Mens Joliah I: Mente Demente

Si te asomas al abismo...te devolverá la mirada. Dirigida por Nirkhuz

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Nirkhuz
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Mens Joliah I: Mente Demente

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Se despertó, se levantó de la cama y salió de su habitación, dentro de la nave. Caminaba lentamente, intentando no hacer ruido y, como siempre, giró hacia la izquierda nada más salir de la habitación. De pronto, una imagen horrible le atenazó: montones de personas muertas, por todas partes. La sangre teñía las metálicas paredes de la nave, mientras Mens caminaba cada vez más rápido, al frenético ritmo intermitente de las luces, en el techo, amenazando con apagarse, víctimas de algún cortocircuito. Siguió avanzando, solo para ver la masacre que se hacía presente en la nave, con montones de personas muertas, desfiguradas, rasgadas, sangrantes, pero ya no agonizantes, en paz.
De pronto, oyó algo. Se puso en guardia ante lo que pudiera ser, y de pronto vio un agujero hecho en una de las paredes de la nave que, no obstante, no comunicaba con el exterior, pero, ¿quién habría hecho eso en el interior de la nave? Mens se fue acercando poco a poco, amedrentado por el ritmo frenético de las luces intermitentes y, cuando estaba cerca, a punto de asomarse, algo salió de ahí, abalanzándose sobre él.


Mens se despertó, con ese horrible sueño otra vez en mente. Nunca podía recordarlo del todo, y, por el Emperador, quizás eso fuera lo mejor. Un nuevo día le esperaba. Fué a hacer sus cosas cuando un hombre, encapuzado en negras tunicas, le habló.

Él
Mens… el inquisidor Loriatus requiere tus servicios una vez más…

...
Mens entró en LA sala. No tenía nombre, pero no lo necesitaba. Era una habitación grande, muy iluminada, con ancestrales maquinas funcionando por todas sus paredes, y con el inconfundible traqueteo del mechaescribano, esperando a recopilar todo lo dicho. En medio de la sala se encontraba él. Loriatus. Debio Loriatus. Inquisidor del Ordo Hereticus. Un hombre alto, siempre atabiado con un largo abrigo que Mens sabía que NO era de piel ni de cuero. A las malas descubrió que estaba hecho de algún material tremendamente duro, cuando ese traidor intentó asesinarle. Craso error. Sus brazos no dejaban ver más que una camisa de aspecto antiguo, pasada de moda, y en sus piernas unas botas altas le protegían del frío. Su cara, destapada, estaba marcada por una barba corta, y con esos implantes. Le faltaba el ojo derecho, y parte de la cara. Todo estaba tapado con unos implantes biomecánicos bastante arcaicos, pero que a Loriatus le gustaban. A su izquierda se podía ver su espada, de bellísima factura. El inquisidor miró a Mens. Y sonrió. Vaya si sonrió.

Debio Loriatus
Vaya, veo que has venido. Y sin rechistar. Así me gusta, Mens. Deberías saber que es un gran, gran honor que te encuentres en la misma sala que yo.
El inquisidor Loriatus miró a Mens de arriba a abajo. Aunque no sea la primera vez... ¿sabes ya por que has venido aquí esta vez?

FDI: Nimref, te doy carta blanca para que describas lo que quieras, pero se preciso. Así me voy haciendo a la idea de como escribis cada uno.
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Re: Mens Joliah I: Mente Demente

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Mens Joliah

Mens fue avanzando desde la puerta, por la amplia sala, hasta situarse en el punto en el que siempre debían situarse todos los que habían sido llamados por el inquisidor. Para una persona normal, podría ser cualquier punto de la sala, pero Mens estaba acostumbrado a ser a llamado, y se había dado cuenta que en el suelo, de algún caro y antiguo material que Loriatus habría conseguido de un lejano lugar, había una especie de círculo difícil de interpretar, en el centro del cual tenía que ponerse la persona llamada.

El psíquico escuchó respetuosamente todo lo que el inquisidor le decía, aguantando sus burlas y sus sonrisas, que le retaban a que intentara hacer algo. No lo haría, y él, sabía que no lo haría, porque dominaba la situación, y el acólito tuvo que cerrar el puño una vez más (como tantas otras antes de esa) al darse cuenta de eso.

