenados Quober.

Qué final más triste. Me imagino que otro ocupará mi lugar en la cripta familiar, porque dudo que nadie vaya a saber nunca nada de mi cadáver...

Pero no podía morir sin luchar. No luchar con la espada, sino con el arma más fuerte con la que contaba Messner: su ingenio y las palabras. Muchas veces le habían dicho que hablaba como un maldito Reiklandés, en vez de como un Averlandés que era, pero sin duda su discurso era su mejor opción.

Mientras seguía andando, estando solo a unos metros de los mutantes, pensó rápidamente qué podía decirles. Y probó con lo primero que se le vino a la mente. No era un plan excesivamente bueno, pero no había tiempo para más...

Creo que ese caballo que lleva me pertenece, caballero.

Dijo esto con un tono totalmente carente de emoción, daba igual que estuviese hablando con un terrorífico mutante.No debía mostrar desprecio hacia ellos en ningún momento.

Y lo necesitaré para irme de aquí en cuanto sus mercedes me lo permitan. Déjenme presentarme. Soy Konrad Todmeister, y muy a mi pesar, soy el ayudante del Cazador de Brujas Johannes Weiss. Estén seguros de que le odio tanto como ustedes, señores. De hecho, le sirvo porque fue mi condena por poseer ciertos tomos prohibidos... Mi Maestro me ha enviado a perseguir a aquel sujeto que llevo ahí atrás -dijo señalando a Gottfried- pero me parece que ese que ustedes poseen también era uno de los objetivos... Estaré encantado de llevármelos a los dos inmediatamente, y así evitaré la insidiosa presencia, para todos nosotros, de Johannes Weiss, que sin duda partirá a buscarme con sus hombres si me demoro demasiado... ¿Qué me dicen, Señores?.

El discurso parecía salido de la boca de un demente, pero era lo mejor que se le había ocurrido en ese momento. Se había inventado la identidad de Konrad Todmeister, y había usado el nombre de un Cazador de Brujas que había pasado una vez por Averheim. Acercándose un poco más a ellos, se arrodilló al lado del que había hablado, y con una sonrisa de complicidad, Messner se quitó el sombrero y se lo ofreció.

Tómelo como muestra de buena voluntad. Estoy seguro de que le quedará mejor que a mí...

Con una rodilla en tierra y los ojos mirando al suelo, mientras su respiración se aceleraba y tenía todo tipo de asquerosos pensamientos sobre qué podrían hacerle, Messner aguardaba.

Sigmar, ayúdame una vez más...
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Mensaje por Saratai »

Los cuatro mutantes se giraron ante el recién llegado, escuchando con atención cada una de sus palabras. Al principio lo miraron con curiosidad, pero más tarde la incredulidad se reflejó en sus ojos y en sus horribles y arqueadas cejas.
Cuando el alguacil le entregó al primero en hablar su sombrero, éste lo agarro y mirandolo de arriba a abajo lo aceptó poniendoselo en la cabeza sin mediar palabra. Con gesto solemne cogió una bolsa de dinero que llevaba el tipo de suelo con el que habian estado jugando y adoptó un gesto airado. Instantes después, los cuatro monstruos estaban rodando por el barro, partiéndose de risa.

El tipo de la pinza, el que ha cogido el sombrero, se recompone de su ataque de carcajadas, para ponerse en pie y abrir la boca de su prisionero. En ella introduce la bolsa con el dinero que habia cogido antes de hecharse a reir y puedes observar que si no habia emitido sonido alguno antes, a pesar de no estar amordazado, era porque le habian cortado la lengua.