No lo sé... ¿una misión imposible y suicida que apenas tiene posibilidades de éxito? Si, eso es muy de tu estilo, Debio...

Me siento abrumado ante sus superiores capacidades e inteligencia... -dijo, mientras inclinaba la cabeza, siempre había sabido que al inquisidor se le tratara como si realmente fuera superior- Y una vez más me siento enchido de gratitud ante vuestras palabras, señor... ¿qué puedo hacer esta vez? ¿Tal vez queréis que recopile información para usted? ¿Que me infiltre en alguna base secreta y desconocida de la que apenas se conoce la localización para...? -el psíquico calló de inmediato, al darse cuenta de que se estaba dejando llevar por su ira y frustración, miró disimuladamente al inquisidor y vio que sonreía más que antes, casi como orgulloso- Lo siento, señor... no volverá a ocurrir... acataré sus órdenes sin rechistar, lo que sea.

Levantó ligeramente el mentón, observando el trono, la espada, al inquisidor, a los mechaescribanos. La amplia sonrisa de su amo hizo que se odiara a si mismo por no poder vencer al instinto que cientos de veces hacía que siguiera a rajatabla las órdenes del inquisidor. Pero, no podía engañarse, realmente agradecía todo lo que el inquisidor hacía por él... más allá que su amo, era su maestro, el que le había enseñado prácticamente todo. Y él, lo sabía. Mientras que para la mayoría Mens era una persona extraña con poderes mentales, para Loriatus era su "fiel (aunque a veces no lo aparentara) y rebelde mejor acólito neonato", al menos, de momento.

Junto a él, el encapuchado hombre que siempre, misión tras misión, iba a reunirse con él para decirle que el inquisidor lo necesitaba una última vez. Siempre era "una última vez". Mens no sabía quien era, y eso le molestaba. Tenía la extraña necesidad de saberlo todo. No sabía su pasado, así que, simplemente, sabía el resto, todo lo demás.

Junto las manos, entrelazando los dedos, en su tripa, pensativo. Intentaría descubrir, antes de que el inquisidor se lo dijera, de que se trataba, y, como siempre, el inquisidor le daría tiempo para averiguarlo para, finalmente, acabar diciéndoselo, como demostrándole que necesitaba estar junto a él más tiempo, porque sus habilidades no estaban perfeccionadas...
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Re: Mens Joliah I: Mente Demente

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El inquisidor miró al encapuchado, y este dejo la sala sin rechistar. Luego fijó su atención en los demás seres vivos de la sala, que fueron abandonando la sala depreisa, todos menos Mens. Incluso los mechaescribanos y demá servidores se fueron. Luego el inquisidor se dirigió a una ancestral máquina con muchas palancas, y tocó una.

Debio Loriatus

Esto apagará las camaras durante el rato suficiente.
Luego, volvió a sonreir con esa siniestra sonrisa suya, que rozaba la parte metálica de su cara. Mens, no tendrías que tratarme así. Sabes... Se paró. Sí, era cierto, Mens lo sabía. Sabes que todo lo que eres lo eres gracias a mí. Solo el Emperador, en su Divina Gracia, sabría lo que te habría pasado si no hubiera estado yo...pero bueno, dejemos todo esto. Luego se giró, dandole la espalda al psíquico calvo, y mirando un mapa planetario. Allí habian cientos, miles de planetas. Pero el Inquisidor solo se fijó en un sector, en un subsector. En un planeta. Me figuró que estarás intentando descubrir que me ronda por la cabeza. Te felicito por ello. Pero ahora son muchas cosas, hay muchos problemas...Muchos más que nunca. El inquisidor se rebuscó entre los bolsillos de su abrigo. Entre las amenazas alienígenas, la convocación de demonios y esa maldita estrella que de vez en cuando aparece y vuelve locos a todos los sabios, los Ordos no damos a basto. Al menos no en el Sector Calixis. Mens, necesito que me hagas un favor. Al psíquico siempre le hizo gracia que el Inquisidor siempre le pidiera las cosas por favor, cuando perfectamente sabía que eran ordenes. Hay un planeta no lejos de aquí, casi en lo más alejado del sector malfiano. Su nombre es Kolz. Necesito que vayas allí. El psíquico miró a su superior con cara desconfiada. No te preocupes, no irás solo. Es más, por eso te he llamado. El servicio de Inteligencia de los Ordos ha estado observando a unos sujetos que quizás nos sean de utilidad. En un pasado más amigable, quizás pudieras llamarlos tus 'compañeros'. Quiero que vayas a buscarlos. Uno a uno. Quizás tengan el potencial para convertirse en acólitos. Finalmente, Loriatus sacó aquello que andaba buscando por sus bolsillos. Llevate esto. Es una Tabla gráfica con los lugares y los nombres de aquellos a los que tienes que encontrar. Mens cogió la tabla con un respeto altísimo, y Loriatus sonrió. Además, coje esto. El Inquisidor le tendió algo envuelto en paños al psíquico. Es un sello inquisitorial. Firmado de manera manual y electronica. Los navegantes de las naves te llevarán gratis y de manera respetuosa si les enseñas el sello. El inquisidor se giró, y le dió la espalda. Ahora ve, Mens Joliah. Y recuerda...confía en tus temores.

El inquisidor volvió a darle a la palanca, y todos los que antes salieron volvieron a entrar.

FDI: Como hice con los demás, ahora es tu turno de describir el lugar en el que estás. Estas en una estación espacial, orbitando alrededor del planeta Veneris. Puedes describirla a tu antojo, hasta llegar al hangar.
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Nimref
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Re: Mens Joliah I: Mente Demente

Mensaje por Nimref »

Mens Joliah

Mens salió de la sala mientras todo el mundo volvía a sus posiciones y, el inquisidor, se sentaba de nuevo en su trono. Mientras recorría el largo camino de vuelta a la puerta, se cruzó con el encapuchado, aunque, por lo que parecía, él no le miraba.

Cuando salió de la enorme habitación, ya en el amplio pasillo circular interior de la estación espacial, comenzó a leer la información que le habían dado, mientras, girando a la derecha, recorría el enorme corredor que le llevaría hacia el hangar.

Mientras leía, Mens no se fijaba en todas las habitaciones que había, a varias alturas, en diferentes pisos comunicados entre sí por escaleras, con barandillas para impedir caídas accidentales, que, no obstante, permitían apreciar niveles superiores o inferiores, y con pequeños puentes que comunicaban ambos lados de los corredores. En ese intrincado sistema de caminos, una persona normal, que no llevara en la estación más que unos meses, podría perderse con facilidad, pero Mens llevaba años, y conocía todo lo que tenía que saber.

Dariel Vernoch… ¡oh! ¡Vaya! Un brutal agente del arbitres… su comportamiento puede ser un problema, desde luego… ¿en qué coño pensaría Debio para intentar localizar a este tipo?

Mientras calibraba la forma de llegar a Cindar a “reclutar” al cadete para la misión que se avecinaba, Mens giró en uno de los múltiples corredores, introduciéndose más en la nave. Bajó por la escalera de caracol que había allí, un total de tres niveles y volvió a salir al gran pasillo central. Miró hacia arriba: cuantas veces había pensado tirarse y usar sus poderes para flotar… Pero eso sería dejarse llevar por el mal. Siguió andando, acelerando la marcha, hasta, poco después, cruzar el puente, en dirección a uno de los corredores que comunican el círculo interior con el círculo exterior de la estación espacial. Entró en su habitación y empezó a rebuscar. Cogió su mochila, los cargadores de su pistola, la propia pistola y cuantos pergaminos, plumas y tinta encontró, posiblemente los necesitara. Vio unas cuantas monedas y las cogió también, le serían útiles. Sólo le restó coger la espada que tiempo atrás le había otorgado el inquisidor, el puñal que debía usar en caso de extrema necesidad por si era poseído por algún demonio de la disformidad Estúpidos gilipollas… este puñal se usa para rebanar gargantas, no para que yo muera… y el bastón, que llevaba siempre, y que él, más que para demostrar que era psíquico, lo llevaba más como punto de apoyo. Se puso la capucha de la túnica, no le gustaba que la gente viera que era completamente lampiño, y salió de la habitación.