Barret ''Manocangrejo''

-Jajajaja, joder Konrad, no me habia reido asi en mucho tiempo, jajajajaja. -El mutante te mira con tu sombrero bien colocado en su apestosa cabeza. Ahora que está de pie puedes observar como lleva una fea brecha abierta en el pecho, parece reciente pues aun está fresca. -Mira, el caballo te lo podemos dar, un par de amigos vienen hacia aqui con una carreta y no lo necesitamos. Pero a este tipo si que no te lo vamos a entregar. Los esclavistas pagan bien por la gente con pecas. Es más, viendo que has capturado a uno parecido a éste... -Dice señalando al tipo atado al tronco y a Quober -...bien podrias darnoslo, como gesto de buena voluntad. Sinceramente, le prefiero a él que a tu bonito sombrero-Comenta mientras te devuelve la prenda- Y olvidate de intentar comprar nada, nosotros utilizamos monedas que no conoces.

Es entonces cuando el mutante escamoso se acerca a ti

''Pececito Blok''

-Si eres inteligente, nos darás a tu prisionero, nosotros te daremos tu caballo y saldrás cagando leches de aqui. Estamos heridos y no queremos pelear con nadie, pero cuando nuestros compañeros vengan tal vez ellos piensen otra cosa. Sobre todo ''Fredd''...



Barret ''Manocangrejo''


-Hablando del rey de Remo...


Entre los senderos, a lo lejos, se puede observar como un par de figuras avanzan lentamente. Y está claro que son los amigos de los presentes, pues una de las figuras, a pesar de lo lejos que se encuentra, más parece de uno de esos garrapatos gigantes de los cuentos que de una persona. Su contorno es una bola enorme con pequeñas patas. El otro si tiene un contorno humano, pero su volumen, en comparación con la bola que tiene al lado, es pequeño. El sonido de un carro les precede en la distancia. Pero no debes preocuparte, si te quedas, pronto podrás observarlos con mayor claridad.
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Heinrich Messner

De momento había salvado la vida, lo que era un buen comienzo, y, francamente, algo que no se esperaba...

Cuando aquel engendro cogió su sombrero, Messner se volvió a poner en pie, solo para ver cómo aquellas asquerosas criaturas se reían. Aquella situación le asqueaba. No había nada que desease más en ese momento que una unidad de Arcabuceros, para destrozar con plomo a todas aquellas condenadas masas de carne corrupta. Pero ahora la prioridad era sobrevivir, ya habría tiempo para lo demás...

Sin embargo, su alivio incial terminó súbitamente cuando aquel maldito ser no solo se negó a entregarle al Quober que le faltaba, sino que además le pidió el suyo. Messner no pensaba quedarse sin testigo tan fácil, así que mientras se colocaba el sombrero y avanzaba a coger las riendas de su caballo, iba tramando un plan...

Una vez que volvía a tener su montura, cuando parecía que ya se marchaba y dejaba allí a la mutantes muriéndose de risa, Messner se volvió a dar la vuelta y les miró.

Puede que yo no tenga la moneda que vosotros aceptáis, amigos. Pero tengo ciertos contactos que estarían encantados de pagaros lo que pidieseis por esos dos. Solo poned un precio y decidme un lugar. ¿Vosotros me entendéis, no?. Un Nigromante siempre necesita sujetos para experimentar, y puede daros una recompensa mucho más suculenta que unos simples esclavistas...


Se dio la vuelta y dirigió una mirada a Quober, como simulando que sopesaba lo que podría costar, pero en realidad, la mirada que le enviaba era de "no te mueras todavía, porque tenemos cosas pendientes y volveré a por ti...". Volviendo a encararse a los mutantes, siguió diciendo.

Y esto seguro de que Volkmann os pagará aún más si siguen igual de enteros cuando pase a buscarlos. ¿Qué decís?.

Messner solo esperaba que le contestaran antes de que los dos "amigos" se acercasen demasiado... No tenía ganas de conocer a Fredd...

La idea de Messner era simple. Si los mutantes aceptaban, iría a la ciudad, y volvería a donde ellos dijesen para hacer el intercambio... Con varias decenas de hombres armados...

Quizá estaba tentando demasiado a la suerte, y debería haberse conformado con salvar su miserable vida, pero consideraba que se estaba arriesgando por una causa que valía la pena. Quober era la clave para llegar a quién estaba obstaculizando la investigación desde arriba, y debía intentar conservarle como prisionero a toda costa.