Una vez en el círculo exterior, siguió caminando hacia la derecha. Si hubiera salido directamente al círculo exterior desde la sala en la que estaba el inquisidor, habría recorrido apenas veinte grados de la circunferencia. La vida allí era agotadora y, para colmo, a Mens no le gustaba usar los múltiples elevadores que había casi por todas partes en la estación, el prefería ir nivel por nivel, andando y subiendo por las escaleras de caracol de metal negro, como el resto de la estructura de la estación, como siempre, oscura.

Siguió leyendo nombres.

Drake Gunner… ¿un asesino de sangre fría? ¿La cosa va de psicópatas, Debio? Bueno, tal vez sea algo más difícil de encontrar, sin constar en ningún registro, y siendo viajero espacial… ¡Bah! Lo encontraré, si Loriatus lo ha dispuesto, será por algo…

Caminaba todo lo rápido que sus piernas se lo permitían y, cuando ya casi había llegado a los cuarenta y cinco grados, se detuvo en el corredor, para coger uno de los elevadores. La puerta se abrió y uno de los guardias de la estación apareció al otro lado.

Señor, ¿en que puedo ayudarle, señor?

¿Creo que estamos en el nivel 4, verdad? –preguntó Mens, haciéndose el despistado e intentando cerciorarse.

En efecto, nivel cuatro, señor.

Muy bien, lléveme al nivel 13 –dijo, sin cambiar el tono de voz.

El guardia no dijo nada más hasta el final de trayecto, cuando le dijo “Buen viaje, señor”. El psíquico se preguntó por qué coño sabría que iba a hacer ningún viaje, pero se dio cuenta de que podría ser cualquier persona informada, o tal vez no, ¿qué importaba? Conforme se ascendía y descendía de nivel, había más o menos circunferencias, de modo que en el nivel siete había considerablemente más circunferencias que en el resto.

Era cierto que, hangares, había en casi todos los niveles: cada tres niveles, un hangar, que tenía la altura de los tres, para que las naves cupiesen. No obstante, el hangar más grande, con diferencia, era el de los niveles 13 al 16, que era el hangar central. En esos niveles, se llevaba a cabo la mayoría de las actividades comerciales y de recreo para los viajeros. Mens reconstruyó en su mente el plano de la estación: una esfera, con montones de cavidades, que eran los hangares, con pisos comunicados entre sí por elevadores y escaleras. Una compleja estructura, que contrastaba con la mayoría de estaciones, que tendían a ser alargadas, más que esféricas.

Caminó por el pasillo, todavía por la que en el cuatro era la exterior, y que, en éste, era uno de los interiores, hasta llegar a lo que serían unos sesenta grados, desde el punto en el que estaba la sala del inquisidor. Entonces, giró por uno de los corredores que conectaban los pasillos, para ir atravesando pasillos, en total dos, hasta llegar a una amplia zona llana en la que había montones de naves, colocadas en distintas bases, dependiendo del nivel en el que hubieran amarrado.

Mens se detuvo y miró al tercer aspirante.

Gustave Bernal… Hetaireia Lexis… Uhm… esto se pone interesante…

Se acercó a la primera nave que vio con destino a Veneris, pasando entre la gente que estaba esperando su turno a ser atendida, una auténtica marabunta. A pesar de lo que pueda parecer, las estaciones espaciales no son ordenadas, ni un ápice y la gente tiene que berrear y lanzarse a la nave que necesita, incluso aunque ya haya pactado su viaje antes. Mens se acercó, lanzando miradas furibundas por doquier, para conseguir que le dejaran paso. Finalmente, cuando llegó hasta la nave, subió directamente y fue hasta la cabina de mando, o donde esperaba encontrarla. Llegó allí, vio al piloto y le dijo, mostrando la placa del inquisidor.

Necesito ir a Veneris rápidamente, es urgente… asuntos de maese Loriatus… no quiere esperar… -dijo, casi entre susurros, como pareciendo más importante.

Muy bien… todo acaba de empezar…

FDI: si no te gusta y prefieres que describa otra estación espacial, o es muy complejo, antes me han dado ganas de intentar hacer un esbozo, así que ya te lo explicaré, xDD a, por cierto, he dicho Veneris porque creo que ahi esta Gustave Bernal... si no esta ahi, ire a donde este el adepto
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Mensaje por Nirkhuz »

El piloto de la nave vió el sello inquisitorial y se puso blanco. Su mirada lo recorrió de arriba a abajo, y entonces dijo con una voz algo titubeante.