PD: Aprovecho el post para refelicitar a Mr. Saratai.
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Mensaje por Saratai »

No dió tiempo. Pensabas que podrias llegar a un trato, pero los rugidos de aquella bestia aparecieron demasiado rápido.

Justo cuando terminabas de hablar, pudiste contemplar a ''Fredd'' en todo su esplendor, corriendo hacia ti. En cuestion de milésimas de segundo habia recorrido una distancia larga hasta para un caballo. El monstruo era una gran cabeza humana hinchada, su mandibula era del tamaño de un torso humano y su cuero cabelludo era uniforme y caotico. Su cuerpo se habia achatado por el peso de su enorme cráneo y su cuello habia desparacido por el peso de éste. Sus extremidades parecian las patas de un toro, pues el ser corria a cuatro patas, como los animales. Y sus ojos. Sus ojos eran gigantescos, enormes como la cabeza de un hombre normal, con dilatadas pupilas carmesis que te miraban con hambre feroz. No tenia ropa, pues no habia manto de su enorme talla. Su única vestimenta eran las cuerdas atadas a su cuerpo en cuyo extremo colgaba ahora mismo su compañero, intentando éste parar a la bestia.

Su compañero parecia un hombre normal, pero extremadamente musculoso. Cada vena, cada musculo de su cuerpo sobresalia exageradamente. Cuando al final consiguio parar a ''Fredd'' con la soga, todos los tendones de su cuerpo se marcaron, dandole la apariencia de un gladiador que estuviera acostumbrado a levantar mucho peso. En sus brazos llevaba injertadas unas enormes y afiladas cuchillas, en las que el hierro y la carne cicatrizada se entremezclaban. Su rostro estaba ocultado por una lámina de metal, con dos aberturas que le permitian ver mínimante.

Cuando al final el musculoso hombre paró a la bestia, ''Manocangrejo'' comenzó a hablar:

Barret ''Manocangrejo''

-Vaya, ya conoces a ''Fredd''. Espero que no te haya asustado, yo de ti estaria cagado. Lo que dices es tremendamente interesante. Tres piedras verdes mañana al mediodia por persona justo aqui. Si no estás, se los venderemos a los esclavistas. Si hay alguien más en la casa también nos lo quedamos como fianza, para que no nos jodas. Asi, pues, estos dos tipejos te van a costar seis piezas, cinco el lote por ser un tipo tan divertido, jajajaja. Y si intentas engañarnos, tus entrañas serán tu comida, haré que te comas tus intestinos mientras te mantengo vivo. Esos pantalones demuestran que tus criadillas deben tener buen sabor. ¡Maldita sea! Casi quiero que nos engañes, jajajajaja.


Un coro de risas se oyo en todo el páramo.

''Fredd''


-Comeeer... Comeeer... ¿Yo comeeer?

-Aun no, este ser esclavista dador de piedra. Tu para.
-Dice el hombre de la máscara de metal.
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Heinrich Messner

Ni en sus más descabellados sueños Messner habría imaginado que aquello iba a funcionar. Pero allí estaba. Había conseguido que se tragasen que trabajaba para un Nigromante, y que este les proveería de "piedra verde" a cambio de los dos Quober. Y ahora la chica también había entrado en el trato... Messner tuvo que contenerse para no expresar su perplejidad, pero una vez se recuperó de la impresión de conocer a Fredd, y de que todo aquello estuviese dando resultado, se subió al su caballo, se acercó un poco más a los mutantes, y dirigiéndose al que llevaba la voz cantante, habló.

Los quiero de una pieza. A todos. Tanto a estos dos como a la chica que está dentro de la casa. Tratadles bien u os quedáis sin piedra. Creo que el trato os beneficia bastante, así que confío en que sabréis comportaros...


Una vez acabó, Messner dio la vuelta y se alejó de ellos, pasando justo al lado de Quober, que le dirigió una mirada de desesperación, sin que nadie se percatase de ello, le susurró.

No me jodas el montaje y saldrás de esta.

Volviéndose una vez más hacia los mutantes, ahora levantó la voz para que le escuchasen con claridad.

Estaré aquí mañana al mediodía. Os lo aseguro. Y una cosa más... ¿Cuál es el camino más directo a Averheim desde aquí?. Me he desorientado al caer la noche...

En cuanto alguno de aquellos repugnantes seres le respondiese, Messner partiría al galope.

Tenía trabajo que hacer en Averheim...
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Mensaje por Saratai »

28 de Ulricario de 2521. Invierno. Madrugada con nieve en Averland.

El mismo mutante que habia conseguido parar al engendro de ''Fredd'' únicamente con su brutal fuerza, es ahora el que empieza a hablar. Su voz resuena como acordes metálicos y dispone de una gran sonoridad, a pesar de sus dificultades para hablar de manera coherente y clara.

Wrak'hatd Yvked

-Yo decir tu que sendero mejor tomar para llegar Averheim con cabeza encima de cuerpo. Yo decir que yo ser guardián de caminos, yo matar cualquiera que vaya por senderos prohibidos por mi. Si tu vas por segundo sendero, yo matar. Si tu seguir por este sendero, yo matar. Tu ir por primer sendero desde cruce anterior
-Te dice señalando el anterior cruce que te encontraste antes de llegar a la casa - y tu no ir ni haciendo ruido ni por sendero ya hecho, pues trampas gran número yo coloque hace un rato. Cuando tu volver, tu venir por este sendero para no morir por trampas y hacer tratos nosotros.

-Ahora tu ir y buscar rocas verdes para nosotros. Tu recordad mi, yo ser Wrak'hatd Yvked, yo ser juez de vida y ''muerte en los caminos'' ahora en senderos de Averheim, mañana en toda Averland.

Una charla educativa, desde luego. El ser de nombre impronunciable no parece tan estúpido como en un principio, y ahora dudas de que su ausencia en tu primer encuentro con los monstruos fuera casual o premeditado. Fuera como fuera, ''Muerte en los caminos'' (como parece que le gusta llamarse) parece ser que es la extraña unión de Fredd y Wrak'hatd. Justo cuando el musculoso termina de hablar, refuerza las cuerdas que atan al engendro y se coloca a su vera. En un abrir y cerrar de ojos, tan pronto como aparecieron, regresan a los caminos, fundiéndose poco a poco entre la oscuridad de la noche.

Barret ''Manocangrejo'' se dirige al interior de la casa riendose del discursito de su compañero e imitandolo para entretenimiento de los demás, al tiempo que tu sales al galope por el sendero que Wrak te habia dado a entender que era el único seguro esa noche. Tal vez hubieras muerto de no haber hecho esa última pregunta, lo que demuestra que la curiosidad puede ser tan buena amiga, como asesina despiadada.

Mientras galopas todo lo rápido que tu exhausto caballo puede, unos copos blancos se cruzan en tu camino. Débil al principio y fuerte a mayor paso de los minutos, una violenta nevada llena el suelo de un blanco manto, algo bonito de observar pero que te retrasa notablamente. Peor aun, no estas bien seguro del camino que estás tomando pues la nevada cubre el sendero y las partes anexas a él.

Y si pensabas que tu noche ya habia sido bastante movida y que por fin estarias seguro, el destino te juega otra mala pasada. Tras más de tres horas de viaje, con un frio que hace que hasta tus dientes castañeen, después de haber tenido que tratar con secuestradores, victimas de shocks post-traumáticos, ver cadáveres, negociar con mutantes y evitar ser el postre de su cena, ahora unos aullidos muy cercanos hacen que los pelos se ericen más por un miedo primitivo que por el frio invernal.