Piloto
Sí...s-sí señor, como quiera. La nave saldrá del hangar en una media hora, más o menos. Si quiere puede pasar a la zona de lujo, s-s-señor, no tenga miedo.
Mens sonrió. Y tome esto. El piloto le tendió a Mens una especie de placa. Cuelguesela donde sea vista, y le dejaran acceder a donde quiera de la nave. Cuando Mens empezó a marcharse, el piloto le dijo algo. ¿Podría hablar bien de mí al Inquisidor Loriatus? Mens volvió a sonreir.

La nave estaba divida en, basicamente, tres partes. Como era una nave que hacía viajes entre la estación espacial de Veneris y el Planeta en sí, era bastante pequeña. Había una zona donde viajaba la gente que apenas tenía dinero, donde los asientos estaban muy pegados entre sí, los pasillos eran estrechos y los pasajeros viajaban hacinados. Luego estaba la parte más grande, donde viajaba la gente que podía pagarse un pasaje decente. Asientos mas o menos comodos, pasillos espaciosos...Finalmente se encontraba la zona de lujo. La pura decadencia Imperial estaba resumida en ese lugar. Alfombras mullidas, asientos individuales, pasillos por donde cabían dos o tres personas, barra, lamparas bellas...ahí viajaba la gente con espléndidos trajes y atuendos a la ultima moda. Aunque el mundo altar de Veneris no tenía muchas personas así, la mayoría era embajadores, politicos y demás personajes importantes en el mundillo que, por una u otra razón, tenían negocios allí. Mens pasó las dos primeras zonas por un pasillo exclusivo que llevaba de la cámara del piloto a la zona lujosa y rica. Allí encontró unos mullidos asientos y descansó un poco. El viaje era largo, pero la nave era rapida. En una hora, o dos, estaría ya en tierra. Se escuchaba la voz del piloto. 'La nave despegará en 10 minutos'. Mens se sentó y, por primera vez, trató de disfrutar del viaje.

Cuando llegaron a tierra, Mens descubrió que se había dormido. Miro a ver si tenía todo y, efectivamente, lo tenía. Es más, estaba seguro de que tenía incluso más...el piloto era muy complaciente, cuando quería. Mens estiró las piernas y preguntó por aquí y por allá sobre como llegar a ciertos sitios. Finalmente, y con ayuda del Sello Inquisitorial, un adepto le hablo de una Organización secreta...Heteria...¿Hetireia? Bueno, no lo sabia muy bien. Pero acababa en Lexis.Le condujo hasta la entrada de una casa normal y corriente. Le pidió que no mirara. Mens, muy educadamente, no lo hizo. Este adepto hizo una seña secreta. Mens aguzó el oido y escuchó algo...

Adepto
¡Hermano, hermanos, abreme, traigo conmigo a alguien importante!

Una voz sonó tras la puerta.
Te atrves a traer a alguien ajeno a la orden a nuestro emplazamiento, ¿Y encima por la entrada secreta?

Adepto
¡Trae un sello inquisitorial! ¡Verdadero! ¡Trabaja para el Inquisidor Loriatus!


La puerta se abrió rapidamente. Un adepto mayor, con una barba que le llegaría hasta la mitad del pecho, apareció casi doblado por la reverencia.

Adepto barbudo
No sabiamos que el Inquisidor Loriatus nos honrara con la presencia de uno de sus servidores aquí, en nuestro hogar más preciado e importante en Veneris... pasad, pasad.


Mens y el otro adepto, que rapidamente desapareció tras entrar en la sala, entraron a la base. se veían unas cristaleras enormes por dentro, que por fuera parecían paredes normales de pisos. Habñian varios encapuchados allí. Mens comentó que buscaba a Gustave Bernal, y rapidamente el barbudo, que se presentó como Joliash, comandó a un servidor que buscara a Gustave Bernal y lo trajera. Mientras tanto, Joliash comenzó a explicarle a Mens el incalculable servició que la Hetaireia Lexis hacía a la sociedad Imperial.


FDI: Por razones de comodidad, cierro este post y a partir de ahora, Nimref, Postearás en el de Gustave Bernal.
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