Te encuentras en un lugar con pequeñas inclinaciones, parecidas a las de un valle pero sensiblemente más planas y achatadas. El camino que debias seguir se encuentra oculto y todo esta cubierto por una fina capa de nieve. No eres ningún rastreador, pero cuando encuentras el cuerpo muerto de un ciervo en mitad del camino a medio comer, semi-ocultado por la nevada, sospechas que estás en zona de caza...
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Mensaje por Weiss »

Heinrich Messner

Menos mal que se había acordado de preguntar...

Cuando el mutante del nombre impronunciable habló, Messner escuchó una voz totalmente metálica, la que emitiría una armadura si pudiese articular palabras. Sin embargo, lo que le contó era altamente interesante. Él era el Señor de los Caminos, "Muerte en los Caminos", y por lo que Messner dedujo, posiblemente el asesino de muchos Patrulleros...

Tenía los caminos controlados, ya que advirtió a Messner de que solo uno de los tres era transitable, y aún así, con dificultades. No debía hacer ruido ni circular por el camino marcado. Una vez que acabó de hablar, tanto él como Fredd desaparecieron, tal y como habían aparecido. Marcharon con una velocidad increíble para volver a los caminos, su Reino.

El otro engendro con pinza de cangrejo se estuvo riendo un rato con los otros en cuanto se dio la vuelta, y se dirigían a la casa llevando al aterrorizado Quober. A la vez, también Messner se dio la vuelta y partió, todo lo rápido que le permitía aquel caballo.

Qué incómoda es esta silla... En cuanto llegue a la ciudad, iré a buscar a Erwin...

Messner estaba hasta las narices de caminos y cabalgatas, de Patrulleros y mutantes, pero sabía que la única forma de terminar con aquella espiral que se complicaba más y más, era acabar con el problema de raíz. Y a eso se dirigía a Averheim.

Al poco de partir Messner, la nieve empezó a caer, de una forma traquila y pausada al principio, una perfecto paisaje invernal. Pero al rato, aquello se convirtió en una maldita ventisca. A Messner le costaba localizar el camino junto al que debía seguir, y aún fue peor cuando escuchó unos aullidos nada tranquilizadores...

Ulric, más te vale que seas tú... Y si no lo eres, por lo menos echa una mano, digo zarpa...

A la vez que dedicaba esta especie de plegaria a Ulric, Messner desenvainada su espada. Se ajustó los guantes y la bufanda, para tener el menor frío posible, se subió el cuello del abrigo y se caló el gorro hasta las orejas. Con la espada en mano, avanzó un trecho más, hasta llegar a un terreno ondulado donde vio algo entre la nieve...

El cadáver de un ciervo.

Seguía escuchando aullidos, más cerca cada vez. Y ahora estaba metido en el medio del maldito territorio de caza de los lobos.

Ulric, joder, ¿no quieres ver a esos mutantes muertos tanto como yo?

No pensaba ser la próxima cena de los lobos, por lo menos después de haber pasado ya todo aquello. Lo consideraba como perder en la parte fácil... Empuñando la espada con decisión, Messner volvió a cabalgar, esta vez con más y más brío.

Llegaría a Averheim o moriría en el intento.

Y pobre del lobo que se atreviese a dudarlo...
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Mensaje por Saratai »

La nieve era lisa y densa y el viento la hacia desplazarse como la desértica arena de Arabia. Los ojos de Messner se resentian por el frío, y su montura parecía a punto de desfallecer, cuando, a lo lejos, por fin dislumbró la ansiada meta: La gran capital de Averland, Averheim.

Pero el destino aun estaba a unos cuantos kilómetros, y los lobos se habian cansado de esperar. Eran cazadores natos, podían sentir el miedo del caballo, su sabrosa carne derritiendose en sus bocas, calentando sus siempre hambrientos estómagos. Los hocicos, que en mitad de la noche alumbrada por Morrslieb olfateaban su presa moviéndose inquietos mientras intentaban ganar la carrera.

El caballo confiscado era veloz, pero ya habia corrido demasiado y no conseguiria darles esquinazo. A pesar de que la persecución era frenética, los lobos habian puesto en práctica sus tácticas. Sólo gracias a los agudos sentidos de Messner le debian no haber conseguido atacar por sorpresa. Sus pelajes grises y azabaches no habian pasado desapercibidos para el alguacil.

Eran muy rápidos, y antes de que te dieras cuenta ya estaban mordiendo a tu caballo. Podias ver a cuatro de ellos, pero no parecia que hubiera más. Sin embargo, cuatro ya eran más que suficientes. Feroces, los lobos fueron atacando uno a uno a tu corcel, antes de que pudieras reaccionar. Rodearon al caballo, atacándolo desde todos los ángulos. El primer lobo que atacó, más parecido a un perro grande que a un animal de presa, mordió violentamente el cuello del caballo, seguido de otro lobo que terminó de desgarrar la carne del anterior mordisco. Al mismo tiempo, el lobo alpha atacaba la pata delantera derecha, sesgando brutalmente los tendones y haciendo perder el equilibrio al animal. Por último, una loba de negro pelaje terminaba de rematar al pobre animal, partiendo los cartilagos y la carne de la pata trasera izquierda.

La situación era desesperada, viste como te precipitabas al suelo y te rompias el cráneo con una roca saliente entre la nieve. Pero no fue asi. Durante muchos años, desde bien niño, te habias acostumbrado a caer del caballo, y está no era la primera vez que evitabas un duro golpe por una caida. Agilmente rodaste por la nieve sin hacerte ni un solo rasguño, listo para actuar.


FDI: Es un combate, tienes disponibles todas las acciones que creas convenientes, el movimiento está reducido un punto por la nieve. Uno de los lobos se encuentra cerca tuyo, la loba de pelo negro. Los otros tres están algo más alejados, disfrutando de tu montura. Recuerda seguir las normas de posteo para combate y ten buena suerte.
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Heinrich Messner

La nieve seguía cayendo, habiendo convertido ya los campos en un interminable manto blanco. Sobre este fondo, una figura oscura cabalgaba, rauda, con l espada en la mano y con su aguda vista buscando algo, algo que parecía no querer hacer acto de presencia.

Entonces, los muros de Averheim aparecieron a lo lejos.

Heinrich cabalgaba lo más rápido que podía. Es verdad que aquel caballo no era ninguna maravilla, pero estaba esforzándose todo lo que podía, ya que, al igual que Messner, parecía haberse dado cuenta de que la única forma de salvar el pellejo era llegar a la ciudad. Sentía el viento pasar a toda velocidad, silbando en sus oidos. Incluso llegó a pensar que lo conseguiría, que nadie podría impedir aquella vertiginosa cabalgata.

Pero desgraciadamente, se equivocaba.

Fue aquel instante, el que los lobos aprovecharon para atacar. Messner los vio venir desde lejos. Aceleró más el paso, forzó a su caballo a galopar aún más rápido. Pero la bestia ya no daba más de si. Sentía la respiración del animal, cómo el ritmo de los cascos se aminoraba, cómo el paisaje dejaba de pasar a toda velocidad ante sus ojos. El animal seguía intentándolo, pero se veía claramente que ya no podía.

Los lobos empezaron a rodearle, atacando desde todos los ángulos imaginable, uno por uno, apuntando a las partes donde sabían que causrían el mayor daño. Eran cazadores por naturaleza, y Messner sabía que solo era cuestión de tiempo que derribasen al caballo. Por eso mismo, no pensaba rendirse tan fácil. Usó su arma para defenderse, lanzando golpes que principalmente servían para alejar a los lobos unos instantes más. Pero entonces tuvo una ocasión. Uno de los lobos, uno enorme con más parecido a un perro que a un lobo, se colocó en una posición en la que Mesner podía atacarle. Lanzó un tajo directamente a la cabeza del animal, pero un giro inesperdo, hizo que simplemente se llevase la oreja del condenado lobo.

Ahora sí estaba enfadado de verdad. Ese mismo lobo, mientras su sangre manaba de la herida y manchaba la nieve, saltó al cuello del caballo, lanzando un mordisco del que el corcel ya no podría librarse. Lo que pasó después fue la sucesión lógica. Los demás lobos se sumaron al brutal ataque, acabando de derribar la montura de Messner, que salió despiedido al caer el caballo al suelo repentinamente.

Pensó muchas cosas mientras caía. Vio la muerte aún más cerca que cuando se acercó a los mutantes,vio que se abriría la cabeza contra algo, que se rompería el cuello, que se partiría una pierna y los lobos le despedazarían vivo. Cuál fue su sorpresa cuando se vio de una pieza. Ya hacía bastante desde la última vez que se había caído del caballo, ya que ahora Messner podía considerarse un jinete bastante experimentado, pero parecía que cómo caer sin morir en el proceso era algo que no se olvidaba fácilmente.

Rodó por la nieve, para quedar con una rodilla en el suelo, unos metros por delante de donde los lobos se daban un festín con su caballo.

Ahí va el plato principal. El problema es que yo soy el postre...

Tres lobos estaban ya comiéndose el agonizante caballo, pero una enorme loba estaba un poco separada del grupo.

Toca correr, Messner. Solo espero que la esa loba no haya reparado en mí... Sigmar, ya que Ulric no colabora, ayúdame otra vez...

Las condiciones no eran malas del todo. A los lobos les costaría distinguir a Messner con la nevada que estaba cayendo, su oido estaba inutilizado por culpa de la ventisca, y la situación era ahora mismo tan caótica que tenía la esperanza de que no repararían en la ausencia del postre que Messner constituía...

Sin embargo, todavía conservaban el olfato...

Messner rezaba para sí mismo para conservar su miserable vida unas horas más, mientras corría, espada en mano, lo más rápido que podía hacia los muros de Averheim...
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Mensaje por Saratai »

El frio viento azotaba el rostro del alguacil, enrojeciendo su cara y apretando sus carnes. Los ojos de Messner se enfrentaban a los del animal que, astuto, sopesaba los pros y contras de su posible comida. Rodeó al ayudante del fiscal, y cuando este huyó, corriendo como si el mismisimo diablo estuviera detrás de él en su carrera, la loba no le persiguió. Un delicioso caballo estaba siendo devorado rápidamente por sus congéneres, y no habria llegado a los nueve años de edad si no tuviera instinto de grupo. La loba partió hacia el desafortunado corcel para aprovechar lo que la manada no consumia a depredadora velocidad.

Heinrich se habia salvado. Contra todo pronóstico, habia salvado la vida por los duros caminos, evitando todas las trampas que la provincia del rio Aver tenia reservada para él. Su logro le hacia sentirse especial, inteligente y rápido, pero aun tenia mucho trabajo por delante. Cuando traspasó los muros de la capital los murmullos y el humo fueron su bienvenida. No consiguió oir nada claro de ningun viandante, pero las cenizas en el suelo mezcladas con el barro semicongelado y una gran humareda venida desde el templo de Verena le hicieron ver que la ciudad no era mucho más segura de lo que parecia. Tomando aliento por la carrera, se desplazó todo lo rápido que sus cansadas piernas le permitian, hasta llegar al Distrito Sur.

Alli encontró las cenizas del templo dedicado a la justicia. Lo que antaño era simbolo de protección en Averheim, se encontraba ahora aniquilado. Pero en mitad de la nieve reconoció a unos rostros conocidos. Dos de los hombres que habian estado con él en la reunión de la mañana estaban en mitad de la nevada avenida conversando con un vigilante. Cerca, un tipo con la cabeza rapada quitaba trozos del quemado portón de la iglesia.


Ahora, Heinrich Messner tenia dos opciones, o seguir su camino, o dirigirse a los miembros de la investigación, que parecian estar trabajando. Ellos no le habian visto, asi que podria tomar otra calle sin que ellos sintieran su presencia


FDI: Básicamente, ahora puedes decidir pasar al otro hilo de Prisión de Almas y ver que tal les va a Fabian y Mannricht o seguir con tu camino.
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